El género magical girls es uno de los de mayor recorrido dentro de la industria del manga y anime, como también icónico de su imaginario pop a nivel internacional. Con el paso de los años y las décadas, las series magical girls nos han dejado clásicos atemporales de la talla de Sailor Moon (1991), Cardcaptor Sakura (1996) o Mahou Shoujo Madoka Magica (2011), entre muchas otras. En este sentido, las series magical girls siguen siendo, a día de hoy, un género activo y prolífico en la industria, ya sea con las producciones anuales de la franquicia Pretty Cure (abreviada también como PreCure series), de corte más “clásico” y de episodios autoconclusivos, o con apuestas más innovadoras y arriesgadas como la reciente Wonder Egg Priority (2021), que suponen una nueva deconstrucción del género y sus convenciones.
En el siguiente artículo, hablaremos de una época o “fase” del género un tanto olvidada, pero que, sin embargo, tuvo implicaciones cruciales para el desarrollo del mismo como también de la industria del anime: las series magical girls de los ochenta, mediante el caso de Mahou no Tenshi Creamy Mami, también conocida simplemente como Creamy Mami (1983).
Creamy Mami fue un anime crucial en la historia del estudio de animación Pierrot, en la cultura otaku ochentera y el desarrollo del género magical girls. Dirigida por Osamu Kobayashi y con un diseño de personajes a cargo de la ilustradora Akemi Takada (que también trabajó en las adaptaciones animadas de Kimagure Orange Road [1987], Maison Ikkoku [1986] o Patlabor [1988], entre otras), Creamy Mami cuenta la historia de Yuu Morisawa, hija de unos pasteleros de crepes que, tras un encuentro con extraterrestres, recibe durante un año poderes mágicos que le permiten convertirse en Creamy Mami, una idol mágica. Acompañada de los gatos mágicos Poji y Nega, como también de un variado elenco de personajes (como su amigo de la infancia Toshio), la serie desarrolla las peripecias de Yuu en el mundo de la música, la actuación y el espectáculo como la idol Creamy Mami a lo largo de todo el año en el que posee sus poderes mágicos, y cómo esas realidades se combinan con su vida familiar y escolar. Siguiendo un formato por lo general de episodios autoconclusivos, Creamy Mami estaba principalmente dirigida al público infantil y juvenil (pese a cosechar un importante éxito mediático entre el emergente aficionado otaku y el espectador japonés más generalista),con un tono general centrado en la comedia absurda y el musical, combinados también con ciertos tintes puntuales de drama y romance.
Junto a la adaptación animada de Urusei Yatsura (manga de Rumiko Takahashi, más conocido en Occidente como Lum [1981]), Creamy Mami también fue uno de los grandes éxitos del estudio Pierrot en sus orígenes, un estudio que en los últimos años se ha labrado una mala fama entre los aficionados por los “fastuosos” rellenos de los animes de Naruto (2002) o Bleach (2004), o por adaptaciones de dudosa calidad de exitosos mangas como Tokyo Ghoul (2014) o Kingdom (2012), entre otros motivos, pero que, sin embargo, no siempre ha mantenido este devaluado estatus. Hubo una época, más concretamente durante la década de los ochenta y noventa, donde el estudio Pierrot fue un pilar crucial para el desarrollo y evolución de la industria del anime. Series como Kimagure Orange Road, Yuu Yuu Hakusho (1992) o GTO (1998) fueron algunas de las míticas producciones que marcaron la “edad de oro” de Pierrot, donde además catapultaron sus carreras un talento de la categoría del director y animador Mamoru Oshii o la ilustradora Akemi Takada, entre muchos otros. Dentro de este esquema, Creamy Mami se convirtió en la primera serie de un compendio de producciones conocido como “las cuatro magical girls de Pierrot”. Poco después del éxito de Creamy Mami, series como Mahou no Yousei Persia (1984), Mahou no Star Magical Emi (1985) o Mahou no Idol Pastel Yumi (1986) se convirtieron en un filón de producciones primordial para el estudio Pierrot durante los ochenta, un filón centrado en el género magical girls del que más adelante se apoderaría el estudio Toei Animation en los noventa con Sailor Moon y las aportaciones de dicha serie al género, dando lugar a un modelo de negocio que Toei aún conserva gracias a la franquicia PreCure, pero que ya en los ochenta tenía un fuerte nicho de mercado en las producciones del estudio Pierrot.
Estas series del estudio Pierrot compartían diversas características comunes siguiendo el modelo introducido por Creamy Mami: el formato episódico autoconclusivo, donde primaba la comedia, con una protagonista niña o estudiante, acompañada de animales que le otorgan sus poderes mágicos para convertirse en magical girls, junto a la dicotomía entre la vida diaria y el ocultar su identidad como eje temático. Pero, de entre todas estas convenciones, el aspecto más característico que comparten todas estas series es la concepción de magical girl como idol, una caracterización que ofreció toda una nueva gama de matices al género, tanto a nivel temático como conceptual de su producción. Si bien la asimilación de la magical girl en el arquetipo pop de la idol puede entenderse como un tropo temático desde la perspectiva de las series shoujo, dicha concepción también poseía implicaciones comerciales notables, ya que, en la gran mayoría de los casos, las seiyuu[1] de estas magical girls también eran idols como profesión, lo que, en esencia, nos muestra cómo el estudio Pierrot introdujo el género magical girls dentro de lo que se conoce como el modelo media mix.
A grandes rasgos, entendemos como media mix ese modelo de mercado que expande la “vida comercial” y producción de una franquicia mediante varios medios (manga, TV, cine, videojuegos, películas…). Pokémon (1995) o Yu-gi-Oh! (1996), entre muchas otras franquicias, son algunos ejemplos de este sistema que, hasta cierto punto, está presente en la gran mayoría de producciones de la industria cultural japonesa contemporánea (mismamente, en cómo la mayoría de mangas de éxito reciben adaptaciones animadas o videojuegos, entre otras adaptaciones y medios, para expandir su popularidad y rendimiento económico).[2] La vertiente media mix de Creamy Mami, como también el del resto de series magical girls de Pierrot, residía en cómo estos animes servían para promocionar la carrera como idol de la seiyuu principal (dando voz, por tanto, a la magical girl en cuestión) e incentivar así el lanzamiento de nuevos singles, álbumes y todo tipo de contenido multimedia. En el caso concreto de Creamy Mami, la serie sirvió para iniciar y promocionar la carrera como idol de Takako Oota (seiyuu de Yuu/Creamy Mami), cuyo primer single fue Delicate ni Sukishite, opening de la serie que pertenecía al álbum Creamy Takako (1984), siendo también este su álbum debut como idol.
La fórmula media mix del estudio Pierrot con sus series magical girls cosechó tal éxito comercial y mediático entre el público que no tardaron en aparecer nuevas series por parte de otros estudios que imitaban el modelo de Creamy Mami. Por ejemplo, el anime Idol Densetsu Eriko (1989), del estudio Production Reed, donde, en este caso, el propio anime fue creado para promocionar la carrera como idol de Eriko Tamura, otra joven artista en ascenso que se encargó de interpretar los temas del opening y ending, aparte de que la propia protagonista de la serie estaba inspirada en ella. De hecho, podemos encontrar aspectos del modelo de Pierrot en series aún más posteriores, como puede ser la adaptación animada de Full Moon wo Sagashite (2002), donde la cantante solista Myco se encargó de dar voz a Mitsuki, protagonista de la serie que realiza su sueño de convertirse en idol gracias a los poderes mágicos de Takuto y Meroko, dos shinigami que se encargan de curar el cáncer de garganta de Mitsuki para que así pueda cantar.
Sin embargo, algunos de estos últimos ejemplos ya empiezan a distar de la fórmula popularizada por Creamy Mami, ya que, con el paso de los años, este tipo modelo media mix fue dejando de lado la vertiente magical girls para convertirse en un género conocido como idol anime, donde podemos encontrar franquicias como Love Live! (2013) como uno de sus exponentes más paradigmáticos, entre otros. Por su parte, el género magical girls siguió evolucionando y transformándose desde otras vertientes, como el super sentai,[3] gracias al éxito de Sailor Moon, o con re-lecturas más modernas e introspectivas, de la mano de series como Cardcaptor Sakura, Princess Tutu (2002) o Mahou Shoujo Madoka Magica, entre otras.
De este modo, podríamos considerar a Creamy Mami y el resto de series sucedáneas que siguieron su modelo como una “fase” dentro de la historia del género magical girls, una fase bastante sintomática de su época, en una industria del anime que estaba consolidando su mercado de consumidores especializados y aficionados, y que, con el auge de diversos medios (como las cintas VHS o los videojuegos), comenzó a conectar algunas de sus producciones con otros sectores, como puede ser la industria musical y, más concretamente, el mercado de las idols, con todas las prácticas controvertidas que ese mundo posee al respecto del trato de sus jóvenes artistas.
Para saber más:
Notas:
[1] Término por el que se conoce a los actores de voz en Japón, ya sea en doblajes, televisión o programas de radio.
[2] Puedes encontrar bibliografía sobre el modelo media mix en la industria cultural japonesa en la sección “Para saber más”.
[3] Género de acción caracterizado por un grupo de protagonistas que, tras “transformarse” con unos trajes, gadgets e incluso vehículos de distinto patrón temático y color, pero con una sinergia grupal común, se enfrentan a distintas organizaciones malévolas representadas en monstruos gigantes (daikaiju) o mechas. Series como Kyôryû Sentai Zyuranger (Mighty Morphin Power Rangers en Occidente [1992]) o incluso Saint Seiya (también conocida como Caballeros del Zodiaco [1985]) son algunos exponentes paradigmáticos del género super sentai.