Zhang Guangyu (1900-1965) fue uno de los artistas gráficos más importante de la China de mediados del siglo XX. Formado inicialmente como artista comercial, a finales de los años 20 entró en el importante cenáculo intelectual del Shanghái de la Edad de Plata, convirtiéndose en un importante representante de la naciente vanguardia china, y participando en algunas de las revistas más relevantes como Shanghai Manhua, Sindai Manhua (Modern Sketch, que tuvo también su edición en inglés) o Van Jan. Tras la gran clausura editorial que supuso la invasión y el desarrollo de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, Zhang pasó a ser uno de los más activos artistas en la resistencia. Fue en este contexto en el que elaboró una de sus obras más conocidas y celebradas, el Xijou Manji, su muy particular versión del Viaje al Oeste (Xijouji).
Viaje al Oeste, posiblemente una de las novelas chinas más conocidas y versionadas del mundo (conocida por casi todos en su país de origen), fue escrito a finales del siglo XVI y narra la historia del Rey Mono, quien, junto a unos peculiares compañeros, viaja hasta la India en la búsqueda de unas escrituras sagradas. La obra, considerada como una de las cuatro novelas clásicas chinas, ha sido versionada en innumerables ocasiones; probablemente, llegó al imaginario popular español con la popular serie japonesa Dragon Ball, la cual recogió precisamente algunos elementos de la serie de Zhang.
Zhang realizó su particular versión de 60 pinturas y sus correspondientes y elaborados textos descriptivos, a la que llamó Xijou Manji,[1] a finales de 1945; ese mismo otoño se expuso con notable éxito en Chongquing (la capital nacionalista de la China en guerra) y a principios de 1946 se exhibiría también en Chengndu. En ella, el artista utilizaba una táctica más que habitual en la literatura china (la de contar una historia actual recurriendo a los clásicos), para realizar una acusada sátira hacia la sociedad de posguerra contemporánea: la serie conformaba una feroz crítica no solo al sistema económico, sino al completo gobierno del Guomindang. Zhang no era, ni mucho menos, el único artista en cuestionar de forma tan gráfica al Gobierno; por ejemplo, de esta misma época es el Reino del Gato de Liao Bingxiong, que denunciaba los abusos de los gatos hacia los ratones, y que fue igualmente censurado a pesar de su éxito.
Manteniendo la estructura de fábula, y utilizando para ello las maneras gráficas propias del cartoon animado,[2] el artista mantuvo para su serie a los personajes principales, pero les asignó una nueva misión, que modificaba por completo su viaje: estos ya no buscaban unas escrituras sino la Democracia, a lo largo de un viaje, que, dado los recientes acontecimientos de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, se había demostrado todavía más complicado. A la derrota de los japoneses siguió una cruenta Guerra Civil entre nacionalistas y comunistas, que sumió al país en una situación todavía más tirante, con una acuciante crisis económica y abusos de poder que rozaban el totalitarismo.
Contra estos protestaba, de forma muy latente aunque estilizada, Zhang Guangyu en su serie, haciendo que el grupo de viajeros atravesara varios países alegóricos de los diferentes problemas de la Nueva China. En primer lugar, los viajeros llegaban al Reino del Dinero (“Reino del papel moneda” en el original), que funcionaba como metáfora de la crisis del capitalismo occidental; en él, el dinero crecía en los árboles, aunque éste solo estaba al alcance de unos pocos. El dinero lo gobernaba todo en aquella nación, y como les sucedió a muchos chinos, solo se podía huir de ella mediante sobornos.
A continuación, llegarán al Reino de Aiquin, una sociedad esclavista inspirada en el antiguo Egipto…o al menos aparentemente. Zhang hacía realmente referencia al tiránico gobierno de Qin Shi Huangdi, primer emperador y unificador de la China antigua. Aunque las opiniones sobre el personaje habían sido controvertidas a lo largo de toda la Historia, éste recibió una especial atención historiográfica durante el gobierno del Guomindang; Quin Shi Huangdi era comparado con el Generalísimo Chiang Kai-shek, tanto en su papel repeliendo las invasiones extranjeras (el Primer Emperador promovió alguno de los precedentes de la Gran Muralla, mientras que en el XX se intentó, sin éxito, expulsar al invasor japonés) como en su labor unificadora en el norte del país (se comparó la unificación de China con la Expedición al Norte de Chiang). Por lo tanto, la asimilación del reino de Aiquin con el gobierno del Guomingdang era especialmente clara para los ciudadanos chinos de aquel momento.
Más tarde, los viajeros llegarían a la Ciudad de los Sueños Felices, donde se estila el American way of life, y donde la gente se preocupa únicamente por sus propias necesidades materiales. En este sentido, el propio Zhang resultaba ciertamente condescendiente, considerando la vida de la gran ciudad, como la propia Shanghái en la que pasó algunos de sus años más felices, como tremendamente decadente e inmoral (si bien durante su época más cosmopolita también había criticado algunos de los vicios de la sociedad de consumo).
Por último, al final del viaje, el grupo llegará al Reino de la Democracia, aunque en él no encontrarán tal, sino un régimen fascista, simbolizado en las personas de Hitler, Mussolini y el Almirante Tojo (resulta llamativa la omisión de Franco, habitual objeto de crítica de los comunistas chinos). Así, refugiado en el contexto de la fábula, que permite siempre a los autores salvaguardarse las espaldas, Zhang nos ofrece un final desolador, a modo de predicción sobre el futuro de la Humanidad. ¿Es el totalitarismo la única vía posible cuando se combinan los sueños de democracia y capitalismo o únicamente estábamos hablando de un mundo de fantasía?
Así acaba el viaje del Rey Mono, aunque no el de Zhang Guangyu, que no había hecho más que empezar. El triunfo del Partido Comunista Chino le favorecería enormemente, y en 1949 fue nombrado profesor de la Academia Central de Bellas Artes, donde su estilo, a medio camino entre la pintura decorativa popular y ciertos usos de las vanguardias occidentales, le hicieron más que popular. Finalmente, Zhang logró publicar su serie en formato libro a principios de 1958, donde sus críticas al extinto gobierno nacionalista calaron estupendamente ante el nuevo régimen maoísta.
Esta serie tendrá además una enorme repercusión, ya que Zhang será, algunos años más tarde, el encargado del diseño de personajes y de la dirección artística de la que posiblemente sea la película de animación más importante del cine chino, Uproar in Heaven (1965), adaptación del mismo Viaje al Oeste, y que empleó la estética de la serie; con ella, millones de niños y adultos, pudieron apreciar la construcción plástica de Zhang. El Rey Mono, utilizado por eruditos y autoridades como símbolo nacional, se convirtió definitivamente en el Mickey Mouse asiático para millones de niños. Y así continúa siéndolo todavía en la actualidad.
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Notas:
[1] La sátira comenzaba ya en el propio título, un juego de palabras que, sin embargo, el propio Zhang tradujo al inglés como The Wanderers.
[2] En este sentido, el diseño de los personajes principales es enormemente deudor del de la película Princesa abanico de hierro (1941), de los hermanos Wan Laiming y Wan Guchang, primer largometraje animado chino, que también adaptaba un pasaje del Viaje al Oeste.