Para Takao, el joven protagonista de esta película, la lluvia es un nexo entre el cielo y la tierra. Y como tal le gusta disfrutarla, por ello no coge el metro para ir a escuela los días de lluvia sino que da un paseo. Uno de estos paseos un día le lleva hasta un jardín tradicional japonés, un verde pulmón en medio de la moderna urbe donde vive. Allí conocerá a una misteriosa mujer mayor que él, de la que quedará irremediablemente enamorado.
Algunos críticos de Anime Advocates y Active Anime han señalado a Shinkai Makoto[2] como el nuevo Miyazaki y quizás esto sea una exageración, pero sin duda este sigue de cerca los pasos del gran autor al que reverencia. En esta película veremos algunos de los rasgos que engrandecen a este joven director y lo acercan a su admirado compatriota.
La historia que nos hace seguir a través de un joven y su relación con una mujer mayor puede parecer un relato un poco empalagoso para los espectadores menos románticos, o quizás algo simple para los demás en los momentos iniciales. Pero enseguida vemos como, si atendemos a los detalles, este pequeño cuento crece hacia un nivel más profundo gracias a la excelencia de una dirección artística que hace mella en el espíritu del espectador. Este se ve envuelto en un sueño estético cercano al zen donde hablan más fuerte las gotas de lluvia que las palabras. El camino por el que continúan los personajes a través de sus dramas personales está compuesto de leves sonidos cotidianos que resplandecen ante la escucha, el cortar las verduras se torna un acto lleno de alma y el crepitar de la lluvia en una parte indispensable de la banda sonora magníficamente desarrollada por el compositor nipón Kashiwa Daisuke, el cual colabora por primera vez con Shinkai (que hasta la fecha solo había trabajado con el músico Tenmon).
Otro centro simbólico en esta producción son los pies, el acto de andar y los sonidos de pisadas. No es casualidad que el joven protagonista sea un artesano autodidacta de zapatería ya que su misión es este mediometraje será la de enseñar a volver caminar a la coprotagonista en los senderos de la vida diaria de la que ella huye asustada por el mundanal ruido.
Sin embargo no todo en esta producción recuerda al Japón antiguo y su profundidad espiritual sino que la modernidad tiene cabida en ella. Sobre todo en su formato, un mediometraje que fue creado para su contemplación directamente en dispositivos electrónicos personales junto con el lanzamiento de un manga homónimo. Shinkai ya había experimentado con esta duración en su obra de 2002 “Voces de una estrella distante” en la que también experimentaba con el melodrama, eso sí, en este caso mestizado con la ciencia ficción. Estamos ante un formato que se nos presenta con la duración más cercana a un capítulo de una serie televisiva que al de una película al uso, pero que desarrolla una historia completa sin necesidad de un solo minuto más de metraje.
En resumen podríamos decir que se trata de una historia de amor contemporáneo desarrollada en un ambiente de belleza significante clásica japonesa, apta para todos aquellos amantes de la animación japonesa adulta.
Notas:
[1] Traducción del tanka (un tipo de poema de origen antiquísimo en el que normalmente dos enamorados se comunican crípticamente para proteger sus secretos de miradas ajenas) que usan en la película:
Narukami no shimashi toyomite sashikumori ame no furabaya kimiga tomaran Narukami no shimashi toyomite furazutomowarewa tomaran imoshitodomeba.[2] Aquí ha sido utilizado el orden japonés para los nombres colocando primero el apellido, luego el nombre. Podéis encontrarlo también como Makoto Shinkai.