Año 2018, 9:45 pm de un viernes por la noche, se abre la puerta de cristal de un teatro en Hyehwa, Seúl, dejando salir a un grupo de mujeres jóvenes. En lugar de irse, lentamente hicieron fila más allá del camino de piedra que conducía al edificio.
Eran fanáticos de “Mama, Don’t Cry” (“Mamá, No Llores” en español), un musical de Corea del Sur que se presentó por primera vez en 2010 y reabrió sus representaciones durante el 2018. Los fanáticos aguardaban a los actores, que se espera que salgan cada noche después del espectáculo para saludarlos. Es una mini reunión que nadie programó pero que todos parecían conocer.
Finalmente, un actor salió del edificio. Tímidamente, se puso de pie y se dirigió a la multitud de al menos cincuenta mujeres. Los fanáticos intervinieron, comentando sobre la actuación. Uno le entregó un ramo de flores, otro un pastel. Las cámaras hacían clic sin cesar. Muchos levantaron sus teléfonos para grabar videos.
Esto es algo que ocurre todos los días no solo en Corea del Sur, sino también en todos los lugares donde se realizan musicales.
Con el apoyo de una base de fans apasionados, la industria del teatro musical de Corea del Sur ha experimentado un crecimiento explosivo en las últimas dos décadas: la venta de entradas aumentó de 88 millones de dólares en 2010 a más de 180 millones en 2017. La publicidad de musicales aparece en toda la capital. Seúl se ha convertido en una ciudad en auge para los musicales estadounidenses, aún para aquellos que son considerados como fracasos en Broadway, permitiéndoles que obtengan cierto éxito allí.
Pero a pesar de las crecientes ventas y el ávido fanatismo, los críticos dicen que la industria no se ha desarrollado artísticamente, dependiendo demasiado de las producciones estadounidenses y europeas a gran escala autorizadas para representarse en Corea del Sur.
El problema radica en las empresas productoras locales que priorizan las ganancias sobre la calidad, dicen algunos. Pero muchos dentro de la industria culpan a los fanáticos, en su mayoría mujeres de entre veinte y treinta años, que usan su poder adquisitivo para dictar cómo debe funcionar la industria.
Won Jong-won, crítico musical y profesor de la Universidad de Soonchunhyang, dijo que la dependencia de la industria musical de los fans tiene que ver con la corta historia del género en el país.[1]
La industria musical de Corea del Sur se formó en torno a un grupo de seguidores dedicados. Antes de que los musicales se volvieran realmente populares, era necesario crear una base de clientes estable, ya que sin ellos no importa cuán grande sea la producción, no hay mercado.
Won, un entusiasta de la música, creó un club de fans a finales de los ochenta. Debido a que las entradas eran demasiado caras para ir a ver los espectáculos casualmente con amigos, Won reunió a otros amantes de la música, compró entradas al por mayor con descuento y compartió críticas entre ellos. Las productoras y los actores dieron la bienvenida a estas actividades de los fans y formaron un estrecho vínculo con ellos.
La industria musical de Corea del Sur despegó a principios de la década de los 2000. La introducción de musicales de Broadway como Rent y El Fantasma de la Ópera amplió la audiencia de un pequeño número de aficionados incondicionales a una audiencia más grande.
Pero el crecimiento de la base de fans no siempre ha sido bueno para la industria. A medida que más estrellas del pop coreano (K-pop en inglés) ingresaron en la industria, también lo hicieron sus seguidores, que apoyaron apasionadamente a sus cantantes favoritos al asistir repetidamente a los programas y hacer comentarios y reseñas que no necesariamente se basan en la calidad de su actuación o el programa en sí.
Otra de las peculiaridades del teatro musical en Corea, es el predominio de mujeres de entre veinte y treinta años, según Interpark, el sitio de venta de entradas en línea más grande de Corea del Sur. El noventa y siete por ciento de los compradores de boletos de “Mama, Don’t Cry” son mujeres y el setenta por ciento tiene entre veinte y treinta años, según Yes 24, un importante sitio de venta de entradas. Los pocos hombres que se asisten a estas representaciones parecen estar todos gracias a o con compañeras.[2]
Estas fans del teatro musical sufren a menudo el sexismo y la misoginia, ya que en varias comunidades en línea se las percibe como mujeres materialistas, vanidosas y pretenciosas. Los fanáticos son criticados por malgastar su tiempo y dinero en musicales, o por estar demasiado obsesionados con actores guapos.
Con estadísticas como las ya presentadas, se deja muy claro que existe un problema con la forma en que las personas que no disfrutan los musicales perciben a las personas que sí lo hacen, y en cierta manera el ser o no fanático del teatro musical tiene un peso y gran influencia sobre cada producción. Sin embargo, esto expone que la industria musical no cambia tan rápido como otras industrias y las personas a cargo de esta no reaccionan a los clientes con tanta rapidez como la gente piensa.
Las compañías de producción surcoreanas a menudo pagan para licenciar obras clásicas del extranjero sin intentar desarrollar suficiente contenido nuevo. Aunque algunos conocedores acusan a los fans de frenar la industria, también se cree que en realidad es la industria la que se detiene y utiliza a los seguidores como excusa para no fomentar la creatividad.
Es posible que la industria despegue con la puesta en escena de aclamadas producciones extranjeras, como Rent y El Fantasma de la Ópera, pero incluso después de casi dos décadas, tales espectáculos se realizan una y otra vez, o se contratan estrellas del K-pop para interpretar a los personajes principales. Las ofertas verdaderamente interesantes son difíciles de conseguir.
Sin lugar a duda, la industria del teatro musical surcoreana (como toda otra industria) tiene sus altos, bajos, puntos fuertes y problemáticas pero de lo que no queda duda es del aprecio que le dan sus seguidores, dejando así un camino por el cual se pueden presentar y explotar diversas oportunidades de crecimiento y cambio de percepciones que se tiene respecto a la industria y sus fans.
Para saber más:
Notas:
[1] Won, J., El simbólico significado de los ídolos musicales y musical-maniáticos. Koreana Cultura y Arte de Corea. Núm.3, 2014, páginas 8-11. Disponible aquí.
[2] Choi, J., Korean Musical Theatre Buyers, 2018. Disponible aquí.