El budismo será una de las principales manifestaciones espirituales llegadas desde la India, y fundamentalmente desde China, que calarán en la cultura japonesa; teniendo influencia en todos los ámbitos de su sociedad, conviviendo con el poder y repercutiendo en el arte.
Partiendo de Siddhârtha Gautama, y del sermón de Benarés, donde expone las “cuatro nobles verdades”, vamos a iniciar un viaje a través de la historia, expansión e influencia de esta “forma de vida” fundamental para comprender el pensamiento oriental. El maestro será el encargado de guiarnos en nuestro camino del conocimiento, a través de ejercicios que irán desde los kôan,[1] los distintos tipos de meditación, o la enseñanza de escrituras. El Buda (o Buda) representará al iluminado que ha alcanzado el estado de nirvana. Por su parte el Bodhisatwa es aquel que renuncia a alcanzar ese estado de iluminación para enseñarlo al resto, siguiendoel principio de transmisión basado en la generosidad. El Arhat, por el contrario, será un tipo de monje que vive su búsqueda del satori (el momento de la iluminación zen) en recogimiento (dentro de un monasterio generalmente), que se contrapone a aquellos que lo viven en comunión con la sociedad.
La doctrina búdica se expandirá durante más de dos mil años desde la India hasta Japón, constituyéndose a partir de distintas sectas y escuelas que se influirán entre sí, yuxtaponiéndose y enfrentándose hasta su actual configuración. En nuestros días el budismo se ha convertido en una de las doctrinas mayoritarias, tanto en Occidente como en Oriente.
Algunas de las ramas más importantes y relevantes serán la del budismo Mahayana, el Hinayana o el Amidismo, –que se importará desde China hasta Japón con la escuela de la Tierra Pura o Jodo–, la escuela Rinzai, el budismo zen o el caso excepcional de la Escuela Amarilla del Tíbet.
Debemos detenernos en esta breve introducción a colación del budismo zen, que tendrá una repercusión especial en Japón, siendo incorporado por las élites como vehículo de conocimiento, ygenerando a su alrededor una serie de manifestaciones culturales tales como la ceremonia del té, la pintura zen, la técnica del suiboku (o sumi-e),[2] el haiku[3] o la aparición de nuevas tendencias en la arquitectura nipona, siempre marcada por los tres principios del wabi y el sabi[4] zen.
A continuación expondremos la genealogía del budismo y algunas de las diferentes escuelas que lo componen, desde su temprano nacimiento en la India y China, hasta su posterior adaptación en Japón, suponiendo uno de los periodos más florecientes en la espiritualidad del hombre que todavía se mantiene en la actualidad.
Al hablar del budismo no podemos tratarlo como una religión, ni un tipo de dogma, con una definición clara o que se atenga a una serie de afirmaciones o sistemas éticos determinados. Por el contrario, nos encontramos ante una síntesis o modo de pensamiento que se dirige hacia una forma de vida total basada en las doctrinas de Buda.Este razonamiento tiene en cuenta una serie de principios básicos que deben ser aplicados a la hora de encauzar esa visión global y vital que desgranaremos a continuación. El budismo no concibeuna idea de Dios y divinidad en ninguno de sus apartados. Buda era un ser humano corriente y desde su humanidad pretendía trasladar sus experiencias vitales. Su enseñanza gira en torno a sus vivencias,desde el sufrimiento hasta la extinción de éste, hacia una forma de vida liberada de todo condicionamiento exterior.
Las doctrinas búdicas nacen en la India y se extienden por Asia; por la India, Nepal, China, Japón, Corea o el Tíbet fundamentalmente. Predican la renuncia a cualquier tipo de opulencia y a la cultura del cuerpo, aunque sin llegar a un ascetismo exacerbado, condenando así la mortificación como vía posible hacia la consecución de la sabiduría de Siddhârtha Gautama. En contraposición, proponen la vía del conocimiento y la meditación. Esas dos vías reconocidas son por un lado la de la verdad (mediante la que se conoce la existencia de uno mismo, no exenta de sufrimiento, que consecuentemente con lo dicho anteriormente, habrá que repeler), y el camino de la liberación como método de renuncia a las tentaciones del mundo terrenal, que tomará la vía media como justa y adecuada.
Buda comienza su andadura con el primer sermón en Benarés, donde establecerá las llamadas “cuatro nobles verdades”.
La primera de ellas dirá que existe la infelicidad; la segunda que esa insatisfacción tiene una causa; la tercera hablará del posible cese de la infelicidad y por fin la cuarta aludirá al camino que conduce al cese total de la adversidad.
Para comprender la razón de la desgracia en el ámbito budista es necesario interiorizar la relación causa / efecto que tienen todos nuestros actos.
Según la doctrina de Gautama, es necesario encontrar los motivos para eliminar sus consecuencias, ya que todo lo que hacemos las tiene. Justamente de esas deliberaciones se seguirán, a posteriori, los principios del karma, el nirvana y la reencarnación.
Para sobreponernos a nuestros actos es necesaria la abnegación y el esfuerzo incesante. No se trata de un esfuerzo vacuo, sino de un acto introspectivo de comprensión de la acción, interiorización del hecho y asunción del alcance de la misma. Una actividad que se amplía a todo el pensamiento budista y que convendrá en que éste se convierta en un auténtico modo de vida, a todos los niveles.
Buda dirá: no aceptéis mis palabras sólo por el respeto que me profesáis. Aceptadlas únicamente después de examinarlas a fondo, como se hace con el oro, fundiéndolo, tallándolo y frotándolo.[5]. De estas palabras extraemos el modo empírico de sentir del budismo, que se traslada a todas las facetas de la vida, basado en la confianza y en la tolerancia en uno mismo y frente a los demás.
Se eliminan los juicios de valor ante las acciones, el único objetivo es alcanzar el Nibbana o Nirvana hacia la iluminación. Al eliminarse esa valoración, incluida la idea de pecado (que tanto perdura en religiones occidentales como la cristiana), se inicia un camino de empatía basado en la unión del amor como camino o Samsara hacia esa “iluminación”, que no es otra que el conocimiento de uno mismo respecto a los demás.
En el ámbito búdico no existen ceremonias ni rituales propiamente dichos o estipulados en los inicios por Siddhârtha Gautama. En la actualidad sí se practican ceremonias eventuales en ciertas fechas del año, meditaciones colectivas, etc., bajo la explicación de que facilitan la “inspiración”, fomentan la ampliación del culto y recuerdan la determinación de cambiar ante la inercia de los malos hábitos. Pero si nos basamos en las primeras enseñanzas de Buda, tan sólo se habla de la liberación de las “cadenas” que atan al hombre y le estorban hacia su liberación total.
De esas ganas de liberarse es desde donde se originan ceremonias de índole individual, que más tarde,a partir del s. VIII, con la expansión del budismo, seconvertirán en ceremonias rituales de carácter colectivo.
Retomando nuevamente las palabras de Buda, la práctica del budismo se trata de una labor individual de la que nace de un planteamiento generoso, de la intenciónde alcanzar una trascendencia, pero sin vinculación a unos medios determinados. El camino no es lo importante, cada uno debe marcar el suyo adecuándose a sus necesidades.
Ésa será, como veremos a lo largo de nuestra exposición, una de las virtudes de la doctrina búdica: su gran maleabilidad y capacidad de adaptación a lo largo de las décadas, que ha facilitado no sólo su perduración en el tiempo, sino su disposición ymutabilidad a los cambios sociales, mentales e incluso políticos que han facilitado su expansión y su fijación en culturas ampliamente dispares.
La única cualidad necesaria para el budismo es el objetivo común de alcanzar una liberación a través del conocimiento, que en términos budistas se llamará Saddha, traducida como “confianza basada en el conocimiento”,y que deberá reforzarse a medida que nos alejamos de las necesidades de este mundo.
A partir de ahí encontramos los tres “refugios” o caminos hacia el conocimiento, a través de la práctica del Tisarana. Por un lado encontramos al buda, que se convierte en el guía espiritual; al dharma, que será la doctrina fundamental, y por último al shanga o la orden religiosa monástica.
La práctica del Tisarana actuará como guía u orientación del buda, mientras que el dharma será la doctrina desarrollada en vida por el propio Buda, ejemplificada en sus propias vivencias de un modo similar a las escrituras de los apóstoles.
Fruto del trabajo de Buda, algunos de sus seguidores decidirán unirse en pequeñas comunidades denominadas shanga, como forma de poner en común sus experiencias de conocimiento, si bien ello no dará garantía de pureza o libertad: la pureza o la impureza son individuales, ninguno purifica a otro. Esa cualidad es intrínseca al hombre, que es puro por naturaleza puesto que el hombre forma parte de ella. Así, sólo hay que encontrar la forma de ponerse en comunicación,de nuevo, con el estado puro inicial y volver a esa conciencia primera. De ahí parte el Samsara de Buda.
Uno de los axiomas fundamentales de Buda será:
“Dejad de hacer el mal. Aprender a hacer el bien. Purificar la propia mente”.De estos tres simples versos se pueden extraer las normas básicas del resto de la filosofía búdica (que se ramificará posteriormente), basada en respetar la vida por encima de todo, evitar el mal y fomentar el amor.
Uno de los principales estados puros será el estado dana, similar al principio “dar” del cáritas del Nuevo Testamento. Sin embargo, el concepto no equivale exactamente a la limosna cristiana, sino a un estado más avanzado donde se desarrollaría la “voluntad de dar”, manifestada externamente y fomentada como característica normalizada.
Junto al dana se encontramos el concepto de metta, que podríamos traducir como “misericordia” o compasión, añadida al anterior.
Ambas actitudes se relacionan con la disposición hacia los demás y están enraizadas en la creación de una nueva conciencia trascendental. Los problemas ajenos pasan a ser tan importantes como los propios, por lo que la sociedad y el Yo rompen las barreras existentes en cualquier sociedad. Cada acto no sólorepercute en nosotros mismos, sino también en toda la colectividad, puesto que todos se unen a esa causa / efecto que nombrábamos en un principio,creándose una transferencia de méritos: lo que yo hago no es sólo para mí, sino para el bien común. Yo parto del otro y el otro es parte de mí.
Con esto se rompe cualquier idea de sociedad individual y corrupta, porque el individuo no tiene sentido sino es desde la idea de colectivo y al partir de los dos principios de amor y compasión. Algunas subescuelas del Budismo, como el Theravada, incluirán cinco preceptos básicos, similares a los diez mandamientos cristianos, como la santidad de la vida y la imposibilidad de matar a cualquier ser vivo, que eliminarán los impulsos negativos, la alteración, el sentimiento de humillación o de destrucción.
Se intercederá por la abstinencia sexual, no para eliminarla totalmente sino como reflexión sobre el uso del cuerpo, sus apetitos y la toma de conciencia de la calidad frente a la cantidad.
El cuarto precepto girará entorno a la recta expresión, sin usar la mentira, la calumnia o la lujuria, sino la honestidad. Se valora la capacidad de escuchar y cuidar al máximo la expresión junto al uso mínimo del lenguaje: nuevamente la calidad antes que la cantidad.
Por último, y como quinto precepto, se alerta sobre la peligrosidad de ofuscar la mente y se acude a la meditación como forma de clarificar y desarrollar los conocimientos necesarios para comprender. La mente debe ser liberada de pensamientos inservibles e inocuos que le impidan ver la realidad.
En próximas entregas ampliaremos los conceptos básicos en torno a los que gira el budismo, sus distintas manifestaciones y su desarrollo, geográfico y temporal, hasta la actualidad.
Para saber más:
Notas:
[1] Dentro de la tradición zen serán problemas que el maestro plantea al alumno para comprobar sus progresos. Muchas veces parece un problema absurdo, ilógico o banal, pero el sentido de los kôan, para el novicio, será la necesidad de desligarse del mundo racional para intuir, a través de su conciencia, el verdadero sentido del acertijo que trasciende al sentido literal de las palabras de su maestro.
[2]Técnica de dibujo monocromático en tinta que se desarrolló en China durante la dinastía Tang (618 – 907) pasando a implantarse como estilo durante la dinastía Song (960 – 1279). Se introdujo en Japón a mediados del siglo XIV por parte de monjes budistas zen, creciendo en popularidad hasta su apogeo durante el Período Muromachi (1338 – 1573).
[3] Poema breve, generalmente formado por tres versos de cinco, siete y cinco moras respectivamente. Tradicionalmente, un haiku debe contener una referencia directa o indirecta a la estación del año, frecuentemente mediante el uso de un kigo o palabra que evoca las estaciones.
[4] Apreciación estética heredera de la filosofía Zen que se referirá, de forma general, de la evanescencia de la vida. El wabi nos hablará de la simplicidad absoluta, la austeridad, o pobreza, mientras que el sabi se ocupará de la soledad, la tranquilidad. A estos dos conceptos se unirá el shibui, atribuido a lo imperfecto, inacabado, rustico o cotidiano.
[5] Prevosti i Monclus, Antoni, Pensamiento y Religión en Asia Oriental, Universitat Oberta de Cataluña, Barcelona, 2005, p. 183.