En este artículo, tras perpetrar en el significado de la estampa mediante el primer apartado, se procederá a estudiar cómo la imagen de La gran ola de Kanagawa influye en el mundo de la cultura visual, estudiando aspectos relativos al arte, la reproducción en masa de esta obra, el diseño, etc. Se concluye el estudio mediante un tercer apartado, dedicado a investigar el grabado desde una perspectiva que lo posiciona como alegoría de Japón, lo japonés y de Katsushika Hokusai. La metodología que se sigue en el texto es, fundamentalmente, cronológica –salvo casos excepcionales–, donde se procede al análisis detallado de numerosas piezas e imágenes que se interrelacionan. En todo momento, será trascendental comprender los tres significados aportados en el primer apartado para entender cada elemento expuesto.
El verdadero simbolismo de La gran ola de Kanagawa ha estado sujeto a numerosas controversias hasta la actualidad. La conocida estampa representa, acorde con una sencilla descripción iconográfica, el instante en el que tres esquifes son amedrentados por una gigantesca ola que se abalanza sobre ellos, con el monte Fuji al fondo de la escena.
En primera instancia, la patética imagen evoca el terror de los marineros ante la ola emergente de las revueltas aguas, recordando la arriesgada vida de aquellos que se aventuran en el mar. De hecho, la ola –especialmente–, los navegantes y el monte serán elementos que, estando presentes por completo o no en las composiciones, influirán potencialmente en la cultura visual posterior, incluso en la más inmediata, como se verá más adelante.
Con un simbolismo más profundo, el grabado se ha convertido en la metáfora del pensamiento de Hokusai acerca de su nación y de las relaciones foráneas de este. Así, estampa refleja el pánico innatamente japonés por las invasiones extranjeras; las potencias occidentales. De este modo, la dinámica masa de agua sigue el eje izquierda–derecha, lo que se corresponde con la ubicación Occidente–Oriente. Por tanto, se entiende que la ola es una alegoría de las fuerzas usurpadoras provenientes del territorio europeo –Holanda, en este caso–. Japón se simboliza a través del monte Fuji, que desde el siglo IX se había convertido en lugar de culto cada vez más significativo. Hokusai suaviza la temerosa reacción que supone comprender el original simbolismo de la obra, pues el majestuoso volcán está muy alejado de la costa –de este modo, Japón se encuentra a salvo–.
Además de estos dos principales significados, hay tres importantes detalles que permiten otorgar un concepto más profundo de la opinión de Hokusai sobre la interacción intercultural. Tanto el punto de vista bajo donde se sitúa el monte Fuji, la gran ola que lo envuelve pictóricamente a través de la perspectiva lineal y el particular color azul de la misma –azul de Prusia–, revelan que el autor era consciente de la trascendental renovación cultural que se estaba gestando en Japón; además inevitable. Hokusai da una nueva consideración al mar, un planteamiento occidental que lo vuelve peligroso contra el hombre, es decir, el japonés. Las tres características mencionadas dejan patente la habilidad de Hokusai al trabajar con técnicas compositivas y pictóricas propias de Europa. De igual modo, plantea la llegada de la cultura occidental como una regeneración y enriquecimiento del arte tradicional en sus Treinta y seis vistas del monte Fuji.
Pocos años después de la creación de La gran ola de Kanagawa, esta influyó decisivamente en la visión de los artistas japoneses coetáneos. Para la mayoría de los grabadores, la estampa de Hokusai sirvió como inspiración puramente estética, basada en imitar la composición original o algunos de sus elementos con gran fidelidad. De hecho, durante toda la historia de esta imagen sucederá así. Tanto el miedo a lo ajeno como la opinión de Hokusai acerca de su época ya no encuentran sentido en las obras de arte posteriores. Sólo la composición, la iconografía y la particular forma de representar cada elemento en La gran ola de Kanagawa repercutirán en los artistas.
Siguiendo este argumento, el grabador japonés Tanka realizó su propia versión de La gran ola de Kanagawa tan sólo tres años después de su creación, tratándose de una de las primeras obras que imita la composición original. La sinuosa marea se agita y parece salpicar al monte Fuji, que, sin embargo, vuelve a estar al fondo de la escena. Tanka realiza una marina trícroma basada en el azul, el gris y el blanco, con una gran planitud a la hora de tratar los elementos –especialmente la ola–. Por otro lado, la noción de naufragio se omite a favor de un paisaje tranquilo. Utagawa Kuniyoshi percibe con notoriedad la rica influencia de Hokusai en varias de sus obras, como Sobre las olas en Kakuda, en el camino a la Isla de Sado. Muy próxima a La gran ola de Kanagawa, la composición resulta muy similar; destacable es la manera de representar la ola con tanta fuerza, en la línea de la de Katsushika. El instante reflejado se apoya iconográficamente en la obra de Hokusai. La única modificación considerable reside en el protagonista, vestido de rojo y ubicado en la proa. El grabado de Kuniyoshi pertenece a una serie dedicada a Nichiren, un monje budista del siglo XIII. Debido a la crítica que realizó hacia las demás doctrinas religiosas a favor de su ideario, fue exiliado a la Isla de Sado. El momento que se representa pertenece a la partida hacia la isla, y aquí Nichiren encara la ola con serenidad, siendo capaz de cruzar el mar hasta llegar al destino con toda su tripulación. De forma parecida, Benkei y la ola, de Tsukioka Yoshitoshi, es una obra cincuenta años posterior e inspirada por los grabados comentados, ya que el héroe, el sohei –monje guerrero– Benkei, de nuevo se sitúa valientemente en la proa, representado a través de una composición muy parecida a La gran ola de Kanagawa.
No obstante, el paisajista Hiroshige puede ser considerado como el primero que establece la tendencia dominante desde su época hasta hoy día a la hora de representar La gran ola de Kanagawa. Lo hace mediante el aislamiento de los diversos elementos que componen la obra primitiva, algo que ya se había adelantado anteriormente. Grulla surfeando es una de las primeras estampas que verifican este hecho. El ave se sostiene imposiblemente sobre una ola vertical que evoca una ligera curva, con la espuma en forma de garras –al modo de Hokusai–, y animada de izquierda a derecha. Es una de las muchas marinas del famoso grabador, que representa prácticamente la misma ola de 1832 sin ningún significado predeterminado que las vincule entre sí. Por ejemplo, el simbolismo Occidente–Oriente presente en La gran ola de Kanagawa no existe aquí, pese a la direccionalidad izquierda–derecha de la masa de agua. Esto ocurre también con los grabados Kuniyoshi y Yoshitoshi que ya han sido comentados. Grulla surfeando también se desliga de la iconografía completa: ola–marineros–monte. Este motivo se ligará a partir de ahora con las nociones de dinamismo, potencia y sublimidad, independientemente de su contexto.
En la Exposición Internacional de 1867 en París, la obra de Hokusai fue expuesta por primera vez en Occidente. Los artistas occidentales de la época comenzaron a coleccionar los grabados japoneses de los principales exponentes del ukiyo–e, Kitagawa Utamaro, Utagawa Hiroshige y el mismo Katsushika Hokusai. El japonismo crece y se convierte en una tendencia que seguirán la mayoría de pintores, escultores y fotógrafos en mayor o menor medida. Algunas de las estampas se convirtieron en icónicas por servir de referencia a múltiples creaciones, fundamentalmente europeas.
La famosa La gran ola de Kanagawa fue una de ellas, y en el último cuarto del siglo XIX aparecen numerosas obras basadas en la misma. En la temprana década de 1880, el diseñador británico Christopher Dresser es uno de los primeros personajes que se inspira en la obra japonesa. En particular, se apoya en el motivo de la ola tratado de forma aislada, siguiendo en la línea de Hiroshige. Se podría hablar de un primer paso hacia el uso de La gran ola de Kanagawa como diseño, ya que el significado del motivo se elimina, y sólo se conserva la forma que crea la línea. Predominan los bordes puntiagudos y la curvatura de la figura. La paleta cromática se reduce a azul por el exterior, y a ocre interiormente. El diseño derivado de Hokusai resulta muy simple y también hermoso; acorde al esteticismo del autor.
El pintor inglés Walter Crane, ilustrador de libros infantiles y contagiado por el arte simbolista, convierte las formas ganchudas de la cresta de la ola de Kanagawa en caballos encabritados a la orden de su amo Neptuno. Se trata de una obra relativamente temprana, en la que, sin embargo, las conexiones con Japón empiezan a ser evidentes. Resueltas como motivo independiente, las olas de Georges Lacombe, pintor nabi de origen francés, continúan en la orientación de Hiroshige y toman por completo el protagonismo frente a la línea que prefiere seguir la composición original. Marinas como Lámina violeta conectan directamente con la ola de Hokusai, tanto en la forma de representar el agua brava como en la dirección que sigue e incluso en la forma de tratar el color de una manera singularmente densa y uniforme.
Camille Claudel, una de las exponentes de la escultura francesa de transición entre el siglo XIX y el XX, materializó la gran masa de agua en una háptica figura escultórica elaborada con mármol. Titulada La ola, su significado guarda una fuerte relación con la estampa de Hokusai. En primer lugar, aparecen las tres nociones antes citadas: dinamismo, tanto en la ola misma, como en el movimiento de las bañistas que se agachan esperando el impacto. Potencia por su capacidad de avanzar y llevar la destrucción consigo, y finalmente, la sublimidad al resultar enorme y amedrentadora frente al coro de mujeres. La direccionalidad es la misma que en Hokusai, y como puede verse, la temática intrínseca es idéntica. Claudel experimentaba con materiales diversos para probar nuevos colores y texturas en sus esculturas, y en cierto modo, se vincula al gusto de Hokusai por utilizar pigmentos desconocidos en Japón con el objetivo de innovar.
El compositor impresionista Claude Debussy, en su pieza orquestal La Mar, se inspiró en el mundo marino y la fuerza de sus aguas. La portada que se hizo para su estreno se trata de la ola de Kanagawa sobre un fondo neutro. Posiblemente sea la primera vez que se representa este motivo concreto de la estampa no sólo aislado, sino también de manera fidedigna. Hasta 1905, el motivo en solitario de la ola se realizó de las distintas formas que se han estudiado. Ahora se da un paso más hacia el mundo de la reproducción en masa. La gran ola de Kanagawa fue un grabado que permitió una numerosa tirada de reproducciones extraídas de la matriz original. Si ya desde sus comienzos seguía un método industrial, a partir de La Mar servirá como un diseño masificado –principalmente reducido al motivo de la ola que ya se ha destacado–.
El cuento del zar Saltán, obra del escritor romántico Alexander Pushkin, fue ilustrado por diversos artistas, entre los que destaca el ruso Ivan Bilibin. En particular, las dos marinas expuestas se ven influenciadas por La gran ola de Kanagawa, manteniendo los conceptos citados: dinamismo, potencia y sublimidad, especialmente en la primera imagen. En esa, además se muestra el sentimiento patético y la incertidumbre de lo que ocurrirá durante la arriesgada travesía de la zarina y su hijo en un tonel. En cambio, la segunda muestra de forma aún más explícita la curva que forma la ola de 1832. De la misma manera, ambas destacan por el empleo de colores puros, lo cual guarda una directa conexión con Hokusai, además de la falta de volumen de los motivos y el uso de la perspectiva lineal.
No obstante, el arte no ha permitido que La gran ola de Kanagawa se convirtiera sólo en una reproducción masificada de la obra original, y continuó sirviendo como inspiración durante todo el siglo. Con una fecha muy próxima a la portada de La Mar, Sonata V (Sonata del mar), Final, del compositor lituano Ciurlionis, enlaza con la anterior por su acusada vertiente musical. Pero esta sonata final, pictóricamente, resulta muy agresiva; ligada al significado de la ola de 1832. Iconográficamente, la agitada marea engulle a los débiles veleros que se han visto sorprendidos por el temporal. La direccionalidad ha sido invertida y la cresta redondeada, pero mantiene la curvatura y el carácter sublime, asociado también a la idea de terror.
El artista y diseñador ruso Romain de Tirtoff, más conocido por su seudónimo Erté, creó esculturas, pinturas y serigrafías encauzadas en el modernismo durante toda su vida. Quizá la pieza que bebe más directamente de la tradición de la ola de Hokusai es Tormenta de arena. Es curioso destacar cómo el elemento de la ola del grabador japonés es transformado en una polvareda. Sin embargo, estéticamente resultan muy semejantes; la sinuosidad y los bordes arqueados son rasgos en común. Se podría hablar de la continuación de Cuenco en forma de ola debido al uso de La gran ola de Kanagawa como diseño, ya que el significado del motivo se elimina, y sólo se conserva la forma que crea la línea. En cierto sentido, respeta también la direccionalidad izquierda–derecha, pues la espiral del ruso tiene este sentido.
Costa del Cabo Sata, obra realizada en plena Segunda Guerra Mundial, todavía se ve influenciada por La gran ola de Kanagawa. Utiliza un espacio geográfico diferente, pero refleja la misma composición que el grabado de 1832, aunque el oleaje está más calmado aquí. Es una muestra más que verifica el gusto por Hokusai durante la primera mitad del siglo XX, y que continuará de forma paralela entre Occidente y Japón.
Roy Lichtenstein es, junto a Andy Warhol, la figura más conocida del arte pop, y también una de las principales desde el punto de vista artístico. En lienzos como Mujer ahogándose utilizaba personajes extraídos del mundo del cómic –en este caso, de la serie DC Comics: Secret Hearts #83, “Run for Love!– y los adaptaba a nuevas situaciones. La gran ola de Kanagawa se percibe ya en el cómic, debido a la estética de la marea. La escena de Secret Hearts retrata a una desgraciada mujer que siempre aparece sorprendida por obstáculos de diversa índole, los cuales le impiden acercarse a su amor platónico; el hombre situado al fondo. En este caso, el barco en el que se desplazaban ha volcado y la muchacha se entorpece entre las olas maldiciendo su desastrosa fortuna. Lichtenstein, en 1963, habla de una mujer que se ahoga directamente, aproximándose al significado verdadero de La gran ola de Kanagawa. El texto de la nube transmite incluso la noción de suicidio. Independientemente, la idea del terror por el ahogamiento está tan presente como en la obra de 1832. Además, se asemejan plásticamente por el uso de colores planos, con la preponderancia del azul, y la ausencia de volúmenes. Con este ejemplo, el autor demuestra su maestría al saber reutilizar elementos de otras composiciones e incorporarlos a contextos novedosos. De igual modo, puede establecerse que, a partir de Mujer ahogándose, la ola de Kanagawa se convierte en una figura más de la cultura de masas, muy ligada al arte pop y sus derivados posteriores, al igual que sucedió con Mickey Mouse o Elvis Presley.
La marca de ropa deportiva Quiksilver utiliza, desde 1970, la imagen sintetizada de La gran ola de Kanagawa como logotipo comercial. Tanto prendas de vestir casuales como atuendos adecuados para deportes sobre tabla llevan esta insignia, la cual se forma por una curva, es decir, la ola, que procede a envolver el triángulo –monte.– Aunque ha variado con el paso del tiempo, la esencia del distintivo representa los deportes para los que la marca trabaja: el surf –simbolizado por la ola–, el snowboard y el skateboard –reflejados a través de la montaña.– De la obra de Hokusai conserva las reiteradas ideas de dinamismo y potencia; nociones transcendentales de los deportes citados, además de la forma de organizar la composición y la iconografía –a excepción de los barcos. Pese a que la curva y el triángulo no enlazan con la imagen primitiva, la publicidad de la marca insiste en su labor de estrechar los lazos con La gran ola de Kanagawa. En el anuncio del año 2009 se inscribe una silueta de la gran ola por la que surfea el protagonista. Como el cartel está celebrando el cuarenta aniversario de la marca, pretende enlazar el logotipo actual con la obra de arte en la que se inspira. Este hecho le otorga una cierta calidad histórica y artística al distintivo, remarcando los orígenes del logotipo y haciendo comprender la trascendencia de La gran ola de Kanagawa. La marca Roxy, especializada en prendas de deporte para mujer, desde 1993 emplea el logotipo de Quiksilver de manera doble, creando la forma de un corazón gracias a la unión simétrica de ambas imágenes. Tiene el mismo significado que el producto base, mas añade el concepto de feminidad a través de dicho corazón.
La gran ola de Kanagawa aparece muy frecuentemente en el universo del sello. De hecho, el primer ejemplo mostrado en esta investigación, el cual pertenece a Turquía, emplea la misma composición e iconografía de Hokusai. Caricaturiza de forma leve el motivo de la ola y coloca un grupo de personajes embarcados en una balsa a remo, sustituyendo a los esquifes naufragando. La imagen que se logra con todo esto evoca al mundo del deporte y el esfuerzo por superar los mayores riesgos. En concreto, se trata de una carrera de rafting, o descenso de un río. El grabado de 1832 conforma la base para la nueva imagen que preside este sello, y la primitiva idea de mar se reemplaza por la de un agitado río, asociado a las nociones de dinamismo, potencia y sublimidad. Además, se trata de un sello animado, lo que potencia la sensación de movimiento.
Takashi Murakami, el fundador de Superflat, en 727 utiliza la ola de Kanagawa de manera muy estilizada, reducida a unas líneas curvas de color blanco. Rememora a la polvareda de Erté en Tormenta de arena. Superflat es un movimiento artístico japonés que explica, según Murakami, el concepto de Japón en la contemporaneidad, muy vinculado a las transformaciones que se producen en la cultura del archipiélago tras el contacto repetitivo con Occidente desde el periodo Edo. 727 es, junto a Hokusai – La Gran Ola de Kanagawa con McDonald’s, Cup Noodle, Kewpie, Kikkoman and Kitty (2012), de Tomoko Nagao, y la viñeta de Peter Brookes para The Times, una de las únicas tres obras en este estudio que emplean los otros dos posibles significados de La gran ola de Kanagawa. Ambas guardan relación con la idea de un Japón que sucumbe ante las influencias extranjeras, aunque 727 lo analiza desde una perspectiva paródica. El elemento de la ola está ligado a la pintura japonesa de influencia estrechamente occidental, es decir, La gran ola de Kanagawa. Sin embargo, al estar completamente desligada de su contexto original, sólo recuerda a ella en la forma de la línea y la planitud del colorido. De igual modo ocurre con Mr. DOB; personaje mutante creado por el artista y que es el resultado de una mezcla de iconos japoneses provenientes del anime y el manga –Doraemon– y los videojuegos –Sonic–, además de la importante aportación occidental de Mickey Mouse. La complicada amalgama de la que es fruto este Mr. DOB tampoco se asocia, en un primer instante, a ninguno de los tres personajes citados. Particularmente interesante es tratar el asunto de Mickey Mouse, producto estadounidense que también habla de la frecuencia con la que Murakami incluye a este país en su obra artística, desde un punto de vista crítico. Puede entenderse como el híbrido que se forma entre la cultura occidental y la japonesa.
La segunda edición de En riesgo: Peligros naturales, vulnerabilidad de las personas y desastres, llevada a cabo por los investigadores Ben Wisner, Piers Blaikie, Terry Cannon e Ian Davis, tiene como imagen de portada La gran ola de Kanagawa, aunque utilizando la simetría a la inversa. La obra supone un denso estudio acerca de los tipos de catástrofes naturales existentes, que procede a analizar casos surgidos recientemente para intentar comprender no sólo cómo acontecen, sino también de qué manera afectan al hombre o bien la forma en la que este influye en ellos, entre otras cuestiones. Como los maremotos pertenecen a esta clase de desastres, el libro utiliza la conocida imagen de Hokusai como llamativa y popular portada que directamente embulle al espectador en el universo de los riesgos de la naturaleza. El mar como peligro y la noción de naufragio están igual de presentes que en la estampa original, y encajan a la perfección en el contexto de una investigación sobre cataclismos.
El sello distribuido en San Marino, año 2005, utiliza la estampa de 1832 con el mismo significado primigenio. Así, la enorme ola, recortada sin ninguna modificación, se abalanza sobre restos de navíos hundidos, mientras que una pared sin fin se completa con retratos de las víctimas. Hace alusión al terremoto del océano Índico del 26 de diciembre de 2004, y las ideas de peligro y horror están implícitas. El sello de San Marino con este diseño se empleó como campaña para solidarizarse con los perjudicados de la catástrofe.
En la marca electrónica Apple, la ola de 1832 se recoge como motivo aislado que sirve de emoji a las conversaciones digitales. Así ocurre también en la aplicación WhatsApp, y el particular icono expresa varias nociones originales, como el dinamismo y la potencia. Normalmente se emplea simbolizando el mar, la playa y el agua en general. El ejemplo de LG tiene el mismo significado, aunque su apariencia evoca a la gran ola de forma mucho más esquemática.
En el mundo de la fotografía, el alcance de La gran ola de Kanagawa ha sido de una magnitud similar a otros ámbitos de la representación visual. El fotógrafo inglés Tim Walker empleó un decorado inspirado en la obra de Hokusai para situar en el tumulto acuoso a la modelo china Xiao Wen Ju. Se trata de una de sus imágenes en movimiento; pequeños vídeos que muestran secuencias de las sesiones fotográficas. En este caso, se realizó para la revista estadounidense de moda, W. La joven asiática evoca el universo de la estampa, al mismo tiempo que los cerezos en flor fundidos con la masa de agua. Todos los elementos vuelven caótico pero hermoso el cuidado interior en el que se desarrolla el momento, Pensamiento mágico.
La literatura fantástica, característica del escritor e ilustrador Bejamin Lacombe, evoca el japonismo en muchas de sus imágenes para cuentos y adaptaciones, como Madame Butterfly o Los amantes mariposa. La trágica historia amorosa de la ninfa Ondina, alejada de toda conexión con Asia, en sus ilustraciones percibe una fuerte influencia de La gran ola de Kanagawa. En concreto, esto se muestra a la hora de representar el agua; el hábitat de la criatura, dadora de vida y también de muerte. Con el significado ambivalente de este elemento, Lacombe da forma al fluido simbolizándolo como mareas atormentantes. Las líneas curvas y los bordes ganchudos recuerdan a Hokusai, así como la forma en la que se lanzan hacia los personajes y los sumergen para no regresar al mundo de los vivos –noción que se vincula al naufragio que acontece en La gran ola de Kanagawa.– El cuento del zar Saltán también basó algunas de sus escenas en la marina de Hokusai, como se ha visto anteriormente, rememorando una vez más la capacidad de esta imagen para transcender durante más de una centuria en un mismo medio –la ilustración.–
La compañía de dulces y aperitivos estadounidense Nabisco en 2013 lanzó una serie de patatas fritas Chip Star con edición limitada, cuyo diseño principal es La gran ola de Kanagawa. De esta manera se comprueba la capacidad comercial de esta obra, que aparte de ser una imagen masificada, también sirve como reclamo publicitario. En este caso, el carácter ‘’exótico’’ de Japón es utilizado por Nabisco para simbolizar la magnificencia de una edición limitada.
La fotógrafa y pintora hawaiana Jennifer Bright realizó un óleo sobre lienzo tras el terremoto y tsunami de Japón, año 2011, que se ambienta en la playa de Waikiki, Honolulu. Así imagina cómo podría concebirse un tsunami en Waikiki, y lo representa como un manojo de tentáculos que emergen del mar asolando la playa y la montaña. No hay ningún protagonista más que la horripilante criatura. Está tragándose la tierra, del mismo modo que el agua del tsunami en 2011 arrastró con el mundo exterior. La escena es nocturna, y la luna acentúa el tenebroso momento. Las nociones de dinamismo, potencia y sublimidad también están implícitas, y la curva de la ola de 1832 se transforma en cuatro tentáculos que recrean la misma sinuosidad original. La amenaza del agua no existe, pero sí hace referencia a los peligros que surgen del mar, tan desconocidos como la fuerza de la propia ola.
El sello procedente de Estados Unidos celebra el centenario de la misión comercial llevada a cabo por esta nación en Japón. La imagen se inspira en la estampa original, aunque vista al detalle contempla un marcado carácter desdibujado; de esbozo. El color ha variado a favor de tonalidades neutras: negro, gris y el naranja y marrón del cielo y las barcas, respectivamente. El uso de esta popular imagen del ukiyo–e decimonónico pretende evocar el país japonés, convirtiéndose en alegoría del mismo. En los años cincuenta, La gran ola de Kanagawa ya se había consolidado como una obra de arte japonesa de marcada importancia en el mundo occidental. Basta recordar todos los ejemplos mostrados en el segundo apartado para entender cómo los estadounidenses consideraron que la mejor forma de celebrar el centenario de la conquista comercial de Japón era con una imagen ya consagrada como icónica del país asiático. Aparte de este primer significado, debe tenerse en cuenta que el tratado comercial de Kanagawa (1854) se celebró en la homónima prefectura en la que se inspira La gran ola de Kanagawa, por lo que el sello de Estados Unidos recalca con gran precisión el área geográfica donde, sólo un año después, se concretó definitivamente la misión comercial.
De las Treinta y seis vistas del monte Fuji, La gran ola de Kanagawa y Viento del sur, cielo claro, sirvieron como sinónimo de la vida y obra de Hokusai. Especialmente utilizada para esto fue la gran ola; múltiplemente reproducida y fuente de inspiración, tal y como se ha visto en los puntos anteriores.
El sello japonés emitido en 1963 se diseñó para la Semana Internacional de la carta escita. Evocando la fructuosa historia artística del país, tanto este sello como sus congéneres –pertenecientes a las demás vistas del monte Fuji– recuerdan, una vez más, la potencia cultural de Japón. También sirve para exaltar esta característica a nivel global, mediante la carta escrita, cuyo sello viajará por múltiples manos hasta llegar a su destinatario. De igual modo, el hecho de que se hagan tiradas con las imágenes más famosas de Katshushika Hokusai atestigua la importancia que merece dicho autor en su país natal.
Los primeros vestigios a estudiar serán los sellos emitidos en distintas fechas y países. Utilizan como imagen La gran ola de Kanagawa, lo que recuerda a los procedentes de Turquía y San Marino, pero en este caso, el significado se asocia únicamente a la idea de Hokusai.
Cabe destacar los sellos de las Islas Turcas y Caicos, Antigua y Barbuda y Tuvalu, pues estos países se forman mediante archipiélagos. De este modo consiguen simpatizar con Japón, que también se compone de islas, y ensalzan su arte y la relación que tiene con el mar; algo también imprescindible para ellos. El de Antigua y Barbuda igualmente resulta interesante porque considera a Hokusai como el más famoso artista japonés; texto que se recoge en la segunda imagen. Transmite la relevancia que adquirió el autor, convertido en metáfora del más grandioso arte de Japón. El perteneciente a las Islas Tuvalu tiene relevancia debido a que fue diseñado para la Philanippon 2011: exhibición mundial de sellos organizada por el mismo País del Sol Naciente con el propósito de fomentar el mundo de la filatelia y los vínculos internacionales. Las Islas Tuvalu son una nación ubicada en el océano Pacífico, así que la ola de 1832 actúa como un elemento de parentesco entre ellas y Japón, pues ambas conviven en las mismas aguas.
Algunos de estos sellos se realizaron para celebrar la muerte del grabador japonés, como ocurre en Japón, el año 1999 –ciento cincuenta años de la muerte de Hokusai–. Lo mismo sucede una década después en Mozambique. En ambas imágenes se añade un retrato de Hokusai para marcar la relevancia del personaje. De este modo también se hacen distinguir como sellos conmemorativos entre las variantes expuestas en esta investigación.
La fuerte presencia de países africanos –al que se añade el ejemplo ilustrativo de Guinea–Bisáu– que consagran sus sellos a la Gran ola de Kanagawa tiene que ver con las relaciones comerciales entre Japón y los mismos. Grosso modo explican el interés que tiene el país asiático por las diversas riquezas de África, destacado los recursos energéticos, como el aluminio o el gas natural.
Con el propósito de celebrar el treinta aniversario de la liberación de las Islas Bonin tras su ocupación por Estados Unidos (1968), el ilustrador Tadanori Yokoo diseñó un cartel que utiliza, en el registro superior, la imagen de La gran ola de Kanagawa. Creado para la Eco Expo, Japón ha resucitado en este archipiélago, y por eso, la ola se erige victoriosa, al son de un grupo de ballenas, atracción turística por excelencia en las islas. Las composiciones complejas y de marcados rasgos pop son características de este artista, así que, en una amalgama de motivos, los esquifes son navegados por familias felices que disfrutan de su visita al paraíso insular, e igualmente por pescadores cargados de materia prima. También aparece un sol radiante que se relaciona estrechamente con la bandera del Sol Naciente, con el objetivo de remarcar la nacionalidad japonesa de las islas. Grosso modo, se trata de una imagen que sugiere vida y prosperidad en las ya japonesas Islas Bonin.
En el universo de la moda, La gran ola de Kanagawa no se percibe únicamente como mero motivo decorativo. En esta investigación, la diseñadora japonesa Hanae Mori es la primera en emplear dicha obra como un estampado que evoca, en esencia, su país de origen. En su colección primavera/verano del año 2003 utiliza el grabado en numerosas prendas, de las que se adjunta uno de sus pomposos vestidos negros. Una marca vinculada al nacionalismo, desde un punto de vista moderado, donde la ola como elemento solitario se tiñe de gris y rememora los orígenes de la diseñadora. John Galliano, diseñador de origen gibraltareño para la marca Dior entre 1997 y 2011, empleó La gran ola de Kanagawa también como motivo aislado y con su colorido primigenio en un abrigo perteneciente a la colección de alta costura (primavera/verano, 2007). El denominado Suzurka–San fue diseñado a raíz de la intención de Galliano por penetrar en el mercado de moda japonés. De este modo, el gibraltareño asocia la ola de 1832 a la cultura japonesa, y considera que puede ser altamente llamativo emplear una imagen tan icónica de dicho país para atraer al público del país asiático. Se trata de un abrigo que estrecha los lazos entre la firma francesa y los posibles compradores japoneses. Como pertenece a la firma de alta costura, utiliza también La gran ola de Kanagawa como metáfora de la alta calidad artística de la obra original, adecuada para una prenda de tal calibre. La firma de moda estadounidense Proenza Schouler igualmente se inspira en Asia durante la colección otoño–invierno del 2012, empleando tejidos, formas y motivos propios de Extremo Oriente. De nuevo está patente La gran ola de Kanagawa en uno de sus vestidos, esta vez con un propósito exotizante, lo que recuerda a la edición especial de Nabisco. Habla de la capacidad de la obra para convertirse en un objeto reproducible en múltiples y dispares contextos. Para finalizar, la diseñadora rusa Alena Akhmadullina utiliza el motivo del oleaje perteneciente a la primera ilustración de El cuento del zar Saltán. Aunque este ejemplo no se basa directamente en la reproducción fidedigna de La gran ola de Kanagawa –a diferencia de los tres diseños anteriores–, es interesante tratarlo por la exaltación nacional que realiza la autora al inspirarse en una imagen del folclore ruso, la cual también se trata de un producto de la interacción entre el mismo y el universo tradicional japonés.
Este doodle –logotipo del navegador de Google– emplea la La gran ola de Kanagawa como imagen base, añadiendo las letras O,O,G,L,E que completan el nombre del buscador. La G no ha sido dibujada, pues la forma curva tan acentuada de la ola sirve como metáfora visual que completa el texto. Se trata de un doodle conmemorativo que salió a la luz únicamente en la versión japonesa, año 2010. Fue lanzado el 31 de octubre; fecha que conmemora la muerte del maestro Hokusai. El pintoresco logo emplea una de las estampas más conocidas de Hokusai aprovechando el carácter multitudinario de la imagen, para así convertirla en un contenido accesible al público en general.
La cerámica japonesa tradicional de Kanazawa, denominada Kutani, en los últimos años ha creado un patrón con la imagen de La gran ola de Kanagawa. Así, se vincula la calidad artística de esta producción alfarera con la virtuosa obra de Hokusai. De igual modo, también crea una conexión histórica basada en el empleo de materiales y diseños tradicionales aunados en una misma pieza. El ejemplo ilustrativo se trata de una taza de té, pero también se pueden encontrar en otros utensilios, como platos.
Tomoko Nagao continúa la tradición pop y se encuadra también en el movimiento Superflat. Pintora y artista digital de origen japonés, recrea en Hokusai – La Gran Ola de Kanagawa con McDonald’s, Cup Noodle, Kewpie, Kikkoman and Kitty (2012) la obra original en cuanto a su composición e iconografía. La masa de agua se caricaturiza y sus bordes ganchosos se convierten en una redondeada cresta cuya idea de amenaza se reduce considerablemente. Los esquifes de marineros se han convertido en numerosas Hello Kitty que navegan entre una marea donde flotan hamburguesas y patatas fritas de McDonald’s, latas de Coca Cola, fideos envasados Cup Noodle, botellas de salsa Kikkoman y botes de mayonesa Kewpie. Entre el mar se levantan varios edificios dedicados a McDonald’s, aunque el que más resalta se sitúa por delante del monte Fuji. Nagao enlaza con Hokusai, pero también con el arte pop y de Superflat, a través del uso de colores planos y saturados, además de la ausencia de volúmenes. El significado tiene que ver con la visión de la nación japonesa contemporánea, en la línea de Murakami. Las hamburguesas y construcciones dedicadas a McDonald’s, además de las latas de Coca Cola, productos estadounidenses, se mezclan con marcas nacionales –Hello Kitty, Cup Noodle, Kikkoman, Kewpie–. El tema de representar a Estados Unidos como principal influencia acaparadora dentro de la nación japonesa tiene un fuerte vínculo con Murakami. De este modo, focaliza la obra hacia un punto de vista histórico –la apertura de Japón al comercio estadounidense en 1853–, lo que significó un rápido y poderoso cambio cultural en el país asiático. Aparte de esta hibridación cultural, habla igualmente de la masificación de productos asociados a la comida rápida, y por tanto, vistos desde una perspectiva universal. Los artículos de consumo se desplazan por la agitada marea. Nagao creó esta obra tras contemplar el informativo milanés que reproducía imágenes pertenecientes al tsunami de Japón de 2011. La artista considera que estos productos, además de masivos, son ejemplo de la cultura japonesa actual. Admite no criticar directamente al consumismo, queriendo actuar como mero testigo de su tiempo, con el objetivo de que los futuros siglos comprendan el mundo en el que vivió. Utiliza una visión kawaii, propia de la cultura japonesa desde los años sesenta, para representar cada elemento de una forma dulce e incluso infantil, característica de la feminidad y el pacifismo tras la Segunda Guerra Mundial. De este modo, el significado original se dulcifica, pues para Nagao, la destrucción que dejó la catástrofe es símbolo de una sociedad que también se está transformando bruscamente. En 2014, Nagao realiza una obra idéntica pero con un colorido distinto, y otra que también se inspira en La gran ola de Kanagawa agitada entre un mar de dulces.
Desde un punto de vista comercial, la marca de electrodomésticos Panasonic, procedente de Japón, reinventó en el año 2015 La gran ola de Kanagawa. Para ello, transformó la masa de agua en una horda de hojas de lechuga. Del mismo modo, el volcán se convirtió en un amasijo de berenjenas. Mediante este llamativo cartel, Panasonic busca captar visualmente al espectador para demostrarle que el refrigerador anunciado es el mejor en el mundo de la conservación alimentaria. Como el anuncio está en idioma japonés, la marca considera que está destinado al consumidor del País del Sol Naciente, siendo más fructífero el empleo de una imagen no sólo muy conocida en todo el mundo, sino también símbolo cultural nacional.
El artista urbano de origen español, apodado Pejac, ha realizado obras de arte por países tan diversos como España, Italia, Jordania o Japón. En Kawasaki, ciudad perteneciente a la prefectura de Kanagawa, pintó la sencilla silueta de una mujer que vacía un cubo de agua. Esta se ha convertido en la ola de Hokusai, y así, Pejac refleja en ella un símbolo de identidad de la ciudad en particular, y de la nación en general. Su propósito era reflejar la cultura japonesa actual, en la que las nociones de seppuku –suicidio ritual japonés–, bonsái o la caza del tiburón también resultan constantes.
Miss Hokusai, estrenada en Japón en 2015, narra la vida de Oi Katsushika, la hija más conocida del grabador autor de La gran ola de Kanagawa. Esta fructífera artista, también colaboradora en buena parte de la obra de Hokusai, se convierte en un personaje animado que observa con firmeza al espectador –carátula en castellano de Miss Hokusai–. Tras ella, aparece su padre, espalda contra espalda, y también la famosa obra de arte tan vista en este estudio. La gran ola de Kanagawa se deja ver como un sinónimo de Hokusai, y por eso, la carátula decide utilizar su imagen más representativa para situar la historia de Oi.
La tirada de sellos titulada Saludos desde Japón (2016) emplea la imagen de La gran ola de Kanagawa como símbolo cultural de Japón, y utiliza una lámina de oro aludiendo a la apreciación, obviamente incorrecta, del mercader veneciano Marco Polo, el cual creía que Japón era un país con una enorme riqueza en oro y plata. Esta idea se forjó tras el descubrimiento de la existencia del templo budista Chuson– ji, en la prefectura de Iwate –siglo XII–. Una de sus salas, Konjiki– do, está decorada con laca urushi, mediante la técnica del maki–e (polvo de oro, en este caso). Los viajeros occidentales de la época, y también durante la Edad Moderna, consideraron la posibilidad de un Japón tan fructífero que realizaron numerosos viajes a Extremo Oriente. Esta historia tan peculiar no deja de ser un hecho por el que ensalzar la historia de Japón, su belleza y misterio, y de ahí que ambos sellos se encumbran de una lámina áurea con este propósito cultural.
Para culminar con este repaso, se examina a continuación la viñeta creada por el dibujante inglés Peter Brookes, mostrada en la vigesimoséptima edición del periódico británico The Times. Como se mencionó durante el análisis de 727, es la tercera obra realizada que utiliza los otros dos significados primigenios de La gran ola de Kanagawa. Peter Brookes refleja aquí la situación política de Reino Unido previa al Brexit –salida de Reino Unido de la Unión Europea–. Habla de la inestabilidad política del momento, y por tanto, de un contexto histórico preciso, del mismo modo que Hokusai. Caricaturiza a Boris Johnson, político del Partido Conservador, pues su irritado rostro se transforma en el motivo de la ola. El único esquife ahora presente es utilizado por los exponentes del G–7 (países económicamente más fuertes a nivel global), quienes huyen del iracundo Johnson, a favor del Brexit. Brookes se inspiró en La gran ola de Kanagawa porque la última cumbre del G–7 se celebró, por primera vez, en Japón, los días 26 y 27 de mayo, 2016. De esta manera, la viñeta no sólo habla del turbulento panorama político en Reino Unido, sino también testifica, una vez más, el hecho de que la ola de 1832 se convierte en un constante sinónimo de Japón.
Excelente investigación me sirvió de mucho para armar un trabajo teórico para mis alumnas .Gracias por compartirlo.Saludos Marcela.
Estimada Marcela Conte,
Me alegro mucho de que te haya servido y te haya gustado.
Un saludo,
A.
Estimada Marcela,
¿Hay posibilidad de contactar contigo para saber más sobre el trabajo que has realizado y tu procedencia?
Un saludo,
A.