El Chi Kung es un arte milenario originario de la antigua China sin una procedencia ni datación concreta. Actualmente abundan las referencias a esta disciplina, atribuyéndose a maestros y lugares específicos su origen y erigiéndose en sucesores de ellos cualquier instructor llegado de Oriente a dar clases en Europa. Lo cierto es que las referencias primitivas al Chi Kung son escasas en fuentes y contenido, pues la principal vía de transmisión de conocimientos ancestrales era oral, y si se busca información en textos escritos nos encontraremos con la barrera idiomática: los pocos documentos que mencionan técnicas de Chi Kung están escritos en una caligrafía china que tiene más de dos mil años. A partir de aquí aparece la dificultad en las traducciones al idioma chino actual y a los idiomas occidentales, por lo que, en la mayoría de los casos, ni siquiera los nombres de los ejercicios se corresponden entre las fuentes consultadas.
Se puede afirmar que la historia del Chi Kung se divide en tres períodos:
Primero: un Chi Kung de origen taoísta. Se cree que se inició coincidiendo con la aparición del I Ching (el libro de los cambios o mutaciones, hacia el 2400 a.C.) y se prolongó hasta la dinastía Han (206 a.C. -220 d.C.), época en la que el budismo fue introducido en China desde la India.
Segundo: un Chi Kung religioso que engloba conceptos taoístas y budistas en su práctica y que se extiende hasta la dinastía Liang (502-557).
Tercero: un Chi Kung marcial basado en la teoría y los principios del Chi Kung taoísta y budista, que introduce técnicas marciales cuyos orígenes, principalmente, se encuentran en el monasterio Shaolin y finaliza con la caída de la dinastía Ching (1911). Se divide en dos vertientes: escuela Wai Chia (externa) y Nei Chia (interna), la primera de las cuales se desarrolló en el monasterio Shaolin mientras que la segunda lo hizo en el monasterio de Wuttang. De esta última surgen estilos como el Tai Chi Chuan. La diferencia entre ambas está en que el chi se genera en el cuerpo, en la escuela interna, en lugar de hacerlo en las extremidades, como en la externa.
En cualquier referencia al Chi Kung es inevitable ofrecer una explicación del concepto de chi. Al tener una base de medicina tradicional china, los fundamentos para esta última y el Chi Kung son comunes: el cuerpo humano es atravesado por diferentes meridianos o canales por los que discurre el chi. Este vocablo antes explicado se puede definir como una energía vital que, conforme a las teorías del yin y yang, nos proporciona un estado saludable cuando se encuentra en equilibrio. Únicamente cuando este último se rompe, sobreviene la enfermedad al ser humano. Si la medicina tradicional china ofrece remedios para la salud con técnicas de acupuntura, fitoterapia (uso de hierbas y plantas medicinales) y moxibustión (quema de barras de carbón de artemisa y su aplicación en el cuerpo humano), el Chi Kung facilita el equilibrio completo por medio de ejercicios holísticos a sus practicantes.
Dentro de los sistemas de Chi Kung clásicos encontramos estilos como “las ocho joyas” o “las ocho piezas del brocado”, variando el nombre según las fuentes consultadas, “los cinco animales” y “los seis sonidos curativos”, todos ellos encuadrados en un Chi Kung médico por las propiedades ejercidas sobre la salud al realizar los ejercicios correspondientes a estos estilos. Además, podemos encontrar otro estilo clásico denominado “Los dieciocho budas cambian los tendones” o “las dieciocho manos de Lohan” correspondiente a un Chi Kung externo con origen en el monasterio Shaolin, que evolucionó con el paso del tiempo hacia artes marciales como el Tai Chi Chuan y el Kung Fu. Pocos estilos clásicos más han llegado hasta nuestros días, aunque actualmente la oferta de estilos y maestros sea abundante y, en muchos casos, se llegue a componer de infinitas tablas de ejercicios que han sido desarrollados a lo largo del siglo XX, cuando el Chi Kung partió de China para ser practicado en Occidente.
La práctica del Chi Kung se fundamenta sobre el desarrollo de una respiración correcta, una toma de conciencia de nuestro cuerpo físico unido a nuestra mente y una relajación general que nos permita ejecutar los ejercicios sin ningún tipo de bloqueo energético. Solamente para lograr el primer punto (respiración correcta) se precisan años de práctica y será a partir de entonces cuando podamos dar los siguientes pasos. Sin haberlo logrado, únicamente ejecutaremos unos movimientos físicos sin ningún fondo y entonces estaremos haciendo lo más parecido a una tabla de gimnasia.
La toma de conciencia de nuestro cuerpo físico unido a nuestra mente proviene de la influencia del budismo, en especial de su rama Zen, ejercida sobre el Chi Kung. Este concepto se debe principalmente al establecimiento, durante un tiempo, de Bodhidharma hacia el siglo VI en el templo Shaolin. Estar “aquí y ahora” es algo tan antiguo y sencillo que ya estaba presente desde las formas budistas de meditación Samatha y Vipassana. No en vano es a partir de esta última desde la que se desarrolla lo que se denomina actualmente “Mindfulness”, un término anglosajón que hoy ha alcanzado una enorme difusión y enorme prestigio, hasta el punto de ser objeto de estudio en muchas universidades occidentales.
El último paso es llegar a conseguir una relajación general que nos libere de los bloqueos energéticos. A ello nos referimos cuando el chi se estanca y no circula correctamente por los canales o meridianos de acupuntura. Solamente cuando esa relajación es completa y se basa en una respiración correcta, apoyada por la toma de conciencia de nuestro cuerpo físico unido a nuestra mente, se puede afirmar que se está realizando un trabajo de Chi Kung adecuado. Ello repercutirá de una manera notable en nuestro organismo e incrementará la energía vital que circula por nuestro interior, proporcionándonos la calma y serenidad necesarias, en pleno apogeo de una sociedad estresada que camina hacia el primer cuarto del siglo XXI.
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