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Arthur Schopenhauer: reflejos occidentales en el mundo budista – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 23 Sep 2016, and is filled under Historia y Pensamiento.

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Arthur Schopenhauer: reflejos occidentales en el mundo budista

Arthur Schopenhauer (1788-1861), el filósofo que Tolstói consideraba «el más genial de todos los hombres», fue, efectivamente, un personaje cuyas ideas marcaron el pensamiento de intelectuales, artistas, juristas, burgueses y marginados de la segunda mitad del siglo XIX.

El filósofo alemán ocupa una posición crucial en el desarrollo de conceptos y estereotipos occidentales. Sus ideales están relacionados con un pesimismo radical que, a veces, suele generar malentendidos y confusión. Esto es porque, cuando Schopenhauer empezó a implicarse en los estudios budistas, el continente europeo no tenía bastantes conocimientos para acoger una nueva forma de pensar. Probablemente, el objetivo de Schopenhauer era demostrar que hay otras maneras de ver, observar y, sobre todo, de sentir el mundo.

C. Flammarion. L'atmosphère: météorologie populaire (1888).

C. Flammarion. L’atmosphère: météorologie populaire (1888).

El sufrimiento es el fundamento de la vida. Los esfuerzos incesantes del hombre para alejar el sufrimiento sólo permiten que este último cambie de aspecto. Inicialmente, el sufrimiento es privación, necesidad, preocupación hacia la conservación de la vida. Vosotros conseguís alejaros del sufrimiento en este estadio y ese sigue volviendo de miles formas distintas, cambiando con la edad y con las circunstancias. El sufrimiento se transforma en deseo carnal, en amor pasional, celosía, envidia, odio, inquietud, ambición, avaricia, enfermedad y en una multitud de males diferentes. Por fin, si no consigue introducirse por otro tipo de disfraz, lleva el aspecto triste y lúgubre del disgusto y del aburrimiento … Entre el sufrimiento y el aburrimiento, la vida oscila sin parar. [1]

El velo de Mâyâ como principio de individualización:

Según Schopenhauer, el hombre tiene que aceptar el sufrimiento como esencia de la vida. El método más eficaz para hacerlo es perforar el velo de Mâyâ, es decir, de la ilusión cósmica. Esta última condiciona nuestra inteligencia, sometiéndola al principio de individualización.

Der Schleier der Maya es una invención que Schopenhauer presentó por primera vez en su obra El mundo como voluntad y representación, publicada en 1819. El filósofo alemán utilizó la palabra «velo» para indicar todas las religiones que se autodefinen como reveladas. Es como si esas religiones utilizasen el velo dos veces: la primera para representar el carácter ilusorio del mundo y la segunda para representar la oscuridad que procede de la revelación espiritual.

Además, el origen de la palabra mâyâ incluye las ideas de arte, producción, magia e ilusión. Mâyâ se refiere a todo lo que se produce mediante procedimientos artísticos o mágicos que siguen siendo percibidos como algo imaginario. Sin embargo, esa jerarquía de realidades relativas e ilusorias no puede ser considerada irreal. De hecho, lo que Schopenhauer quiere demostrar es la existencia de realidades repartidas en grados distintos. Negar uno de esos grados es metáfora de una cesura irremediable entre ser y existencia.

El ukiyo como transposición artístico-literaria del velo de Mâyâ:

La expresión japonesa ukiyo (mundo flotante) está seguramente relacionada con la impermanencia budista de la realidad. Se suele hablar de ukiyo tanto en literatura como en arte. De hecho, el ukiyo-e  (imagen del mundo flotante) representa una forma de arte popular que nació en Edo entre el siglo XVIII y el siglo XIX.

El ukiyo-e presenta al espectador escenas de la vida cotidiana, paisajes, actores famosos, cuentos folklóricos y héroes. Las imágenes del mundo flotante reproducen los burdeles autorizados, las casas de té y los distritos teatrales de las ciudades más importantes del período Edo (1600-1868). Estos sitios, poblados por prostitutas y actores de Kabuki, empezaron a adquirir notoriedad en Yoshiwara (el barrio rojo de Edo, después bautizada Tokio). Y fue así que esos personajes se transformaron en el icono de su tiempo.

Utagawa Kunisada. Fashionable brocade patterns of the Imperial palace.

Utagawa Kunisada. Fashionable brocade patterns of the Imperial palace.

Utagawa Hiroshige. Grullas y conejos.

Utagawa Hiroshige. Grullas y conejos.

Katsushita Hokusai. Treinta y seis vistas del Monte Fuji: La gran ola de Kanagawa.

Katsushita Hokusai. Treinta y seis vistas del Monte Fuji: La gran ola de Kanagawa.

Probablemente, La gran ola de Kanagawa es el cuadro más conocido de la pintura ukiyo-e. La reproducción de paisajes, importada por los comerciantes occidentales y chinos, era un método barato y simple para guardar recuerdos. Esas imágenes simbolizaban también el deseo japonés de mirar el mundo de otra forma.

Aunque el mundo flotante es transitorio e impermanente como un río que fluye, eso no significa que sea irreal. Es por medio del velo de Mâyâ que los hombres pueden alcanzar el Nirvana y sentirse libres.

Cuando el velo se alza delante de los ojos humanos, cualquier distinción que el hombre pueda hacer entre sí mismo y los demás desaparece. En ese instante, comienza a percibir los dolores del otro de forma personal y cuando está dispuesto a sacrificarse por el próximo significa que es capaz de reconocerse en todo lo que le rodea.

Como el hombre niega la Voluntad que se manifiesta en su persona, el hecho de que el otro pueda tener la misma reacción le parece totalmente normal. Entonces, cualquier sufrimiento externo es el bienvenido. Para el ser humano, esos males son simplemente una prueba, una oportunidad para demostrarse a sí mismo que ya no afirma su voluntad. Es así que el hombre consigue apagar el fuego de los deseos y de la cólera. Por fin, lo que Schopenhauer quiere explicar es la negación de la voluntad de vivir; negación a la que se llega cuando el conocimiento completo de la esencia se convierte en sedante de la volición.

Flores de cerezo en el mundo flotante,

mi sake blanco,

mi arroz negro. [2]

En este poema, Matsuo Bashô dibuja la vida como kami, como divinidad. El poeta se coloca en una unidad indisoluble, en la condición estática de la contemplación. Su vida, señalada por la pobreza, el budismo y la meditación aparece claramente en esos versos.

Según Bashô, los que quieren escribir poesías tienen que tomar en cuenta cuatro cosas: wa (armonía), kei (respeto), sei (pureza) y jaku (serenidad). A partir de esta ascesis, es posible llegar a un estado de éxtasis que puede ser suscitado solamente por la observación de la verdadera belleza. Es en ese momento en el que el haiku brota.

¿Podríamos considerar los ukiyo-e y los haikus como dos representaciones celebrativas de nuestra voluntad? ¿Podríamos afirmar con convicción absoluta que la filosofía de Schopenhauer está basada en el pesimismo cósmico? Quién sabe si después de haber reflexionado sobre su forma de ver el mundo, seamos capaces de transformarnos en un único cerezo y oscilar entre el miedo y la belleza compartida.

Notas:

[1] La rencontre du bouddhisme et de l’Occident, Frédéric Lenoir, traducción de la autora (francés-castellano).

[2] Haiku de Matsuo Bashô.

花にうき世我が酒白く飯黒し

松尾 芭蕉

*世間は花に浮かれているが、私の酒は白く、米は黒い。酒が白いのは濁酒だからであり、米が黒いのは玄米だからである。こうして初めて、酒の聖を知り、銭の神について覚るというものである。

*Las flores están flotando en el mundo, pero mi sake está blanco y mi arroz está negro. Eso es porque el sake es bruto y el arroz ha sido descascarado. Después de haber conocido  la pureza del sake, uno se acuerda del dios del dinero. Traducción de la autora (japonés clásico y moderno-castellano).

La versión japonesa del haiku de Bashô y su explicación están disponibles aquí. La versión del haiku en japonés y en inglés está disponible aquí.

avatar Alessandra Bruni Prenestino (3 Posts)

Licenciada en Lenguas y Culturas orientales por la Universidad «L'Orientale» de Nápoles, bibliotecaria, estudiante de Master 1 Didactique des langues (FLE/FLS) en la Universidad Sorbonne Nouvelle - Paris 3.


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One Comment

  1. Jose Maria Aristimuno P
    26/09/2016
    avatar

    Si logramos entender en nosotros el espejo de nuestra propia esencia, lo hemos logrado, el asunto es que ese reflejo a veces esta bruñido y nos confunde.
    Jose Maria Aristimuno P

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