Artículo realizado en colaboración con Diana Espada.
En el artículo anterior realizamos un acercamiento al túmulo y tumba de Qin Shi Huangdi, proclamado Primer Emperador de la China reunificada bajo un único mandato. Pero sin duda, lo que centra todas las miradas en este único y grandioso monumento funerario, por su complejidad y singularidad, es todo el repertorio de obras escultóricas conservadas, que como ya adelantábamos, servían de guardia para la vida eterna del emperador.
Las esculturas de la tumba están divididas en diversos tipos de figuras y objetos, según su forma y utilidad, pero los más conocidos y estudiados por todos son sus soldados de terracota, a los cuales dedicaremos un apartado especial debido a su magnitud e importancia.
El monumento alberga asimismo las consideradas primeras esculturas de la historia de China de tamaño natural, que representan las figuras de acróbatas o baixiyong. Estas magníficas piezas destacan por su factura más realista, a pesar de la carencia actual de ciertas extremidades o la cabeza. Contrastan con el hieratismo de las figuras de los soldados, en donde la vida cotidiana se impone frente a la vida militar. De ellas conservamos tres figuras principales: un orador, un forzudo de circo y un acróbata de platillos.
Los funcionarios del imperio de Qin Shi Huang fueron determinantes en su política, y aunque hacían labores administrativas, se cree que también participaba en las decisiones del propio campo de batalla. Las conservadas son figuras más sencillas, un poco más altas que el resto, y van vestidas con trajes de algodón y tocados.
Como ya hicieran los distintos faraones egipcios, los siervos o alimentadores también eran necesarios para la vida en el más allá del emperador. La mayoría son figuras arrodilladas que se postran ante el emperador para su servicio y el de las tropas/caballos, con el objetivo de servir o alimentar a todo aquel que le hiciese falta. Sus ropajes son muy sencillos y sus expresiones faciales son de las más naturalistas.
Existen también figuras realizadas en bronce de animales domésticos como garzas o patos, que son animales de recreo del palacio. Se creó un complejo sistema de conservación para poder reconstruir sus cuerpos, ya que el bronce estaba en muy mal estado de conservación. Junto con las figuras de acróbatas y sirvientes, son las obras con mayor realismo/naturalismo de todo el conjunto.
También se han encontrado vasijas para transportar el vino, el agua o el grano con diversas formas: camellos, tinaja, etc. Pero el más importante de estos recipientes es el trípode realizado en bronce conservado, vasija que contenía el fuego perpetuo, y que siguiendo la tradición existía uno en cada reino, aunque en el reino de Qin existió uno único que siempre se portaba al campo de batalla, con una idea muy similar a la del águila de las legiones romanas, como un símbolo del poder imperial.[1]
Otro de los gruesos que conforman el volumen de las obras de terracota son los carros y caballos del ejército. Los caballos están creados con cuerpos huecos y piernas sólidas para así estabilizar y soportar la figura, combinando un carácter estilizado con una gran potencia en sus formas.Gracias a los restos arqueológicos, se ha podido reconstruir los carros de combate/transporte tal y como eran, siendo todos ellos carros de un solo eje, por lo que no permitían el giro mediante dirección, tirados por cuatro potentes caballos.
Medían 1,5 m de largo y sus ruedas son de casi dos metros de diámetro. La única protección que poseían eran los escudos lacados sostenidos por los escoltas y las cotas de malla que cubrían por completo a los aurigas. El carro de combate de Qin Shi Huang poseía una cubierta para evitar ataques fortuitos y las inclemencias del tiempo, siendo el carro más lujoso, ya que en él se pueden ver incrustaciones de lacas con motivos y ribeteados en oro.
Algunos de estos carros también portaban unas campanas de bronce, similares a las que existieron en los palacios del emperador, para tocar retirada en caso extremo. Carecían de cimbel ya que se tocaban de forma similar a un gong, en el exterior. Según relatos, jamás tuvieron que ser tocadas entre las filas de Qin Shi Huang debido a la potencia y efectividad de su ejército. Todos estos carros son una gran representación y fueron de gran importancia en la guerra de los estados, ya que conformaron uno de los mayores avances bélicos de la historia de China.[2]
Pero sin duda, la belleza, lo único y lo enigmático se centra en las figuras de sus soldados de terracota. En el anterior artículo describimos como fueron necesarios más de 700 mil trabajadores de todo el Imperio para el trabajo de la tumba y de las esculturas. Los soldados fueron encontrados en posición de formación tal y como estaríanen un combate real: primero arqueros, luego lanceros, después cuerpo armado. En cuatro de las cuarenta filas, existen carros de combate tirados por cuatro caballos llevados por un auriga y dos escoltas, siendo dos de estos carros especiales, que portarían campanas y tambores de batalla. Frente a estos carros estarían los jefes de escuadra y tras ellos dos auxiliares que comunicarían las ordenes de los jefes de escuadra entre batallones. A ambos lados extremos de la tumba, existen varios guerreros sin armadura que miran los extremos laterales para evitar ser flanqueados.
En la actualidad más de ocho mil soldados han sido descubiertos, pero se cree que la potencia militar real del Imperio de Qin ascendería a un millón de soldados. La dureza de mando en las filas de Qin y debido a que esta es la unidad élite del ejército del Primer Emperador, similar a la Guardia Imperial de Napoleón, dictaminaba que si alguno de los guerreros se sublevaba o no seguía las órdenes, automáticamente era decapitado.[3]
Si bien es cierto que en un primer golpe de vista todos los soldados parecen copias exactas unos de otros, nada más lejos de la realidad, cada uno de ellos está realizado con una combinación de patrones y elementos sencillos que los hacen únicos del resto. Todos ellos tienen creadas las extremidades del cuerpo (brazos, manos y cabeza) de forma separada y seriada a través de moldes tubulares. Sus cabezas se encajan gracias a un cilindro que se introduce por el cuerpo de forma superpuesta.
Para dar mayor énfasis a dicha individualización, los rasgos faciales, peinados y otros se agregan después por adición de materia prima a la base seriada creada con anterioridad. El torso esta creado a base de una superposición de “churros” de barro, similar a lo que podemos ver en la creación de recipientes, que se alisan y después se crean los detalles. Toda la figura se soporta gracias al basamento, creado a partir de la cintura y sustentado por las potentes piernas. En total, estas figuras llegan a una altura de 1,82 metros, carácter que les da potencia y aumenta aún más la fuerza del conjunto.
Cada parte del cuerpo se cocía en un horno de barro cubierto durante cinco días a una temperatura de 1000º C, y gracias al virtuosismo de los escultores, sólo un 10% de las figuras realizadas salían con algún desperfecto tras la cocción de las piezas. Este proceso permite crear una unidad entre todas, y a su vez una individualidad gracias a sus detalles.
La pose de las figuras determina el tipo de figura, encontrando arqueros arrodillados, lanceros con un brazo flexionado o generales con los brazos cruzados. Solo faltaría la figura del comandante de las tropas, el propio Qin Shi Huang, que aún a día de hoy permanece en su tumba por los motivos de conservación mencionados en el anterior artículo. Como curiosidad, podemos mencionar que la posición de las manos de algunos guerreros dan a conocer una simbología numérica, siendo la más destacable la del general, que indica el número 9, número místico vinculado a la divinidad.[4]
Siguiendo esta idea de individualización dentro de una estética determinada, cada figura tiene su propia cara personalizada gracias a sus detalles añadidos por adición de materia prima. Un estudio alemán ha determinado que no existen dos iguales. Según el experto Yang Chen Ching, el emperador lo quiso así como símbolo de la unificación de China, representación de la diversidad de sus diferentes habitantes y el poder del pueblo. Cada expresión de las caras intenta expresar el carácter del personaje, si bien abundan los rostros hieráticos y serios, muestra de la fiereza del ejército, a la espera de la batalla y de las órdenes de sus capitanes, como una marea de rostros y ojos que se enfrentan a un enemigo. Esto sería un claro reflejo de la disciplina y el ambiente bélico que se describe en obras como “El arte de la guerra” de Sun Tzu.
De igual forma que en las manos, se cree que en estos rostros existen diez analogías de caracteres escritos que darían significado a palabras relacionadas con símbolos del poder, formas de pensamiento y creencias sobre el Sol que poseía el Primer Emperador. Estas formarían parte y enfatizarían la historia del rey Mono, que según la tradición budista, estaría comprendida dentro de la historia de Buda, siendo el 9 el símbolo de este y relacionado con sus 81 tareas para obtener el cielo.[5]
La barba y el pelo son elementos añadidos en el proceso de creación de las cabezas para enfatizar, una vez más, ese sentido individual de cada guerrero, encontrando así diferentes tipos de barbas y bigotes. Los elaborados e intrincados tocados y peinados son expresión de los diferentes estamentos o rangos dentro del ejército, y a su vez, están en relación con la simbología a los rayos del Sol y alusiones a la fertilidad, similar a lo que podemos observar en la Estela J de Copán o el tocado de Tutankamon. Asimismo, todos los guerreros suelen llevar en sus nucas la impronta o bien del escultor, o bien el nombre y rango del soldado. A raíz de estas, se ha descubierto en textos del gobierno de Qin, que los alfareros registrados provienen de obras de ingeniería que realizaban moldes de conducciones de agua.[6]
Como podemos apreciar, ninguno de ellos porta casco; algunos portan armadura y otros solo trajes de algodón, paja y trajes de piel animal, ya que la fiereza de su ejército le valía como estrategia para vencer a sus enemigos. Las figuras que portan unas borlas representan las bandas de rango de un oficial. Observando a los diferentes guerreros podemos encontrar cuatro tipos de armaduras, vinculadas directamente con la posición entre las filas y su rango dentro del ejército.
Así,la malla ligera estaría dedicada aloficial joven o la caballería, la malla pesada alas primeras filas del batallón de a pie ya que combatirían cuerpo a cuerpo, la malla larga dedicada a los generales, debido a su excepcional factura con piezas lisas y hombreras de cuero, y por último existiría una malla especial dedicada a los conductores de carros, que cubría gran parte del cuerpo y los brazos completos para evitar flechas u otros proyectiles.[7]
Como otras partes de los soldados, las armaduras poseen una curiosidad en los engarces de las placas de las armaduras. Si observamos con detenimiento, podemos apreciar que cada una de ellas posee una forma distinta de puntos, encerrando una simbología numérica, con 720 variantes en sus disposiciones. Dentro de las mismas, existen varias composiciones reiterativas que encierran los números esotéricos universales como el 666, vinculado al mal, y el 999, vinculado al bien y símbolo del Sol. Se cree que todos estos números representados cifran un mensaje oculto que en la actualidad está siendo objeto de estudio comparándolo con el lenguaje Braille, ya que componen una matriz muy similar.[8]
Como todo buen ejército, los soldados portaban armas como flechas, arcos y lanzas de bambú, que podían alcanzar según su forma los 200 m de alcance, aunque muchas de estas armas tienen un sentido más ceremonial que práctico. A pesar del paso del tiempo, el filo de estas piezas aún permanece intacto tras tantos siglos enterrados, aunque los agarres creados en madera, se han fosilizado en la tierra, permaneciendo solo las puntas y las partes metálicas. Todas ellas están creadas en un único proceso de fundido en bronce con un recubrimiento de cromo.
Asimismo,dentro de la fosa número dos se han descubierto más de mil cuatrocientas flechas, que eran capaces de atravesar, según fuentes, los escudos y protecciones griegos y macedonios sin problemas, y que podían ser lanzadas con arco tradicional o con ballesta, de las cuales se encontraron sus gatillos preparados para disparar.[9] Gracias a los restos arqueológicos existen replicas en el propio museo. A su vez, existen más de veinte mil piezas entre armaduras y armas de bronce, que no portan los guerreros y que se creen repuestos para la guerra.
Pero quizás lo más desconocido de estas imponentes piezas es sin duda su color. Todo el proceso creativo y todas las figuras se finalizaban con un proceso de policromía bastante sencillo, que debido a su aplicación, existen grandes problemas de conservación y asentamiento de los pigmentos a las figuras, perdiéndose gran parte al ser desenterrados. A pesar de esto, se ha intentado crear un proceso especial de asentamiento de estos pigmentos, que es lento y costoso, y que apenas se lleva a la práctica en definitiva, ya que en su primera aplicación se tardó con este método casi un año para poder desenterrar seis figuras.
Hoy se sigue investigando sobre enlínea para intentar devolver al ejército el esplendor cromático que una vez tuvo. Gracias a las técnicas químicas e informáticas actuales, se pueden saber los diferentes colores que compondrían el ejército, sabiendo que existen dos variantes de patrón de colores dentro de la fosa número uno. Una sería aquellas armaduras negras, con ribetes blancos, botones de oro y cordones púrpura. Otras serían aquellas armaduras marrones, con ribetes rojos, y botones y cordones naranjas. Todas ellas coincidirían en sus mantos verdes y pantalones azules oscuro, complementados con zapatos negros con cordones rojos. Además todos los ojos serían blancos con iris de color negro, y sus pelos, cejas y bigotes o barbas también de color negro. Los caballos poseen cubrimientos marrones o negros, dientes y cascos negros, y rojos para fosas nasales, orejas y boca.[10]
Estas espléndidas obras de arte milenarias siguen resistiendo el paso del tiempo, haciendo gala del cometido parael cual fueron creadas: mantenerse vigilantes para proteger a su señor. Con todo esto, si deseamos poseer una pequeña representación de esta obra, el Gobierno chino regula, comercia y exporta un merchandising generado en el propio Museo de los Guerreros de Terracota, realizado manualmente con las mismas técnicas de producción y creación de la Antigüedad. Si bien es cierto que estas reproducciones son más pequeñas que las originales, reproducen cada uno de los detalles que hemos descrito de esta legendaria obra.
Para saber más:
Notas:
[1] Guerreros de Xi’an, Tesoros de las dinastías Qin y Han, exposición organizada por la Fundación Bancaja por motivo del Forum Universal de las Culturas Barcelona 2004, Lunwerg Editores, 2004.
[2] Cotterell, Maurice, The Terracota Warriors, The Secret Codes of the Emperor’s Army, Londres, Headline Book Publishing, 2003, pp. 86-87; Cotterell, Arthur, The First Emperor of China. The story behind the terracotta army of Mount Li, Londres, Penguin Books, 1981, pp. 143-147.
[3] Cotterell, Arthur, op.cit, pp. 16-53.
[4] Cotterell, Maurice, op.cit., pp. 135-138.
[5] Cotterell, Maurice, op.cit., pp. 69-77.
[6] Ibidem, pp. 112-123.
[7] Ibidem, pp. 99-112.
[8] Ibidem,pp. 138-143.
[9] Ibidem, pp. 99-102.
[10] “Los soldados de Terracota, en color” [Recurso en línea], articulo de National Geographic, disponible aquí. [Fecha de consulta: 2-1-2015].