La historia del underground psicodélico y el noise japonés mantiene una idiosincrasia particular que la separa de cualquier otra genealogía musical, y la entronca directamente con el avant-rock actual. Ya que no poseen ningún punto en común entre sí, intentar trazar una historia en común entre sus creadores y bandas parece una tarea ardua. Vamos a intentar esbozarlas y sintetizarlas a continuación a través de sus principales representantes, estableciendo paralelismos entre Oriente y Occidente.
La etiqueta underground psicodélico / noise japonés afecta, si no a todas las bandas, sí a un buen número de ellas. Éstas no tienen un concepto musical solamente regido por el hecho de interpretar y crear canciones, sino también basado en preocupaciones que van más allá del mero hecho musical, como pueden ser el interés por el espacio, la experimentación y radicalidad de sus propuestas. De esta manera, podemos decir que la mayor parte de las bandas que liderarán la independencia musical japonesa se caracterizarán por la creación de atmósferas densas, generalmente a través de la saturación instrumental, pero también mediante melodías asfixiantes y muy dramáticas, heredadas en ocasiones de la propia tradición artística de otras disciplinas, como el teatro Kabuki o la filosofía Zen. Intentan buscar la conexión de mente y cuerpo en un estado paralelo de conciencia fomentada, la mayoría de las veces, por la importancia excepcional que tendrá el ámbito del directo y la conexión con el espectador; el receptáculo de las emociones que la música y la melodía extrema proveen.
Sin pretender incurrir en demasiados nombres desconocidos, comenzaremos trazando los inicios, para a posteriori hablar de los sellos (el sello, deberíamos decir: el fundamental P.S.F. Records); las bandas y las influencias más importantes. Se tratará de una música, en ocasiones olvidada, pero fundamental para una cultura diferente que conforma el espejo en que se reflejará cierta juventud japonesa que buscará, al abrigo de esta música muchas veces incomprendida, un lugar en la sociedad.
La cultura japonesa experimentará una gran explosión artística tras la Segunda Guerra Mundial. La censura militar prohibirá cualquier manifestación artística basada en cánones occidentales: se debían tratar especialmente temáticas como la guerra y del odio al extranjero, especialmente a los anglosajones, con el fin último de hablar de la liberación de Asia. La propaganda militar y política se convertirá entonces en el núcleo temático del arte nipón, algo sobre todo evidenciado en el cine pero con influencia en el resto de las disciplinas artísticas.
Ante tal panorama, y acuciada por el impacto que supondrán las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, la sociedad japonesa experimentará un giro radical, caracterizado por dos factores determinantes: la emigración del campo a la ciudad y el consecuente crecimiento económico, que, a su vez, propiciará aún más el éxodo poblacional. Dichos movimientos migratorios no se realizarán sólo en busca de trabajo, sino también en pos de una educación, elemento fundamental en la sociedad japonesa, ya que las generaciones de los padres de los nuevos jóvenes occidentales de los sesenta no tenían una gran preparación académica. Los estudiantes nipones con mayor preparación y acceso a la universidad aparecerán ahora, a partir de 1945.
A la hora de hablar de la música psicodélica japonesa, es interesante comparar su evolución junto a la cultura psicodélica californiana, ya que, pese a su alejamiento geográfico, sus características son muy similares.
Desde 1965 en California el nivel de desencanto de la juventud y su visión del mundo es altamente preocupante. El nacimiento de la cultura Beat y el prototipo del Beatnik será la punta del iceberg de la contracultura americana, que tendrá influencia y resultado en la literatura con obras como En el camino (Jack Kerouac, 1957), Howl (Allen Ginsberg, 1956), o El almuerzo desnudo (William S. Burroughs, 1959). El paso a la música folk a comienzos de los sesenta, y con ello hacia otra forma de contracultura, será más accesible a los jóvenes. La palabra y la guitarra se conforman como dos armas mejor vistas que el lenguaje deslenguado de la Beat Generation, logrando que los jóvenes empiecen a tener una conciencia más amplia del mundo a través de la música. Sin embargo, el folk era, para la juventud de 1965, la música de sus padres. La solución sería el rock, que se mostraría, especialmente en la California hippie, como una expresión cultural protagonizada y dirigida por y para la juventud, pero profundamente politizada. La Guerra de Vietnam, la lucha de los derechos de los negros, la represión por parte de un país que pretendía mostrarse democrático hacia el resto del mundo, el capitalismo o la crisis de las universidades, harán que la nueva juventud, es decir, los hippies, se unan en pos de una nueva cultura que les pertenezca y a través de la que puedan tomar partido por su país.
En Japón ocurriría algo similar: a finales de los cincuenta y comienzos de los sesenta, muchos sectores de la sociedad se habían radicalizado por varias razones, entre las que destacaban el trato que Japón tenía con EE.UU. Muchos estudiantes llegaron a ocupar las universidades en su protesta contra la renovación del tratado de seguridad[1] entre ambos países. A esto se sumaba el malestar que generaba la presencia estadounidense en Okinawa o la hipócrita posición del gobierno japonés sobre la Guerra de Vietnam, que generaría un buen número de manifestaciones y fuertes confrontaciones con la policía.
La inquietud entre los jóvenes e intelectuales japoneses era evidente, tanto como lo era en Occidente. Si los jóvenes californianos demandaban una nueva “cultura de la juventud”, los japoneses hicieron del malestar y el activismo el núcleo temático de unas nuevas formas de expresión artísticas.
En Occidente, el rock psicodélico nacerá, en principio, al margen de la industria, por lo menos si atendemos al caso de California, a través de conciertos gratuitos y negándose a firmar contratos por parte de las bandas más importantes para no quedar absorbidas por la industria y, consecuentemente, por la ideología dominante.
Manteniendo esas premisas, la nueva cultura que nacerá de esa negativa a la industria será la psicodelia. Ésta nace de la mano del desencanto de la juventud con el mundo que han creado sus abuelos y sus padres. Así, el rock psicodélico se caracterizaría en principio por buscar estados alterados de conciencia, y por ello está, inevitablemente, unido al uso de drogas. El rock psicodélico era algo así como la banda sonora del viaje lisérgico y los estados alterados de conducta que permitían salir del lugar donde la sociedad te obligaba a permanecer.
El nacimiento de la psicodelia nipona posee distintas constantes. Es cierto que como movimiento musical irrumpe en una sociedad descontenta de sí misma y de lo que la rodea, pero nunca estará unido a las drogas como en Occidente (tanto en América como en el terreno anglosajón). Para los japoneses, la música es, en la mayoría de los casos, suficiente para desconectar del lugar donde uno está y lograr un efecto profundo en el oyente, algo heredado de la antiquísima tradición musical nipona.
Es difícil situar el comienzo de la psicodelia en Japón, pero parece que nace de la mano de varios Sound Groups o, lo que es lo mismo, grupos de rock que se dedican a hacer versiones de temas de bandas occidentales muy conocidas. Los elegidos para versionar son, principalmente, los grandes grupos del rock ácido californiano: Big Brother & The Holding Company, Grateful Dead o Jefferson Airplane, pero también grandes bluesmen clásicos americanos como Willie Dixon, Muddy Waters o John Lee Hooker. Uno de estos grupos será The Mops, quizás el más importante de los Sound Groups, influenciados a partes iguales por bandas de white blues británicas como The Animals o el acid rock californiano de Jefferson Airplane; alternando voces en inglés y en japonés.
Lamentablemente, estas bandas no parecían satisfacer los gustos de la juventud, que deseaba romper totalmente con lo establecido. La imitación no era suficiente para hablar del desasosiego de la adolescencia japonesa, por lo que los sonidos irán endureciéndose, hacia solos de guitarra más profundos, y virando hacia esquemas lisérgicos cada vez más marcados.
Un ejemplo de lo anterior son Yuya Uchida & The Flowers, que, con su disco Challenge (1969), imitarán el sonido del rock ácido californiano. Su vocalista Yuya Uchida calcará el primer timbre de voz de Janis Joplin, recordando al hipismo americano más acérrimo.
Mucho más interesantes serían los Sound Groups de blues, como The Helpful Soul, (su First Album de 1968 será su obra más representativa), que retomará a The Jimi Hendrix Experience (representantes del hard blues) y Cream como influencias más inmediatas. Otro tanto harán The Blues Creation, cuyo debut homónimo de 1969 está hecho a base versiones de clásicos del blues. Debemos resaltar su repertorio, similar al del mítico Blues Breakers With Eric Clapton de John Mayall, pero tocado con una fuerza extraordinaria. Posteriormente, esta banda madurará su estilo hasta alumbrar alguno de los discos de hard rock psicodélico más interesantes de su tiempo: Demon & Eleven Children (1971), donde destacan las potentes bases rítmicas y los solos de guitarra de Takeda, influido por Black Sabbath, con un sonido cercano a Incredible Hog, conformando uno de los mayores logros de hard progresivo.
Todas estas bandas dejaban constancia de un poso psicodélico que no tardaría en desarrollarse en los dos próximos años con bandas como Apryl Fool, que con su único álbum dará el primer ejemplo de puro rock psicodélico nipón, heredando toques de la Costa Oeste. Crearán elaboradas instrumentaciones en las que el Hammond y la guitarra tienen el protagonismo absoluto, llegando incluso a coquetear con la hard psych, o psicodelia dura.
Los miembros restantes de Blues Creation y Apryl Fool formaron en 1971 Melting Glass Box, cuyo álbum homónimo de 1971 será puro rock psicodélico.
Destaca, de la misma manera, el trabajo de The Flower Travellin’ Band, posiblemente, la gran banda de rock ácido de este tiempo, o al menos la más completa. Anywhere (1970), su primer disco, hereda el hard blues que ya se había hecho notar en bandas como Helpful Soul o el primer disco de la Blues Creation, pero aquí las versiones ya no son clásicos del blues sino Black Sabbath, King Crimson o el Louisiana Blues en la versión de Savoy Brown.
Escuchamos auténticos viajes lisérgicos llenos de ritmos y tremendos solos de guitarra, a veces realmente distorsionadas. Para su segundo disco, el inmenso Satori (1971), clara referencia al mundo Zen, la banda compone personalmente todo el material y, aunque hereda un sonido hard rock claramente británico (con Black Sabbath como referencia indiscutible), lo cierto es que el resultado es uno de los discos más interesantes de su tiempo, oscuro, lleno de cambios de ritmo, con melodías hipnóticas, riffs pesados y voces dramáticas. En Made In Japan (1972) la banda no resulta tan original como su anterior álbum, remitiendo nuevamente a Black Sabbath o King Crimson. En su siguiente álbum, el doble directo Make Up (1973), continúan la línea marcada por sus dos anteriores discos, que parecían dirigirse a un estilo más complejo, cercano al progresivo e incrementando el protagonismo de los teclados.
Será precisamente la Flower Travellin Band la que abrirá el abanico de posibilidades del rock a un gran público y a un buen número de bandas, pero no será la primera en hacerse con un nombre reputado dentro del underground, ya que Japón gozará de uno de los ambientes independientes más prolíficos de la escena, con grupos como Les Rallizes Dénudés o Lost Aaraaff.
Todas estas bandas heredaban la tradición de Group Ongaku (1958-1962),[2] donde la improvisación era la dueña de la música de la banda, liderados por Kosugi, luego fundador de Taj Mahal Travellers.
Les Rallizes Dénudés son una de las bandas más interesantes del rock nipón. Nacidos en el seno de las manifestaciones universitarias de Kyoto y liderados por Mizutani Takashi a la guitarra, los Rallizes serán la banda más radical de este periodo, tanto política como musicalmente, hecho que les colocará a la sombra de otras bandas. Revolucionarios de la extrema izquierda, nunca contarán con un fuerte apoyo por parte de los medios, lo que los llevará a ser el eterno grupo de culto en los treinta años en que mantendrán su vigencia, (en concreto hasta 1996), siendo la banda más psicodélica de este periodo.
Sus conciertos se erigirán como auténticos viajes lisérgicos, dominados por unas distorsionadas guitarras, un uso psicodélico de las luces y representaciones pseudo-teatrales en el escenario,[3] algo que les une claramente tanto a la Velvet Underground como a la Factoría Warhol, que entendía la música como una forma total de escenificación en comunión con el público.
El free jazz (referencia fundamental para los Rallizes y el resto de las bandas, que partirán de las grandes obras del género de Archie Shepp, Ornette Coleman o John Coltrane), el surrealismo, los textos oscuros y revolucionarios son las constantes de su obra. Destaca especialmente la repercusión de mediática de los Rallizes, sobre todo desde 1967, año aproximado del nacimiento de la banda. Se verán implicados en más de un incidente con la policía y el Ejército Rojo, incluyendo contrabando de libros prohibidos, manifestaciones e, incluso, secuestros terroristas. Otra característica de la banda serán sus escasas grabaciones. Lo que les interesaba era el contacto con la gente de los conciertos, donde no renunciaban a hacer propaganda. Durante sus primeros años grabaron algunos temas que no fueron editados hasta 1991, de forma que lo único que circulaba de ellos era un doble directo de 1973 llamado Oz Days Live.
Los Rallizes Dénudés fueron la banda seminal de este periodo al unir música, representación y narratividad, de la misma forma que The Mothers Of Invention de Zappa lo habían sido en California, pero con una diferencia fundamental: si para Zappa el sarcasmo era la forma de llevar a cabo esas ideas, los Rallizes usarán el ruido y la radicalidad.
Hacia 1970, y dentro del rock más radical, nacen los inclasificables Lost Aaraaff, liderados por Keiji Haino e influidos por los sonidos del free jazz de Albert Ayler y Ornette Coleman; banda que, como los Rallizes, estaba fuertemente politizada. Al parecer no grabó ningún disco en vida, pero a comienzos de los años noventa empezaron a salir a la luz diferentes grabaciones de los años setenta. Keiji Haino, líder de la formación, será también miembro de Fushitsusha o Vajra, conformando una de las personalidades más interesantes del paisaje experimental nipón.
Lost Aaraaff son tremendamente complejos, y aunque toda la carrera de Haino es de similar dificultad, sus trabajos más interesantes son los firmados en solitario o con el trío Fushitsusha, influidos tanto por el free jazz como por los Doors o la Velvet Underground. Haino será una de las referencias mundiales del avant-rock, ya en los noventa. Los proyectos de Haino se caracterizaban por la libertad absoluta de las composiciones, de forma que las improvisaciones eran el centro de su música, donde se dejaban entrever otras influencias como el krautrock, o rock experimental alemán. Puede ser considerado el padre de lo que luego se ha venido llamando noise rock.
Habrá más bandas experimentales en toda la amalgama nipona: Taj Mahal Travellers, banda del ya mítico Takehisa Kosugi (Fluxus, Group Ongaku), se caracterizará por improvisaciones electro-acústicas, coqueteos con la música electrónica, y una radicalidad política que los entronca con los Rallizes, con los que incluso compartirán un álbum. Lo esencial de su música es la experimentación a la que someten a sus composiciones, que incluso hacen depender de instrumentos tradicionales japoneses.
Kosugi, posteriormente, fundaría la East Bionic Symphonia, que hereda la esencia de los Travellers pero aún más volcada a la electrónica, y ayudado por estudiantes de música que siguen sus patrones: rechazo de la música occidental por la improvisación grupal.
Otro músico influyente en el underground japonés será el teclista Masahiko Satoh (& Sound Breakers), dedicado al jazz más o menos experimental, que con su debut Palladium (1969) se convertirá en un referente del jazz japonés. Su faceta que más nos interesa en este caso es junto a los Sound Brakers, banda progresiva que grabará, Amalgamation, o Kokotsu No Showa Genroku, (1971), al lado de Hiro Yanagida (Apryl Fool, Food Brain) y Kimio Mizutani (Love Life Live + One y People); un disco cargado de jams psicodélicas pero dentro de un estilo marcadamente jazzístico, que posteriormente se dejaría influenciar por la música electrónica.
Las bandas de Takashi o Haino serían las más experimentales y pronto se convertirán en minoritarios grupos de culto. Más éxito tendrían las bandas psicodélicas que mezclarían el blues con el rock progresivo llegado desde Occidente, dando a luz alguno de los mejores grupos nipones de la historia, como Food Brain o Speed, Glue & Shinki, pero también Love Live Life + One o Flied Egg…
Sería injusto no reconocer el nutrido grupo de influencias de estas bandas, que absorben lo mejor de los grupos occidentales con un toque propio. Es innegable que The Beatles, The Rolling Stones y Pink Floyd influyeron a gran parte de estas bandas, pero también Zappa, Black Sabbath o los sonidos del krautrock. Japón albergará una de las escenas del rock más interesantes escenas del mundo. La voluntad de innovar y experimentar de las bandas japonesas de finales de los sesenta y principios de los setenta parece no tener parangón con ninguna otra. Se generarán un buen número de sellos: P-vid, Showboat, Belle Antique, Coca/Columbia Japan, Hagakure o, posteriormente, P.S.F., que llevarían a cabo las mejores ediciones discográficas, hoy prácticamente imposibles de encontrar incluso en Japón.
Como hemos visto, en la década que va de 1967 a 1977, los grupos japoneses tienen dos corrientes de expansión. Por un lado, los que heredan el sonido occidental, bandas que al principio copian a las bandas típicas anglosajonas y que, en el mejor de los casos, evolucionan hasta formar un sonido propio. Mientras, por otro lado, existe una corriente musical que, aun basándose en estructuras típicamente occidentales, reclama un sonido alejado de la música occidental.
Notas:
[1] El 8 de septiembre de 1951 EE. UU. convocó una conferencia que provocó importantes disensiones internacionales. La firma de un tratado de paz con Japón se había dejado en suspenso desde 1945, pero tras la victoria comunista en China en 1949, la alianza chino-soviética firmada en febrero de 1950 y el desencadenamiento de la guerra de Corea provocaron la urgencia de los norteamericanos. Japón fue reducida a sus fronteras de 1854, renunciando a territorios que, de hecho, ya había perdido en 1945: Corea, Formosa (Taiwan), las islas Pescadores y Kuriles y la parte sur de Sajalín. Todas las islas de antigua soberanía japonesa al sur del archipiélago nipón fueron puestas por la ONU bajo la administración norteamericana. De la misma manera, se permitía un rearme japonés limitado a 110.000 soldados en 1952. No se impusieron reparaciones de guerra, lo que provocó un gran descontento en muchos países asiáticos.
De la misma manera, el país nipón pasó directamente del estatuto de vencido al de aliado natural de EE.UU. en Asia mediante el Pacto de Seguridad entre ambos países firmado inmediatamente después del tratado de paz. Se tratará de un acuerdo bilateral, ya que británicos, australianos, neozelandeses y otros pueblos asiáticos que habían sufrido la ocupación nipona se negaron a firmar un pacto multilateral, siguiendo el modelo de OTAN. Si bien el tratado de paz fue generoso con Japón, el tratado de seguridad entre Japón y EE.UU. es claramente desigual, ya que concede a EE.UU. múltiples bases militares con un estatuto de casi extraterritorialidad, con derecho a introducir todo tipo de armas. Japón tiene prohibido denunciar el tratado y no puede firmar otros acuerdos de defensa con terceros países. Este tratado, renegociado en 1960, es la piedra angular del sistema de seguridad nipón y norteamericano en el Extremo Oriente.
[2] Grupo de improvisación colectiva iniciado en 1958 por Takehisa Kosugi y Shukou Mizuno, dos estudiantes de la Universidad Nacional de Tokio de Bellas Artes y Música. Pronto se les unieron otros estudiantes de música: Chieko (Mieko) Shiomi, Mikio Tojima, Genichi Tsuge y Yumiko Tanno; así como Yasunao Tono, del Departamento de Literatura de la Universidad de Chiba. Su primera actuación, y oficialización, fue en 1960 con motivo de su participación en el festival de “Danza y Música: Su improvisación conjunta” en Tokio. A lo largo de su historia participaron en conciertos de danza, simposios y festivales, y también en recitales de música de Toshi Ichiyanagi y Yoko Ono.
[3] Entre 1968 y 1969 los Rallizes colaboraron, incluso, con un grupo vanguardista de teatro, Gendai Gekijo.
El azar me ha encontrado con tu escrito, agradezco tal azar. Muy buen recorrido histórico y muy preciso. Gracias por compartir material de tanta calidad y, sobre todo, gratuitamente.
Saludos!
Agustín