La historia de Corea durante el siglo XX está llena de luces y sombras, de personajes con momentos de grandezas y altibajos, en un contexto siempre cambiante. Ese es el caso de la bailarina y coreógrafa Choi Seung-hee, un personaje muy olvidado en la actualidad a pesar de haber sido una figura destacada de la danza moderna coreana. Además, fue una de las primeras artistas de Corea que debutó en el plano internacional. Este artículo busca hacer un repaso a su vida y su trayectoria profesional.
Juventud e inicios
Choi Seung-hee nació en 1911 en el seno de una familia de la aristocracia coreana. En aquella época Corea constituía una parte del Imperio japonés, tras la anexión del país en 1910, apenas un año antes del nacimiento de Choi. La pronunciación nipona de su nombre era «Sai Shôki», siendo esta otra de las formas por las que fue conocida en la época. A pesar de sus orígenes acomodados, durante su infancia fue testigo de las penurias económicas que atravesó su familia. Esta experiencia traumática la llevó a buscar trabajo, poco después de completar sus estudios.
A temprana edad comenzó su formación de danza de la mano del conocido bailarín japonés Baku Ishii[1]. Tras obtener el permiso de sus padres, en la primavera de 1926 se trasladó a Japón para continuar allí la formación. En el país nipón formaría grupo con otros estudiantes coreanos y japoneses, todos ellos discípulos de Ishii. Durante los siguientes años perfeccionaría sus aptitudes y habilidades, mientras iniciaba su carrera profesional en los escenarios. Sin embargo, algunos desencuentros entre Ishii y Choi llevarían a esta a abandonar el grupo y regresar a Corea.
En su tierra natal alternó las actuaciones en escenarios con la docencia de baile. Como resultado de la formación recibida, dominaba tanto la danza japonesa como la danza tradicional coreana. Llegó a rescatar elementos pertenecientes al folklore coreano, incluyéndolos en su repertorio. Como resultado, el estilo de baile practicado por Choi combinaba elementos tradicionales y modernos. Al margen del plano profesional, su vida personal también atravesó buenos momentos. En 1931 contrajo matrimonio con un joven llamado Ahn Mak, al que había conocido a través de un familiar. La pareja tendría una hija, nacida en 1932. Cabe destacar que Ahn Mak era un simpatizante de las ideas comunistas, lo que le supuso algún que otro problema con las autoridades niponas.
Cénit de su carrera
A mediados de la década de 1930 comenzó a actuar fuera de Corea, con funciones en Japón y Taiwán, las cuales obtuvieron un notable éxito. El cénit de su carrera lo alcanzaría durante el período comprendido entre 1937 y 1940. En esos años llegó a realizar unas quinientas actuaciones a lo largo de Estados Unidos, América Latina y Europa, alcanzando una gran fama. Durante sus tours por la Costa Oeste de los EEUU se codeó con figuras como el novelista John Steinbeck o con estrellas de Hollywood como Charlie Chaplin, Gary Cooper o Robert Taylor.[2]
También en Europa sus actuaciones cosecharon importantes éxitos. En París tuvo como espectadores a conocidos artistas, como Henri Matisse o Pablo Picasso. Este último llegó a hacer un boceto de Sai Shôki durante una de sus actuaciones en París, llegando a regalárselo tras la función. Su fama fuera del espacio japonés fue de tal calibre que, en 1941, llegó a aparecer en un artículo de la revista nazi Signal, una publicación de carácter propagandístico.[3] Ciertamente, Sai Shôki fue una de las primeras artistas coreanas que debutó internacionalmente.
Su estancia en Europa coincidió con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1939, por lo que ella y su grupo abandonaron el continente. La contienda supuso que debieran cancelar sus actuaciones en Alemania y el norte de Europa. En cambio, llegarían a actuar en varios países de Sudamérica antes de emprender camino de vuelta a Asia. Para 1940 había regresado a Japón. Tras su gira mundial su fama se había incrementado considerablemente, si bien desde el movimiento independentista coreano surgieron acusaciones de colaboracionismo con los japoneses.
En diciembre de 1941 los japoneses atacaron la base naval de Pearl Harbor y entraron de lleno en lo que ya era una guerra mundial. Durante el año 1942 los ejércitos nipones obtuvieron una victoria tras otra, logrando hacerse con el control de extenso territorio que abarcaba parte de Asia y el océano Pacífico. En muchos casos la contienda acabó poniendo la cultura al servicio del esfuerzo bélico. Durante este período Sai Shôki actuó en repetidas ocasiones para las tropas japonesas en Corea, Manchukuo y el norte de China.
Entre la espada y la pared
Tras la derrota de Japón, en el verano de 1945, Choi Seung-hee y su marido decidieron regresar a Corea. En aquella época la península se había dividido en dos: el sur se encontraba bajo ocupación militar norteamericana, mientras que el norte lo estaba por los soviéticos. Ello se debía a los acuerdos alcanzados entre los vencedores de la guerra, como paso previo a una posterior reunificación del país. Mientras que Ahn Mak se instaló en la zona de ocupación soviética, Choi Seung-hee lo hizo en la zona estadounidense.
Aunque pudo reencontrarse con su hija, Ahn Seung-ja, el ambiente que Choi encontró no era demasiado propicio para ella. Se encontró que algunos periódicos surcoreanos la acusaban de haber sido una colaboracionista con Japón, con lo que eso conllevaba. Llegó a ofrecer sus servicios de cara al establecimiento de una academia de baile en Seúl, si bien sería rechazada por «colaboracionista».[4] Carente de recursos económicos para sobrevivir, Choi se puso en contacto con las autoridades norteamericanas para intentar arreglar su situación, aunque sin éxito. También llegó a hablar con el líder nacionalista Rhee Syngman, pero nuevamente en vano.
Pese a que no todo el mundo la consideraba una colaboracionista, se hizo evidente que su pasado constituía una losa demasiado pesada para poder afrontar el futuro. Debiendo hacer frente a una situación muy penosa, en 1946 se trasladó a la zona norte. Allí el ambiente que encontró fue muy distinto.
Etapa en Corea del Norte
A su llegada a Pyongyang, Choi Seung-hee encontró una recepción más cálida. Las autoridades soviéticas habían permitido que los comunistas coreanos tuvieran un cierto grado de autonomía en aquella zona, en contraste con lo que ocurría en el sur. Años después, en septiembre de 1948, esto se materializaría en la fundación de la República Popular Democrática de Corea. Choi llegó a encontrarse con el líder comunista Kim Il-sung, quien se mostró mucho más receptivo que las autoridades en la Corea meridional. En contraste con lo que había ocurrido anteriormente, la administración norcoreana le dio un puesto de trabajo y logró establecer una academia de baile. En el plano personal, logró rehacer su vida familiar, al tiempo que Ahn Mak se convertía en un miembro relevante del nuevo Partido del Trabajo de Corea. Con el tiempo, también Seung-hee se apuntaría al partido.
Choi pronto se hizo un nombre, reactivando su trayectoria como bailarina. En 1949 llegó a actuar en Pekín y un año después lo haría en Moscú. En ambas ocasiones estuvo acompañada de su hija y de una amplia comitiva de bailarines norcoreanos. En 1951 viajó nuevamente con su grupo de baile al extranjero. En esta ocasión lo harían a Moscú, iniciando en la capital soviética una gira que la llevaría por Alemania oriental, Polonia, Checoslovaquia o Bulgaria. Choi Seung-hee volvió a vivir una etapa dorada en su carrera. Su estancia en Europa coincidió con el estallido de la Guerra de Corea, un sangriento conflicto que a lo largo de tres años enfrentaría a norcoreanos y surcoreanos bajo el telón de la Guerra fría.
Choi Seung-hee no se vio afectada directamente por la guerra. Como consecuencia de su renovada fama, recibió una invitación de las autoridades chinas para visitar el país. Choi abrió una academia de baile en Pekín y durante los siguientes años se dedicó a la formación de nuevos bailarines chinos. Regresaría a Corea del Norte tras el final de la contienda, donde continuó teniendo una destacada actividad. Además de ejercer como bailarina y coreógrafa, también dirigía una academia en Pyongyang. En aquel momento parecía haber alcanzado la cúspide de su carrera, si bien su vida iba a dar un brusco giro durante los siguientes años.
Iniciada la década de 1960 tuvieron lugar algunos cambios internos de cierto calibre en la estructura política norcoreana. Su marido Ahn Mak formaba parte de una de las facciones del Partido del Trabajo de Corea que cayó en desgracia y sería desdeñada desde la cúpula de poder. Algún autor también ha señalado la existencia de discrepancias entre la bailarina y las autoridades durante estos años.[5] En conjunto, todos estos factores acabarían provocando la caída en desgracia de Choi ante los dirigentes norcoreanos.
Choi Seung-hee continuó actuando en los escenarios norcoreanos al menos hasta el período 1966-1967, cuando dejó de tener presencia pública. Además, sería expulsada del Partido del Trabajo de Corea. Poco se sabe de su vida durante sus últimos años, debido al olvido en el que cayó. Según declararían años después las autoridades de Pyongyang, la bailarina habría fallecido en agosto de 1969. Una situación similar ocurrió en Corea del Sur, donde ya era una persona maldita por su «colaboracionismo» con japoneses y norcoreanos. No sería hasta muchos años después cuando se empezó a recuperar su figura, con la publicación de algunos libros y una película-documental japonesa.[6]
Para saber más:
Notas:
[1] Baku Ishii (1886-1962) fue un bailarín y coreógrafo japonés, es considerado uno de los pioneros de la danza moderna en Japón.
[2] Chung, Hye Seung, ”Towards a Strategic Korean Cinephilia: A Transnational Détournement of Hollywood Melodrama”, en Kathleen McHugh, Nancy Abelmann (Ed.), South Korean Golden Age Melodracdma: Gender, Genre, and National Cinema. Detroit, Wayne State University Press, 2015, p. 143.
[3] Véase Signal, nº 20 (1941), octubre de 1941, pp. 36-37.
[4] Schneidewind, Dieter K., Economic Miracle Market South Korea. Springer, 2016. p. 10.
[5] Ibídem.
[6] Chung, Hye Seung, ”Towards a Strategic Korean Cinephilia: A Transnational Détournement of Hollywood Melodrama”, en Kathleen McHugh, Nancy Abelmann (Ed.), South Korean Golden Age Melodrama: Gender, Genre, and National Cinema. Detroit, Wayne State University Press, 2015, p. 144.