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Xilografía japonesa: ukiyo-e I. Historia de la xilografía japonesa. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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Xilografía japonesa: ukiyo-e I. Historia de la xilografía japonesa.

Se piensa que fueron los chinos quienes desarrollaron la idea de realizar dibujos xilográficos a partir de la antigua tradición de los “grabados sobre piedra” (impresiones sacadas de las inscripciones que se conservaban talladas en la piedra o el metal). Los primeros dibujos grabados servían de objetos devotos y como sucedáneos baratos de las pinturas religiosas. El grabado xilográfico (un tipo de grabado que utiliza planchas de madera para realizar las reproducciones)  se asentó a principios del siglo XIV, con un estilo mínimo y lineal que iba a durar varios siglos, constituía una manera perfecta de reproducir dibujos. La coloración a mano de las estampas se practicaba ya en los siglos X y XI, aunque se hacía principalmente para decorar textos budistas, más que para ilustrarlos. La estampación en color para la ilustración de libros fue introducida durante el siglo XVII.

La estampación con tacos de madera en China representaban objetos naturales (flores, frutas, verduras). En algunos casos, se aplicaban hasta doce tintas de diferentes colores, pudiéndose alcanzar diez tonos más en la reimpresión. Tanto las estampaciones a color como la técnica del gofrado (forma de estampar en relieve sin tinta), alcanzaron un alto grado de perfección.

La pintura y la estampación con tacos de madera llegaron a Japón procedentes de China probablemente en el siglo VIII, apenas cien años después de la aceptación del budismo. Los experimentos para la estampación en color comenzaron en Japón a principios del siglo XVII. Muchas estampas de líneas negras habían sido coloreadas a mano después de la impresión pero la estampación en color con tacos separados no se intentó, que se sepa, hasta 1627, y la técnica no alcanzó su desarrollo completo hasta pasados por lo menos ciento veinte años.

Las estampaciones xilográficas más famosas realizadas en Japón se denominan ukiyo-e, que podría traducirse como imágenes (e) de un mundo efímero, ilusorio y flotante (ukiyo). Este nombre hace referencia a una vasta producción artística de imágenes, pintadas o grabadas, surgidas  durante el período Edo (1615-1867).

A partir de mediados del siglo XVII, pinturas y especialmente libros, álbumes y estampas xilográficas sueltas empezaron a centrar su mirada en el mundo fugaz y placentero de las principales ciudades de Japón, donde un nuevo grupo social formado por comerciantes, artesanos y productores varios comenzó a ocupar su tiempo libre disfrutando del presente en los teatros y en los barrios de cortesanas. Es ahí donde nace esta nueva escuela artística íntimamente vinculada a la cultura popular urbana, dedicada a mostrar el día a día de una población que se deleitaba con los elegantes retratos de cortesanas y de enérgicos actores de teatro Kabuki, con imaginativas estampas eróticas, vistas de lugares famosos, paisajes o poemas ilustrados, así como con escenas de sumo, de lucha y de guerra, parodias o comparativas literarias, composiciones naturales de flores y pájaros y un largo etcétera que reflejaban el espíritu del ukiyo, los placeres plebeyos y los aires del mundo flotante.

Los grabados ukiyo-e fueron descubiertos en Europa de manera fortuita, ya que algunos se utilizaron para envolver paquetes llegados de Japón a la capital francesa, y su conocimiento causó verdadera fascinación entre los intelectuales de la época, aunque en  su país de origen el ukiyo-e era considerado un arte popular y un bien de consumo sin  ninguna transcendencia.

El uso de superficies talladas en relieve, empleadas principalmente como sellos para estampar e imprimir, había sido perfeccionado por las antiguas civilizaciones de los sumerios y los babilonios. Según los archivos chinos, el papel se inventó en la China central en el año 105 d.C. Aunque posteriormente se probaron con cierto éxito diversos métodos rudimentarios de estampación, la impresión sobre papel no se proyecto, a gran escala, hasta el siglo VII. La forma más antigua suponía tener que golpear o estampar el bloque de madera entintado sobre una hoja de papel, pero la estampación fue sustituida gradualmente por otro método, más lento pero mucho más controlado y sensible, conocido como frotamiento.[1] En lugar de apretar el bloque fuertemente sobre el papel, como en ciertos tipos de estampación textil, se colocaba el papel sobre la superficie entintada del bloque y se frotaba o pulía hasta conseguir una impresión clara y uniforme. Las xilografías modernas hechas a mano se realizan exactamente de la misma manera.

Durante el periodo Edo el grabado adquirió tal popularidad y desarrollo que proliferaron los talleres dedicados a esta tarea. En ellos, surgieron grandes maestros, de los cuales los más reconocidos eran los que diseñaban los dibujos. Entre ellos, podemos destacar la figura de Moronobu, de Edo, a quien tradicionalmente se  considera  iniciador de la escuela ukiyo-e. Trabajó hasta 1694, cuando algunos de sus contemporáneos le tomaron el relevo. Casi un siglo después, en 1765, gracias a Suzuki Harunobu, llegaron las primeras xilografías llenas de color, realizadas por la superposición de múltiples planchas. Otro de los artistas  más reconocidos fue Hokusai Katsushika, autor de la famosísima obra titulada La ola de Kanagawa (1830-33), una imagen icónica que representa una gran ola donde navegan dos barcas de pescadores, y al fondo el Monte Fuji.

Estampa de Moronobu.

Estampa de Moronobu.

El primer gran artista que se percató de las posibilidades de la estampación en planchas sueltas, e iniciador de la escuela ukiyo-e, como adelantábamos, fue Hishikawa Moronobu (c. 1625-1694), que desarrolló un estilo predominantemente lineal, aunque de trazo suelto y vigoroso. Empleó relativamente poco los pequeños detalles, pero utilizó zonas grandes y pequeñas de negro uniforme.

Tras la muerte de Hishikawa Moronobu, la estampación ukiyo-e se fue desarrollando gradualmente desde las primitivas estampas en blanco y negro o coloreadas a mano hasta las estampas en color a través de una serie  de escuelas, cada una de ellas fundada generalmente por un solo maestro. Una de las primeras escuelas fue la de Torii Kiyonobu (1664-1729), conocido principalmente por sus vivos y expresivos retratos de los actores de kabuki (teatro popular). Otro de los artistas fue Nishikawa Sukenobu (1671-1751), un ilustrador procedente de Kioto famoso por sus representaciones femeninas, mostrando  mujeres excepcionalmente elegantes y distinguidas.

Para la estampación en color, se pensó en el uso de varios tacos, aplicando color directamente sobre ellos. Así la coloración a mano y la estampación limitada con tacos en color coexistió durante algunos años.

Uno de los artistas más emprendedores y versátiles del primitivo ukiyo-e en color fue Okamura Masanobu (1686-1764). Su obra trata una variedad inusual de temas, aunque sus series más conocidas son las que representan mujeres en las tareas domésticas. Fue un pionero de la estampación a color (benizuri-e).

Estampa de Okamura Masanobu.

Estampa de Okamura Masanobu.

El desarrollo de la técnica de estampación a color se vio fuertemente impulsado por Suzuki Hanobu,  quien hacia 1765 pasó de la ilustración de libros al diseño de estampas sueltas. Llevó a cabo un método de estampación con al menos cinco colores, también empleó la sobreimpresión y el gofrado (también llamado estampación ciega o en relieve, normalmente sin tinta).

Estampa de Toshusai Sharaku.

Estampa de Toshusai Sharaku.

Unos años después estuvo en activo, entre 1794 y 1795, el artista conocido como Toshusai Sharaku,[2] que se convirtió en el maestro de las estampas ukiyo-e sobre actores. Utilizó de forma espectacular, incluso estrafalaria, mica sobre fondos oscuros, y dibujo varios bustos extraordinariamente grandes de actores de moda, los que le dieron la fama.

Edo no era el único centro de producción de estampas de color. Un grupo de artesanos y diseñadores de estampas en color de gran importancia trabajaba en Osaka desde por lo menos la segunda década del siglo XVIII. El grupo de Osaka es conocido especialmente por sus estampas teatrales y el empleo que hacía de colores brillantes. Uno de los artistas fue Torii Kiyonaga (1752-1815), que realizó sus mejores obras durante el periodo Temmei (1781-1789). Aprovechó los paisajes de fondo, sobresaliendo en las escenas exteriores, especialmente en los temas de figuras sobre un paisaje: paseando por la orilla del río, en calles abarrotadas o alrededor de templos. El concepto de composición continua de Kiyonaga fue una innovación. Sin embargo, sus composiciones de mujeres altas, elegantes y voluptuosas, observadas con agudeza y muy distintas de las mujeres frágiles y delicadas de las estampas anteriores, tuvieron una influencia directa e inmediata.

Volviendo a Edo, otro de los artistas de gran renombre fue Kitagawa Utamaro (1753-1806) que ilustró libros de conchas, insectos, aves y peces. Su fama se basa en obras más maduras que tratan el tema de la belleza femenina, una mujer de extrañas proporciones, exageradamente alta, delgada y sensual. No solo representó a la mujer en escenas con una fuerte carga erótica, sino que también mostró a la mujer como madre.

Estampas de Kitagawa Utamaro.

Estampas de Kitagawa Utamaro.

Hasta el siglo XIX, cuando comenzaron a aparecer las primeras estampas de paisajes de Hokusai, el tema del paisaje se había limitado casi completamente a los fondos de las composiciones. Entre las excepciones, se hallaban las vistas  de Tokaido, de Moronobu, publicadas en 1690, y el número cada vez mayor de meishi-ki, guías ilustradas para viajeros.

A principios del siglo XIX, el movimiento ukiyo-e daba muestras de estar entrando en el periodo de decadencia, y en gran medida Hokusai y Hiroshige, al desarrollar el nuevo tema del paisaje, fueron capaces de revitalizar y extender el arte de la estampación japonesa en color.

Hokusai Katsushika, conocido simplemente como Hokusai  fue un pintor y grabador japonés.  Es conocido por la diversidad de nombres que utilizó a lo largo de su carrera profesional, Shunro, Sori, Kako, Taito, Gakyonjin, Iitsu y Manji. Realizó una producción ingente de grabados, entre los cuales las series más conocidas; Treinta y seis vistas del monte Fuji, Las cascadas, Vistas de puentes celebres, Flores y Flores y pájaros.

Además, fue autor de una obra inmensa y variada, el Hokusai Manga, que muestra la vida diaria de la población, de gran exactitud y sentido del humor. Realizó grabados de paisajes, dos series (la anteriormente citada Treinta y seis vistas del monte Fuji y las Cien vistas del monte Fuji),  donde se reflejan en parte una fijación personal con el Monte Fuji. Fueron obras de esta serie, La gran ola de Kanagawa y Fuji en días claros, las que forjaron la fama de Hokusai, tanto dentro del Japón como en el extranjero.

 En el prefacio de la publicación de Cien vistas del Monte Fuji  Hokusai escribió:

[…] a la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50 había producido un gran número de dibujos, con todo, ninguno tenía un verdadero mérito hasta la edad de 70 años. A los 73 finalmente aprendí algo sobre la verdadera forma de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, las hierbas o los árboles. Por lo tanto a la edad de 80 años habré hecho un cierto progreso, a los 90 habré penetrado más en la esencia del arte. A los 100 habré llegado finalmente a un nivel excepcional y a los 110, cada punto y cada línea de mis dibujos, poseerán vida propia […]

Por su parte, Hiroshige (seudónimo artístico de Andô Tokutarô) perteneció a la Escuela Utagawa, una de las más reputadas del estilo ukiyo-e. Fue otro de los principales exponentes del paisajismo japonés alcanzando un estilo muy valorado. También se le conoce por los nombres de Andô Hiroshige e Ichiyûsai Hiroshige. Era dibujante, grabador y pintor, llevó a cabo una prolífica obra en sus años de actividad, entre 1818 y 1858. En este tiempo creó más de 5400 grabados. Al igual que Hokusai, se distinguió por series de estampas sobre el monte Fuji y  la ciudad de Edo, dibujando con maestría los paisajes y la atmósfera de la ciudad, y captando los momentos de la vida diaria de la capital nipona antes de su transformación durante el período Meiji (1868-1912). Estas obras se caracterizan por su verticalidad, por su cromatismo (en el que predominan verdes y  azules) y su sentido del primer plano.

A comienzos de la década de 1830, realizó su serie más famosa de estampas, las Cincuenta y tres estaciones del Tôkaidô, cincuenta y cinco estampas que representan cada una de las paradas de una de las rutas de comunicación más importantes de Japón (las cincuenta y tres estaciones, más el punto de partida y el de destino). Hiroshige mostró interés por los efectos dramáticos y poéticos de los fenómenos naturales (la fuerte lluvia oblicua, los claros de luna, amaneceres húmedos y neblinosos). Otra de  sus series de estampas de gran popularidad fue Las setenta y nueve estaciones del camino del Kisokaido (una ruta alternativa, a través de las montañas, para llegar a Kioto).

Hiroshige fue uno de los últimos representantes del grabado ukiyo-e, al que condujo a una cota de gran calidad antes de la decadencia de la xilografía en Japón. Fue un humilde intérprete de la naturaleza, pero sobre todo se mostró como un verdadero genio a la hora de expresarse con la ayuda de los medios limitados del grabado sobre madera, haciendo surgir  delicadas transparencias de la atmósfera al compás de las estaciones, en paisajes donde el ser humano estaba siempre presente.

A mediados del siglo XIX, y especialmente a partir de la década de 1870, Europa descubrió el arte japonés, comenzando por la obra de estos dos maestros del grabado. Las estampas de Hokusai y de Hiroshige alcanzaron un gran éxito entre los artistas europeos más importantes del momento, grandes nombres de la pintura como Van Gogh, Monet, Degas o Toulouse-Lautrec poseían grabados japoneses, y se sintieron fascinados por la asombrosa originalidad de las artes gráficas niponas, incorporando poco a poco estas influencias en sus propias obras y revolucionando así el arte occidental.

Estampa con el Monte Fuji, tema recurrente.

Estampa con el Monte Fuji, tema recurrente.

Por esas mismas fechas, en Japón, el arte del ukiyo-e entra en decadencia. En 1868 tuvo lugar la restauración Meiji, y todos los cambios que sufrió Japón propiciaron la desaparición de la cultura urbana en la que el ukiyo-e había florecido. Con todo, la técnica del grabado ukiyo-e no desapareció de la noche a la mañana, sino que perduró, protagonizando un lento declive y finalmente perdiendo el carácter popular para quedar dentro de los círculos de las artes mayores.

Para saber más:

Libros:

  • BARLÉS, Elena y ALMAZÁN, David, Estampas Japonesas. Historia del grabado japonés y de su presencia en España, Zaragoza, Fundación Torralba- Fortún, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 2007.
  • CHAMBERLAIN, Walter,  Manual de grabado en madera y técnicas afines, Madrid, Hermann Blume, 1988.
  • SALDER, Rebecca, Japanese Woodblock Printing, London, A Latitude 20 Book, University of Hawai´i Press Honolulu, 2008.
  • STANLEY-BAKER, Joan, Arte Japonés, Barcelona, Ediciones Destino, 2000, pp. 138-190.

Artículos:

  • BRU, Ricardo, “Un mundo efímero en imágenes: Los Ukiyo-e”, Revista; Eikyo. Influencias japonesas, nº12 invierno, 2014, pp.20-23.
  • ROSSELL, Diana, “La gran ola de Kanagawa”, Revista; Eikyo. Influencias japonesas, nº5 primavera, 2012, pp. 6-7.

Páginas web:

DVD:

  • Japanese Traditional Woodcut Printing Techniques- from Ukiyo-e to Contemporary- [DVD] Adachi, 30 min. , 2008.

Notas:

[1] Los grabados más antiguos que se conservan realizados por este método de frotamiento son unos amuletos budistas, impresos y distribuidos en Japón en el año 770. La xilografía pictórica debió de aparecer en Oriente algo antes del siglo VIII. El ejemplo más antiguo es el pergamino del Sutra de Diamante, un importante libro sagrado budista, impreso en 868.

[2] Existe también la teoría de que Sharaku no fuese una única persona, sino un proyecto puesto en marcha entre varios artistas, de ahí vendría su anonimato y el desconocimiento de datos sobre su figura.

avatar Paula Andia (3 Posts)

Graduada en Bellas Artes, en el Campus de Teruel por la Universidad de Zaragoza y en la actualidad realizando el Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte, en la misma universidad.


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One Comment

  1. Eduardo Rojas monedero
    29/05/2018
    avatar

    siempre es interesante navegar en la madera, entre trazos y retratos , gracias.

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