En un artículo anterior, sentamos las bases de la idea de peligro amarillo y atisbamos su vinculación con el mundo de la historieta. A continuación, vamos a profundizar en esta relación, hablando de los principales personajes que se han construido tomando como base los estereotipos asiáticos, generalmente con connotaciones negativas.
La imagen del asiático, y en particular la de aquellos países que más han interactuado en la escena internacional, Japón y China, han pasado por distintas concepciones relacionadas con el momento histórico que se estuviese viviendo.
El siglo XIX es prolífico en la imagen del asiático salvaje, no civilizado, en contraposición con el europeo y occidental, que es considerado sinónimo de desarrollo y civilización. Al comienzo del siglo XX, se produce un hecho culturalmente significativo, la Restauración Meiji (1868). Durante el Periodo Meiji (¡868-1912) Japón se transforma en un actor activo en el escenario internacional, pasando del feudalismo a convertirse en una de las primeras potencias industriales del mundo. El movimiento migratorio vive otro momento álgido con respecto a las potencias de ultramar y sus colonias. Miles de trabajadores asiáticos son desplazados desde sus países de origen a las colonias y a las metrópolis a raíz de la fuerte expansión industrial. Esto provoca un profundo sentimiento anti-asiático en países como Estados Unidos, Gran Bretaña o Australia.
Tenemos por lo tanto dos estereotipos muy claros a finales del siglo XIX y a principios del XX para representar al asiático, y como señalamos anteriormente, fundamentalmente al chino y al japonés. En primer lugar, está la imagen del asiático que resiste los valores occidentales pero que utiliza los adelantos que trae el mundo occidental para sus fines de dominio y oposición a las potencias occidentales. Esta imagen será personificada por la figura de Fu Manchú.
Es un personaje creado por Sax Rohmer en la novela The mistery of Dr. Fu Manchu (1913). Encontramos una ilustrativa descripción de este personaje en otra de sus novelas, El demonio amarillo, de 1935:
Imagínate una figura clásica de mandarín chino; un hombre de alta estatura, delgado, de miembros recios, felino en sus actitudes y movimientos, con un entrecejo como el de Shakespeare y un rostro de expresión verdaderamente satánica. De su cráneo afeitado pende la coleta tradicional de los hijos del “Imperio Celeste”. Sus ojos tienen el fulgor magnético de los ojos de la pantera.[1]
Fu Manchú encarna al genio científico y maestro de la alquimia. Así mismo, tiene habilidades como la hipnosis o el disfraz, todo ello para llevar a cabo sus maquiavélicos planes para destruir al hombre blanco y a la sociedad occidental. Y tiene tiempo. Tiempo que la fórmula alquímica del Elixir Vitae le proporciona mediante una longevidad eterna. Fu Manchú aparece representado en diversas publicaciones con uñas largas y una barba poblada y larga, dándole un aspecto diabólico, aunque en la cultura china es signo de longevidad y sabiduría.
Fu Manchú tiene como principal enemigo a la agencia británica del MI-6. Al frente de la misma está Nayland Smith, primer C de la agencia.
En el año 1929, en la cabecera de Detective Comics, en su número 18, es donde aparece por primera vez la figura de Fu Manchú como personaje de cómic. Posteriormente, y después de una adaptación de la novela La Máscara del Dr. Fu Manchú al cómic por parte del dibujante Wally Wood y Joe Orlando, tuvo su momento de esplendor en el título que editó Marvel en los años setenta, The Hands of Sang-Chi, Master of Kung Fu. En esta serie aparecería el personaje de Sang-Chi, primogénito de Fu Manchú. Este se aliará con el MI-6 para combatir a su padre.
Fu Manchú ha tenido diversas reencarnaciones en otros personajes del cómic, como en Garra Amarilla, Ming el Despiadado o el Doctor Tzin-Tzin, e incluso se pueden encontrar influencias en el personaje de Sa’s al Ghul, némesis de Batman. De entre todos estos personajes, resalta Ming el Despiadado, nacido en las páginas de Flash Gordon, creación de Alex Raymond en 1934 para el King Features Syndicate, propiedad del magnate William Randolph Hearst. Es un personaje que bebe de las esencias del concepto creado por el emperador Guillermo II. Ming el Despiadado es emperador del plantea Mongo y todos los planetas del sistema. Su gobierno es déspota y cruel, reflejando otro prejuicio occidental, el de la crueldad asiática.
Si Fu Manchú es la imagen del genio del mal, también encontramos la representación contraria, cercana a la caricatura y popularizada por los medios occidentales. Se dibuja generalmente a un asiático torpe, analfabeto, ridículo en su forma de vestir, de cuerpo rechoncho, dientes saltones y coleta manchú, representado por multitud de personajes de tipo caricaturesco, pero que tiene una expresión popular en el personaje de Chop Chop Connie. Este es una personificación del coolie o culí. Su forma de hablar refleja torpeza y falta de educación típica de la imagen asociada con este tipo de asiáticos. Estos utilizan un tipo de inglés mestizo, incorrecto gramaticalmente y más propio de niños, llamado Pidgin English, y que daría nombre a lo que hoy conocemos como lenguas pidgin.
Chop Chop Connie nació en las páginas del cómic Blackhawk (1941), historieta creada por Will Eisner, Chuck Cuidera y Bo Powell para Quality Comics. Como hemos comentado anteriormente, Chop Chop es la personificación del asiático iletrado, rústico y de aspecto cómico. De talla corta, color de piel amarillo, dientes saltones y una coleta estilo manchú, su papel principal era ser el cocinero del escuadrón, poniendo la nota cómica con sus torpezas y ocurrencias ingeniosas en las historietas. Así aparece reflejado en este cómic bélico protagonizado por un escuadrón de aviadores liderado por Janos Prohaska, un aviador polaco que se hizo famoso durante la Guerra Civil Española.
En los años setenta, Chop Chop tendría una “puesta al día”, integrándose en la escuadra como miembro de pleno derecho y como rico heredero de un magnate asiático.
Otro personaje caricaturesco y torpón como Chop Chop es el personaje George Webster Confucio, nacido en las páginas de Terry y los Piratas (1934) de Milton Caniff. Trabaja como explorador o scout para Terry y Pat, que son los protagonistas de la serie. Durante la II Guerra Mundial formará parte de la resistencia china contra Japón. Es otro ejemplo más de la utilización de un personaje asiático como elemento cómico en la historieta. Para aumentar el grado de comicidad del personaje, al hablar de sí mismo lo hace en tercera persona y utiliza el pidgin para hablar en inglés.
Los estereotipos asociados a los asiáticos no solo se han aplicado en términos de poder o caricaturescos sino también desde un punto de vista de género. Las mujeres asiáticas aparecen reflejadas de dos maneras: como personajes de carácter fuerte y decidido y liberadas sexualmente para los valores de la época, o de manera infantilizada, mostrando debilidad ante la opresión de los malvados mandarines. Como en otras ocasiones, los coloquialismos ingleses reflejan este carácter. Así, el término inglés “dragon lady” (mujer dragón) hace referencia a una mujer dominadora. Así nació el personaje de Dragon Lady, que aparece en la tira dominical de Terry y los Piratas. Dragon Lady, o Lai Choi San, es una reina pirata china que navega por el Mar de China abordando buques, a la vez que combate a las fuerzas ocupantes japonesas. Sus encontronazos con Terry son continuos. Milton Caniff intenta reflejar a un personaje maquiavélico, como el estereotipo que intenta transmitir. Pero también es una patriota china que quiere liberar a su país del invasor. La relación con el protagonista, Pat Ryan, es apasionada, aunque el personaje de Pat sufre continuos desaires debido a esa personalidad taimada.
Otro personaje que encarna el tipo de mujer asiática de personalidad dominante, liberada sexualmente y maquiavélica es Fah Lo Suee o Dulce Perfume, la hija de Fu Manchú. Apareció en primer lugar en las novelas de Sax Rohmer, pero luego tuvo un fuerte desarrollo en los cómics de Sang-Chi, donde se convierte en su hermana. Su padre tiene capacidades mentales atípicas, tales como la hipnosis, pero será su sensualidad la mejor arma para atrapar y manipular a los hombres. Sus intereses son los suyos propios, pudiendo engañar a su padre, hermano o aliados según lo necesite o le plazca.
Un caso excepcional del peligro amarillo desde la visión europea: Tintín y el loto azul
Alejado de los arquetipos descritos anteriormente, nos encontramos con la historieta Tintín y el loto azul. El quinto tomo de la serie del personaje Tintín es una historieta atípica en cuanto al contenido, a los personajes y a la descripción que hace de ellos. El loto azul fue serializado entre agosto de 1934 y octubre de 1935 en el periódico conservador belga Le Vingtième Siècle, en el suplemento infantil Le Petit Vingtième.
En sus anteriores historias, Hergé había introducido personajes asiáticos, pero reflejaban los tipos asiáticos antes comentados, el torpe o el cruel. En la historieta Tintín en el País de los Soviets (1930) aparecen dos personajes chinos con coleta manchú que se dedican a torturar a Tintín. En Tintín en América (1932) dos chinos intentan comerse al perro de Tintín, Milú. Claramente, Hergé bebía de los estereotipos habituales entre los europeos de los años treinta.
En la historia que quería escribir, Hergé tenía la intención de situar la nueva aventura de Tintín en China. Al tener conocimiento de ello, su amigo Léon Gosset -capellán de la Universidad Católica de Lovania y encargado de los estudiantes residentes chinos- le presentó a dos estudiantes chinos, Arnold Chiao Ch’eng-Chih y a su mujer, Susan Lin, para que le asesoraran. Asimismo, entró en contacto con Zhang Chongren. Este último, que era pintor, le introdujo en la pintura y la caligrafía chinas. En la historieta se puede apreciar que tanto la caligrafía como las pinturas que cuelgan de las paredes no son meros fondos, sino ejemplos muy precisos de ambas artes.
La historieta se sitúa al comienzo de la invasión de Manchuria por parte de Japón en 1931. Gran parte de la opinión pública europea veía por aquel entonces con simpatía a Japón, y a China como una nación bárbara y decadente. Hergé refleja esta visión en un diálogo entre Tintín y su amigo Chang Chong-Chen en la página 43. En la conversación entre los dos amigos, Tintín le refiere a su compañero lo que opinan los europeos de los chinos. La visión de los europeos respecto a los chinos es la de “pueblo artero, cruel, que llevan coleta, siempre inventando modos de tortura diferentes y que comen huevos podridos y nidos de golondrinas”. Continúa con su explicación diciendo que “los [europeos] creen que los chinos tienen pies enanos y que las niñas sufren una agonía terrible por los vendajes para evitar que sus pies se desarrollen de forma normal”. Además, añade que “los ríos están repletos de niños indeseados”. Chang Chong le replica que ellos creen que los blancos son todos malvados, como los que mataron a sus abuelos durante la Revuelta de los Bóxer. Este diálogo es un reflejo fiel de los prejuicios mayoritarios entre los occidentales y los orientales de la época.
Como hemos podido comprobar, los personajes asiáticos estaban a la orden del día, siempre sometidos a unos arquetipos predeterminados. En el próximo artículo, veremos cómo la II Guerra Mundial afectó a estas representaciones, para recapacitar sobre cuál fue la presencia del peligro amarillo en las historietas de la primera mitad del siglo XX.
Notas:
[1] Rohmel, Sax, El Demonio Amarillo, Biblioteca Oro, Editorial Molino, 1935, capítulo segundo.