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Aires del Este: El abanico japonés desde su aparición hasta el período Momoyama. – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 29 Abr 2014, and is filled under Arte.

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Aires del Este: El abanico japonés desde su aparición hasta el período Momoyama.

La sensibilidad artística japonesa excede con mucho a la occidental. La calificación de “arte” es difícil de adscribir a las manifestaciones de este pueblo antes de la apertura Meiji y la adaptación a los modos occidentales. De la misma manera que en el curso occidental del arte, se llegó al paradigma de que todo lo que haga un artista será arte, en Japón todo lo que haya realizado un ser humano puede, y debe tener, las cualidades de este: estética, funcionalidad y un espíritu tan profundo como el de su creador y, con el uso, como el de su dueño. Por ello la distinción occidental entre artes decorativas y bellas artes no tiene ningún sentido en la mentalidad japonesa tradicional. Siguiendo esta unificación de la expresión artística, el abanico tradicional japonés se adapta a las clasificaciones que nos esforzamos en crear en la pintura y sus escuelas y se contagia de sus esquemas en base a su similitud estilística o su autoría, el mismo artista que crea pinturas en soportes más dignos a nuestros ojos las crea en abanicos. Estos no sólo son piezas de arte, la importancia de estos objetos en la vida cotidiana supera su función práctica.  El abanico se hizo hueco en la vida diaria, en el quehacer de  la corte y en sus ceremonias, así como en los círculos religiosos[1], cobrando un papel vital en las relaciones sociales y la etiqueta de Japón. Por todo esto hemos afrontaremos su historia como la de un arte en desarrollo y evolución en la tierra del Sol Naciente.

Demostración de uso ceremonial del abanico.

Demostración de uso ceremonial del abanico: danza Kagura.

Durante todo su desarrollo el abanico,además de formarse según las modas imperantes ha sufrido cambios también respecto a sus usos: eran necesarios en el protocolo de la corte; se regalaban al novio durante su boda; servían como sistema de comunicación política; como mapas y postales; en juegos de habilidad como el ôgiotoshi; para  la ceremonia del té donde servían de receptáculo para pasteles; como álbumes de poemas… Y por supuesto eran usados en las artes escénicas, ya sean malabares, como los ejecutados por Hayatake Torichi, los bailes de geishas, el teatro Noh, o en la danza Kagura de los santuarios shinto. A esto debe añadirse que tenían su propio manual de uso y etiqueta. Cuando se caminaba se podía llevar abierto, pero en el momento de entrada a una casa en la casa se guardaba en la manga.  Una vez sentado el invitado lo colocaba al lado de la mano izquierda o delante del anfitrión. Dentro de casa ajena se podría juguetear un poco con ellos, pero nunca abanicarse con él a no ser que se estuviera en presencia de amigos muy íntimos y nunca delante de arreglos florales o ikebanas por respeto a estos trabajos. Sin embargo un sirviente si podría abrirlo y taparse con él la boca delante de su empleador para recibir órdenes de cerca.  Y en la ceremonia del seppuku se podría colocar delante del que iba a suicidarse en lugar del puñal como signo de su rebeldía si este era un hombre especialmente irreverente. Aún en la actualidad los sacerdotes sintoístas los llevan y con ellos hacen énfasis en sus ceremonias, cuando le hacen ofrendas al dios se lo colocan en su túnica tras la nuca, sin embargo, cuando estén rezando lo sujetan con sus manos y lo alzan hacia su cabeza.

Si quisiéramos averiguar donde aparecieron los primeros abanicos nos perderíamos en los albores del tiempo, pues coger una hoja para darse aire es algo bastante instintivo. Si bien su origen se asocia a Oriente no es fácil precisar más detalles. Los testimonios tempranos de estos  objetos son múltiples: aparecen reflejados en la Biblia; así como en una tumba de la decimoctava dinastía en Tebas;  o en la China de la dinastía Zhou (1050 a.C.-256 a.C.)donde se inventan en el  991 a.C. los abanicos de marfil. Si dirigimos nuestra mirada hacia el este vemos como todas las naciones asiáticas tienen el uso del abanico como algo antiguo en su memoria. En China nos encontramos ya con la pretérita creencia de que en los tiempos del emperador Hsien Yuan (ca. 2697 a.C.) era ya usado, y también hay testimonios sobre el emperador Tchao-wong  de la dinastía Zhou usando abanicos emplumados en el 1052 a.C.

Más adelante podemos encontrarnos con abanicos en todas las grandes culturas de la Antigüedad,  incluidas Grecia y Roma cuyos formatos se reciclarán para  uso litúrgico con la primera iglesia (usuaria del  flablellum[2]) y con esta por toda la Edad Media hasta que el comercio italiano traiga el abanico plegable en el siglo XVI que permanece en nuestros días.

Abanico de tipología uchiwa.

Abanico de tipología uchiwa.

Si nos centramos en la historia del abanico japonés podemos decir que esta comienza, como tantos otros asuntos japoneses, en China,desde donde llegarán a las islas niponas a través de Corea. Los primeros ejemplares que pudieron observar y poseer los japoneses son  los abanicos de pantalla o fijos que ellos llamaron uchiwa.

Suponemos que  la llegada de este instrumento fue acogida con atención junto con las grandes novedades que llegaban a las islas durante estos años gracias a las conexiones y al interés del emperador Shôtoku[3] (574-622) por la cultura china. Así poco a poco el abanico se abriría hueco entre el espíritu japonés convirtiéndose en parte indispensable del  traje nacional usado tanto por el emperador como por el agricultor más humilde. Esta omnipresencia fue clave en la diversificación de los abanicos, que se dividieron en  variantes dependientes del uso y del rango de su portador. Desde tiempos antiguos hasta la segunda mitad del siglo XIX el abanico  fue un objeto habitual para todos y cada uno de los habitantes de Japón y por ello la cotidianeidad de su uso se ha plasmado  en las demás artes, pudiéndose observar su forma como motivo ornamental en lacas, kimonos, emblemas, pinturas… incluso en  la configuración de las casas tradicionales,donde en algunos toko-no-ma[4] se exhiben abanicos junto con kakemonos.

Como es natural la primera representación de abanicos en Japón, será de ejemplares fijos o  uchiwa, la encontramos en una pintura de color de una pared interior en una tumba del siglo VI en Wakamiya en la prefectura de Fukuoka, siendo este del tipo ceremonial chino t´uanshan.

Si este primer pasola entrada y difusión del primer abanico en Japón- ya lo tenemos asegurado, llegamos a un punto discutido: su evolución.  Tradicionalmente se dice que el abanico plegable, conocido como ôgi,  se inventó en Japón, así lo relata la leyenda popular situada en el reino del Emperador Tenji (668-671).Esta leyenda cuenta que un hombre,Toyomaru, que vivía en Tamba en las cercanías de Kioto, estaba en la cama con su mujer cuando un murciélago irrumpió en la habitación. La mujer le pidió que lo echara del cuarto, él remoloneó, y entre tanto el murciélago voló demasiado cerca de una lámpara, se quemó las alas y cayó al suelo. Cuando el hombre se levantó a recoger al animal muerto le llamaron la atención las alas de este y se le ocurrió la idea de inventar un instrumento que batiera el aire como lo hacían las alas del animal plegándose y guardándose cuando fuera oportuno. De ahí que la palabra antigua para abanico plegable en japonés sea komori, murciélago.

Respecto a la veracidad de la autoría japonesa del ôgi existen numerosas discusiones: el sinólogo Irons afirma que la evolución de este abanico no pudo ser hallada en Japón a tan poco tiempo de su llegada y que el origen del abanico plegable sería chino[5]. Otras voces discrepan de la teoría de Irons, como los japoneses Nakamura y Kondo. Nakamura dice que dada la similitud entre el hiôgi y los mokkan (tablas de madera escritas con asuntos administrativos del periodo Nara) podemos aventurar un origen japonés en el que los mokkan abrían evolucionado uniéndose entre sí hasta llegar a la forma de un primer  abanico plegable. Como puntal de esta teoría tenemos en Tôji,  Kioto, una escultura de Kannon[6] con 20 tablas de madera inscritas (una data del año 877), que no estaban atadas pero tenían cada una de ellas dos agujeros en una parte, lo cual sería, quizás, una huella de un primer paso de esta evolución y posiblemente uno de los primeros “proto-ôgi”. Para Eikio Kondo este es el primer abanico japonés y lo clasifica como hiôgi de pleno derecho, además de sugerir que en esta época tendríamos ya el abanico de papel plenamente desarrollado aunque no se conserven ejemplares dada su naturaleza más delicada (el primer ejemplar conservado data del siglo XII y se guarda en el templo de Itsukishima).Si bien el origen del abanico plegable aún no está claro, la evolución de este en Japón fue tan acelerada y notable que ambas naciones, tanto China como Japón, le han dado tradicionalmente la maternidad del invento a Japón.

abanico 3

Representación pictórica de una dama de corte portando un abanico.

Aceptando que su origen, ocurriera en el lugar que ocurriera, data del siglo VII,no tenemos referencias literarias de este artefacto hasta el siglo X. En el Songshu, el relato oficial de la dinastía Song (960-1279) se dice que en el 988 un monje japonés, Chônen, presentó a la corte Song como obsequio varios abanicos plegables de corte, concretamente doce hiôgi y dos komoriôgi (tipos de abanicos plegables, el primero de madera y el segundo de papel). Lo que sugiere que, aunque se pudiera haber inventado este abanico plegable en China, no eran tan comunes como en Japón.

En el Japón de la era Heian (794-1185) vemos referencias literarias a estos instrumentos en los clásicos literarios del Genji monogatari y el Makura no soshi.  La popularización de estos objetos los llevaron a desarrollarse con gran lujo con el uso de materiales preciosos como el oro, la plata, y vivos colores, tanto que en el período Choho (999-1004) los hiôgi y komori fueron incluidos en una serie de leyes suntuarias para restringir el ornamento de estos.

Es en esta época cortesana es cuando alcanza gran esplendor el  abanico de corte hiôgi, el cual no se popularizó en China hasta el siglo XVIII e incluso entonces sólo como parte de cargamentos comerciales para Occidente. Sin embargo otros tipos de ôgi llegaron a Corea y China desde el año 960, para posteriormente ser adoptado por las prostitutas de la corte y más tarde por las damas cortesanas.

Las primeras representaciones plásticas de este tipo de abanico en Japón se encuentran en una sala del tesoro del templo de Tôji, una escena pintada del siglo X, también lo podemos ver en  el Chôgû Giga, en el Ban Dainagonemaki y  en el Genji monogatari emaki  donde aparecen muestras pictóricas de estos abanicos plegables.

El éxito de la nueva tipología fue fulminante y se integró perfectamente en la vida cortesana, incluso dio lugar al pasatiempo ôgiawase, una competición que en los siglos VIII-XI comparaba abanicos decorados con pintura o poesía con bellas caligrafías. También aparecen en el siglo XII  los primeros abanicos con sutras de papel de la secta Tendai.

Ejemplo de abanico con decoración pictórica y caligráfica.

Ejemplo de abanico con decoración pictórica y caligráfica.

Podemos observar entre estos ôgi  las producciones elitistas más lujosas, como por ejemplo hiôgi realizados enmadera de ciprés hinoki, usados en la corte imperial. En el caso concreto del abanico de la emperatriz, estaría normalmente compuesto  por 25-38 varillas que se pintarían exclusivamente motivos de crisantemo, pinos, azahar, ciruelos o camelias. Los habitantes de la corte podrían añadir  flores como el cerezo o incluso pájaros con colores diferentes dependiendo del rango del que los ostentara. Además  presentaban cordeles a juego con los colores de las flores. Las varillas se sujetaban con un hilo de seda de colores y donde acababan las varillas habría borlas compuestas por  siete cuerdas de siete colores anudadas.  De las guardas (las varillas exteriores, más gruesas protegen el abanico cuando está cerrado) caerían flores artificiales. Su clave tendría en el frente la forma de una mariposa y en el reverso la de un pájaro. Los colores son brillantes y vivos y conviven con nubes de polvo de oro y plata. Se trata de todo un juego  de  armonías y colores que unido a las vestiduras imperiales hubo de ser fascinante. Dentro de estos abanicos cortesanos había una peculiar excepción, aquellos que eran usados por los menores de dieciséis años, en la que en vez de elaborarse a partir del ciprés hinokise hacían con sugi, cedro japonés.

Ejemplo de abanico de corte.

Ejemplo de abanico de corte.

En época Heian no sólo triunfó el hiôgi, junto a él se popularizaron los abanicos de papel de uso común, la difusión de este objeto es muy amplia y existía una fuerte demanda, por ello vemos como dentro de los gremios establecidos en el siglo XII el de abaniqueros ya está formado con centro en el templo Eimeiji en Kioto (el cual creció tanto que en el período Muromachi ya satisfacía la demanda interna y  aún vendía a China).

Pasado un tiempo, según decaía el esplendor de la corte Heian, la militarización samurái abarca todos los factores de la sociedad, y el abanico no se libra de esta conversión. En el siglo XI aparecerá el gumpai, el abanico férreo de guerra de tipo fijo  cuya versión más avanzada aparecerá un siglo después: el tessen  que además de férreo  será también  plegable. El gumpai es un abanico de guerra fabricado con hierro y cuero con una  doble función, por un lado es un arma defensiva y ofensiva y por otro sirve de mando. Otro personaje que hace uso de este  abanico es el del árbitro del sumo usando ejemplares con la admonición “una mente, una voz” escrita en ellos para demostrar la inquebrantabilidad de las decisiones del árbitro.

Grabado que  representa un combate de sumô en el que puede verse al árbitro portando un abanico.

Grabado que representa un combate de sumô en el que puede verse al árbitro portando un abanico.

Los abanicos de guerra aparecen constantemente en la tradición, como en la historia de Takeda Shingen y Uesugi Kenshin en la batalla de Kawanajima en 1561 cuando en medio de la batalla Uesugi Kenshin logró colarse entre las filas enemigas hasta el puesto de comando principal donde se hallaba, totalmente desprevenido Takeda Shingen el cual salvó su vida gracias a su tessen. También se dice que Minamotono Yoshitsune venció al gran monje guerrero Bankei con un tessen. Y Araki Murashige salvó su vida con un tessen cuando Oda Nobunaga intentó asesinarlo. A estas historias podemos añadir el arte marcial del tessenjutsu enseñado por el clan Yagyû (instructores de los Tokugawa) en su dojo de Yagyû Shinkage-ryû.

Grabado en el que se representa una de estas leyendas de guerreros combatiendo con sus abanicos bélicos.

Grabado en el que se representa una de estas leyendas de guerreros combatiendo con sus abanicos bélicos.

Estos abanicos bélicos no dejarán de poseer la belleza característica de los instrumentos de guerra japoneses, ya que la búsqueda de la belleza es una misión que alcanzaba toda actividad cometida por la élite samurái que se preocupó de hallar el equilibrio entre bu y bun, las artes de la guerra y las de la paz. La militarización del arte no eliminará lo cortesano ni mucho menos, una vez entremos en el período Kamakura  la corte seguirá desarrollando sus quehaceres. De hecho el énfasis en el conocimiento de las artes de la corte, tal y como se practicaba en la época Heian fortalecía la autoridad aportando la dignidad y prestigio necesario para gobernar una nación. Así entre las muchas facetas que dominarían un buen samurái y su familia  estaban el conocimiento de las artes y el mecenazgo de artistas y artesanos  especialmente, en esta época de influencias externas, de aquellos de las escuelas zen.

Ejemplo de tessen.

Ejemplo de tessen.

A finales del Kamakura y principios del período Muromachi, llega una nueva influencia china introduciendo el papel por los dos lados del país del abanico, es decir por las dos caras del mismo.

En el siglo XIV, el peso que los abanicos tenían en la cultura era innegable, tal como aparecía reflejado en multitud de manifestaciones artísticas, en las que se convertía en un elemento ornamental más.

Dentro de su constante evolución, en el  siglo XV aparecen  el suehiro  o suyehiro un abanico usado en la corte y posteriormente heredado por los actores de teatro Noh, y el bombori  surgidos ahora por el nuevo grosor del país de doble hoja que ensanchaba notablemente la pieza, dada la disposición de sus guardas que se comban hacia dentro dan la sensación de nunca estar cerrados.

El actor Ichkawa Danjuro actuando en una obra de teatro noh con la máscara "Hannya". Grabado ukiyo-e, obra de Kunichika, 1893. En él puede verse al actor portando un abanico en la mano izquierda.

El actor Ichkawa Danjuro actuando en una obra de teatro noh con la máscara “Hannya”. Grabado ukiyo-e, obra de Kunichika, 1893. En él puede verse al actor portando un abanico en la mano izquierda.

Junto con estas nuevas formas en el período Muromachi la pintura de abanicos pasa a formar parte de la disciplina pictórica  general, muchos artistas se dedicaron a ello, las mejores obras no llegarían ni a montarse, se quedarían en tan solo países que el artista creaba tan sólo para demostrar su habilidad y la posibilidad de adaptarse a este medio.

Un poco más adelante, en época Momoyama, surge con fuerza una actividad que calará profundamente en la cultura japonesa: la ceremonia del té elaborada por Sen no Rikyû (1522-91), que incluirá en su ritual un pequeño abanico que jamás se usaría para abanicar (actividad no permitida en esta ceremonia)sino para sostener dulces: el rikyûôgi, un abanico de tres varillas y papel grueso. La ceremonia del té es un ejemplo de su concepción unificadora del arte y la vida, la obra de arte total, que da encuentro a todas las artes tradicionales japonesas: el vestir, la cerámica, la caligrafía, la arquitectura, la gastronomía y cierta performatividad,  el hecho  de que incluya un abanico en esta nos deja claro la importancia de este objeto en las artes y en  la vida cotidiana japonesa.

Notas:

[1] Es tal su relación con lo religioso que según el estudioso de la religiosidad japonesa  HirokoYoshino el abanico plegable deriva del uso de la hoja del biro, cortado en forma de mano humana por mujeres chamanes en rituales místicos.

[2] Un tipo de abanico de grandes proporciones que cuenta con un mango muy ornamentado y un cabezal de plumas o tela con el que se apartaban los insectos voladores de la sagrada forma.

[3] Impulsor del budismo fuertemente interesado por la cultura de China.

[4] Pequeña habitación en estilo tradicional japonés, con piso de tatami, donde se cuelgan rollos desplegableskakemonojunto con ikebana o arreglos florales.

[5] IRONS, J.N., Fans of Imperial Japan, Hong Kong, KaiserreichKunts, 1981, p.40

[6]Kannon es un bodhisattva (figura del budismo que hace referencia a aquellos que siguen la senda de Buda), tradicionalmente vinculado a la compasión y muy venerado en el budismo mahâyâna, muy extendido en Japón.

avatar María Galindo (40 Posts)

Estudió la Licenciatura de Historia del Arte y un Máster de Estudios Avanzados especializándose en Arte Extremo Oriental en la Universidad de Zaragoza. Trabaja como profesora de Historia del Arte, cronista, divulgadora y conferenciante. Actualmente, sigue formándose en la Universidad Complutense de Madrid cursando un Máster de Gestión del Sector creativo y cultural.


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One Comment

  1. Виктор
    06/12/2015
    avatar

    Casi limitado a su uso ceremonial en China, sin embargo en Japon el abanico ha estado unido a lo cotidiano y a lo artistico; sobresalen en especial los relacionados con la ceremonia del te, los usados como objetos en el ritual Shinto, y los abanicos del atrezo teatral, como los exhibidos en los dramas Noh y el «tessen» o abanico de guerra .

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