La Editorial Chidori ha publicado recientemente El fantasma de los Nanjô, un nuevo título que esperábamos como agua de mayo tras un tiempo en el que la editorial se había dedicado a consolidarse a través de su catálogo. Su vuelta se produce con una novela de Sergio Vega, autor de la trilogía Las piedras de Chihaya (publicada por Quaterni) y de Oni (editada por Ronin Literario), todas ellas ambientadas en el Japón feudal.
El fantasma de los Nanjô comienza introduciéndonos en la batalla de Sekigahara, la gran victoria de Ieyasu Tokugawa, mediante el personaje de Sakurayama, miembro de la familia Nanjô, sirvientes del clan Akamatsu, quienes a su vez son aliados destacados del futuro shogun. Sin embargo, la historia se desarrolla veinte años después de esta batalla, cuando los tiempos de paz ya se han instaurado y reina una calma aparente que pronto se verá perturbada por los anhelos de venganza.
En estos tiempos tranquilos, la acción perturba las vidas de los personajes como una piedra lanzada contra la superficie un lago, generando ondas que con distinta intensidad alteran la cómoda cotidianeidad que se había instaurado tras la paz. En este sentido, la novela es muy crítica con la degradación de los valores y códigos morales por parte de las clases acomodadas (ya fuera por herencia, los grandes señores y samuráis, como por su propio trabajo, como es el caso de los comerciantes) que tiene lugar precisamente en una coyuntura que invita a la ociosidad y a la relajación de las conductas.
El relato ofrece una visión muy idealizada de la figura del samurái, llevándola al extremo, ya que la novela se construye mediante arquetipos. Lejos de buscar el realismo, abraza la ficción para desarrollar una historia en la que la realidad de los personajes se entrelaza con el mundo sobrenatural de manera misteriosa, velada y más insinuada que explícita. Así, entreteje un tapiz de personajes que abarcan un amplio abanico de tipos sociales de la época,
Buena parte de la solvencia de la obra recae en la abundante documentación que el autor ha llevado a cabo. Esto le permite construir una ambientación inmersiva, en la que paisajes idílicos acogen el desarrollo explosivo de las pasiones humanas, dotando a la narración de una cualidad casi cinematográfica. En este sentido, es posible entrever algunas influencias del séptimo arte en Sergio Vega, desde los clásicos jidaigeki del cine japonés como Los siete samuráis de Akira Kurosawa (1954) o Los cuarenta y siete samuráis de Kenji Mizoguchi (1941) hasta obras más alternativas, como Onibaba, de Kaneto Shindo (1964).
Todos estos elementos se acompañan de una narración fluida, que además de ser evocadora logra transmitir desde la acción más trepidante hasta congelar el instante álgido de un enfrentamiento, dosificando la información que se ofrece en torno a los distintos enigmas que plantea la trama de manera que cada resolución ofrece a su vez nuevas incógnitas, manteniendo la atención del espectador.
El fantasma de los Nanjô es una propuesta perfecta para encarar el calor veraniego con una buena lectura de la mano de Chidori, que además ofrece dos formatos para todos los gustos: el libro físico, editado con el cariño habitual, o la versión en ebook, una opción muy asequible para llevárselo a cualquier destino estas vacaciones.