Hideaki Anno es, quizás, uno de los directores de cine de animación más conocidos fuera de las fronteras niponas. Su fama queda solo eclipsada por la del propio Hayao Miyazaki o por Mamoru Oshii, conocido especialmente por la adaptación al anime del manga Ghost in the Shell, del mismo modo, Hideaki Anno resulta significativamente conocido por la saga Shin Seiki Evangelion (extendida internacionalmente como Neon Genesis Evangelion).
No hace mucho, ambos animadores fueron homenajeados en España como parte de la exposición Proto Anime Cut que dedicó La Casa Encendida al mundo del anime japonés. La muestra planteaba un prisma curatorial distinto, que buscaba el talento artístico en la creación artesanal de fondos para anime de ciencia ficción. Se incluían también proyecciones y, entre ellas, destacaba un fragmento en el que tres EVA se enfrentaban contra un Ángel especialmente poderoso. Los primeros se constituían como grandes androides controlados biológicamente por pilotos muy jóvenes, mientras que los segundos eran amenazas indeterminadas que continuamente trataban de atacar al ser humano. Ambos forman los pilares fundamentales sobre los que se alza Neon Genesis Evangelion.
El anime se insertaba perfectamente en el género mecha (principalmente, aquel que tiene como protagonistas a robots gigantes) ambientado en un futuro distópico (al que prácticamente habríamos alcanzado, ya que todos los hechos acontecen en torno al 2015), en el que la humanidad vivía sumida en un desastre ocasionado por la llegada de los Ángeles, extraños seres que, sin ninguna explicación, aparecían periódicamente con la única finalidad de causar destrucción. La organización militar más poderosa del globo, el NERV, habría concebido los EVA como grandes androides capaces de enfrentarse a esta amenaza. Sus pilotos eran jóvenes adolescentes, apenas niños, que se enfrentaban a sus peores miedos a la hora de tripular unas máquinas peligrosas, que iban más allá de su propia percepción. Ésta era precisamente la novedad que introducía Hideaki Anno en una tierra que, entre otros, había visto aparecer al Astroboy de Osamu Tezuka: el director incluía una profunda construcción psicológica de cada uno de los personajes. Los dotaba de una profundidad que, sino era inédita hasta el momento, sí que resultaba especialmente singular. La lucha entre la máscara impuesta para encajar en la sociedad y la propia personalidad interior es una constante en toda su obra, plasmación en realidad de su propia lucha existencial: de carácter retraído, Hideaki Anno pasó gran parte de su infancia sumergido en el mundo del manga y el anime, consumiendo ingentes cantidades de cultura popular (tanto de origen japonés como extranjero) que condicionaron su obra posterior. El marco de desarrollo fue durante muchos años el proporcionado por el estudio GAINAX (un papel parecido al que tuvo el estudio Ghibli para el desarrollo de la obra de Hayao Miyazaki), cofundado por él mismo junto a futuros dibujantes como Yoshiyuki Sadamoto, originalmente con el nombre de Daicon Film. Poco antes, Hideaki Anno había participado como diseñador de personajes y fondos en Nausicä del Valle del Viento. El talento del joven director sorprendió a Hayao Miyazaki, que le permitió desarrollar algunas de las escenas más complicadas del film.
De estudio GAINAX surgió no sólo el conocido mecha, sino también Nadia: el secreto de la piedra azul, película que (al igual que en el caso de El castillo en el cielo de Miyazaki), se encontraba en parte basada en Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, o Gunbuster, un anime mecha que serviría como base para Neon Genesis Evangelion. Tras su saga más conocida, el director dirigió la mayoría de los capítulos de la serie Kareshi Kanojo no Jijou, comedia romántica conocida en Occidente como Kare Kano, que acabó encontrando problemas de producción que propiciaron la salida de Anno y la entrada de uno de sus discípulos en la dirección. El autor volvió en ese momento a trabajar para una serie de cortos en Ghibli, sin olvidar en ningún momento muchos de los rasgos que resultan característicos de su obra, entre ellos el peso de ciertas metáforas para potenciar la construcción de sus personajes: si líneas arriba hablábamos de la profundidad psicológica de los protagonistas de Neon Genesis Evangelion, ésta se conseguía en parte recurriendo a elementos de mobiliario urbano (como postes de luz, que conducen la electricidad y comunican a través de los cables del teléfono, pero que realizan dicha actividad en total soledad) o a metáforas ferroviarias que configuran lugares donde escaparse y reflexionar ante un mundo cada vez más urbano, industrializado y solitario. El uso de trucos como la aparición de intertítulos, potencia el carácter reflexivo de sus obras, en ocasiones tachado de lento y aburrido. El personaje de Shinji Ikari se constituye casi como un trasunto del propio director, de sus miedos y demonios internos, entre los que se suele encontrar un componente sexual: la relación de Shinji con las mujeres de su entorno es desigual y extraña. Supone en cierta manera el mejor ejemplo del paso de la adolescencia a la madurez y de la pérdida de la inocencia. Todo ello se constituye sobre la base de una banda sonora cuidada, que en el caso de Neon Genesis Evangelion ha alcanzado características de mito entre los fans. Su autor fue Shiro Sagisu, que ha colaborado también en animes actuales como Bleach.
El conjunto posee toques dramáticos, configura una construcción única que hace que el espectador empatice rápidamente con ella (a pesar del atrezzo futurista) y se sumerja en el argumento uno de los más complejos y logrados del anime, en particular, y del cine de animación, en general.
Para saber más:
Por si no había quedado claro, recomendamos especialmente al lector el visionado de Neon Genesis Evangelion, la mejor forma de zambullirse en la obra de animación de Hideaki Anno. Para introducirse en su vertiente como director de imagen real (infravalorada a pesar de la plasmación perfecta de muchas de sus obsesiones y de los rasgos característicos de su cine) se puede comenzar con Shiki-Jitsu, que precisamente narra la historia de un director de anime que se enamora de una mujer totalmente desconectada del mundo real.