Asuka Ninomiya es una joven estudiante de enfermería que se ha mudado con su familia a un piso. Tras escuchar unos extraños sonidos que proceden del piso de al lado descubrirá el cadáver de su vecino, lo que dará lugar a toda una serie de fenómenos paranormales.
El subtítulo de esta crítica bien podría ser “Hideo Nakata: principio y fin”. No es la primera vez en la revista que hablamos sobre Hideo Nakata y está película nos viene bien para cerrar el círculo. Si anteriormente hablábamos de él como el responsable de haber descubierto el cine de terror japonés de temática sobrenatural a Occidente, con esta película podemos contemplar el agotamiento y la falta de originalidad a la que está llegando este género. En resumen, The complex no está a la altura de El círculo (Ringu, 1998) o Dark water (Honogurai mizu no soko kara, 2002), que serían sus predecesoras.
Es difícil hablar de esta película sin desvelar su trama. Si bien hemos comenzado la crítica con la sinopsis resumida que encontraremos al teclear el título en cualquier buscador de Internet, tenemos que aclarar al espectador que esta sinopsis es una trampa: cuanto menos lea sobre la película, mejor. Los aficionados a este género cinematográfico están acostumbrados al típico fantasma vengativo japonés, así que el argumento no les parecerá original en absoluto. Pero aquí el fantasma del anciano que vivía al lado de Asuka es un MacGuffin, es decir, es un elemento que nos sirve para distraernos de la trama principal y que no tiene la importancia que se le da en un principio. Quizá esto sea lo que podríamos rescatar de esta película en su primera parte, que el argumento inicial sea falso y que a partir de ahí el espectador desvele la trama por sí mismo uniendo las piezas que se nos facilitan. La película, aunque narrada en tercera persona, se centra en el punto de vista de Asuka, la protagonista. Pronto aprenderemos a desconfiar de ella y de sus recuerdos para reconstruir la historia por nosotros mismos porque la dulce Asuka, que parece una joven como otra cualquiera, pronto nos revelará alguna que otra sorpresa.
Si la primera mitad de la película tiene cierto gancho, el desenlace no está a la altura y despierta cierto asombro risible más que terror. El ritmo de la película es lento en exceso, especialmente pasada la primera mitad. Decimos en exceso porque el ritmo del cine de terror oriental es normalmente distinto al del cine occidental, pero en este caso es francamente desmesurado.
Para resumir podríamos decir que la película representa el agotamiento de la fórmula que el propio Nakata inició y que no aporta nada nuevo al espectador aficionado al cine de terror japonés. No obstante tiene sus virtudes, por ejemplo la sinopsis falsa si no contamos cómo se ejecuta el desenlace. También nos gustaría terminar destacando tres elementos característicos de este cineasta que aquí vuelven a aparecer:
1- La sugerencia. Aunque en esta película es un elemento que se deja de lado a partir de la segunda mitad, es de destacar esta capacidad de causar terror por medio de la sugerencia. Es un recurso que se emplea especialmente mediante el sonido de las uñas arañando la pared. En El anillo o en Dark water era el sonido del agua o del teléfono, que llega a producirnos ansiedad y aversión. Otros elementos sugeridos que deberían causarnos temor y desconfianza podrían ser la aparición del número 4 (el vecino vive en el piso 401 y en esta planta han sucedido muertes en extrañas circunstancias) e incluso la ropa de Minoru. El número 4 es el número de la mala suerte en Japón y se usa a menudo en el cine de fantasmas, como bien vimos con Dark water. Minoru lleva la misma ropa en todo momento y su extraño comportamiento nos hace pensar en la camisa blanca que lleva. Vestimentas blancas son las que llevan los fantasmas en el ukiyo-e y en el teatro kabuki. Ambos elementos no se explican en ningún momento y se dan por conocidos por el espectador.
2- La soledad de la vida contemporánea japonesa. Dejando de lado el componente sobrenatural, la película habla sobre la soledad y la incapacidad de afrontar la pérdida de los seres queridos. Los dos personajes principales, Asuka y Shinobu, tienen graves traumas personales relacionados con la perdida de seres queridos y son incapaces de pasar página aunque aparenten lo contrario, especialmente Shinobu. Tampoco nos olvidamos del anciano, que muere en soledad en su piso y cuya muerte impacta especialmente a Asuka por sus problemas de afrontar su propia soledad, o del niño atrapado en el cubo de basura, del cual no damos más señas. Los acontecimientos en sí hablan por sí solos pero también la soledad se nos expresa de una manera más oculta: la vida en pisos cuyos vecinos no se relacionan entre sí y evitan el contacto, la relación entre los personajes, el uso de los colores fríos (especialmente la gama de grises)… De hecho la luz fría predominante contrasta con la luz cálida que se usa cuando Asuka está con su familia. Todo viene a sugerirnos la inmensa soledad de los personajes, que están solos aunque se hagan compañía entre sí.
3- La familia. Otras veces ha sido la maternidad lo que ha preocupado al director y aunque la protagonista no sea madre, asume este mismo papel a la vez que ella tiene una ausencia de un modelo materno.
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