En 1930 fallecía prematuramente en Córdoba Julio Romero de Torres y una joven Concha Piquer, en su primera colaboración con Quiroga y Valverde cantaba una sentida elegía donde le llamaba “el pintor de la gente cristiana, con los ojos y el alma de mora”.
Pero lo cierto es que antes de que Romero de Torres fuera “El que lleva sintiendo la pena, el cantar de su tierra tan triste, y en los ojos de una hembra morena, vio el misterio que en Córdoba existe”, justo un año antes de que pintara la famosa Musa Gitana, pintó algo que para muchos resultará completamente inesperado: a un par de geishas paseando, rodeadas de un marco modernista.
La peculiar pieza, perteneciente a una colección privada, inédita hasta el momento, servía de excusa para articular una pintoresca, y necesaria, exposición en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, que debido a su éxito se ha prolongado hasta el 20 de Abril. “Bijin: el Japonismo de Julio Romero de Torres”, organizada en torno al lienzo (pintado en 1907 por encargo del Casino Militar), servía para conectar dos historias de amor que pueden resultar más o menos conocidas hoy en día, pero que son mucho más complejas y ricas de lo que aparentan.
La primera es la que da nombre a la exposición, la relación entre el pintor y la cultura japonesa, una faceta inédita hasta el momento, y que se ejemplifica aquí en torno a la mencionada obra, aunque se sabe que tuvo otra muy similar, hoy perdida. En este aspecto, la obra de Romero de Torres simplemente se encaja dentro de la corriente japonista, mucho más generalizada de lo que imaginamos, y que fue prácticamente la norma entre la burguesía (y nobleza) ilustrada y el mundo artístico. O, en unas bellas palabras de Dubouché: “¡Japonismo! Atracción de la época, furia incontrolada que lo ha invadido, controlado y desorganizado todo en nuestro arte, nuestras modas, nuestros gustos e incluso nuestra razón”
A Romero de Torres, como buen español, todo esto le llegó un poco más tarde, aunque el orientalismo de toda clase siguió muy vigente durante la época del Art Decó. El caso es que Bijin, el término japonés para las mujeres bellas (que da nombre a la exposición), resulta decididamente un buen adjetivo para las absolutas protagonistas de la obra de Romero de Torres, cordobesas o niponas. Esta parte se complementa con una serie de grabados y pinturas japoneses que sirven de complemento y comparación temática y estética con la obra del cordobés.
La otra historia es una mucho más conocida, aunque quizá no en los términos que se trata en la exposición: la del turista japonés y el folclore andaluz. Antes que los charters, las Nikon SP, y las sevillanitas de plástico, hubo una serie de dedicados japoneses que visitaron, y amaron, España. Uno de los primeros hispanistas nipones, Sizuo Kasai (1896-1989), es el protagonista de la otra parte de la exposición. Discípulo en Tokio de Gonzalo Jiménez de la Espada, estuvo en Córdoba en 1928, todavía muy joven, dentro de las primeras oleadas de turistas japoneses que llegaron a nuestro país. Años más tarde, se convertiría en uno de los mayores expertos nipones en la cultura española y, produjo, entre otras cosas, alguno delos primeros libros y manuales sobre la lengua española en japonés (por ejemplo, el primer diccionario). De sus obras, se nos destaca aquí una algo tardía, su “Viaje a España” (1960), donde destaca toda una serie de elementos, que, como podemos ver en la portada, han configurado en Japón el imaginario popular sobre España.
La exposición está comisariada por el doctor David Almazán y contiene toda una serie de pinturas, grabados, libros y esculturas (incluída una de Hisae Yanase, ceramista japonesa afincada en Córdoba). Estará abierta al público, en el Museo de Bellas Artes de Córdoba, hasta el día 20 de abril de 2014.
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