La coproducción sino-americana Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny, se trata de la secuela de la afamada ganadora de cuatro Oscar Tigre y Dragón (2000), dirigida por Ang Lee. Esta segunda parte nos vuelve a trasladar a la China de la dinastía Qing (1644-1912), momento convulso en el que se producen toda una serie de luchas entre distintas facciones, pero sin llegar a alcanzar las cotas de calidad e intensidad de su predecesora.
Así, nos encontramos dieciocho años después de la muerte del gran guerrero Li Mu Bai (interpretado en la cinta original de Ang Lee por Chow Yun-Fat), estando su legendaria espada Green Destiny en posesión de la familia de su amigo Sir Te en Pekín. La formidable guerrera Yu Shu Lien (papel retomado por Michelle Yeoh), tras un prolongado retiro, se dirige hacia la capital tras la muerte de Sir Te. A su vez, el señor de la guerra Hades Hai (Jason Scott Lee), líder de los guerreros West Lotus planea alzarse sobre sus rivales y gobernar sobre el mundo de las artes marciales, misión para la que necesita estar en posesión de la tan poderosa arma. Para ello, con ayuda de una misteriosa hechicera (Eugenia Yuan), enviará al guerrero Wei Fang (Harry Shum Jr.) a robar la citada espada. En Pekín, Wei Fang verá desbaratado su intento de robo y caerá prisionero gracias a la intervención de la joven Snow Vase (Natasha Liu Bordizzo), una hábil guerrera de misterioso pasado y que se verá sumamente interesada en el ladrón. Preocupada por si el arma cae en malas manos, Yu Shu Lien pedirá ayuda a otros guerreros con el fin de proteger la famosa espada, llamada a la que acudirá un destacado grupo de maestros de artes marciales errantes, bajo el mando de Silent Wolf (Donnie Yen), un misterioso guerrero que comparte un pasado común con Yu Shu Lien.
Así a lo largo de la película seremos testigos de la encarnecida lucha entre los guerreros de Hades Dai y nuestros héroes por el control de Green Destiny, todo ello aderezado con la revelación de una serie de secretos e identidades ocultas que afectarán a los personajes y a las nuevas relaciones que surgirán entre ellos.
Acostumbrados, como estamos, a esta tendencia según la cual Hollywood se encuentra inmerso en la realización de toda suerte de secuelas cinematográficas, no podía resultar lejana la llegada de la continuación de la, hasta la fecha, película en lengua extranjera con mayor recaudación en suelo estadounidense, la ya mencionada Tigre y Dragón. Esta segunda parte esta dirigida por el veterano actor y especialista en coreografías de artes marciales, el hongkonés Woo-Ping Yuen, responsable entre otras muchas, de las fantásticas escenas de acción de cintas o producciones de calado como The Matrix (1999), la ya citada Tigre y Dragón, o las dos partes de Kill Bill (2003-2004). El guión, por su parte, corre a cargo de John Fusco, responsable de otras producciones de temática asiática, como la serie Marco Polo (2014-), emitida por Netflix.
Como su predecesora, la historia se basa en las novelas de Wang Dulu, (1909-1977), un renombrado escritor chino célebre sobre todo por sus trabajos en el género wuxia, en el que se narran las historias de afamados caballeros y maestros de artes marciales ambientadas en la antigua China. Uno de sus principales trabajos fue la pentalogía conocida como “Iron Crane”, nombre dado en relación a los títulos de la quinta y primera novelas, en cuyos cuarto y quinto tomo se basan tanto la espléndida Tigre y Dragón como su secuela respectivamente.
La cinta contó con una buena acogida en su estreno en las salas del gigante asiático, alcanzando una recaudación que sobrepasa por el momento los 32 millones de dólares, pese a contar con la polémica decisión de estar rodada enteramente en lengua inglesa, realizándose una versión doblada para su distribución en China. Esta fue una más de las críticas que se le achacaban acusándola de una excesiva occidentalización y alejamiento del género wuxia, en favor de un aspecto más cercano al de producciones de Hollywood. Estas opiniones contrarias, se vieron alimentadas debido a la decisión de filmar parte de su metraje en Nueva Zelanda, una de las razones por las que se contó con la colaboración de Grant Major (El Señor de los Anillos) como diseñador de producción.
Así, como hemos señalado, pese a la indudable losa que supone la comparación con su predecesora, uno de los grandes atractivos de esta cinta es la vuelta de parte de los antiguos protagonistas –caso de Michelle Yeoh, con su indudable elegancia y presencia en escena-, así como la belleza de su fotografía y banda sonora, a cargo de Shigeru Umebayashi, que retoma ciertos acordes de la música original. A ello habría que sumar la recreación de la China tradicional de los Qing, así como un buen repertorio de coreografías y secuencias de acción que contentarán a los amantes del género.
Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny está disponible en España a través de la plataforma Netflix a partir del pasado 26 de febrero.
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