“You can wear it as you like-they´re your clothes.”
La moda siempre ha sido algo cambiante, su esencia radica en su propia caducidad. Pero, desde finales del siglo XX hasta nuestros días, este fluir se ha acelerado significativamente, y en este fluxus los diseñadores encuentran un campo de trabajo y experimentación,donde pueden llegar hasta terrenos ignotos para la moda tradicional. Dentro de estos caminos encontramos cómo, desde 1970, el trabajo de diseñadores de moda japoneses ha tenido un impacto considerable en el vestir internacional, sin pasar por las numerosas inclusiones de “japonismos” que llegaron a la moda en la segunda mitad del siglo XIX y que se perpetúan hasta nuestros días. Estos japoneses trabajaron dentro de una ola de renovación que fue iniciada por Issey Miyake y a la que se unieron Yhoji Yamamoto y Rei Kawakubo, construyendo así el trío de “los tres magníficos” que ofreció una nueva definición de lo que era entonces la creatividad, el estatus y la sexualidad.
Hoy hablaremos de Miyake, quizás el diseñador más reverenciado del Japón actual. Éste supo aplicar el posmodernismo recién nacido en las artes plásticas a la industria textil, y puso en marcha una deconstrucción de los parámetros con los que se trabajaba en Occidente.
Miyake, ante todo, es un amante del diseño, más allá que un couturier, y para él la naturaleza de la moda es obvia: la moda es diseño, y el diseño se realiza sobre unos materiales que son la esencia de todo. La materia, simple y llanamente, es lo importante. En ella descansan las formas “auténticas” del tejido, lejos de las formas reproducidas por la costura clásica, que buscaban realzar el cuerpo humano tipificado. En oposición a este tipo de moda, Miyake busca las potencias de los tejidos que se acoplarán a la figura humana. Su trabajo es un constante cuestionamiento sobre las etiquetas de artista, japonés, multiculturalidad, globalización, moda, artes decorativas… juega a difuminar las fronteras de todas éstas. Este autor es consciente de que realizar una prenda es, simplemente, escoger una tela y colocarla sobre un cuerpo, y quiere volver a este primer momento del diseño de la moda, alejándose de construcciones escultóricas que imitan al cuerpo. No podemos olvidar que el quimono, para él la prenda tradicional, es una unión de rectángulos de tela que fuera del cuerpo son planos. Además, estos quimonos no se construyen por tallas ni formas, pues su adaptación al portador exige que éste tenga el papel activo, y no la prenda, que sólo es una cubierta para la desnudez.
Ya desde su juventud, Miyake fue seducido por el universo del arte.Con tan sólo 21 años toma un curso de artes gráficas en la Universidad de Arte Tama de Tokio, y tras graduarse allí marchó a París, donde amplió sus estudios en la prestigiosa École de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne. Esta formación le fue útil, y consiguió en 1966 su primer trabajo en el mundo de la moda con Guy Laroche; dos años después podía vérsele trabajando en Givenchy. Tras esto, Miyake iniciará en 1969 una etapa en Nueva York, donde colaboró con Geoffrey Beene, un año antes de abrir su propio estudio de diseño, ya en Tokio.
En su estudio tokiota, Miyake usó todo lo aprendido en París y Nueva York para crear su propio sentido del diseño textil, centrándose en el aspecto tecnológico de éste con la ayuda de Makiko Minagawa, un ingeniero-artista que explora las posibilidades de las telas.
Cabe destacar que, pese a ser uno de los miles de japoneses directamente afectados por las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos (es oriundo de Hiroshima),Miyake nunca temió ni experimentó ningún rechazo hacia la tecnología, sino todo lo contrario. Issey Miyake dedica toda su carrera a buscar en la tecnología del tejido la base para sus prendas. Combina sin ningún pudor lo tradicional y lo nuevo,desde las técnicas de hilado, teñido y confección japonesas a las fibras sintéticas y planchas industriales;en búsqueda tanto de tejidos livianos que se adapten como de estructuras volumétricas independientes.
Estos experimentos dan sus resultados, y en 1971 el diseñador funda su Miyake International Incorporated. Con esta fundación ve la luz su primera colección en Nueva York. Dos años después, el japonés presenta su segunda colección en París, y ésta lo consagra definitivamente en el mundo de la moda. Sus obras de esta primera etapa, aún con todo el énfasis en la tecnología, deben mucho al sentido tradicional del vestir japonés: la tela es usada para envolver y dar forma, separándose del cuerpo humano y formando el suyo propio. Este espacio entre el cuerpo y el quimono en Japón se conoce como ma y, a diferencia de lo que podría pensarse, aporta gran libertad de movimientos y una armonía perfecta con un cuerpo móvil, que es libre bajo la prenda.
Sin embargo, la etapa más emblemática en la trayectoria de Miyake es la iniciada en los años ochenta, cuando pretende tomar las calles, la moda diaria, con sus diseños más famosos: los plisados.
Su interés por las cualidades de lo textil verá, por otra parte,sus frutos, y en sus diseños veremos cómo botones, costuras y otros elementos ajenos a la tela son casi completamente desterrados. Miyake no duda en ocasiones en anular la atención al detalle con puntadas visibles, cuando las hay, costuras incompletas, bordes sin dobladillo, cuerdas, nudos, hilos colgantes… Como defensor de una estética conceptual, incluye en sus desfiles y sesiones fotográficas a modelos de bellezas atípicas, como en su colección Beautiful Ladies, de 1995, cuando puso en la pasarela a mujeres entre los 16 y los 92 años. En esto no podemos dejar de ver la influencia de las categorías estéticas japonesas sabi y wabi, que representan la belleza de lo incompleto, lo pobre e imperfecto.
Miyake no quiere hombres de hombros anchos y caderas estrechas, ni mujeres con forma de reloj de arena, ni busca la clave de la belleza occidental: la simetría “natural”. El objetivo de sus diseños no es erigirlos en instrumentos de formación de cuerpos, sino decodificar el vestir transnacional, para, como diría Nietzsche: “reevaluar los valores”. El japonés cree en una alta costura que es un discurso de ropas que hablan sobre ropas, discurso que puede repetirse y “autocitarse” tantas veces como quiera, pero que a la vez puede ser roto en cualquier momento por sus diseños, junto con las etiquetas de género, sexualidad, lujo, pobreza y pragmatismo.
Miyake, además, pretendía alcanzar la practicidad y popularidad del tejano americano, pero con una esencia intrínsecamente oriental. Esta pretensión le lleva a crear su línea Pleats Please, una colección atemporal que le ha dado el mayor reconocimiento internacional. En ésta vemos cómo el autor no rechaza todo lo anterior, sino que lo renueva. Los plisados que aquí se alzan como elemento cumbre y central de la colección, y de su carrera, están inspirados en el famoso vestido Delphos del diseñador español Fortuny, que, a principios del siglo XX, se inspiró a su vez en las esculturas de la Grecia antigua. La diferencia central entre el Delphos de Fortuny y Pleats Please de Miyake es que, mientras el primero se creó para seguir las formas femeninas, el segundo es, más bien, una estructura arquitectónica ajena a su portadora. Para esta colección creóun tejido que, una vez amoldado en su estudio, no necesita planchado, pues tiene memoriay gracias a ésta, una vez liberado de su envoltorio se encuentra listo para llevar. Más adelante, a los plisados añadirá las arrugas, toda una novedad que funde en ocasiones con los plisados creando piezas con texturas y volúmenes que construyen la forma entera de la pieza de éstas.
La calidad artística de esta línea excede, con mucho, el campo de la pasarela, y fue llevada hasta el vestuario del ballet The Last Detail (1991), donde las prendas, con el movimiento de la danza, adquieren una perspectiva nueva, más completa y bella. Lo radicalmente nuevo de esta colección, y su aplicación a la danza, es que los vestidos no trasladan al exterior al cuerpo, exquisitamente oculto. Sin ningún amago de naturalismo, el vestido adquiere una dinámica totalmente ajena a lo tradicional, que revelaba el cuerpo según se movía, construyendo un ritmo abstracto completamente nuevo, sorprendente y sofisticado. Esta experiencia convenció a Miyake de subir a la pasarela bailarines en algunas de sus colecciones, en vez de modelos. Con esto vemos una vez más su voluntad artística multidisciplinar. Cinco años después de participar en este ballet, decide incluir participaciones de otras artistas en su colección Guest Artist, entre los que se cuentan como Yasumasa Morimura, Nobuyoshi Araki o Tim Hawkinson, todos conocidos por su uso del cuerpo en su obra como una entidad erótica y/o conceptual.
Junto con Pleats Please, la gran colección de Miyake es A-POC (A Piece of Cloth), donde creó un tejido tubular a partir del cual el propio cliente puede elaborar diferentes prendas mediante el corte de la tela, en colaboración con el ingeniero Dai Fujiwara. Esto sería un proceso similar al de un autoservicio de algunas industrias modernas: es el propio cliente quien construye, con la ayuda de unas guías, la prenda que él desee. Esta colección huye del patronaje, siendo, una vez más, la tela y su estructura interna las que definen la cualidad de las prendas. Con este concepto se utiliza la tecnología no como una fuerza homogeneizadora ni despersonalizante, sino como una ayuda para resaltar lo único y activo de cada cliente. Así, se revindica la tela, se juega con ella.
Plisados, arrugas, tubos de tela… la experimentación en Miyake es constante, y a este fin recurre tanto a nuevas tecnologías como a ideas antiguas que transforma y reutiliza, como en el caso del origami y el aburigami (papel encerado usado para la elaboración de sombrillas).Vemos, entonces, a lo largo de su carrera como no duda en introducir la tradición japonesa para buscar la modernidad occidental. Incluye en sus colecciones ropa ancha y holgada que se aleja y acerca al cuerpo con el movimiento del mismo.
Resumiendo, podríamos decir que la obra de Miyake es una constante reflexión sobre las relaciones de la tela, la prenda y el cuerpo, en la que incluye la tecnología y la individualidad. Su relación con la estética zen, la posmodernidad y lo popular le ha llevado al reconocimiento,recibiendo galardones comoel Premio Kyoto de Arte y Tecnología en 2006 y en 2005 el Praemium Imperiale de Escultura. Y no sólo en Japón se le ha rendido honores, sus diseños han recorrido gran parte de los museos de arte contemporáneo del mundo: Australia, Estados Unidos, Alemania, Austria, Francia…han comisariado exposiciones sobre Miyake y su trabajo. Lo cierto es que con echar un vistazo a sus obras, uno es consciente de que esta delante no del trabajo de una firma de moda sino de algo mucho más grande y elaborado cercano a esa esquiva categoría que es el arte contemporáneo.
Con el fin del siglo XX, Miyake se retirará, y dejará paso a Naoki Takiwaza como director de diseño, luego sustituido por Dai Fujiwara en 2007; que continuará con la línea del fundador de la compañía. Finalmente, en 2010 explicará de esta positiva manera su trabajo y su visión del futuro:
“A piece of flat material become a three-dimensional structure (3D). The structure in turn, becomes a two dimensional shape with the addition of straight folding lines (2D). When the new shape is put on the human body, it becomes clothing (5D). The project name is derived from this process of transformation. It was born from the Miyake Design Studio´s continuous search for new ways by which to industrialize recycling, based upon experience with polyester fibre, New PET (polyethylene terephthalate) material is born from the old, recycling both limited resources and energy and returning CO2 to the Earth. This is the starting point for the future of making things.” [1]
https://www.youtube.com/watch?v=aYL4TyV1YDk
Para saber más:
Notas:
[1]AA.VV.,FUTURE BEAUTY. 30 YEARS OF JAPANESE FASHION, Barbican ,Londres, 2011.