Otoño es el mes en que diversos pueblos orientales como China celebran el Festival de la Luna para conmemorar la estación de la cosecha, pero este hito del calendario lunar también tiene otros orígenes basados en mitos y leyendas, como la de la diosa Chang’e. Es precisamente esta fábula la que se encuentra en el centro de la nueva película de animación de Netflix, titulada Más allá de la Luna[1] y que fue estrenada el pasado mes de octubre en dicha plataforma.
El filme, ambientado en la China contemporánea, relata la historia de la joven Fei Fei (Cathy Ang), una niña inteligente e intrépida que se ha criado escuchando las ancestrales leyendas de la diosa de la Luna. Según este relato, Chang’e estaba enamorada de Houyi pero tomó un elixir de la inmortalidad que la llevó a vivir en la Luna para siempre, donde espera poder reunirse con su verdadero amor. Tras la muerte de su madre, su padre (John Cho) conoce a otra mujer, la señora Zhong (Sandra Oh), quien junto a su hijo Chin va haciéndose un hueco en el reducido círculo familiar. Sin embargo, Fei Fei, asolada por el dolor de la pérdida y atormentada por los cambios que ha sufrido su vida, decide que su padre solo entenderá lo que supone añorar fielmente el amor verdadero si vuelve a creer en la leyenda de Chang’e, para lo cual construirá un cohete que la lleve a la Luna. Milagrosamente, su invención surte efecto y, así, Fei Fei junto a Chin y sus respectivas mascotas (un conejo y una rana) conocerán a la diosa Chang’e, pero deberán superar toda una serie de aventuras en la Luna que llevarán a la protagonista a sobreponerse a su duelo, aceptar su nueva situación y dar una oportunidad al amor fraternal.
Si dejamos a un lado el componente fantástico y de ciencia ficción, la película exuda contenido oriental por los cuatro costados. Tanto la producción (a caballo entre Estados Unidos y China) como la elección de los actores que ponen voz a los personajes de animación, tiene una fuerte conexión con Asia. Cathy Ang, quien da vida a Fei Fei, nació en Iowa y es hija de padres chino-filipinos; el padre es interpretado por John Cho, actor nacido en Seúl que emigró a California siendo un niño; y ya hablamos en un artículo anterior de Phillipa Soo, que aquí pone voz a Chang’e, y cuyo padre es sinoamericano. El plantel se completa con algunos secundarios de lujo, como la actriz Sandra Oh (Anatomía de Grey, Killing Eve), que interpreta a la señora Zhong y que es canadiense hija de padres coreanos; o el cómico Ken Jeong (Crazy Rich Asians), nacido en Detroit de padres surcoreanos, que en la película da vida al adorable personaje de Gobi: una extraña criatura lunar de color verde brillante, con escamas en la espalda y una enorme lengua (que podría estar inspirado por algún animal similar al pangolín).
En lo relativo a su temática, debemos destacar dos líneas diferentes en las que se percibe el influjo oriental: por un lado, la fábula en la que se inspira y que funciona como motor de la acción, que procede de la mitología china; y, por otro, el reflejo de la tradición y el folclore chino en las interacciones de la protagonista con su familia, otorgando un papel predominante a la gastronomía.
El primero de estos aspectos a analizar es la leyenda de Chang’e, la diosa que vive en la Luna. Como es habitual con este tipo de relatos mitológicos, esta fábula cuenta con diversas versiones, de las cuales en la película se nos relata tan solo una parte, que ya hemos resumido al explorar el argumento del filme. Sin embargo, conviene ahora analizar en profundidad algunas de las versiones más populares de esta fábula.
Video en el que la propia Phillipa Soo explica el mito de Chang’e.
Según la tradición, Chang’e y su esposo Houyi, el arquero, vivían en el cielo en un tiempo en el que existían diez soles, los hijos del Emperador de Jade, que abrasaban la Tierra. El Emperador pidió ayuda a Houyi para que sus hijos se retiraran pero, ante la negativa de estos, tuvo que utilizar su arco y disparar a nueve de los diez soles y salvar así a la Humanidad. Enfadado por la muerte de sus hijos, el Emperador castigó a Houyi y Chang’e a vivir en la Tierra como mortales, para desgracia de la diosa. Tratando de aliviar el sufrimiento de su mujer, Houyi emprendió la búsqueda de un elixir que les devolviera la inmortalidad, para lo que se presentó ante la Reina Madre del Oeste, quien le advirtió de que la pócima debía ser compartida por ambos. A su regreso, ocultó el elixir a su mujer y hubo de partir de nuevo pero Chang’e, movida por la curiosidad o la desesperación, no pudo esperar el regreso de su esposo y tomó la poción en su totalidad, ascendiendo hacia los cielos. Houyi trató de dispararle una flecha, pero su amor por Chang’e se lo impidió, de modo que la diosa aterrizó en la Luna, donde vive acompañada de un conejo de jade que prepara elixires. Una vez al año, en el decimoquinto día del octavo mes lunar, Houyi y Chang’e se reúnen en la Luna.
En otras versiones, Chang’e fue desterrada del Cielo por romper un jarrón del Emperador, y una vez en la tierra se casó con Houyi. Este, tras destruir los nueve soles, se volvió ambicioso y ansiaba lograr la inmortalidad, para lo que emprendió la búsqueda del elixir. Diversas interpretaciones del mito indican que el elixir fue entregado a Houyi en recompensa por haber acabado con los nueve soles, pero que se lo entregó a su esposa para que lo guardara, pues no quería alcanzar la inmortalidad él solo.
Por lo que respecta a los motivos que llevaron a Chang’e a ingerir en su totalidad la bebida de la inmortalidad, al margen de la curiosidad femenina asociada a otros mitos occidentales como el de Pandora, unas fuentes hablan de su ansiedad por abandonar la tierra, otras mencionan que fue por accidente, e incluso hay algunas versiones en las que lo hace para evitar que la pócima sea arrebatada por el malvado aprendiz de Houyi.
En cualquier caso, el mito en sus diferentes variantes supone una explicación para la celebración del Festival de la Luna, que conmemora la cosecha en las culturas orientales.
En Más allá de la Luna, esta fábula que acabamos de relatar tiene la función de establecer un paralelismo con la historia de amor de los padres de Fei Fei y será el detonante del viaje de la protagonista. Además, en la segunda mitad de la película, la propia Chang’e será un personaje importante, que contará con números musicales de gran relevancia, como veremos más tarde. Sin embargo, el mito se encuentra enmarcado por la historia –más realista y contemporánea– de la familia de Fei Fei, a través de la cual podemos observar aspectos de la tradición y el folclore de China.
Primeramente, conviene llamar la atención sobre la familia nuclear de Fei Fei, compuesta tan solo por sus padres y ella misma, lo que nos permite comentar la recientemente abolida política del hijo único. En contraste, con motivo de celebraciones como el propio Festival de la Luna, la protagonista se reúne con su familia extensiva (abuelos, tíos…), los cuales le otorgan un sentido de comunidad y le permiten estar en contacto con sus raíces. Estas reuniones familiares son representadas en la película a través de la comida, que simboliza tanto un punto de unión intergeneracional, como una muestra de amor de aquel que pone su tiempo y su cariño en realizar complejas elaboraciones culinarias. Pero, además, el filme ilustra múltiples tradiciones vinculadas a la gastronomía china, desde la mesa giratoria (también conocida como “Lazy Susan”)[2] a los característicos pasteles de Luna,[3] típicos de este festival de mediados de otoño.
En general, como producto audiovisual, la película se mueve en el peliagudo ámbito del melodrama musical de animación, lo que implica que, a pesar de tratar un tema tan desgarrador como la muerte de la madre, está repleta de variados números musicales con estilos dispares, y cuenta con personajes como el ya citado Gobi (al que pone voz Ken Jeong), que aportan el necesario contrapunto cómico. Lo cierto es que el filme incluye profundas reflexiones sobre la pérdida, el duelo, la depresión y el amor, que llevarán al espectador a las lágrimas en más de una escena, pero que también le otorgan un valor instructivo.
Un aspecto negativo es el drástico cambio de la línea argumental: en el momento en el que los personajes llegan a la Luna, la trama adquiere unos toques fantasiosos que, unidos al también radical cambio estético, hacen que la película alcance un nivel de psicodelia que llega a nublar los sentidos. Esto no quita para que podamos ensalzar el loable diseño de una cinta que resulta visualmente deliciosa (especialmente en el caso de Bungee, el conejito mascota de Fei Fei), y apreciemos los toques surrealistas de su estética, muy en la línea de Miró, con que se nos representa a los seres que habitan en la Luna.
Video de Ultraluminary.
Musicalmente, la película incluye una combinación de estilos cuyo mejor reflejo se percibe tal vez en la canción titulada “Ultraluminary”, que supone la presentación del personaje de Chang’e, la explosión de color de los otros seres lunares, y un ejercicio de virtuosismo vocal por parte de la excelsa Phillipa Soo. Este número musical empieza con unos versos a capela que recuerdan la ópera tradicional china, para luego pasar a ritmos tecno y pop, a modo de mega concierto eurovisivo, incluyendo un enorme escenario (con pantallas de televisión y un conejo disc-jockey), complejas coreografías[4] y diversos cambios de vestuario propios de cualquier diva de la música. En otras canciones, como “Hey Boy”, vemos una estética más relacionada con los videojuegos y una música de estilo hip-hop y rap, ritmos que no le son extraños a Phillipa Soo, la más famosa de las hermanas Schuyler, de Hamilton.
Solo el vestuario de la diosa Chang’e merecería un análisis pormenorizado, puesto que combina kimonos de seda con amplias mangas y bordados con diseños inspirados por los textiles de la era Han descubiertos en Mawangdui, con rompedoras creaciones modernas de faldas casi arquitectónicas e imposibles plataformas, que llevan el sello del diseñador chino Guo Pei.[5]
En resumidas cuentas, Más allá de la Luna resulta una entretenida película familiar con tintes de Disney y una animación visualmente espectacular, que no solo os hará reír y llorar, sino que os permitirá adentraros en la cultura china, aprender a superar la pérdida y, quien sabe, tal vez convertir las lágrimas en polvo de estrellas con el que conseguir resurgir, cual ave fénix, bailando hasta la Luna, como la propia Chang’e.
Tráiler de la película.
Para saber más:
Notas:
[1] Más allá de la Luna / Over The Moon (2020). País: China. Dirección: Glen Keane, John Kahrs. Guion: Audrey Wells, Jennifer Yee McDevitt. Música: Steven Price. Productora: Coproducción China-Estados Unidos; Pearl Studio, Glen Keane Productions, Janet Yang Productions. Distribuida por Netflix.
[2] Aunque por todos conocido, este mueble tiene unos curiosos orígenes sobre los cuáles se puede leer en este artículo de la revista Vanity Fair.
[3] Sobre las distintas variedades y la historia de dicho dulce, puede consultarse este enlace. Además, el número musical “Mooncakes” muestra su preparación en la propia película.
[4] Está disponible en Youtube, para curiosos y aficionados, el video tutorial en el que Kyle Hanagami enseña los pasos de esta coreografía.
[5] Para ver otros dibujos previos y el proceso de creación de los espectaculares vestidos de la diosa Chang’e, se puede consultar este artículo de Variety.