Mao Zedong dijo que “las mujeres sostienen la mitad del cielo” y aunque analizar el significado que tenían estas palabras no es el objetivo de este ensayo, esta frase nos puede ayudar a comprender qué es lo que pasó para que en las últimas décadas, las mujeres conocidas como Iron Girls pasaran a llamarse Leftover Women, o como se conocen en castellano, “mujeres sobrantes”. Otro de mis objetivos es intentar responder la pregunta ¿por qué en China se considera que un grupo de mujeres sobra cuando los datos nos dicen que hay mayor población masculina que femenina?
Conocer a las Iron Girls
Tras la victoria y el ascenso de Mao Zedong al Partido Comunista y la creación de la República Popular de China (1949), en 1966, después de una serie de campañas y revueltas tuvo lugar la Revolución Cultural cuyo objetivo era acabar con todo aquel que se interpusiera o estuviera en contra del PCCh (Partido Comunista Chino) y, por extensión, de la sociedad china. Al igual que sucedía con el manifiesto comunista de Karl Marx que abogaba por la abolición de la familia burguesa, ya que esta suponía la reducción de la mujer a un “mero instrumento de reproducción”, con la llegada al poder de Mao al superar la desigualdad entre hombres y mujeres fue proclamada como objetivo revolucionario, lo que llevaría a la fácil aceptación de la Ley de Matrimonio de 1950. El objetivo de esta ley era acabar con el sistema feudal que mantenía a las mujeres en servidumbre del sistema patriarcal. Así pues, la doble función que la ley presentaba consistía en ser un instrumento de transformación social y un método para la regulación del matrimonio.
Otra de las reformas que llevó a cabo el PCCh, directamente relacionada con la Ley de Matrimonio, fue la Ley Agraria de 1950. El énfasis de poner el foco en la población campesina tenía como objetivo destruir el pensamiento feudal agrario y otorgar tierras tanto a hombres como a mujeres. Durante esta época la Federación de Mujeres (All-China Women’s Federation) fundada el 3 de abril de 1949 llevó a cabo el funügongzuo, “trabajo- (de/con la) mujer”, con el objetivo de introducir a la mujer a toda clase de servicios, trabajos en el ámbito político y social y activismo. Así, las mujeres comenzaron a ser económicamente independientes y a tener un estatus basado en la igualdad dentro de la familia. A causa de las campañas que llevaron a cabo los comunistas y de las concentraciones masivas femeninas, se instó a las mujeres a que participaran en la revolución, formando parte de la vida económica, la política y la vida laboral del país. Como bien se menciona en el capítulo 2 de La Ley del Matrimonio de 1950, “Para los comunistas la construcción social requería una transformación originada desde dos direcciones y un cambio en la economía a través de un cambio de conciencia”.[1]
Durante la Revolución Cultural (1966-1976) el liderazgo y la iniciativa de los jóvenes supuso un verdadero cambio, además de considerar a las mujeres como uno de los pilares fundamentales de dicha revolución. La imagen de la mujer fuerte y trabajadora fue muy admirada, como en el caso de la actriz Wang Zheng protagonista de la película A Safety Belt (1974). En esta película Wang es representada como una heroína de la revolución. Este tipo de mujeres eran conocidas como Iron Girls, es decir, mujeres trabajadoras que se incorporaron a la industria siderúrgica. Teniendo en cuenta que el componente visual y semiótico de los carteles fue otro de los elementos fundamentales en la Revolución Cultural, debido a la rápida necesidad de producción industrial y la tendencia de presentar a mujeres trabajadoras que no se limitaran a la industria textil (donde tradicionalmente debían de trabajar), comenzó una época de representación de mujer más asociada a trabajos, hasta entonces, masculinos.
Tras la década de la Revolución Cultural, donde la mujer a menudo era representada en los posters propagandísticos realizando actividades “típicamente masculinas”, alrededor de los años ochenta se ejerció una fuerte presión sobre la imagen de estas para que volvieran a sus labores más tradicionales, es decir, a labores más “femeninas” como sirvienta, camarera, madre o cuidadora. Dejó de haber una necesidad de instar a las mujeres a que lucharan contra las ideas y creencias preconcebidas tradicionales de desigualdad e inferioridad. Desafortunadamente en los años ochenta, mientras China abrazaba el capitalismo bajo la supervisión de Den Xiaoping, debido a la polarización de clases se abrió una brecha aún mayor entre los hombres y las mujeres. Las reconocidas Iron Girls fueron severamente condenadas a través del discurso que defendía que la liberación social de la mujer durante la Revolución Cultural fue la causante de su masculinización.
En la década de los años ochenta un gran número de mujeres migraron de las zonas rurales a la urbe en búsqueda de empleo, dando lugar a las conocidas “niñas trabajadoras” que constituyeron la mayoría de la mano de obra barata. A pesar de esto, la contratación de mujeres seguía resultando más cara (permisos de baja y descansos laborales por menstruación, lactancia de hijos, embarazo, etc.). Debido a todo ello, y coincidiendo con el reajuste estructural económico del momento, en lugar de salir a trabajar se exhortó a las mujeres a que regresaran a sus casas, a la vuelta al hogar. Recordemos cómo este mismo suceso ocurrió en EE.UU. durante los años cuarenta cuando las mujeres fueron animadas a unirse a la fuerza laboral mientras los hombres estaban en la guerra y cuando esta terminó se las obligó a que regresaran a sus hogares.
Volviendo al tema de la Ley de Matrimonio, en 1979[2] esta ley fue actualizada con la política de hijo único, cuyo control de la natalidad dejaba entrever el objetivo de disminuir la población y el aumento de la producción económica y social. Se permitió tener dos hijos en caso de que el primero fuera niña (aquí se puede observar el gran peso e influencia de la tradición Confuciana en China, la cual aboga por la prioridad de tener al menos un hijo varón en la familia), siendo las familias urbanas las que mejor se adaptaron a estas nuevas pautas. Se podría considerar comprensible que, debido a esta política y a la preferencia de los hijos varones, la expansión del aborto que vivió China durante esa época pudiera provocar un desequilibrio entre el número de hombres y mujeres y que esta inestabilidad resultara ser la gran amenaza para la estabilidad social del país.
Lo cual nos lleva de nuevo a la pregunta que nos hacíamos al principio, ¿cómo es posible considerar un colectivo de mujeres como el grupo “sobrante” cuando actualmente en China hay más hombres que mujeres?[3]
El desequilibrio social: el drama de las Shèng Nü
The older you become, the fewer choices [of men] you have. This is the common issue that we “leftover” women face. At the same time, your conditions are becoming higher and higher. You cannot look down and you can never find a suitable one.[4]
En la cultura china no casarse se considera el mayor signo de falta de respeto hacia los padres. La familia es considerada como el pilar básico de la civilización china y la descendencia una cuestión moral. ¿Qué es lo que ocurrió entonces para que China se enfrentara a una grave crisis del descenso de número de matrimonios acentuada en esta última década?
Debido al desequilibrio de la población, a la reducción del tamaño familiar y al incremento del nivel de vida, aumentó la inversión de la familia en la educación del único hijo o hija con independencia del género. Esto provocó que tanto las mujeres como los hombres obtuvieran títulos académicos y una carrera profesional mucho más alta y rica que la que pudieron tener sus familiares y, en consecuencia, entre otros tantos aspectos, que la decisión de casarse se postergara o incluso decidieran llegar a no casarse.
La tarea de encontrar pareja y casarse se volvió mucho más complicada, ya que las exigencias en la elección de pareja eran, y son, cada vez más rígidas. Para que dos personas se unan aún se debe considerar la edad, la educación, el origen familiar, el estatus económico y la posición política. Hoy en día la mayoría de los hombres tienen en cuenta muchas de estas características y prefieren mujeres más jóvenes que ellos cuyos sueldos sean inferiores a los suyos. En China si el sueldo de un hombre es menor que el de su compañera es tratado como objeto de burla.
Este hecho provoca una gran tensión entre las mujeres altamente cualificadas, tanto a nivel profesional como a nivel personal (como podemos ver en la cita que aparece al principio de este apartado). La preocupación de las mujeres por encontrar una pareja se suma al hecho de que las exigencias de estos no encajan con sus perfiles. Normalmente los hombres en China suelen casarse antes de los treinta y las mujeres antes de los veinticinco. En el caso de los hombres se presupone que una buena educación les ofrecerá una mayor oportunidad de encontrar pareja, pero en el caso de las mujeres sucede justamente lo contrario, es decir, aquellas que tienen una carrera, un buen trabajo e independencia económica suelen tener muchas más dificultades para encontrar pareja.
En respuesta a esto, en 2004 se crearon los famosos mercados de matrimonio (Bai Fa Xiang Qin) donde los padres exponen anuncios en lugares públicos de sus hijos e hijas con toda clase de información: edad, nivel de educación, trabajo, grupo sanguíneo, peso, altura, etc. En la mayoría de los casos se realiza sin el consentimiento de los hijos e hijas.
En 2007 los medios estatales, junto con la propia Federación de Mujeres (recordemos que es un órgano del Partido Comunista), comenzaron a usar de manera despectiva el término Shèng Nü para referirse a todas aquellas mujeres que tienen veintisiete años o más y no están casadas. Se realizaron campañas, encuestas, programas de televisión y caricaturas con el cruel propósito de estigmatizar a las Shèng Nü. La célebre escritora del libro “Leftover Women: The Resurgence of Gender Inequality in China” (2016) Leta Hong Fincher, estudia la situación de estas mujeres y explica cómo la reaparición de la desigualdad de género en China se debe, en cierta parte, a este tipo de campañas que menosprecia a las mujeres en cualquier ámbito académico y laboral y pretende promover el matrimonio de “mujeres de calidad”, es decir, mujeres que no sean tan exigentes y ambiciosas con sus proyectos personales. Por lo tanto, ¿qué implicaciones puede tener a nivel social la aparición de esta nueva imagen de la mujer en China?
Una nueva imagen de mujer en China
Queda claro que las mujeres de las ciudades están cambiando, lo que supone a su vez un cambio en la sociedad y, por consiguiente, un cambio del Estado. Tras haber hecho un breve repaso de la historia china desde la era de Mao hasta la actualidad, podríamos resumir el movimiento de la sociedad femenina en avance – retroceso/estancamiento -cambio. La lectura que podríamos hacer es que todos estos cambios a lo largo del tiempo no han sucedido de manera espontánea. Nada de lo que ocurre en el PCCh sucede al azar.
Tras haber reflexionado sobre la situación actual de la mujer en China, podríamos concluir que todos estos acontecimientos son estrategias del PCCh en función de sus necesidades y del momento en el que se encuentra. Es decir, llamar a las mujeres durante la Revolución Cultural China Iron Girls era una estrategia del Partido que respondía a una serie de necesidades en ese momento. Por otro lado, presionar y estigmatizar a un grupo de mujeres llamándolas y etiquetándolas como Shèng Nü, podría tratarse de otra estrategia del Partido que responde a una urgente necesidad, me atrevería a decir, de miedo a este nuevo paradigma y a un posible descontrol social que pudiera perjudicar la armonía del país. A este hecho se le suma otro nuevo fenómeno que está en boca de todos, y no es otra que la desesperada situación de los “hombres sobrantes”, los Shèng Nán.
Una de las características del PCCh es su capacidad de adaptación. Tengo la impresión de que no es solamente una capacidad, sino a la pura necesidad de cambiar y modificarse para conseguir mantener “contento” al pueblo y salvaguardad su legitimidad. Teniendo en cuenta que el PCCh es uno de los partidos que más tiempo lleva en el poder y que no está ahí por elección del pueblo chino, mantener satisfecha a la población para que su legitimidad no flaquee resulta primordial.
Lo que el Partido trama es puro misterio, pero teniendo en cuenta la manera de comportarse y responder a este tipo de fenómenos, sabemos que el Estado frente a los desequilibrios sociales busca de manera insaciable recuperar la tan aclamada “armonía social”. Lo que yo me pregunto es ¿qué es lo que va a hacer ahora el Partido frente a esta nueva situación y frente al nuevo fenómeno de los hombres sobrantes?, ¿de qué otra manera va a llamar a la próxima nueva imagen de la mujer?, ¿aparecerá otra nueva imagen?, ¿se podrá adaptar el Partido Comunista Chino a todos estos cambios? A pesar de que existen diversos grupos feministas que luchan con todas sus fuerzas por hacer ver tanto en el interior del país como al exterior la importancia de la problemática de este tema, estos grupos no creen que el gobierno actual esté tomando medidas sobre el asunto y piensan que el uso de eslóganes sobre igualdad de género no es más que una fachada.
En resumen, ya no se trata solamente de que las mujeres chinas tengan mayores expectativas o proyectos de futuro personales que condicionen la elección y generen una mayor exigencia a la hora de elegir a su futuro compañero, o que simplemente decidan llevar otro estilo de vida que no esté sujeto a lo que se supone que deben de hacer. Es un cambio de comportamiento y mentalidad que se está dando a nivel global, es un grito de guerra hacia sus familias, hacia la sociedad y hacia el Estado, ya que son ellas las que pueden y quieren decidir sobre sus vidas y priorizar el bienestar personal y profesional ante la acomodación y resignación marital.
Para saber más:
Notas:
[1] Uribe Delgadillo, Jessica Paola, “La ley del Matrimonio de 1950 en China: cambios políticos, económicos y sociales como resultado de la emancipación femenina”, Tesis profesional, Universidad de las Américas Puebla, México, 2005, p.65.
[2] La última actualización fue el 28 de abril de 2001, con una serie de cambios muy importantes, como la prohibición de la bigamia, las relaciones extramaritales y de la violencia familiar.
[3] Según los datos de 2018, China presenta una población de 714.757.755 de hombres frente a 677.972.245 de mujeres. Disponible aquí.
[4]Ji, Yingchun, “Between tradition and modernity: “Leftover” women in Shanghai”, Journal of Marriage and Family, núm. 77, vol. 5, 2015, p. 1066.