La Educación en Japón ha jugado un papel fundamental en el desarrollo del país durante el siglo XX (fomentando la occidentalización y el desarrollo económico), un proceso que resulta fácil retrotraer a la Revolución Meiji (1868-1912). En la actualidad siguen vigentes las leyes educativas de los años 40, momento en el que Japón se encontraba ocupado por tropas estadounidenses a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un dato relevante, ya que los educadores japoneses tuvieron como modelo el norteamericano. Sin embargo, el marco educativo poco tiene que ver con aquél, debido a que cada década el Ministerio de Educación y la comunidad educativa valoran la adecuación y reforma del mismo.
Como todo sistema educativo, el japonés se levanta sobre los principios de igualdad de oportunidades educativas, de formar ciudadanos pacíficos y democráticos, y en una Educación libre de vinculaciones políticas y religiosas. Una característica del sistema japonés es el papel primordial que detenta el Estado desde siempre en todo el sistema educativo, eso sí, en un diálogo intenso con docentes, centros y especialistas. Por último, antes de pasar a hablar del sistema en sí mismo, debemos comprender que los japoneses entienden la educación como una garantía de futuro y de éxito socioeconómico, de ahí se deriva la entrega total de la familia en la Educación de sus miembros, y la enorme presión social ejercida sobre los estudiantes para la consecución del mejor expediente académico.
Una vez vistas estas características introductorias podemos analizar el mundo de las Escuelas y de los Programas de Estudios.
Respecto al calendario y al horario escolar existen dos modalidades (véase figura 1), aunque predomina el modelo trimestral, algunos centros siguen un programa semestral. Existe un mayor debate en torno a la semana lectiva, ya que tradicionalmente era de seis días (de lunes a sábado), pero en 2002 un decreto del gobierno permitió reducirla a cinco. El cambio fue aceptado por la escuela pública, mientras que las privadas siguieron con el modelo tradicional, aunque es cierto que en los últimos años algunos centros públicos vuelven al sistema anterior con un permiso especial del gobierno, con el fin de tener más tiempo para cubrir el temario y las asignaturas necesarias para el “éxito” de sus alumnos. Todo ello en un horario que, por norma general, comienza a las 08:00 y termina a las 16:00, que además se ve completado por actividades de refuerzo en los estudios, como escuelas de tutoría y preparación de exámenes.
Como vemos, se trata de un horario largo e intensivo, que se inicia con una sesión de gimnasia y en él entran también horas de servicio, alimentación y limpieza, de tal manera que en la escuela no sólo se enseña, sino que también se educa y forma a los buenos ciudadanos. Todo ello, en unas clases formadas por unos 40-45 alumnos.
Al igual que en muchos sistemas educativos del mundo, el libro de texto tiene un papel fundamental en la enseñanza, sin embargo, en el caso japonés tiene unos matices propios. Todos los libros de texto son evaluados y aprobados por el Ministerio de Educación, órgano responsable de mantener la Educación e imparcialidad en materias políticas y religiosas desde 1886. Además, es el Estado quién se los proporciona a los centros educativos, de tal manera que se garantiza la igualdad/homogeneidad educativa en todo el país. Están dirigidos a desarrollar habilidades y destrezas con problemas derivados y prácticos que el estudiante debe solucionar para superar el tema, un planteamiento que difiere del sancta sanctorum en el que hemos convertido al libro de texto en el sistema educativo español, en este caso, es un instrumento más que estimula al alumno para superarse así mismo y a los problemas planteados: esto es, lo que en didáctica se ha denominado como Constructivismo, se trata de un procedimiento pedagógico que se centra en la elaboración del conocimiento por parte del alumno de manera autónoma.
De una manera estructural el sistema nipón se organiza en distritos cerrados, es decir, por cada zona el alumno tiene un centro de referencia elemental, aunque los profesores, al contrario de los alumnos, sí que gozan de cierta movilidad. A partir del siguiente gráfico, muy sencillo, veremos la organización del sistema educativo.
La Educación preescolar (0-6 años) no es obligatoria, de ahí que el sector esté dominado por el ámbito privado (lo mismo que ocurre con las universidades), frente al absoluto predomino de lo público en el resto del sistema educativo. La diferencia entre la guardería y el jardín de infancia radica en la instrucción impartida al niño, bien centrada en juegos, o ya en un plano más mental y cognitivo.
En la escuela primaria comienza la educación obligatoria, y se hace hincapié en los conocimientos considerados fundamentales, como son la lengua (japonesa y china), las matemáticas, y en tercer curso las ciencias, junto a tareas del hogar y de educación moral. Además, a partir de un porcentaje variable de alumnos que dictamina el centro con aprobación ministerial, podrán segregarse grupos de competencia, es decir, con ello se prima a los alumnos más aventajados. Ya en secundaria, el sistema se divide en dos ciclos de tres años, elemental y superior, al final de los cuales el alumno deberá superar un examen. En el primer nivel destacamos que los jóvenes japoneses se instruyen ya en artes industriales y en el trabajo del hogar, mientras que en el segundo lo hacen en economía doméstica, en este nivel también existen unos cursos vocacionales, para alumnos más competentes, que dependen de cada centro. Además, en la superior el curso no se rige por años académicos, sino por créditos, algo similar a lo que vivimos en nuestras universidades.
El examen final de secundaria es capital, es la meta del alumno, sacar una nota brillante que le permita ingresar en la universidad más prestigiosa posible, lo cual es sinónimo de éxito social y triunfo vital garantizado. Debido a que el esfuerzo se realiza en los niveles previos, la universidad japonesa es bastante liviana, se compone por carreras de cuatro años (existen otras “de grado medio” de dos años), y un doctorado de cinco, divido en dos sub-períodos, uno de dos años (nuestro máster) y otro de tres (nuestro doctorado). Sin embargo, pocos japoneses optan por el doctorado ya que la mayoría de ellos, sobre todo en las grandes universidades, tienen garantizada una salida laboral una vez finalizados los estudios universitarios, y otros optan por terminar sus carreras realizando másteres u otros estudios de posgrado en universidades extranjeras, principalmente norteamericanas.
Para comprender el sistema educativo nipón nos faltan dos aspectos a tratar. Por un lado la evaluación, que se basa en el trabajo autónomo (razonamientos, competencias…) y colectivo (parejas y equipos), con lo que se busca formar a ciudadanos críticos, colaborativos y disciplinados. Y por otro lado, el papel del docente, pues es la profesión que más respeto tiene en el país, se les considera la columna vertebral de la sociedad, y por ello están sometidos a un riguroso proceso de selección y de capacitación a los cinco, diez y quince años de servicio. Visten de una manera formal, lo que se compagina con el uniforme obligatorio del alumnado en todos los niveles. En cuanto a su cometido, se centra en fomentar la participación del alumnado, nunca dice al alumno que lo realizado es incorrecto, sino que debe fomentar la investigación y el autodidactismo.
Entre los problemas del sistema nipón, conviene destacar en primer lugar la competitividad feroz por ocupar los primeros puestos que garantizan el acceso a las mejores universidades, lo que se traduce en una enorme presión y en la falta de tiempo para el ocio que aboca a muchos estudiantes al suicidio. Ya hemos mencionado el déficit universitario, al realizarse el esfuerzo en los niveles previos y una vez inmersos en el mundo laboral. En general, es un sistema muy cerrado en sí mismo, por lo menos desde nuestra concepción occidental, ya que se encuentra impregnado de valores orientales y específicamente japoneses, como se ve en el tratamiento (a veces) controvertido del pasado imperial, en busca de reforzar la identidad nacional.
Para terminar, en la actualidad se rumorea en las redes sociales sobre una gran reforma educativa japonesa basada en educar a Ciudadanos del Mundo, no japoneses, con asignaturas centradas en los saberes universales de las matemáticas, lengua, civismo… Un modelo ideal que no tiene nada de real.
Para saber más:
Notas:
[1] Tomado de http://www.clair.or.jp/tagengorev/es/j/01-2.html (05/11/2014).
[2] Tomado de http://kakegawa-life.com/guide/sp/sp05/sp05-01/ (05/11/2014).