El periodo hindú se caracteriza por el protagonismo de conjuntos arquitectónicos de una gran riqueza exterior. Los templos en el norte de la India son denominados nagara y los del sur, vimana. Las nagaras son cada vez más colosales, con gran exuberancia decorativa.
El templo hindú se concibe como la morada de Dios en la tierra y debía ser erigido siguiendo los preceptos comprendidos en los tratados de arquitectura, los Vastru-Sastras. Estos se realizaban sobre hojas secas de palmeras y eran interpretados por los Shatapati (brahmán-arquitecto).
En el pueblo de Khajuraho, actualmente una pequeña comunidad ubicada en la India Central en el estado de Madhya Padesh, encontramos el complejo de templos de Khajuraho. En el momento de su construcción era un centro religioso de gran reputación, actualmente se conservan veintidós templos de los ochenta y cinco que se construyeron. Estos constituyen las obras maestras de la arquitectura medieval hindú, siento características del periodo de esplendor del estilo arquitectónico nagara.
Todos los templos tienen una organización parecida, un vestíbulo (ardamadapa), una sala de reunión o danza (mandapa) y una cella o sanctasantótum (gargariha). Estas construcciones se caracterizan por sus elevadas torres de caras arqueadas denominadas shikaras, sematadas por un vaso ornamental llamado kalasa.
El complejo de Kajuraho era la capital religiosa de los Reyes Chandelas, dinastía hindú procedente de la estirpe Rajput. Los Candela se consideraban desencintes de la Luna (la diosa Chandra), muy unida a los cultos de la fertilidad. Eran creyentes de los poderes del tantrismo y durante su reinado tuvo lugar el florecimiento de esta doctrina.
La cultura de los Chandela entendía la unión carnal, el sexo, unido al placer de origen divino, ligado a la necesidad de procrear y desprovisto de cualquier pecado. Se le otorga al acto sexual espiritualidad, de ahí que sea digno de representar en los templos. La unión del lingam (falo de Shiva, el dios Creador) y el yoni (el sexo femenino, del dios Shakti, la diosa Madre)[1] representa la creación del mundo. El juego mágico del amor se inscribe en la perspectiva de los tantra.
Las raíces del Tantra se encuentran en la temprana historia de la cultura india, hay alusiones a él en la literatura más antigua de la India, e incluso algunos textos aluden al Tantra con el nombre de Atharva Veda.
El Tantra es el culto al éxtasis, concentrado en una visión de sexualidad cósmica, donde convergen estilos de vida, rituales, magia, mitos, filosofía y una red de signos y símbolos. También se ocupará del amor, y este necesita objetos.
Hay un Tantra hindú y otro budista. El primero cultiva actividades cuyo especial interés es hacer reaccionar la libido, alejándola de los fenómenos pasajeros del mundo para enfocarla hacia un objetivo transcendente. De la misma manera la doctrina tántrica siempre ha sido sumamente práctica, lo primero son las cosas y posteriormente las interpretaciones.
El tantrismo comienza su investigación con la psique humana, presentando al hombre como parte de su mundo, donde el organismo humano se percibe como un microcosmos dentro del cosmos. Se emplean deidades para simbolizar diferentes fuerzas espirituales y estados de conciencia superiores, el universo es visualizado como una acción espontánea en continua creación, emergiendo de un vacío uterino, cargado de un potencial ilimitado. El tantrismo se apoya en calores duales: bien-mal, materia-espíritu… éstos son considerados fuerzas cósmicas que dan origen al universo y residen del mimo modo en nuestro interior. Todos los elementos humanos se engloban en nosotros, la energía del pensamiento, del sentimiento, del sexo y de cualquier acción se trasmuta a través de medios hábiles y el goce sexual es considerado un ritual.[2]
El Templo de Lakshmana es el más destacado del conjunto de Khajuraho, situado a la entrada. Es un ejemplo característico de los santuarios edificados en la capital de los Chandela, levantado sobre una plataforma rectangular, en cuyas esquinas de la explanada hay cuatro pequeños santuarios a los que se accede por una escalera axial situada en la cara oriental.
Es el templo más destacado del conjunto debido a los temas decorativos representados en él. Dejando a un lado las características de la construcción, podemos observar diferentes escenas decorativas con temas eróticos. Las parejas que aparecen abrazadas en las decoraciones de los muros se denominan mituna y expresan la atracción de los seres en un himno al amor y la exaltación de sus juegos.
Realizadas en altorrelieves, estas decoraciones constituyen el motivo principal de las fachadas de los santuarios, que también encontramos en las torres que coronan dichas construcciones.
No obstante, éstos no son los únicos motivos decorativos que aparecen en los templos. Entre los relieves decorativos podemos encontrar formas geométricas y florales, escenas de animales, escenas bélicas y representaciones de deidades, que en su conjunto conservan un simbolismo netamente religioso.
El arte erótico es una constante universal en antiguas civilizaciones, de ahí que podamos encontrar este mismo tema representado en vasos peruanos, representaciones del paleolítico, o relacionadas con el culto erótico a la Gran Madre, sin olvidar representaciones en la Antigüedad Clásica, asociados al mito de Príapo y las orgías de Dionisio o Baco.[3]
Para saber más:
Notas:
[1] En una de las modalidades del tantrismo hindú, la Realidad Absoluta se personifica como el dios Shiva. Los antiguos yoguis concebían al cuerpo del universo como el amante de este dios. Para expresar las distintas formas que adopta Shiva se utilizan bastantes nombres, generalmente el más utilizado es Shakti. La imagen sexual de Shiva y Shakti sugiere la interacción mutua.
[2] Véase Román López, Mª T., “Sexualidad mágica y sagrada en la India Antigua: El tantrismo”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, 9, 1996. pp.65-93.
[3] Véase más en Puigbó, J.J., “El arte erótico de las antiguas civilizaciones”, Individuo de Número, Vol. 105, 3, 1997, pp. 380-384.