Seguimos viajando y, procurando no marearnos mucho, proponemos una nueva entrega de Un viaje a través de La vuelta al mundo en ochenta días, centrada esta vez en series que han adaptado la historia de la novela de Verne o se han inspirado en ella para crear sus leitmotiv.
Y es que las producciones televisivas serializadas poseen un lenguaje particular y propio que permite no solo incluir más episodios del texto original por disponer de más tiempo de pantalla, sino interpretar los pasajes de otra manera, y establecer una forma de interactuar diferente con el espectador. El consumo de series es (pero sobre todo, era, ya que las producciones en las que nos centraremos son anteriores a las nuevas formas de consumo que se ha venido estableciendo en los últimos años, especialmente gracias a internet) muy diferente al de películas: exige el uso de recursos que mantengan la atención del espectador sostenida en el tiempo (cliffhangers), necesita que cada episodio funcione, en cierta medida, de forma autoconclusiva (aunque el capítulo pueda terminar en un punto álgido de la acción, interrumpiéndola, debe también avanzar la trama y permitir que puedan incorporarse al visionado espectadores que no hayan seguido las entregas anteriores), etc.
Para ver la evolución de La vuelta al mundo en ochenta días en la pequeña pantalla, debemos remontarnos a 1972, cuando la televisión ya se había adentrado en los hogares estadounidenses y existía ya un cierto bagaje en la producción de series animadas para televisión. Ese año, la cadena NBC estrenó una serie de producción australiana y dieciséis capítulos de duración, en los que se recogían las aventuras de Phileas Fogg en su viaje alrededor del mundo, compartiendo título con la novela que la inspiraba.
Cada capítulo poseía una estructura cerrada en la que se desarrollaba la acción: Phileas Fogg presentaba el itinerario y expresaba una enseñanza o proverbio (que articularía el capítulo), Fix ideaba un plan para detenerlos (que siempre era expresado en voz alta), Fogg y Passepartout comienzan la etapa de su viaje, durante la cual ofrecen a los espectadores lecciones históricas y geográficas del lugar en el que se encuentran mientras hacen frente a los obstáculos, el proverbio inicial reaparece, evidenciándose como moraleja, y finalmente concluía con una catchphrase: “Good show, Passepartout!”
El afán didáctico explícito modificó el itinerario original, de modo que ahora los protagonistas recorrían el Palacio de Buckingham, París, los Alpes, Roma, Nápoles (y Pompeya), Grecia, Egipto, Petra, Gaza, Damasco, Palmira, Persia (Isfahán), India (Udaipur), China, Japón (Tokio y el Fuji), California, San Francisco, Luisiana y Nueva Orleans antes de poner rumbo de vuelta a Londres.
Visualmente, compartían un estilo similar al de Hanna-Barbera: fondos sencillos, colores planos, personajes caricaturescos pero de trazos simples… En resumen, una estética tendente a la sencillez y una animación de escasa calidad, que empleaba recursos toscos, pero que en general no produce una sensación negativa o de inacabado como puedan dar otras animaciones similares (sin ir más lejos, el mediometraje que ya comentamos en esta serie de artículos), sino que entronca completamente con el estilo naif de las producciones de la época. Las representaciones asiáticas van acorde con el tono general de la producción: en muchos casos, se produce incluso una indiferenciación entre las distintas culturas, por el uso de recursos genéricos. Sin embargo, al tratarse de una serie didáctica, incide en elementos característicos de cada cultura, tratando de crear una imagen diferenciada de cada una de ellas.
No sería esta la única serie animada ni la única producción infantil sobre las obras de Julio Verne: La vuelta al mundo en ochenta días se convirtió en un tema recurrente que solía aparecer en capítulos de dibujos animados, y también en especiales. Hubo además otra producción mucho más destacada que la que aquí comentamos, La vuelta al mundo de Willy Fog, la cual consideramos merecedora de un artículo propio dentro de estos dedicados al viaje más famoso de la literatura occidental.
En 1989, la NBC estrenó una miniserie de tres episodios que adaptaba, una vez más, la historia de Verne, manteniendo el título original. Con Pierce Brosnan como protagonista, Eric Idle aportando el alivio cómico a través de Passepartout y Peter Ustinov como detective Fix, y numerosos cameos y apariciones especiales (entre ellas, por ejemplo, la del polifacético y venerable Christopher Lee, recientemente fallecido). Todo apuntaba a que se trataría de una esplendorosa superproducción que aprovechase todos los adelantos técnicos del momento para conseguir una vistosidad inusitada. Sin embargo, no fue así del todo. Pese al rodaje internacional (Inglaterra, Hong Kong, Tailandia, Yugoslavia y Macao) prácticamente toda la producción, salvo escenas puntuales, transmitía una sensación intimista no pretendida, la impresión de que se buscaba disimular una escenografía pobre y con limitaciones. En cualquier caso, tampoco queremos caer en el sobreanálisis, dado que no podemos perder de vista que el momento en el que se llevó a cabo esta producción (finales de los años 80) aspectos como el que comentábamos no estaban entre las preocupaciones de los equipos creativos (o, al menos, no de la manera que lo están hoy en día). Al margen de esta cuestión, la puesta en escena es correcta, también en los (escasos) momentos en los que aparece Asia, aunque son los camarotes y departamentos los principales escenarios. El peso de la serie se centra en el viaje y en su duración, los retrasos y adelantos respecto al horario previsto, de modo que la construcción poco elaborada no supone un problema a la hora de disfrutar de estos tres episodios.
Sin lugar a dudas, las producciones más interesantes en este recorrido son las de la BBC, comenzando por Michael Palin: Around the world in 80 days, de 1988. En este caso no se adapta la novela que nos viene ocupando, sino que más bien se toma prestada su premisa para elaborar una serie documental de siete capítulos en los que se recorren los principales escenarios de la obra.
Teniendo como maestro de ceremonias al ex-Monty Python Michael Palin, la producción de 1988 se adelantaba a la moda que proliferaría en décadas posteriores en los documentales de viajes (en sus múltiples variantes: documentales “al uso” como los de Lonely Planet, centrados en experiencias, en mascotas, en lugares curiosos; con reporteros, con famosos, con guías nativos, con entrevistas a emigrantes que viven en los lugares visitados, etc.). El argumento, a caballo entre realidad y ficción, se planteaba de manera metatelevisiva: Palin recibía una llamada de los directivos de la BBC, encargándole un viaje alrededor del mundo, emulando a Phileas Fogg y, por supuesto, con la prohibición de viajar en avión, ya que este medio de transporte no existía cuando Verne escribió su novela.
Una vez en marcha, el tratamiento es muy parecido al que la televisión actual nos tiene acostumbrados: el protagonista, acompañado por diversos guías, muestra los países que recorre, poniendo el acento en las diferencias más pintorescas y cotidianas. La vida en la ciudad es uno de los principales temas, dado que la ruta de Palin, así como la de su antecesor ficticio, recalaban en las principales ciudades y enclaves asiáticos: Bombay, Calcuta, Shanghái, Hong Kong… Japón es la excepción que supone un cambio en la ruta, ya que aunque Palin llega al país en barco a través del puerto de Yokohama, de inmediato se desplaza a Tokio, empleando para ello el puntero tren bala o shinkasen, cuyas virtudes explica mientras dura el trayecto.
En el año 2009, la idea de este documental de viajes se retomaría, por parte de la propia BBC, como parte de la campaña solidaria anual Children in Need. En esta ocasión, se dividió el viaje en seis etapas que formaban los seis episodios, cada uno de los cuales estaba presentado por una pareja de celebridades. Estas etapas fueron:
En esta ocasión, la historia de La vuelta al mundo en 80 días queda en un segundo plano, y la narración se codifica con un lenguaje a medio camino entre el documental con voz en off, que expone de manera introductoria las cuestiones que se plantean, el documental con un conductor (conductores, en este caso) que narran in situ, entrevistan a algunas de las personas con las que se encuentran y reflexionan sobre las situaciones que plantean, y el reality show al estilo The Amazing Race. Dado que se trata de un programa concebido dentro de una campaña solidaria, la atención se centra en problemáticas sociales, sin dejar de lado lo que podríamos llamar “amables excentricidades” de las culturas visitadas.
Siguiendo la estela documental, y esta vez con La vuelta al mundo en 80 días más presente como referencia que como leitmotiv, también en 2009 la BBC produjo la serie Around the world in 80 Faiths, un juego de palabras que daba título a un recorrido espiritual por todo el mundo, presentando las festividades más pintorescas y llamativas de las distintas religiones, agrupadas en ocho conjuntos, uno por cada episodio: Australasia y el Cinturón de Fuego del Pacífico, Extremo Oriente, África, Medio Oriente, Estados Unidos, India y Nepal, Latinoamérica y Europa.
Esta panorámica nos permite comprobar cómo, a la hora de recurrir a Verne, es en la serialidad donde existe una mayor flexibilidad, ofreciendo productos de lo más diverso: desde adaptaciones al uso, pasando por series infantiles de corte didáctico, hasta el ámbito del documental y la metatelevisión. Mientras que el cine alude siempre de manera más o menos directa al texto de la novela, el medio televisivo se permite la posibilidad de renunciar al contenido más literario y culto, a favor del concepto más popular y recurrente, fruto de la distinción de clásico que La vuelta al mundo en ochenta días se ganó prácticamente desde su publicación.
Notas:
[1] Frank Skinner es un escritor, cómico, actor y presentador tanto de radio como de televisión, muy popular en el Reino Unido por su participación en diversos late shows y sitcoms producidas por la BBC.
[2] Lee Mack es otro rostro popular de la cadena televisiva británica, cómico muy reconocido (ha ganado numerosos premios, tanto British Comedy Awards como incluso un Bafta, en 2002, por su programa The Sketch Show). Su éxito más destacado es Not Going Out, una sitcom en antena desde 2006 que narra las peripecias de su protagonista, una versión ficticia y homónima del propio Lee Mack.
[3] Nick Hewer es conocido, ante todo, por ser el presentador de Countdown, uno de los concursos más longevos de la televisión británica, en emisión desde 1982 (aunque Hewer solo lo conduce desde 2012).
[4] Saira Khan es una presentadora británica, de ascendencia pakistaní, que debe su fama a la conducción de diversos programas de entretenimiento, así como a documentales sobre la realidad de Pakistán (Saira Khan’s Pakistan Adventure y Adopting Abroad, Saira’s Story, de 2007 y 2011 respectivamente). Además, ha aparecido como estrella invitada en Countdown.
[5] Julia Bradbury, por su parte, es otra presentadora de la BBC, en este caso especializada en programas de corte documental y social. Uno de los programas a los que debe su fama es Countryfile, un espacio centrado en reportajes del mundo rural y del medio ambiente británico, en el que ha participado durante la última década.
[6] Matt Baker compartió pantalla con Julia Bradbury en Countryfile, aunque comenzó como conductor del programa infantil Blue Peter (en el que participó desde 1999 hasta 2006), un magazine para niños iniciado en 1958, siendo uno de los programas infantiles más longevos de la pequeña pantalla.
[7] Bill Turnbull es un respetado periodista británico, conductor de programas de actualidad tanto en radio como en el canal de noticias BBC News.
[8] Louise Minchin es también periodista y presentadora de noticias de la BBC. Como el resto de parejas que protagonizaban el Around the world… de la campaña Children in need, se buscaba reunir en la medida de lo posible a rostros que resultasen familiares al espectador no solo por sí mismos, sino también como pareja. Así, Minchin y Turnbull han compartido la conducción del programa matinal de BBC News, mientras que Bradbury y Baker participaron en Countryfile, o Khan y Hewer coincidieron en Countdown.
[9] Myleene Klass es toda una celebridad en Gran Bretaña: cantante, pianista, modelo y figura mediática en general, saltó a la fama en 2001 con su participación en el concurso Popstars. Su paso por el programa le valió formar parte de la banda Hear’Say, tras cuya disolución prosiguió una carrera en solitario, compaginada con apariciones televisivas de diversa índole: desde la presentación de programas hasta su intervención, en calidad de invitada famosa.
[10] John Barrowman es una figura mediática, actor, cantante, bailarín, presentador y escritor. Procedente del mundo del teatro y del musical (participó en montajes de Miss Saigón y El fantasma de la ópera, por citar algunos), a lo largo de la década de los noventa comenzó a convertirse en un rostro popular de la televisión británica, con una carrera muy diversa: presentador de espacios infantiles (Live & Kicking, 1993 – 1995), de concursos y programas de variedades (5’s company, 1997 – 1999), jurado de reality shows y colaborador en programas de actualidad. Sin embargo, su popularidad a nivel internacional le llegó de la mano de Doctor Who (2005 – actualidad), donde realizó un pequeño papel en la primera temporada, encarnando al Capitán Jack Harkness, personaje que posteriormente protagonizaría el spin off titulado Torchwood (2006 – 2011). Merece la pena, además, destacarle como un activista por la normalización de la homosexualidad, condición que ha asumido públicamente, reivindicando los derechos de las minorías sexuales en numerosas campañas contra la homofobia y en pos de la igualdad.
[11] Josie Lawrence es una actriz y cómica, participante del grupo The Comedy Store Players y de programas de televisión dedicados a la improvisación humorística (Whose line is it anyway?) a los que debe su fama, junto con su reciente participación en la serie East Enders (1985 – actualidad).
[12] Shane Richie es otra figura polifacética de la radio y televisión británicas, actor, comediante, locutor y cantante. Su papel más popular es su participación en la serie East Enders, entre los años 2002 y 2005 y posteriormente desde 2010 hasta la actualidad, dando vida al personaje de Alfie Moon.