Artículo realizado junto a María Gutiérrez
La Dinastía Tang (618-907) es vista por los historiadores como un punto álgido en la cultura de la civilización china, igualando o incluso superando a sus predecesores del Período Han (206 a.C.-220 d.C.) , a la que ya debían un fuerte legado cultural. Por ello, el período Tang podría ser considerado como la edad dorada del arte y la literatura china. Así, estimulado por el contacto con la India y el Oriente Medio, este imperio vio florecer la creatividad en distintos campos, como la integración del budismo -adoptándose en la familia imperial y convirtiéndose en una seña permanente de la cultura tradicional china- o el desarrollo y difusión de la imprenta, haciendo de la palabra escrita algo más asequible para una gran parte de la población. Desarrollaron también tipologías técnicas como el sancai[1] y perfeccionaron otras como la talla del jade, además de fomentar otras artes como la pintura de paisaje, conocida como shanshui, la poesía o la ópera.
Considerando todo lo expuesto anteriormente, la Dinastía Tang se convierte en un punto de interés relevante para el estudio del desarrollo de las artes chinas en todos sus aspectos, así como de la conformación de un importante estrato de la cultura china. Como sucede en numerosas culturas a lo largo de toda la historia, la arquitectura se convierte en un ejemplo de arte integrador, capaz de albergar numerosas manifestaciones de distintos campos como la pintura o la escultura. Mediante la siguiente serie de artículos queremos aproximarnos tanto a esta dinastía como a una de las manifestaciones artísticas características de esta cultura, la arquitectura funeraria, a partir de los ejemplos de dos mausoleos que podrían considerarse como puntos de referencia en este campo: el de Qianling y el de Zhaoling, ambos capaces de integrar numerosas manifestaciones con su simbología propia.
La Dinastía Tang se extiende desde el año 618 al 907, aunque fue interrumpida por la segunda Dinastía Zhou (690 – 705) con la figura de la emperatriz Wu Zetian, esposa de Gao Zong, cuyo mausoleo comentaremos en entregas posteriores. La caída de la dinastía Han en el 220 inició un período de desunión y caos, desorden político y aislamiento económico. No será hasta el año 589 cuando vuelva la estabildad y con ella, la dinastía Sui tome el poder para entrar una etapa más próspera y estable hasta que el emperador Yang Di subiera al trono e iniciara un gobierno despótico y extravagante.
El fundador de la dinastía Tang fue Li Yuan, un burócrata cortesano que aprovechó la situación de inestabilidad, caracterizada por las continuas revueltas e inestabilidad que sufría China tras la caída de la Dinastía Sui. Así pudo ganarse la confianza de los campesinos, llegando a ocupar la ciudad de Chang’an. De este modo y tras haber obtenido tal territorio, Li Yuan cambió su nombre a Gaozu, y se proclamó a sí mismo como emperador, iniciando toda una serie de cambios en China.
En primer lugar, el emperador Gaozu va a volver a instaurar el poder feudal. Durante los inicios de esta dinastía, en lo referente a la jurisdicción agrícola, se mantienen dos sistemas simultáneos: por un lado una distribución igualitaria de la propiedad, y por otro lado el llamado zuyongdiao que integra el arriendo, el pago de las primicias y una serie de labores obligatorias para el beneficio del país. Estas medidas supusieron todo un impulso a nivel social propiciando un importante desarrollo del mismo.
Igualmente, durante la vigencia de esta dinastía se llevaron a cabo bastantes obras hidráulicas gracias a la recuperación de buena parte de las superficies que habían sido abandonadas, en consecuencia, todo esto dio lugar a mejores posibilidades laborales y económicas. Estamos ante un momento de prosperidad y copiosidad como demuestran los silos imperiales, que rebosan cereales, algodón y seda; además de darse innovaciones técnicas en el campo con nuevos aperos o la rueda hidráulica.
Se estableció, además, un nuevo sistema de comunicación, una red fija de conexión global que abarcaba y enlazaba las más remotas rutas y aldeas siendo Chang’an el centro de partida como capital además de ser la ciudad más favorecida donde se encontraban gran parte de los palacios.
La artesanía sobrepasa en calidad a todas las épocas anteriores, lo que pudo estar determinada por la holgura económica, así como por la naturaleza individual y anónima del oficio. El Estado asumía la protección y mecenazgo de los artesanos, aunque abundaban los artesanos independientes. Igualmente, este imperio vivió un auge de creatividad en otros tantos campos, como es el caso de la literatura: durante la dinastía Tang encontramos algunos de los poemas más bellos que han llegado incluso hasta nuestros días; además de que el desarrollo de la imprenta supuso que mucha más gente pueda acceder a determinados textos. Además del Budismo, que ya hemos mencionado, destaca la presencia del confucianismo, que va a seguir desarrollándose durante este período.
Cabe destacar, en última instancia los importantes contactos con India y Oriente Medio, con los que se van a dar una serie de intercambios comerciales, que vienen representados, por ejemplo, por figuras cerámicas de camellos cargados con toda una serie de mercancías.
Así, con simples figuras cerámicas de camellos cargados de mercancías como ejemplo, podemos ver una importante red de contactos comerciales entre esta dinastía china y gran parte del continente asiático que nos hablan de uno de los puntos álgidos en la historia de este país. Mediante esta breve introducción se abre una serie destinada a las tumbas del período Tang cuyas características no son sino la eclosión de sus intercambios e influencias culturales.
Notas:
[1] Nombre dado a las cerámicas producidas durante la dinastía Tang usando, o bien cerámica blanca, o bien un tipo de arcilla granulada de tonalidad amarillenta, con la que se consiguen un resultado similar a un esmaltado brillante y multicolor.