De todos es sabido la influencia que tiene el manga en la sociedad del siglo XXI, un producto que gracias al fenómeno de la globalización ha llegado hasta nosotros y que hoy en día se demanda y consume cada vez de manera más asidua. A raíz de esta popularidad adquirida, el manga, tiene diferentes géneros y temáticas, desde las más fantásticas y alegres hasta las más realistas y grises. Un claro ejemplo de cómo los mangas pueden ser una buena fuente de documentación histórica además de fantástica es la obra La época de Botchan realizada por Jirô Taniguchi y Natsuo Sekigawa entre los años 2005-2008. Podríamos resaltar múltiples aspectos de esta obra gráfico-literaria, pero sin duda el que nos atañe en el presente artículo es el referido a la arquitectura tradicional japonesa.
Para comprender los edificios que se nos presentan en las viñetas, primero deberemos de realizar una introducción a la arquitectura tradicional del país nipón, para así poder comprender sus principios básicos y valorar con mayor objetividad su plasmación en la obra.
La arquitectura tradicional en esencia se compone de dos clases de elementos. Por un lado, los que han sido tomados de la tradición y ligeramente modificados, y, por otro lado, los que se han incorporado de manera novedosa a finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX. Es sabido que esta arquitectura se desarrolló de buena manera hasta la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945, hecho histórico que marcaría la ocupación del Japón por parte de Estados Unidos, y que implicaría una alteración en diversos aspectos de la cultura japonesa. Pero incluso tras lo ocurrido hoy en día de manera ocasional se siguen edificando construcciones que corresponden a esta tipología heredera de la tradición.
Estas estructuras pueden ser de varios tipos: tradicionales en estructura y apariencia, solo tradicionales en estructura o solo tradicionales en apariencia. Las del primer tipo no son copias directas de los estilos anteriores como el Shoin o el Sukiya aunque a simple vista presentan cierta similitud, ya que incorporaron ciertas novedades que las hacían más prácticas y sencillas.
Las casas, por tanto, se caracterizan por la simplicidad de sus elementos y la elegancia que esto otorga, contando además, en la mayoría de casos, con una apertura que conecta el espacio interior con el jardín exterior.
Este tipo de estructuras conocidas como “tradicionales” son descendientes de los estilos Shoin y Sukiya, estilos que se integraban a la perfección en el entramado urbano de las ciudades del periodo Edo, 1600/1603-1868, y que fueron realizados para el uso y disfrute de la aristocracia. A este tipo de casas que aparecen a finales del siglo XIX y principios del siglo XX se las conoce de manera popular también como “arquitectura del periodo temprano”. Es muy representativo en este tipo de construcciones el uso de la madera, material en el que se realiza la estructura interna compuesta por postes y vigas, y que tiene como función añadida el sustento del suelo. Los postes verticales sobre los que recaen los empujes de la construcción van apoyados sobre piedras que actúan como pies derechos. Otro de los elementos fundamentales, situado en los muros de la construcción, son las puertas corredizas, realizadas en listones de madera o bambú y atadas entre sí con paja o lino. Para el recubrimiento de las paredes fijas se utilizan dos capas de arcilla que se superponen a la malla interior, una vez seca la arcilla se procede a la aplicación de un apresto llamado shikkui compuesto de limo, paja o arena y agua al que posteriormente se le añade color. El techo se protege con listones de hinoki (ciprés japonés), bambú o pizarra, aunque habitualmente se emplean azulejos para evitar la propagación y el aumento de los incendios en las grandes urbes, esto se debe a que en las áreas periféricas tienen otros materiales específicos para la cubrición de las techumbres. Las ventanas y puertas que dan al exterior se visten con paneles móviles realizados en shoji (papel de arroz translucido). Las puertas correderas del interior, y que sirven para la comunicación entre salas y para la configuración del espacio, se conocen como fusuma. Las fusuma son recubiertas con bandas de madera a las que se aplica un papel grueso habitualmente pintado y decorado con escenas naturales compuestas por elementos vegetales, pájaros, animales, personas o diseños de motivos abstractos. La forma en que estas pueden ser desplazadas se debe a la posibilidad de generar grandes espacios interiores o espacios con funciones específicas. En ocasiones, se colocan persianas o parrillas talladas sobre el fusuma para impedir que el sol penetre en las habitaciones y que el aire circule mientras las puertas estén corridas, siendo estas en ocasiones particiones permanentes.
Un espacio típico de esta arquitectura es la baranda elevada o engawa, elemento que permite la transición entre el interior de la estructura y el jardín colindante. Este espacio se haya protegido de las inclemencias del tiempo gracias a unos prominentes aleros que destacan sobremanera en la construcción. En ocasiones se suelen levantar una especie de cortinas de bambú por encima las ventanas y las puertas abiertas para facilitar de nuevo la ventilación y bloquear las incidencias solares.
Hay que destacar en este tipo de edificios la presencia del espacio de entrada tradicional japonés conocido como genkan. Este se compone de forma habitual con puertas correderas y un espacio sobre elevado por el cual se procede al interior de la vivienda. Este lugar cumplía la función de recibidor en el que se debían depositar los zapatos para proceder al espacio que se hallaba por encima del nivel de entrada, siendo este quizá el lugar más público de la casa, ya que no hace falta de ningún porteador o alarma para solicitar el acceso al mismo.
El tokonoma posiblemente sea el lugar de la vivienda en el que más decoración artística encontremos. Este es una sala también sobre elevada que presenta el suelo de tatami (y que alberga objetos decorativos como kakemono (rollos decorativos desplegables verticalmente) con pinturas, muestras de ikebana o bonsáis, elementos procedentes de diferentes tradiciones artísticas del país del sol naciente.
Junto al tokonoma se presenta otro espacio conocido como tokowaki que consiste en un pequeño armario con puertas correderas al frente y, a veces, otro armario en la parte superior del mismo. En ocasiones, el tokowaki es reemplazado por el oshiire, un largo armario con puertas correderas utilizado para el almacenamiento de juegos de cama y otros utensilios del hogar. El aseo y el retrete están en habitaciones separadas, y usualmente se encuentran en zonas opuestas de la terraza o engawa. La cocina de manera habitual presenta una planta en forma de “L” y posee su propio techo.
El suelo de estas construcciones es configurado por listones de madera que son recubiertos a posteriori por tatami o por la alternancia de tatami y tableros. Las dimensiones de las habitaciones están determinadas por el número de tatamis que alberga cada una. El borde del tatami suele estar forrado con tela de color negro, aunque también los hay en otros colores. El número de tapetes empleado en las diferentes estancias depende del número de maderas utilizado en las mismas. Este método de relación entre tapete y maderas se conoce como kiwarijutsu y fue desarrollado en los periodos tempranos para guardar una relación proporcional y así conseguir la estandarización de las partes.
El espacio que rodea la casa tradicional japonesa es tan importante como la misma edificación, ya que se pasa de un espacio público y abierto a un espacio más privado y cerrado. Los ingredientes básicos para generar una conexión entre ambos ambientes son rocas, árboles, arbustos, lámparas de piedra y un camino. Para conseguir un espacio exterior atractivo hay múltiples posibilidades, que van desde la disposición de cascadas de piedras irregulares hasta tuberías de bambú. Donde lo realmente importante es que esté siempre presente esa conexión directa del individuo con la naturaleza.
Tras esta descripción, dada en lo relativo a lo que sería una casa tradicional japonesa, podemos pasar ya a analizar su presencia e impacto en La época de Botchan. A lo largo de los siete volúmenes que componen la obra, vemos multitud de representaciones en relación con la casa tradicional, aunque sobre todo aparece con mayor frecuencia en los dos primeros volúmenes. En estos primeros volúmenes nuestros autores se centran en la vida de Natsume Sôseki (uno de los escritores fundamentales del periodo Meiji, 1868-1912, y personaje central de la obra) y el circulo de personas que le rodeaba, por tanto percibimos una sobre abundancia de viñetas en las que aparece reflejado su hogar y el entorno. Como apreciación abría que advertir que la casa en la que vivió Natsume Sôseki es considerada como un ejemplo de la arquitectura tradicional japonesa. Dicha casa edificada en Tokio alrededor de 1887 presenta la estructura típica de postes y vigas, el engawa, las puertas corredizas, la cocina en forma de “L” y el tejado con azulejos que caracteriza a este tipo de construcciones. Hoy día este edificio se encuentra en el museo arquitectónico conocido como Meiji-Mura, cerca de Nagoya.
El reflejo de la arquitectura tradicional en el manga es una clara pervivencia del poso de las costumbres del Japón anterior a la época Meiji, ese país que se presenta a caballo entre dos mundos, el de la modernidad y el de la tradición, sirviéndole al autor para ambientar los escenarios en los que los personajes habitualmente reflexionan sobre su rol vital y sus pensamientos más profundos. Jirô Taniguchi, a la hora de ilustrar esos diálogos elaborados por Natsuo Sekigawa, no duda en como situar al individuo. Desde luego Taniguchi no escatimó en recursos y nos realizó unas representaciones muy fidedignas de lo que sería una casa tradicional japonesa. En los interiores tenemos reflejadas las mesas bajas en las que los personajes del manga van interactuando en diferentes ocasiones y ambientes a través de diversas tertulias (como Sôseki, Lafcadio Hearn o Takuboku Ishikawa entre otros), las puertas corredizas que dividen los diferentes espacios y nos permiten el cambio de escena, la disposición de los tatami que dan idea de las dimensiones de las viviendas, el tokowaki que nos refleja el mobiliario típico o la inclusión de alguna lámpara de luz eléctrica que aporta ese toque de avance (ya que había llegado la electricidad al país del Mikado) como elemento innovador. También en el volumen segundo muestra una casa de té, tipología arquitectónica que va ligada a la ceremonia del té y que se caracteriza principalmente por la incorporación de elementos en su estructura tal y como son encontrados prácticamente en la naturaleza. Todo ello nos lo presenta con gran maestría a través de diferentes planos, desde los más generales a los más detallados, valiéndose incluso en algunas ocasiones de vistas laterales o contrapicados enfatizando el protagonismo de la casa o la barriada.
La arquitectura japonesa, por tanto, juega una labor fundamental como hilo conductor a través del manga y su historia. No solo nos muestra interiores el dibujante nipón, sino que también nos representa barriadas enteras que se componen de casas típicas del archipiélago del sol naciente. En ocasiones también vemos la introducción de edificios occidentales como contrapunto de estas tradiciones constructivas que presentaban un origen antiguo y lejano. Por tanto, la obra nos es enormemente útil para identificar la sociedad Meiji, que era víctima de un cambio forzado y poseedora de una tradición compleja, aspectos que se reflejaron en el día a día del país y en sus manifestaciones artísticas y culturales.
De esta manera queda puesta en valor la impresionante labor de documentación que realizó Taniguchi a la hora de plasmar sus ideas como dibujante y sobre todo como japonés, ya que en la información adquirida y trasladada a la obra gráfica se aprecia ese interés que él tenía por su país. Su maestría, su precisión, su soltura en el dibujo y sus líneas claras quedaron fielmente plasmadas en esta pieza que tras su muerte en el presente año tiene tanto que mostrarnos a un público que, gracias a sus imágenes, puede sumergirse en un mundo lejano pero que a la vez nos parece tan familiar y poco distante.
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