En el estudio de la Historia, el análisis de la cotidianidad del ser humano que habita en una sociedad y época determinada no se entiende solo con el apoyo de fuentes tradicionales como las documentales, las archivísticas, las hemerográficas, etc. El hombre, como ser histórico, siempre se ha visto en la necesidad de vivir en sociedad, por lo tanto, debe de comunicarse con los demás, y utiliza todas las manifestaciones y elementos expresivos que tenga a su alcance para ello, como la escritura, la oralidad, el arte, etc.
El arte es una expresión y un lenguaje cultural alternativo para la comprensión de la cotidianidad de la sociedad, capaz de actuar como un contrapeso a todo aquello que el resto de las fuentes tradicionales revelan. En realidad, no se “ha valorado lo suficiente el potencial que puede llegar a alcanzar y habitualmente se ha mantenido en un puesto marginal al ser considerada como un elemento auxiliar de la historia.”[1] pero, valdría la pena preguntarse si al ser una creación del hombre ¿puede convertirse en fuente fiable de análisis histórico? y, en caso de serlo, ¿a través del arte es posible aproximarnos al conocimiento de una sociedad determinada?
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que el arte es subjetivo y representa la realidad vista a través de su creador. Lo cotidiano no solo se refiere a las relaciones sociales (públicas y/o privadas) también abarca una amplia gama de actividades desde el trabajo, la administración, la religión, la indumentaria, la comida y las tradiciones. Consideramos que también puede referirse a los espacios arquitectónicos y, en la generalidad, el arte en todas sus formas.
El periodo histórico que emplearemos es el reino de Joseon (1392-1910) también conocido como dinastía Joseon que fue gobernado por el clan Yi, su duración fue de 518 años, en esta época se suscitaron las invasiones de Khitan, las primeras incursiones japonesas, la llegada de los pueblos extranjeros y, durante esta etapa también inició el protectorado japonés (1905-1910) y se caracterizó por ser una sociedad confuciana.[2]
Para ello hablaremos acerca de sus clases sociales[3] concebidas como una forma de percibir las desigualdades entre las personas, como parte de un intento por explicar el funcionamiento y las transformaciones de la estructura social y utilizando dos elementos de expresión artística: la música y la pintura.
La música se encuentra sometida a reglas y leyes. Los componentes básicos de la música son la armonía, la melodía, la métrica, los silencios y los sonidos. Los sonidos a su vez van ligados por las frecuencias, los espectros y las vibraciones, que también están formados por cuatro parámetros fundamentales como la tonalidad, la intensidad del sonido y la duración del mismo.
En el caso específico de la península:
la música tradicional coreana comparte muchas similitudes con la cultura musical de China y Japón, en los instrumentos, notas y compases; sin embargo, una honda y distinta sensibilidad es reconocible entre una y las otras. Ejecutada con instrumentos autóctonos (de cuerda, de viento y de percusión), es altamente conmovedora, creada más como motivo de meditación o como vehículo de fusión con la naturaleza, que, como motivo de entretenimiento y diversión, que también la hay. La textura de la música tradicional coreana es monofónica y se organiza linealmente. Es lenta en general y solemne.[4]
El arte pictórico, por su parte, surge de modo espontáneo. Desde la iconografía, cualquier pintura, hasta la más abstracta tiene un motivo, en este sentido, consideramos que la esencia de la pintura no solo está en la representación de ese motivo concreto, sino que se vincula a un determinado contexto cultural, bien de carácter personal o en sociedad, y tiene unos determinados códigos a la hora de analizarlo, pues hay que tener en cuenta el espacio, la luz, el color, la disposición, etc.
Los letrados coreanos consideraban la pintura como un entretenimiento académico y tendían a despreciar a los pintores profesionales miembros de la Tohwaso, u Oficina de Pintura, que procedían de la clase de los artesanos, o chungin. El desdén tradicional del letrado confuciano por las pinturas populares, de vivos colores y con motivos extraídos de la vida del pueblo llano, propagó la idea de que esas obras no tradicionales y sin firma constituía una forma inferior del arte. Para distinguirlas de las obras ortodoxas y tradicionales se las agrupó bajo el título general de minhwa, o pintura popular.[5]
Pese a ello, en Joseon vivieron varios artistas de la corte que decidieron adoptar el género minhwa para la realización de sus obras y el uso de motivos musicales como tema de las mismas. Uno de los ejemplos más destacados podría ser Pouipungnyudo, obra realizada por el pintor Kim Hongdo,[6] quien fue uno de los artistas más famosos del siglo XVIII.
En su obra podemos apreciar a un hombre vestido con ropas simples y blancas de algodón, que eran propias de los hombres de clase libre (yungin) pero que no ejercían ningún cargo político. El hombre está tocando el bipa un instrumento semejante al laúd, delante de él tiene un saenghwang, que es un instrumento de viento hecho con cañas de bambú y calabaza. También se pueden ver a su alrededor un cuchillo, pinceles, rollos con escritos, un cayado, un jarrón de porcelana, una botella de calabaza, etc.
En realidad, esa sería nuestra apreciación en un primer momento, pero si deseamos ser más profundos en nuestro análisis no basta con quedarnos con lo que a primera vista tenemos ya que:
La mera contemplación de una figura del pasado nos plantea dos cuestiones: identificación y significado. Las imágenes al poseer sus peculiaridades ofrecen en la misma configuración los elementos que se prestan al reconocimiento. Pero, por otro lado, entre la configuración y el significado hay elementos de correspondencia, hasta el punto de que una imagen pueda ser deducida en función de lo que sabemos de ella.[7]
En tal caso, la relación entre la pintura y la música es un modo de trabajar los valores sociales, costumbres y tradiciones: “debe leerse como una necesidad de replantear la posibilidad de mantener en pie el papel del sujeto. El arte busca, entonces, superar el punto de vista del individuo aislado y adoptar la perspectiva del sujeto colectivo.”[8]
En cuanto a las costumbres y tradiciones podemos referirnos de manera específica al chamanismo,[9] religión autóctona de Corea. En la pintura Munyeo sinmu realizado por Shin Yun Bok,[10] cuyo motivo es un rito chamánico llamado mudang, la chamana (cheonmin) es la encargada de relacionarse con ese mundo de miles de dioses.
los instrumentos más importantes de las mudang y representa al sol, la luna y las siete estrellas, bangul, el árbol de cascabeles que usa durante los ritos para convocar a los dioses, y los abanicos, buchae. Además, en esta habitación guarda todos los vestidos rituales, los instrumentos musicales, tambores, los utensilios usados para adivinación, etc.[11]
Junto a ella podemos observar a las clases bajas y las mujeres nobles de clase yangban. Para complementar esta pintura, el artista nos muestra la relación existente entre los rituales exorcistas que eran acompañados de danza y música, lo que les permitió a las mujeres chamanas entrar en trance para comunicarse con el otro mundo. Si nos basamos en el uso de los instrumentos en los ritos chamánicos, no bastará con que exista una composición musical o alguna imagen plasmada en el lienzo; la música tradicional coreana deja de existir como elemento que objetiva fugazmente, sino que los sonidos buscan una forma diferente para poder comunicarse y comunicar al mundo celestial con el mundo terrenal.
Acerca de estas obras, podemos ubicar las diferencias en las clases sociales cuyas características encontramos en la vestimenta, que es lo que diferencia a cada individuo y nos permite conocer cuáles son los usos y costumbres de una clase social determinada. Entonces, “el arte es una manera de llenar el ‘vacío’ entre la realidad y el ideal, es decir, la imaginación y lo vivido; el espacio donde nacen las ideas y se reconoce la realidad social en el continuo cambio de la reconfiguración social”,[12] donde las relaciones humanas entre las diferentes clases sociales son un factor determinante para la comprensión de la vida cotidiana de la sociedad en la que habitan.
Cada clase social es una parte o estrato distinguido de la misma donde se sitúa cada persona al nacer. La clase social supone la aglomeración de gran cantidad de individuos que comparten una serie de condiciones, como el estatus, el poder adquisitivo y la propiedad privada, aunque puede subir o bajar de clase dependiendo de las circunstancias políticas, económicas y el mismo entorno cultural en el que le ha tocado vivir.
Dentro de una misma cultura, las expresiones artísticas, como la música y la pintura, cambian a lo largo del tiempo, es decir, se modifica la notación musical, se inventan nuevos instrumentos, surgen nuevos estilos pictóricos y manejos de color… todo dependerá, del contexto bajo el que se viva.
Entonces, podríamos decir que los personajes que conforman las diferentes pinturas, ya sea de las clases bajas, los músicos, las mujeres de clase noble o la mujer chamana, tienen un lenguaje diferente ya que sus formas de comportarse, su círculo de relaciones personales e incluso sus gustos van a ser distintos; sin embargo, es precisamente el arte quien evidencia que, pese a las diferencias entre clases, en su cotidianidad convivieron en un mismo espacio.
Para saber más:
Notas:
[1] Piñeiro Blanca, Joaquín. “La música como elemento del análisis histórico: la historia actual”, HAOL, Núm. 5,Otoño del 2004, p.115.
[2] El pensamiento de Confucio se caracteriza por la ausencia de los dogmas sobrenaturales, excepto una referencia a un impersonal orden divino presidiendo el cielo sin interferir en los asuntos humanos, y la preeminencia que otorga al arte del bien gobernar y a la consecución de la armonía en la tierra.” Kim, Hye Jeoung, “El modo de vida coreano”, Segundo Simposio Internacional sobre Corea, Sociedad, Política y Economía en Corea, Madrid, España, 21 y 22 de noviembre de 2001, p.11.
[3] Las clases sociales en Joseon estaban conformadas por los yangban (literatos confucianos) quienes eran la clase más alta de la sociedad coreana de la época. Se regían por el lema de «cultivarse a uno mismo para así poder gobernar al pueblo», y sus enseñanzas estaban basadas en las conductas morales confucianas. Los jungin se situaban entre los yangban y la amplia clase media-baja. Esta sección de la población estaba formada por funcionarios y especialistas como eran los médicos, los traductores, o los intérpretes, entre otros. los sangmin eran los campesinos, mercaderes y artesanos. Los nobi eran los esclavos y los desclazados. Los cheonmin eran ya el último rango social, y realizaban los trabajos que se consideraban impuros, como el de carnicero o el de chamán. La pintura y la música no han quedado exentas de la división de clases; entre los músicos estaban los “músicos itinerantes” y los músicos de la corte y, los pintores se dividían en “huéspedes de paso” que, al igual que los músicos itinerantes, iban de pueblo en pueblo mostrando su arte, “los monjes”, (generalmente budistas) y “los pintores de la corte.”
[4] Leandro, Arellano, “Sociedad y Cultura en la República de Corea”, México y la Cuenca del Pacífico. núm. 15, Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Estudios del Pacífico, 2016, p.8.
[5] Zo Za,Yong, “Los pintores anónimos del alma popular”, El correo de la UNESCO, Año XXI. No. 137, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1978, s/l. págs. 40 y 41.
[6] Kim Hongdo (o Danwon) nació en 1745 en el seno de una familia plebeya. Desde pequeño mostró grandes dotes para la pintura, por lo que a los siete años fue enviado a estudiar dibujo con Kang Se Hwang, que era uno de los maestros de pintura más reputados en su época. Es uno de los pintores costumbristas más famosos en la historia de Corea del periodo del Reino de Joseon.
[7] González, Martín. “Iconografía e Iconología como método de la historia del arte”, Revista Virtual de la Fundación Universitaria Española, CUADERNOS DE ARTE E ICONOGRAFIA / Tomo II – 3, 1989, s/p.
[8] Jorge, Juanes, T. W., Adorno individuo autónomo-arte disonante. México, Libros Magenta, 2010, págs. 35- 36.
[9] “El chamanismo es la creencia más antigua. Su origen se remonta a la era neolítica y se manifiesta a través de la forma peculiar de los enterramientos. El chaman (sic), llamado mudang, se consideraba como mediador entre el mundo de los vivos y los muertos, conectado con el orbe espiritual. La creencia en el poder sobrenatural del chaman (sic) que se comunica con los espíritus contribuía a que éste asumiera el papel de líder en la comunidad. Mientras los Tres Reinos, formados por Koguryo (37 a.C.-668 d.C.), Paekche (18 a.C.-660 d.C.) y Shilla (57 a.C.-935 d.C.) crecían consolidándose como monarquías, los chamanes frecuentaban la corte real ejerciendo su influencia, ya que los reyes despachaban con ellos los acontecimientos importantes del Estado o buscaban su asesoramiento para resolver los problemas provocados por los desastres naturales. Su principal ocupación en la corte era presidir el rito de plegaria para invocar la lluvia, llamado kiuche y dedicado al dios de las cosechas, de vital importancia en la cultura agrícola. El pueblo requería su actuación para librarse de las desgracias o de las enfermedades causadas por los espíritus maléficos y fuerzas destructoras. De la misma manera, se creía que los chamanes eran los únicos que podían guiar el alma de los fallecidos a un retiro de paz. El elemento esencial del chamanismo coreano o muísmo es la figura del chamán o la chamana. El chamán es el que da cohesión al resto de los elementos que constituyen las prácticas chamánicas. El chamanismo coreano tiene la peculiaridad de que la gran mayoría de los chamanes son mujeres. Estas mujeres chamán reciben diferentes nombres y ellas mismas se denominan de diferentes formas, pero el término más extendido y genérico es el de mudang.” Kim Hye Jeoung, “El modo de vida coreano”, Segundo Simposio Internacional sobre Corea, Sociedad, Política y Economía en Corea. Madrid, España, 21 y 22 de noviembre de 2001, p.12.
[10] Shin Yun Bok (1758-1813). Pintor de Joseon mejor conocido como Hyewon, famoso por los estilos diversos de pinturas: pinturas de género, paisaje y animales. Munyeo sinmu pertenece al Hyewon pungsokdo que es un álbum de pinturas dibujado dicho artista. Este álbum es considerado como patrimonio Nacional y está resguardado por Museo de Arte Gansong en Seúl.
[11] Ibidem p.13.
[12] Fuentes, Carlos, El espejo enterrado, México, Fondo de Cultura Económica, 2010.