Kim Hyun Sook se ha matriculado en la universidad. Es 1983 en Corea del Sur, una época marcada por el férreo gobierno de Chun Doo Hwan, presidente de la Quinta República, cuyo poder se asienta, entre otros sucesos, en la Masacre de Gwangju (1980). Pero a Hyun Sook solo le interesa la literatura inglesa, formarse académicamente. Su primer día en el campus está marcado por las protestas estudiantiles, de las cuales rehúye: son alborotadores que se interponen entre ella y las clases. Sin embargo, a pesar del enrarecido clima, está dispuesta a vivir una experiencia universitaria completa y se inscribe en un club de danza tradicional. A través del talchum hace sus primeras amistades y descubre que está rodeada de jóvenes con sus mismas ganas de aprender. Cuando la invitan a su club de lectura, Hyun Sook comenzará, sin saberlo, una etapa que marcará su vida no solamente con hechos, sino con la forja de su identidad.
El club de los libros prohibidos narra un despertar a la madurez y a la conciencia crítica, el proceso por el que la protagonista toma todas las lecciones de su infancia, las confronta con el mundo real y sobre todo ello termina de definir algunos aspectos de su personalidad adulta. Asistimos a una serie de anécdotas biográficas en las que se crean lazos que resquebrajan la burbuja de la ingenuidad. El cambio de Hyun Sook del entorno exclusivamente hogareño al contexto universitario le permite contemplar mecanismos de la sociedad cuya existencia hasta el momento le resultaba ajena, el tener conocimiento de ellos le permite analizar su funcionamiento y, a partir de ahí, poder valorarlos éticamente.
Todo este proceso resulta extraordinariamente orgánico, en el que el tempo lo marca un gobierno represor que castiga duramente a sus opositores. Un ambiente que, a lo largo del siglo XX, se ha producido en mayor o menor medida en muchos países como para producir una cierta sensación de familiaridad y de universalidad. Es un relato de la construcción de la conciencia crítica de las últimas generaciones del siglo XX, en las que se asienta la mentalidad del siglo XXI. Y la obra, dirigida a un público juvenil de una época de aciagos presagios, ofrece una guía para cuestionarse muchos aspectos que parecen darse por sentados.
Pero si hay algo que realmente articula la universalidad de El club de los libros prohibidos es el amor por la literatura. Al final, son las páginas, las de las voces contemporáneas y las de los autores clásicos, las que siembran las semillas de la disidencia, los ecos de la humanidad pasada, presente, cercana y lejana los que articulan la voz de la sociedad actual. Esconder las lecturas chirría en el presente como un acto extraño, antinatural e ilógico, y sin embargo es tan cotidiano como respirar. La censura es fuente inagotable de un mismo debate que surge cíclicamente, los títulos afectados cambian y nos hablan directamente de los focos que se ponen sobre determinadas causas y, de manera indirecta, sobre las sociedades en las que se crean determinados conflictos.
Ante todo, El club de los libros prohibidos es una historia autobiográfica, en la que Kim Hyun Sook recuerda su juventud; su marido Ryan Estrada convierte sus recuerdos en un guion y el dibujante Ko Hyung-ju los ilustra en blanco, negro y gris, empleando un estilo sencillo que amalgama múltiples referencias visuales. Entre los tres han dado forma a uno de los títulos juveniles de 2020, el cual ha recibido un aluvión de premios allí donde ha sido publicado. El pasado otoño llegó a las librerías españolas de la mano de Sapristi, incorporando así una nueva heroína a su catálogo.