En el anterior capítulo se pudieron ver como las diferentes técnicas y estilos hacían de la laca un arte complejo. Aquí podremos ver como todo ello ha ido evolucionando técnicamente y estilísticamente a lo largo de, aproximadamente, 2000 años.
Los restos arqueológicos lacados más antiguos que se conservan en el país nipón corresponden a finales del Período Jômon (h. 8000-299 a.C.), encontrando objetos de madera, bambú y cerámica, siendo éstos arcos, peines, cuencos, etc. Estos objetos eran lacados para impermeabilizarlos y hacerlos más resistentes, razón por la cual algunos objetos han llegado hasta la actualidad casi intactos, aunque de otros solo se han conservado los sustratos de laca. Entre los objetos que han llegado hasta la actualidad, lo más numeroso son las cerámicas, cubiertas con laca roja, y los platos con diseños curvos y recubiertos por una doble laca (rojo sobre negro); pero también se han encontrado canastas, cestas, rantai-shikki, es decir, canastas formadas a base de tiras de bambú las cuales luego se recubrían con laca.
En el Período Yayoi (siglos III a.C.-III d.C.) la laca se había sofisticado, pero no se utilizaban capas de colores, sino la laca roja negra; aunque hay excepciones, como armaduras o copas coloreadas con ocre rojo o sulfuro de mercurio, esbozándose el dibujo en negro. En Hanabatake, en Karatsu-shi, prefectura de Saga, excavada en 1981, fueron encontrados diez vasos de laca: uno de ellos presenta laca roja en el interior y dibujos geométricos que combinan laca roja sobre negra en el exterior, técnica que, posiblemente, fue importada desde Corea junto a las técnicas agrícolas.
Poco a poco, la laca se fue refinando, empleando capas múltiples en las que, a veces, de forma decorativa, se superponían colores. Esta sofisticación de la laca dio lugar a la formación de un gremio jerárquico en la corte del clan Yamamoto, que gobernó Japón desde el siglo III. Fue a partir de este siglo, en el Período Kofun (siglos III-VI), cuando se introdujeron nuevas técnicas de laca en Japón procedentes de China, siendo importadas al mismo tiempo que el budismo. Muchos de los objetos lacados de este período, igual que del Período Asuka (siglos VI-VII), estaban relacionados con el Budismo, lacándose utensilios y muebles utilizados durante las ceremonias.
En estos santuarios, se percibe una clara influencia coreana y china, pues la decoración de objetos de metal era algo característico de la laca coreana, mientras que la decoración de las paredes de los templos era característica de China; pero el metal no solo fue lacado para los templos, pues, junto al cuero, fueron lacadas las armaduras y las armas de los guerreros. Además, en el siglo VII, se empezó a utilizar una nueva técnica que consistía en superponer capas de tejido de cáñamo, pegadas y recubiertas con laca, lo que dio lugar a un barniz grueso y resistente, una técnica que se empezó a utilizar muy a menudo para el barnizado de los ataúdes.
Durante el Período Nara (649-794) se empezaron a desarrollar las técnicas traídas de China y de Corea, dando lugar a diferentes tipos de laca. Las técnicas empleadas en esta época eran la incrustación de nácar, de láminas de oro y de láminas de plata, la pintura de laca (urushi-e) y la laca seca (kanshitsu), que se empleaba para hacer estatuas budistas; pero además de emplear la laca para objetos religiosos, fue muy común que este arte se aplicara a objetos de uso diario y decorativos. La técnica más destacada de este período, y del siguiente (Período Heian, 794-1185), fue la del maki-e.
Durante el Período Heian, hubo un florecimiento cultural en Kioto promovido por los aristócratas de la corte, algo que quedó reflejado en el arte de la laca, dando lugar a un distanciamiento de la influencia china y al surgimiento de motivos decorativos completamente japoneses.
En el Periodo Kamakura (1192-1333), la aristocracia refinada y cortesana fue sustituida por una casta militar que influyó en el modo de vida y en el arte de los japoneses. De este modo, se ven objetos mucho más rudos y geométricos. Se empezó a utilizar la técnica togidashimaki-e, pero ésta fue alternada con el takamaki-e, aunque no fue muy desarrollada. Además, también se realizaron muchas incrustaciones de nácar y de láminas de oro y de plata, dando lugar a diseños muy precisos. Los motivos decorativos solían ser extraídos de la literatura y de la poesía nipona, combinándose en la decoración lacada mediante la escritura del poema y su representación; algo que se conoce como uta-e, y que fue muy utilizado para los tebako, cajas de cosméticos con la tapa encajada.
También destaca en este periodo la negoro-nuri, técnica que fue empleada, sobre todo, para la decoración de los objetos de los templos budistas, algo que se sigue realizando durante el periodo Muromachi (1336-1573).Estos objetos presentan un núcleo de madera lacada en negro cubierto con otra capa de laca roja, viéndose el color negro mediante manchas irregulares o bandas que se han producido por el desgaste del tiempo.
Con el shogunato de Ashikaga Yoshimitsu (1358-1408), se restablecieron las conexiones entre China y Japón, llegando regalos al país nipón procedentes del Emperador Yung-lo de China; entre ellos, muchos artículos lacados. Fue en este periodo cuando empieza a desarrollarse la laca tallada en Japón, debido a la laca karamono de los regalos de Yung-lo. De este modo, en este periodo se produjeron muchas copias sobre los objetos lacados chinos, dando lugar a la confusión de procedencia de dichos objetos en la actualidad. Fue también en este periodo cuando el kamakura-bori empezó a desarrollarse, creándose vajillas de madera lacadas. De esta época también hay que mencionar a Igarashi y Kouami, los primeros maestros lacadores conocidos.
Destaca también la laca Higasiyama, nombre de la residencia de Ashikaga Yoshimitsu. Este trabajo se desarrolló durante el siglo XV y se trata de cajas de escritura en donde se aúnan el togidashi pulido que contrasta con el takamaki-e, a lo que se suman incrustaciones de oro y plata y caracteres escritos. Esta combinación es el desarrollo del uta-e que había aparecido en el Periodo Kamakura, algo exclusivamente japonés.
También fue común que los objetos lacados reprodujesen cuadros chinos, sobre todo en la escuela de Kano; pero a la vez, se reproducían muchos motivos de la pintura yamato-e, es decir, escenas de la literatura tradicional japonesa. De este modo, se entremezclaron los motivos de los cuadros chinos con los de la literatura tradicional nipona.
Durante el período de los Reinos Combatientes (1480-1573) –una etapa de guerras civiles, que corresponde a la segunda mitad del Período Muromachi– llegaron a Japón los europeos. Los primeros en hacerlo fueron los portugueses, siendo estos llamados namban-jin, dando lugar al período Namban (1543-1639), que terminó con la expulsión y la persecución de los misioneros, cerrándose las fronteras.
Los europeos se interesaron por los objetos lacados, lo que dio lugar a nuevas producciones. El centro de producción de estos nuevos objetos se encontraba en Kioto, donde se crearon objetos rápidamente para satisfacer las demandas de los extranjeros. A pesar de la expulsión de los europeos, el comercio continuó, siendo la delegación holandesa la única permitida, aunque muy vigilada, y encerrada en una diminuta isla artificial denominada Deshima, en el puerto de Nagasaki, siendo la principal vía exportadora de laca a Occidente hasta el siglo XIX.
Estos nuevos objetos del período Namban difieren de los tradicionales, ya que se crearon un gran número de baúles, cofres, retablos, cajas, atriles y ataúdes. También se percibe en estos objetos una influencia coreana, debido a las campañas de Hideyoshi en Corea (1592-1593 y 1597-1598), algo que se ve especialmente en las incrustaciones de nácar.[1]
En el Período Momoyama (1573-1603) se creó un tipo especial de laca para la clase dominante, el estilo kôdaji-maki-e.[2] Se trata de un estilo muy decorativista que combina la técnica del maki-e con el nashiji-e sobre un fondo negro, normalmente, prefiriéndose un resultado plano. Estos objetos presentan dibujos vivaces que son conseguidos gracias al harigaki y al tsukegaki;[3] se representan principalmente árboles y plantas, alejándose de la etapa anterior en la que se reflejaban motivos de la literatura clásica.[4]
Este nuevo estilo surgió gracias a los talleres de laca, maki-e-ya, que surgieron a finales del siglo XVI. Estos talleres se componían de un jefe, el cual organizaba el taller, elaboraba el maki-e y buscaba clientes, y de varios artesanos: unos molían el oro, otros ponían las capas, etc. Estos talleres fueron desapareciendo a lo largo del siglo XVII, del mismo modo que se dejó de producir el kôdaji-maki-e.
Con la llegada del feudalismo del Período Edo (1603-1867), la laca se empezó a desarrollar de diferentes maneras, pues el poder central fomentaba la competición entre las diferentes zonas feudales de Japón, gobernadas por los daimyôs. Esta competición dio lugar a la formación de estudios oficiales de laca y a crear un estilo muy rico que se exhibía públicamente. Predominan los objetos relacionados con la escritura, el incienso, la cocina y con cualquier otro campo que reflejase el poder de los señores. Pero además de la laca realizada para la aristocracia, destaca la promovida por la nueva clase de comerciantes, en cuya ornamentación no sólo había temas decorativos, sino también escenas populares. De este modo, ya fuese la demandada por la aristocracia o por la clase media de comerciantes, la laca se convirtió en algo característico de Japón.
Es entonces cuando se empiezan a conocer a los artistas y a las diferentes escuelas de laca; por ejemplo, cuando el segundo shôgun, Hidetada (1579-1633), llevó al artista Choan de Kioto a Edo, la nueva capital, debido a que este artista era un destacado lacador de artículos femeninos, provocó que se creasen más objetos de este tipo para las mujeres de alto rango. De entre ellos, el más importante eran las cajas de tinta o suzuribako, las cajas donde guardaban el papel para escribir y la mesa de lectura.
Pero no solo eran objetos femeninos los que se lacaban, pues la producción de laca en el Período Edo se centró en satisfacer el goce estético, razón por la cual se pueden ver katanas lacadas, tanto el sable, como la vaina y el tsuba, guardamanos o guardaespada, parte de la katana hecha de hierro, acero u otro metal, donde se concentra una minuciosa decoración que suele ir acompañada con la firma del artista.
Otros artistas destacados de la época fueron Hon-ami Koetsu (1558-1637), muy decorativista, caracterizado por decorar mediante láminas de plomo, plata y oro e incrustación de conchas; Igarashi Douho (muerto en 1658), quien estableció un taller en Kanazawa bajo el mecenazgo de Maeda Toshitsune, tercer señor de Kaga; Ogata Kourin (1658-1716) y Ogata Kenzan (1663-1743), pintores de la escuela Rinpa[5] que trasladaron su estilo pictórico a las lacas, Koma Kyui y Kajikawa Hikobei, artistas que sirvieron a la casa Tokugawa en el siglo XVII, Ogawa Harits (1663-1747), partidario de utilizar nuevos materiales, como el coral o las conchas de tortuga, y nuevos colores; y Shibata Zeshin (1807-1891), experto en producir lacas que imitaban otros materiales, como podía ser el metal o la madera.
Entre los objetos lacados del Período Edo, además de los ya citados, se encuentran los inrôs, cajas pequeñas que llevaban los hombres y que estaban dedicadas, especialmente, al guardado de medicamentos.Fue un objeto muy utilizado debido a que los kimonos no tenían bolsillos, razón por la que necesitaban algún objeto donde poder portar objetos, como fueron las medicinas, los sellos, etc.
Estas cajitas presentan diferentes compartimentos unidos mediante un ribete y un cordón para atarlos al obi, cinturón de los kimonos. Además, el inrô contaba con dos piezas más, el ojime, que servía para ceñir el inrô, y el netsuke, figura generalmente de marfil cuya utilidad era la de engancharlo al cinturón.
Los inrô solían estar lacados y eran un símbolo de clase social, siendo muy habituales entre los samuráis, pero también entre los comerciantes y los artesanos de las grandes ciudades, incluso en las grandes celebraciones, aunque en este caso, no tenía ninguna utilidad más que la decorar y señalar el estatus. Este objeto presentaba una gran atracción artística, lo que provocó que los hombres pudientes los empezasen a coleccionar en gabinetes especializados, una práctica que duró hasta el siglo XIX. Algo que favoreció al coleccionismo de los inrô fue que estos solían tener inscrito el nombre del artista.
A mediados del siglo XIX, Japón se volvió a abrir a Occidente, debido a la llegada de la armada estadounidense que exigió un tratado de comercio con el país. Fue entonces cuando el régimen empezó a cambiar. Surgieron revoluciones que concluyeron con la Restauración Meiji (1866-1869), con la cual, entre otras cosas, se abolieron los derechos de los samuráis y se permitió a toda la población llevar apellido. Estos cambios son los que dieron lugar al Período Meiji (1868-1912).
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En este período, Japón se occidentalizó y llevó a cabo un intercambio comercial con los países europeos y con América, dando lugar al japonismo, es decir, a una compra masiva de objetos japoneses por parte de los europeos, como pudieron ser estampas ukiyo-e u objetos lacados.
Pero esta apertura a Occidente también trajo pérdidas para el país nipón, pues se vendieron numerosos objetos lacados tradicionales. Además, la gran demanda que se originó por parte de los europeos, provocó que se realizasen objetos de baja calidad y se explotasen de manera excesiva los árboles de los que se sustrae la laca; ocurrió entonces que, a finales del siglo XIX, algunos talleres desaparecieron, y que otros tuvieron que importar la materia prima de la laca de China para luego venderla, una vez aplicada a los objetos, a Occidente.
Con la occidentalización, las clases altas dejaron de usar los inrô, empezaron a vestir como los occidentales y dejó de interesarles el arte japonés, razón por la cual decayó el comercio de laca en el interior del país. En cambio, en 1873, aumentó el comercio exterior debido a la Feria Universal de Viena, en donde algunos artistas, como el ya citado Shibata Zeshin, atrajeron al público occidental, volviéndose a desarrollar objetos lacados de gran calidad.
A partir de entonces, empezaron a surgir compañías de creación y exportación de laca, como fue el caso de Kiritsu Kosho Kaisha (1874), donde se encontraban algunos artistas de la laca más importantes como fueron Ogawa Shomin, Uematsu Homin y Shirayama Shosai; o Seikosha (1882), compañía que, además de exportar laca, trabajaba para la familia imperial, y de ella destaca el artista Kawanabe Itcho.
Este éxito internacional provocó que las artes decorativas, y en especial el arte de la laca urushi, se viesen desde otro punto de vista en Japón: en 1877 tuvo lugar la Primera Exposición Industrial Nacional, se creó el Museo Nacional, se pidieron encargos para la decoración del nuevo Palacio Imperial (1886-1889), se fundó la Escuela de Arte de Tokio (1887), con una sección dedicada a la laca, dirigida por Ogawa Shomin, creada en 1890; se formó la Sociedad Japonesa de la Laca (1890), la cual organizó varias exposiciones y público varias revistas; y se designaron títulos para distinguir a los artistas, como el de “Artista Imperial”.
Todos estos factores tuvieron como resultado una evolución del arte de la laca en Japón, lo que llevó a que en los siglos XX y XXI, durante los Períodos Taishô, Shôwa y Heisei, se siguiese desarrollando esta disciplina, llegando a ser una de las artes más codiciadas del mundo y de las más queridas por los coleccionistas.
La laca urushi, como ya se ha podido ver, es una de las artes más importantes y significativas de Japón. Hemos visto cómo la laca fue evolucionando desde una simple superposición de capas que servían para proteger a un objeto, hasta su importancia artística en las clases altas de la sociedad japonesa. La evolución que ha llevado a cabo la laca ha sido tanto técnica como estilística, siendo su momento de plenitud el desarrollo del maki-e en todo su esplendor durante la Edad Moderna.
El maki-e fue lo que fascinó a los europeos, lo que produjo la ampliación del mercado del país nipón a finales del siglo XVI y a principios del siglo XVII, creándose para ello el estilo namban. Estos objetos lacados llegados a Europa se convirtieron en símbolos de poder y de riqueza, ya que solo aquellos que podían costeárselos podían obtenerlos para sus colecciones; pero no solo fue un objeto deseado por los nobles, sino que el sector eclesiástico también incluyó estos objetos entre sus colecciones, observándose muchos de ellos en los relicarios de las iglesias.
En este capítulo se ha podido ver la evolución de la laca japonesa hasta finales de la Era Meiji, quedando por estudiar el siglo XX. En el siguiente capítulo se trataran los períodos Taishô y Shôwa, viéndose la fascinación que la laca urushi causó en Occidente, el papel que tuvieron las vanguardias artísticas europeas en Japón y la importancia de las artes decorativas en las exposiciones nacionales e internacionales.
Para saber más:
Notas:
[1] Para saber más acerca de la laca de estilo namban, recomiendo leer Asia y Europa, dos continentes conectados mediante el comercio de obras artísticas: laca japonesa y su atracción en Occidente.
[2] El nombre deriva de la utilización del maki-e para la decoración interior de templo de Kôdaji.
[3] Polvo de oro añadido mediante el pincel, dando lugar a líneas estrechas.
[4] El tema principal son sencillas plantas silvestres: ramas de carrizo, de arce japonés, de bambú enano, de crisantemo y flores de cerezo flotando sobre el agua.
[5] Escuela que adaptó los temas y estilos de sus predecesores para utilizarlos en diversos medios artísticos.