Hace unas semanas recordábamos el terrible ataque terrorista que sufrió Estados Unidos en 2001 a través de la visión del cine. Hoy vamos a seguir hablando de grandes catástrofes llevadas a la gran pantalla, pero esta vez no serán causadas por el hombre (aunque hay teorías conspiracionistas que dudan de ello y eso es algo que veremos más adelante) sino por la propia naturaleza.
Las fuerzas naturales pueden llegar a ser más peligrosas que las acciones del hombre, acarreando muerte y devastación. Lluvias torrenciales, inundaciones, desbordamientos fluviales, olas de calor, tormentas eléctricas, fuertes vientos, granizo, huracanes… todas ellas catástrofes naturales que han sido llevadas a la gran pantalla como escenario de historias, tanto ficticias como reales. Pero en este caso vamos a centrar nuestra atención en una de las más aparatosas y mortales: los tsunamis.
El continente asiático ha sufrido a lo largo de su historia en varias ocasiones estos accidentes marítimos. Uno de los más importantes de los últimos años fue el que tuvo lugar el mes de diciembre de 2004, en plena época navideña (día 25 o 26, dependiendo de la franja horaria que se tenga en cuenta), considerado el noveno desastre más mortal de la historia moderna con casi 300.000 pérdidas humanas.
La gran ola se originó por un terremoto submarino con epicentro en la costa oeste de Indonesia, a 120 km al oeste de Sumatra y a 30 km por debajo del nivel del mar. El movimiento tectónico fue bautizado por la comunidad científica como “Sumatra- Andamán” por su origen, aunque en algunos lugares como Reino Unido, Canadá, o Nueva Zelanda lo denominaron “Boxing tsunami” porque tuvo lugar el 26 de diciembre, el día de la festividad que lleva por nombre Boxing day.[1]
El terremoto llegó a alcanzar una magnitud del 9.3 en la escala de Magnitud de Momento,[2] siendo por ello el tercero en la lista de los terremotos más grandes de la historia, teniendo en cuenta que no es hasta 1875 cuando se comienza a registrar la magnitud de los movimientos tectónicos gracias a la invención del sismógrafo. Sólo es superado por el que tuvo lugar en Valdivia en 1960 y el terremoto de 1964 en Alaska.
No sólo destaca por su fuerza sino por ser, también, la segunda duración más larga registrada en lo que a fallas geológicas se refiere, durando entre 500 y 600 segundos (8.3-10 minutos aproximadamente). Fue lo suficientemente duradero e intenso como para hacer que el planeta vibrara un centímetro aproximadamente, repercutiendo en lugares tan alejados geográficamente como Alaska.
La gran masa de agua que asoló las costas asiáticas llegó a alcanzar los 30 metros de altura arrasando con casas, calles y poblaciones enteras. La tierra se vio sumida en el agua, trayendo consigo el caos, la destrucción y la muerte. Fue necesaria mucha ayuda humanitaria y la colaboración de los gobiernos de países de todo el mundo para intentar ayudar a los afectados e identificar a las víctimas (en la mayoría de los casos fue imposible), así como poder restablecer un mínimo de “normalidad” en esa zona.
Toda esta tragedia prontamente fue llevada a la gran pantalla, tanto dentro del género del documental como del de la ficción o un mix de ambos; pero siempre intentando mostrar tanto las causas como las consecuencias de esta catástrofe.
Uno de los documentales más importantes es el realizado por National Geographic con el título Tsunami, ola asesina. Este documental es anterior al accidente acaecido en 2004, pero refleja tan bien el panorama previo y posterior a este tipo de situaciones que fue de gran ayuda para aquellas personas que lo vieron y se enfrentaron a este desastre. Esto se refleja en la historia de Abdul Razzak, un empleado del puerto indio de Teresa Island que identificó lo que estaba ocurriendo en el puerto aquella mañana de diciembre gracias a la visión de dicho documental, por lo que supo reaccionar consiguiendo que evacuaran la zona cerca de 1500 personas y salvaran sus vidas. Abdul supo ver indicios de lo que iba a ocurrir, y es que los tsunamis pueden resumirse en tres fases, a grosso modo: la fase de temblores, a continuación se puede observar como la marea llega a alcanzar unos niveles excepcionalmente bajos y por último vuelve la corriente marítima a la costa con gran velocidad creándose olas de gran altura. La primera no es la única ni la más grande de las olas, por lo que hay que estar prevenido y no confiarse en que todo ha pasado y ser precavido, algo que supo hacer muy bien este joven portuario. Un testimonio real del poder educativo y el gran potencial del documental, convirtiendo a éste en una de las joyas de este género cinematográfico.
Si nos centramos en los hechos acaecidos, y en especial en sus consecuencias, la nómina de documentos existente es colosal. Estamos en plena época digital, donde todo el planeta está conectado gracias a Internet, donde todos podemos mostrar nuestras vivencias cotidianas, nuestros sentimientos y experiencias en las redes sociales, y donde todos podemos ser partícipes, en cierto modo, en ellas. Gracias a esto, en canales como youtube tenemos ingentes cantidades de vídeos e imágenes captadas por los propios supervivientes, en la mayoría de los casos, o por aquellas personas que dedicaron su tiempo a ayudar e intentar restituir la normalidad en las costas. Estos testimonios tienen una fuerza y una verdadad muy difíciles de superar, porque nos muestran la realidad vivida tal cual es, sincera, con el mero objetivo de presentarla al resto del mundo.
Dentro del campo de la ficción las historias suelen ser completamente distintas. La mayoría de los filmes que abordan estos temas, especialmente los americanos, caen en estereotipos y se centran más en las causas del accidente que en sus consecuencias. Unas causas que, por lo general, se asocian a malas prácticas del hombre. Es en este momento donde entran las teorías conspiracionistas de las que hemos hablado al principio, llegando a hablar del concepto de “eco-terrorismo”. Según estas teorías, con un fuerte componente de paranoia, los terremotos en alta mar estarían producidos por armas nucleares, bombas detonadas en las profundidades del océano cuyo fin último sería el de crear tsunamis que actuaran como armas de destrucción masiva produciendo un extraordinario genocidio.
En otras películas también se plantean las dudas acerca de si estos accidentes son predecibles y, por ende, evitables. Uno de los filmes que plantea esto es la coproducción de 2006 realizada por las cadenas de televisión HBO y BBC: Tsunami, el día después. Aquí se especula acerca de si se podía haber evitado la catástrofe si se hubiera atendido con la suficiente diligencia a la advertencia realizada años atrás por un prestigioso meteorólogo. Parten de personajes ficticios para contar una serie de historias que se esfuerzan por huir de estereotipos preestablecidos y por evitar sensiblerías fáciles. Son seis relatos, de muy diferente índole, los que nos muestran las consecuencias del tsunami: la historia de cómo un matrimonio busca desesperadamente a su hija desaparecida, las vivencias de Than, un camarero que se ha quedado completamente solo, sin familia, tras haber sido asolado su pequeño pueblo de pescadores, las dificultades de evacuación que sufre la familia Peabody, y la reacción de la propietaria de un hotel afectado por el incidente que solo piensa en el aspecto económico y en volver a recuperar su estatus económico; además refleja las labores de las distintas ONG, así como las distintas actuaciones y actitudes de la prensa. Unas historias ficticias que toman como marco una situación real y que se inspiran en los acontecimientos acaecidos para mostrar una realidad que se vivió en las costas asiáticas, cuyas consecuencias aún hoy en día, en cierto modo, se siguen arrastrando.
Hemos visto ya varios ejemplos, testimonios de este fatídico tsunami, sin embargo la película que muestra a la perfección el caos en el que se sume la población, la desesperación de sus víctimas y las dificultades ante las que se tienen que enfrentar para sobrevivir, es la producción española dirigida por Juan Antonio Bayona Lo imposible. La historia está basada en hechos reales: un joven matrimonio con sus tres hijos pequeños van a pasar las vacaciones de navidad a las costas de Tailandia. El tsunami les sorprende en la piscina del complejo hotelero situada justo al lado del mar. El resto del filme cuenta la historia de la encarnizada lucha por sobrevivir de los protagonistas así como del difícil camino que tienen que recorrer para volver a reunirse la familia al completo.
Una película con unos efectos especiales espectaculares que transportan al espectador a ese lugar, a esa terrible situación, que le hacen sentir la misma agonía y sufrimiento que las víctimas. Se huye completamente, y se logra de manera soberbia, de cualquier estereotipo existente en este tipo de películas. No nos habla de causas, de teorías conspiracionistas, ni siquiera de todas las consecuencias sufridas; no hay una sucesión de hechos evolutivos acerca de la catástrofe y lo que ello conlleva en todas las zonas afectadas, únicamente nos encontramos con la historia de una familia, cómo viven ellos la catástrofe y cómo para ellos se van dando diversas situaciones que escapan a su decisión y a su voluntad.
El director español se ha centrado en los sentimientos, en las sensaciones, en las emociones de personas concretas, de supervivientes, siguiendo la estela de otras grandes películas como Titanic (James Cameron, 1997) o Poseidón (Wolfgang Petersen, 2006), en las cuales también los supervivientes son los protagonistas de sendas catástrofes.
Lo primero de lo que somos testigos es del viaje en avión de la familia y de la preocupación del padre (interpretado por Ewan McGregor) acerca de si han puesto o no la alarma al salir de casa. Resulta irónico que su mayor preocupación sea esa teniendo en cuenta todo lo que les deparará su viaje, del paraíso vacacional al infierno terrenal donde todo será caos, muerte y desolación.
El film logra ser terrorífico en imágenes, psicológicamente sobrecogedor… un sufrimiento continuo unido al desasosiego de la pérdida son el hilo conductor de la historia, conseguido gracias al hiperrealismo de los espacios, ambientes y sobre todo por la sobrecogedora actuación de los actores. Un testimonio de cómo se amontonaban los cadáveres, del desconocimiento, del desbordamiento humano, del “no saber” en general.
Por todo lo dicho, los premios que obtuvo la producción española fueron numerosos, destacándose entre ellos nominaciones a los Oscars, Globos de Oro o los Critics Choice Awards, entre otros; y en su propio país consiguió 5 Goyas y 6 premios Gaudí. Además, la crítica en general la considera una de las películas de desastres más realista a nivel emocional y más aterradora de las últimas décadas por la recreación del tsunami y de sus efectos.
Como vemos, cualquier tema es susceptible de ser llevado a la gran pantalla. Los desastres naturales, las grandes catástrofes y las historias que se dan en torno a estas circunstancias no van a ser menos.
Tras el tsunami todo el planeta dirigió su mirada hacia las regiones afectadas de Asia, muchas de las cuales hasta ese momento se encontraban en el olvido. Una mirada que como hemos visto se reflejó en el cine y en las grandes superproducciones, siempre desde una óptica occidental, centrándose más en los propios ciudadanos occidentales, que por una causa o por otra sufrieron el incidente, o en los que fueron allí a ofrecer su ayuda; y no tanto en la población autóctona ni en las consecuencias que padeció el continente asiático. El escenario, el incidente, los hechos… son los mismos para todos pero los protagonistas de las historias, los puntos de vista y las realidades pueden llegar a ser completamente distintas.
Sea como fuere, nos encontramos con una serie de películas que sirven para mostrar una realidad, ya sea desde el documental o desde la ficción, desde el punto de vista de las causas o las consecuencias, de los afectados, de los culpables o los supervivientes; y que nos hacen ser más conscientes del mundo en el que vivimos y de su realidad, nuestra realidad.
Notas:
[1] El Boxing day o “día de las cajas” es una de las festividades que se celebran en todas aquellos países que en algún momento pertenecieron, de un modo u otro, al imperio británico. De origen antiguo, está relacionado con las donaciones que las clases altas realizaban a los pobres el día después de navidad. En la actualidad se siguen promoviendo las donaciones y las ayudas a los menos favorecidos, además de aprovechar esta fecha para realizar diversas competiciones deportivas, festivales…
[2] La escala sismológica de Ritcher es la más conocida y usada al establecer la magnitud de un terremoto,pero esta escala se usa solamente para aquellos movimientos sísmicos que se encuentran entre la magnitud 2.0 y 6.9; para movimientos de escala mayor se usa la Escala de Magnitud de Momento como en este caso.