Tras el descanso estival, retomamos la serie Aprendiendo Asia para hablar, de nuevo, de una serie de dibujos animados, recientemente de actualidad al llegar a su fin después de ocho años: Phineas y Ferb. Como veremos, su incursión asiática es breve pero muy singular, ya que reinterpreta con frescura la necesidad de aludir a los motivos culturales fijados en el imaginario colectivo, teniendo muy en cuenta para ello a su target y la filosofía de la producción.
El caso de esta serie, aunque temprano, puede considerarse dentro de la corriente de renovación de los dibujos animados que ha tenido lugar en la última década. Estas producciones, entre las que destacan Hora de Aventuras, El asombroso mundo de Gumball, Historias Corrientes, Gravity Falls o Steven Universe, poseen un fuerte contenido referencial y una conciencia de sí mismas, así como una actitud que combina lo naif con el tratamiento de su público objetivo de manera directa, huyendo de la asunción de que el público infantil demanda historias manidas, simples y predecibles, incoherentes e insustanciales. Aunque estas series poseen temáticas muy diferentes entre sí y estéticas propias, todas ellas comparten la huida de los clichés asociados a lo infantil, y ahí radica el secreto de su éxito.
Como anticipábamos, Phineas y Ferb es una serie temprana de esta corriente, ya que comenzó sus emisiones en el año 2007 (frente a Hora de Aventuras, que lo hizo en 2010), dentro de la cadena Disney Channel. La serie narra la historia de dos hermanos, Phineas y Ferb, que combaten el aburrimiento estival gracias a elaborados inventos que realizan con ayuda de sus amigos: Isabella (enamorada de Phineas) y sus compañeras de las girl scouts, Buford (el matón del barrio) y Baljeet (un niño de ascendencia india, que responde al perfil de “empollón” y es constantemente martirizado por Buford). Completan el elenco Candace, su mejor amiga Stacy (de ascendencia japonesa) y su amigo Jeremy; los padres, el ornitorrinco mascota Perry, el Mayor Monogram, el Doctor Doofenshmirtz, y su hija Vanesa, además de otros secundarios y personajes recurrentes de gran carisma.
Los episodios se presentan por parejas (dos por emisión), son autoconclusivos y comparten una estructura similar: Phineas y Ferb ponen en marcha un plan para entretenerse durante ese día (que puede ir desde construir una montaña rusa que atraviesa toda la ciudad hasta convertirse en un one-hit wonder), mientras su hermana adolescente, Candace, trata de chivarse a sus padres. Esta estructura de la historia principal se acompaña de otras dos subtramas: la protagonizada por Candace, enamorada de Jeremy, que habitualmente oscila entre los tópicos de series adolescentes y el deseo de hacer que sus padres descubran las travesuras de sus hermanos; y las carismáticas aventuras del Agente P., un espía supersecreto que vive camuflado bajo la perfecta tapadera de ornitorrinco mascota de los hermanos, y combate los malvados planes del villano y científico loco Heinz Doofenshmirtz, también con tramas autoconclusivas.
Estas tres líneas argumentales suelen entrelazarse a lo largo del episodio (recurso habitual, por ejemplo, es que el fracaso de los malignos inventos de Doofenshmirtz termine conllevando que las creaciones de Phineas y Ferb desaparezcan misteriosamente justo a tiempo para evitar que sus padres les descubran), con ciertos elementos recurrentes, como el número musical, las catchphrases “Eh, ¿dónde está Perry?” y “Ah, ahí está” (en referencia a las misteriosas desapariciones de la mascota), el tema musical del Agente P. (para introducir las tramas del agente secreto) o running gags como la pregunta “¿No eres demasiado joven para esto?” cada vez que Phineas encarga alguna cosa para sus proyectos.[1]
A lo largo de la serie (que ha prolongado sus emisiones desde 2007 hasta 2015, con cuatro temporadas[2]), lo habitual ha sido que los episodios sucedan en Danville y el Área de los Tres Estados, con pequeñas excursiones (como al monte Rushmore). Sin embargo, el éxito de la serie llevó a sus creadores a la planificación de varios especiales (entre ellos, un crossover con personajes de Marvel y otro con Star Wars –ambas franquicias pertenecientes a Walt Disney Pictures-). En el tercero de estos especiales (tras un recopilatorio musical y uno navideño), titulado ¡El verano te pertenece!, Phineas y Ferb deciden pasar el día del solsticio de verano viajando alrededor del mundo a la misma velocidad que la rotación de la tierra, disfrutando así de cuarenta horas de sol en lo que se convertirá en “el más grande, largo y divertido día de verano de todos los tiempos”.
En su viaje realizan varias paradas por diversos motivos. La primera de ellas es Tokio, donde saludan a la familia de Stacy y aprovechan para repostar combustible. Es aquí donde se produce el primer número musical de este episodio especial, un número sorprendente en el que se recogen una buena colección de iconos y motivos japoneses contemporáneos, acompañados también de algún elemento tradicional.
El segmento en suelo japonés comienza con el Doctor Doofenshmirtz y su hija, Vanesa, en la Torre de Tokio, ofreciendo algún dato de interés sobre la construcción… y convirtiéndola en un escenario para sus malvados planes: arrojar un globo de agua gigante sobre la Asamblea Anual Internacional de Hombres Buenos, atribuyendo el golpe al Mayor Monogram y destruyendo la OSAC (Organización Sin Acrónimo Chulo).
Acto seguido, la aeronave de Phineas y Ferb aterriza en Tokio, casualmente ante la puerta de la casa de la abuela de Stacy. Ferb sorprende a todos hablando (se trata de un personaje silencioso, cuyas escasas líneas de diálogo tienen también la finalidad de sorprender al espectador por el hecho de quien las pronuncia) en un perfecto japonés, preguntando por los parientes de la amiga. La anciana, que viste con un kimono de diario y un sombrero de paja tradicional (denominado kasa) llama a sus familiares. A continuación vemos a un primo de Stacy, vestido con kimono de karate, haciendo sonar un gong en el tejado de una casa de arquitectura tradicional de alto rango, de la que salen una multitud de jóvenes.
En ese momento, se ve a tres de las chicas vestidas con uno de los uniformes escolares, y comienza el número musical, con un ritmo dance que evoca, de manera indirecta, al Caramelldansen. Aunque esta canción es de origen sueco, hacia 2006 se popularizó vinculada a vídeos en los que personajes de manga y anime realizaban una coreografía repetitiva, moviendo las caderas de un lado a otro, con las manos junto a la cabeza moviendo los dedos al mismo compás. La combinación de esta melodía con personajes de anime realizando esta coreografía se volvió viral, pero, a diferencia de muchos movimientos virales actuales, no se extinguió, sino que ha pervivido, de manera un tanto minoritaria, y siguen saliendo nuevos vídeos y gifs animados[3] con esta secuencia de baile.
Versión original del Caramelldansen.
Además de la música, el escenario desaparece, y se transforma en una serie de efectos creados por ordenador, mientras que los personajes (también el grupo protagonista) adquieren los rasgos propios del anime: cuerpos estilizados, ojos grandes, rostros redondeados y suaves. Además, se suceden una serie de caracterizaciones más o menos relacionadas con el mundo del anime que resultan llamativas por sus connotaciones: enfermeras con cofia y doncellas o maids (figuras ambas en torno a las cuales se crea un cierto fetichismo, si bien estas connotaciones no aparecen en el clip, es llamativo que aparezcan estas imágenes en una serie infantil) y una ganguro, con su atrevida estética: un intenso bronceado, con los ojos sombreados en blanco, colores y estilismos de pelo muy llamativos, multitud de adornos (pulseras, collares, horquillas…).[4]
Durante la frenética canción, los hermanos preguntan si pueden conseguir aceite vegetal como combustible para su vehículo. Están de suerte puesto que la abuela, dentro de este compendio de tópicos, arquetipos e imágenes recurrentes, posee un restaurante de tempura, y les presta algunas garrafas mientras bailan. Isabella, por su parte, hace una breve aparición agitando un puerro, en referencia al grupo de música virtual Vocaloid y a su cantante, Hatsune Miku, que en una ocasión fue parodiada bailando con un puerro, con tanto éxito que pronto se volvió en una de las imágenes más reconocibles del personaje.
Mención aparte merece la letra de la canción, una combinación de datos aleatorios sobre Tokio y sobre Japón: además de expresar el agradecimiento por la visita, describen que se trata de una zona de clima subtropical (incluyendo una referencia a la media de litros por m2 anuales que se recogen en la ciudad, 140) y la afición por el béisbol, el voleibol y la natación son las informaciones que, sin venir a cuento, se mencionan durante la canción.
“No tengo ni idea de lo que ha pasado”, sentencia Candace, resumiendo humorísticamente lo que puede significar la experiencia de sumergirse en la bulliciosa cultura urbana de Tokio.
Su aventura continúa en el Himalaya, donde se estrellan, encuentran criaturas “míticas” en la montaña (klimpaloon, el bañador mágico antiguo que vive en la cordillera) y, finalmente, visitan al tío de Baljeet. Como cabría esperar, visto el precedente, en casa del tío Sabu protagonizarán otro número musical imbuido de la cultura local, no sin antes jugar con el tópico del misticismo indio: Sabu les recibe diciéndoles que les estaba esperando, y cuando Baljeet le pregunta asombrado, Sabu responde “no, es algo que decimos aquí para sorprender a turistas”. Entonces, llegan a su fábrica, donde introducen el número musical con una metarreferencia. Todo el proceso industrial de la fabricación de goma (en bandas y pelotas) se explica con un número bollywoodiense: multitud de bailarines con coreografías prácticamente imposibles cantan, con un fuerte acento hindú, explicando las distintas zonas de la fábrica, incluyendo la sala de descanso para los bailarines y una nevera “de la que sale curry”. De nuevo, nos encontramos con una colección de elementos evocadores, en este caso del constructo indio-bollywoodiense (que supone un concepto con identidad propia dentro de la percepción occidental de la cultura india).
Gracias a las gomas de Sabu, consiguen improvisar otro medio de transporte, y se inicia un tercer número musical (en este caso, con música extradiegética) mientras los amigos viajan saltando y rebotando por el mundo: atraviesan las selvas del sudeste asiático, interrumpiendo momentáneamente la plácida vida de lémures, saltan sobre la Ciudad Prohibida y las bulliciosas calles de Pekín, rebotan ante un palacio árabe, sorprendiendo a un hombre que guía un camello, y pasan por la Gran Muralla y el Taj Mahal antes de llegar a Europa.
Estos segmentos en los que se alude a la modernidad más rabiosa de Japón y a Bollywood van en consonancia con el espíritu de la serie. Los guionistas son conscientes del target doble de su serie, y dosifican sensatamente la información que les ofrecen. Por una parte, poseen un público mayoritario infantil, pero no párvulo: niños ya crecidos, incluso preadolescentes, que ya manejan las nuevas tecnologías y están medianamente familiarizados con los lenguajes y los mecanismos de transmisión de información en internet (memes, fenómenos virales, etc.). Por otro lado, un sector de público, minoritario pero relevante, que es el juvenil/joven-adulto, al que se conquista mediante referencialidad. Para ambos grupos de audiencia, la combinación de elementos arriba descrita constituye un atractivo, para unos ejerciendo una educación visual y en la que podríamos llamar “cultura de internet”, para otros la alusión a contenidos que ya conocen y que les resulta divertido y original ver reseñados.
Así pues, a través de este episodio especial podemos percibir cómo el acercamiento a las culturas orientales (en este caso, japonesa e india) a través de los dibujos animados puede realizarse de muchas maneras, y que el concepto de aproximación educativa no tiene por qué referirse a la transmisión de datos históricos o de la alta cultura, sino que pueden dirigirse también a fenómenos actuales, otorgando al joven espectador una formación en cultura general contemporánea de manera intuitiva.
Notas:
[1] Running gag es el término que define un concepto narrativo consistente en la repetición reiterada de un chiste, broma o momento hilarante a lo largo de una narración, generalmente de formato serializado (tanto en televisión como en otros medios, como el cómic, el webcómic, etc.). De este modo, además de la introducción del elemento humorístico, se crea una relación de complicidad con el espectador: el público habitual reconoce estos detalles y guiños recurrentes y se siente integrado en el desarrollo narrativo.
[2] Puede consultarse un listado completo de episodios aquí.
[3] Imágenes en movimiento.
[4] Ganguro es la denominación de uno de los muchos estilos urbanos que coexisten en Tokio. Este look surgió en los años noventa de la imitación del bronceado californiano, acompañado de un pelo rubio con atrevidas mechas. Más información aquí.