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La experiencia de Bruno Taut en el País del Crisantemo (1933-1936). – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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La experiencia de Bruno Taut en el País del Crisantemo (1933-1936).

Retrato de Bruno Taut.

Retrato de Bruno Taut.

Para muchas personas, el arquitecto de origen prusiano Bruno Taut (1880-1938) puede ser una personalidad totalmente desconocida ya que durante mucho tiempo la historia de la arquitectura lo desterró de sus narraciones. Parecía que no importase su decisiva contribución al urbanismo contemporáneo en las dos primeras décadas del siglo XX. A día de hoy, podemos indicar que Taut, fue el “líder” del movimiento expresionista en la arquitectura alemana, también se interesó por el mundo de la pintura, siendo único dentro de sus contemporáneos modernistas, debido a su devoción por el color que aplicó en algunos de sus edificios, como podemos ver en la cúpula prismática del Pabellón de Cristal para la Exposición de Colonia de 1914, una de sus obras más representativas.[1]

Pabellón de Cristal en la Werkbund de 1914.

Pabellón de Cristal en la Werkbund de 1914.

Debido al ambiente político que comenzaba a sentirse en la Alemania de esa época, sabemos por anotaciones de su agenda y de su diario, que tuvo que huir a Suiza, para posteriormente trasladarse a Japón junto con su mujer Erica Wittich, en un viaje que duró un mes y cuyo itinerario estaba fijado partiendo de París con dirección a Marsella donde tomaron un barco hasta Odesa pasando por Atenas y Estambul, desde allí tren hasta Moscú, para concluir llegando a Vladivostock. Es por este motivo por el que casi al final de su vida, entre 1933 y 1936, Bruno Taut residió en el país del Sol Naciente, en donde realizó interesantes diseños de muebles e interiores pero destacó sobre todo por su producción innumerable de textos sobre arquitectura, artes aplicadas y cultura japonesa, entre los que cabe destacar la obra, –La casa y la vida japonesas-, cuya primera edición es de 1937, publicada por la editorial Sanseido de Tokio, en una edición en lengua inglesa. El libro, formado en principio por once capítulos, que son redactados por Taut entre el 5 de junio y el 7 de octubre de 1935.[2]

Interior del libro La casa y la vida japonesas, edición 1937.

Interior del libro La casa y la vida japonesas, edición 1937.

Sin duda alguna, fue su libro definitivo sobre cultura japonesa, que nos hace comprender su pasión por la arquitectura tradicional y por los hábitos de vida de sus gentes. Lo escribió durante su estancia en su pequeña casa Senshintei (pureza de corazón), ubicada junto al templo de Shorin—san, a las afueras de Takasaki. Para realizarlo leyó una serie de textos sobre historia y cultura japonesa que son citados en el prólogo. Pero para conocer de primera mano la forma de vida tradicional viajó por gran parte del norte de la isla de Honshû junto a su amigo el arquitecto Isaburo Ueno. Todas estas experiencias hicieron que Taut consiguiese mostrar las características de la vivienda tradicional describiendo la casa rural y los santuarios sintoístas emparentados con ella, la relación entre los templos y los palacios desde la introducción del budismo, la casa burguesa, el trabajo del carpintero, la técnica e historia de la artesanía local, el sistema constructivo de la casa y la relación de ésta con su vecindario, el pueblo y la ciudad en Japón.. Asimismo concluye el texto con un capítulo maravillosamente escrito, Das Bleibende (“Lo que queda”), donde realiza una preciosa y pormenorizada descripción del conjunto imperial de Katsura, al que denomina como “la quintaesencia de la estética japonesa”, ya que destaca sobre todo su carácter imperial, en contraste con el estilo shôgun más recargado en adornos.

Y es que a diferencia de algunos compañeros de profesión como Le Corbusier y Walter Gropius que admiraban dicho conjunto monumental, Bruno Taut desconocía ésta construcción, por lo que fue invitado por Isaburo Ueno a realizar una visita en el día de su cumpleaños.

Taut con Isaburo Ueno en Senshintei. Col. Bruno Taut.

Taut con Isaburo Ueno en Senshintei.
Col. Bruno Taut.

Taut, con sus descripciones, consigue presentar el conjunto de Katsura en Kioto como un ejemplo de la arquitectura tradicional, dado su carácter marcadamente japonés, es decir de acuerdo con su espíritu y no sólo con su materialidad, como la continuación, en cierta medida, de los santuarios de Ise, con características modernas válidas para cualquier época. Esto hace de dicha construcción un referente para la evolución del estilo japonés, para ligar la identidad clásica con las necesidades y la construcción moderna.[3]

Exterior e interior de la Villa de Katsura. Col. Bruno Taut.

Exterior e interior de la Villa de Katsura.
Col. Bruno Taut.

Tras su visita, Taut confirma su teoría de que “todo lo que funciona bien es bello”y describe el conjunto arquitectónico como:

“Emocionante – inocente como un niño.-

Satisfacción de una añoranza actual, belleza para la vista: el ojo se convierte

en agente de lo espiritual

Así de bello se ofrece Japón a nuestra vista…

Quizás haya sido el cumpleaños más bonito de mi vida“.[4]

Pero además de preguntarse por la función de la arquitectura, habla del misterio del jardín, ya que dentro del conjunto de la villa imperial encontramos uno de los más bellos y mejor preservados en Japón, y que sólo puede ser visitado con un permiso especial gestionado por el Palacio Imperial desde 1930.

“Ahí donde sucede la vida cotidiana, entonces muestra el mayor refinamiento

en lo práctico y habitualmente útil.

Sus formas particulares procedentes de los pensamientos de la filosofía zen,

sólo las contiene donde el espíritu está orientado en el paso a la casa de té.”[5]

En contraposición al modelo de los templos como Nikko, donde la propaganda imperial japonesa consideraba crear un poder de atracción gracias a su magnificencia y decoración según las influencias chinas, Taut cree que no son éstos los auténticos tesoros sino que habría que ir a visitar los santuarios de Ise.[6]

Esas construcciones posteriormente le sirvieron para comparar la arquitectura en madera ejecutada aquí con la maestría sobre la piedra del Partenón ateniense, describiéndolos como las formas más puras de expresión arquitectónica japonesa derivadas de las de la casa rural, que habla el lenguaje de los campesinos, puesto que es ahí donde reside su peculiaridad.

“¡Los santuarios de Ise! La más destacada y original obra del Japón dentro

del conjunto de la arquitectura universal.”[7]

Vista de los santuarios de Ise.

Vista de los santuarios de Ise.

En este sentido, y tras la lectura del cuaderno bitácora de Bruno Taut, podemos comprender que la gran diferencia conceptual entre la arquitectura occidental y la oriental  se muestra en las actitudes opuestas ante la naturaleza. Mientras que la arquitectura occidental se concibe como defensa frente a la naturaleza, la sociedad tradicional japonesa entiende su arquitectura como una respuesta hacia el entorno natural. Estos preceptos constructivos se ven aplicados sobre todo en la separación de ambientes. En Occidente se realizan muros concebidos como barreras defensivas, separando dos ambientes que se sienten como opuestos, pero la visión japonesa no comprende el exterior y el interior como dos entidades separadas, ya que entre el interior y el exterior existe una relación que no es percibida como confrontación.[8]

Otra diferencia conceptual viene expuesta en oposición a nuestra idea de monumentalidad de los grandes edificios de las civilizaciones occidentales, puesto que los dos santuarios principales de Ise (Naiku y Geku) se desmontan y reconstruyen cada veinte años siempre bajo la misma forma.

Villa Senshintei. Col. Daruma Museum.

Villa Senshintei.
Col. Daruma Museum.

Como hemos dicho anteriormente, Bruno Taut escribe este auténtico manual durante su estancia en Senshintei, que sirvió para dar a conocer la arquitectura japonesa en Europa, y en Occidente en general, proporcionando un conocimiento fidedigno, de primera mano. De esta forma consiguió que la arquitectura japonesa obtuviese fama mundial por su modernidad gracias al uso eficaz de los materiales y el espacio, así como su “belleza eterna”.[9]

Hoy, como recuerdo de su estancia allí, podemos encontrar una piedra conmemorativa, en la que figura como inscripción una caligrafía que Taut cinceló para el templo, y que reza así: “Ich liebe die japanische Kultur” (Amo la cultura japonesa).[10]

Piedra conmemorativa con caligrafía de Taut en Senshintei, Col. Daruma Museum.

Piedra conmemorativa con caligrafía de Taut en Senshintei,
Col. Daruma Museum.

Para saber más:

  • Martínez Quintana, L.y Ortega Umpiérrez, M. “El cuaderno de bitácora de Bruno Taut. Dibujar, habitar y pensar.” En GARCÉS GARCÍA, P. y TERRÓN BARBOSA (eds.) Itinerarios, Viajes y Contactos Japón-Europa. Berna, Nueva York, Peter Lang AG. 2013. Pp. 607-614.
  • Mileto, C. y Vegas Ibañez, F. “El espacio, el silencio y la sugestión del pasado. El Santuario de Ise en   Japón”, Loggia: Arquitectura y Restauración: Revista de la Universidad Politécnica de Valencia, nº 14-15, 2002. Pp. 14-41
  • Nerdinger, W. “Tradición y modernidad en Bruno Taut”, Minerva: Revista del Círculo de Bellas Artes,nº 18, 2011, pp. 64-68.
  • Speidel, M. “Japanese Traditional Architecture in the Face of Its Modernisation: Bruno Taut in Japan” en Questioning Oriental Aesthetics and Thinking Conflicting Visions of “Asia” under the Colonial Empires. Kioto, International Research Center for Japanese Studies, 2011. Pp. 93-111.
  • Taut, B.y Garcia Roig, M. (ed.) La casa y la vidas japonesas. Barcelona, Fundación caja de arquitectos, 2007.
  • Bruno Taut research group 
  • Daruma Museum.

Notas:

[1] Speidel, M. “Japanese Traditional Architecture in the Face of Its Modernisation: Bruno Taut in Japan” en Questioning Oriental Aesthetics and Thinking Conflicting Visions of “Asia” under the Colonial Empires. Kioto, International Research Center for Japanese Studies, 2011. Pp. 93-111.

[2] Taut, B. y GARCÍA ROIG, M (ed.). La casa y la vida japonesas. Barcelona, Fundación Caja de Arquitectos, 2007

[3] Speidel, M. ‘’Ich liebe die japanische Kultur’’ en Bruno Taut. Natur und Fantasie, 1880-1938. Berlín, Ernst und Sohn, 1995. Pp. 270 y siguientes.

[4] Ibídem.

[5] Ibídem.

[6] Mileto, C. y Vegas Ibañez, F. “El espacio, el silencio y la sugestión del pasado. El Santuario de Ise en    Japón”, Loggia: Arquitectura y Restauración: Revista de la Universidad Politécnica de Valencia, nº 14-15, 2002. Pp. 14-41.

[7]  Speidel, M. ‘’Ich liebe die japanische Kultur’’, 2005, op. cit.,p.3.

[8] Martínez Quintana, L.y Ortega Umpiérrez, M. “El cuaderno de bitácora de Bruno Taut. Dibujar, habitar y pensar.” En GARCÉS GARCÍA, P. y TERRÓN BARBOSA (eds.) Itinerarios, Viajes y Contactos Japón-Europa. Berna, Nueva York, Peter Lang AG. 2013. Pp. 607-614.

[9] Nerdinger, W. “Tradición y modernidad en Bruno Taut”, Minerva: Revista del Círculo de Bellas Artes, nº 18, 2011, pp. 64-68.

[10] Daruma Museum [Recurso en Línea]: http://www.daruma.or.jp/eng/00_09-senshin.html, visitada; 28/10/2014.

avatar Diana Espada (5 Posts)

Graduada en Historia del Arte y Arquitectura Técnica por la universidad de Zaragoza, actualmente se encuentra realizando el Máster en Estudios Avanzados en Historia del Arte. Se especializa en el estudio y conocimiento de la Historia de la Arquitectura en época Moderna y Contemporánea, así como en la conservación del Patrimonio Monumental.


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One Comment

  1. Pilar Cabañas
    23/12/2016
    avatar

    Gracias por este post. Muy interesante y bien hilado

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