Coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte del reputadísimo autor Junichiro Tanizaki (1886-1965), han sido muchas las editoriales que se han lanzado a reeditar sus obras más sobresalientes. La que reseñamos en esta ocasión, La historia de un ciego, llega de la mano de la gijonesa Satori, [1] que ya ha editado otras obras del japonés, como El Elogio de la sombra (que ya tuvimos ocasión de reseñar) o Sobre Sushkin, continuando con el encomiable esfuerzo de rescatar y traducir a los grandes autores de la literatura japonesa.
Anticipándose a su época, Tanizaki prefiere centrarse -como fue habitual en toda su obra- en los personajes femeninos y así, en La historia de un ciego, el autor personificará toda la crónica histórica sobre el tantas veces relatado periodo Sengoku (1467-1568) en la historia de las mujeres -todas ellas, reales- que unieron a las grandes familias de la época: conoceremos de primera mano la historia de la hermosa Dama Oichi (1547–1583) y de sus tres hijas. Hermana del archipoderoso y belicoso Oda Nobunaga, el matrimonio de Oichi estuvo destinado desde un principio a satisfacer los intercambios de poder y las alianzas entra las grandes familias: su matrimonio con Azai Nagamasa daría tres hijas que serían esposas y madres de daimios y shogunes.[2]
Manteniendo su obsesión por lo netamente sensorial, Tanizaki decide narrarnos esta historia de la mano de un largo y dubitativo, aunque tan ceremonial como cínico, monólogo, pronunciado por un ficticio pero documentando anciano de nombre Yaichi. Ciego desde los tres años, el leal Yaichi consiguió ganarse la confianza de los grandes señores por sus habilidades como músico y masajista, hasta quedar al servicio de la Dama Oichi, objeto de deseo de las familias más poderosas de Japón, tanto por su legendaria belleza como por sus derechos nobiliarios.
A través de la historia personal de sus protagonistas, Tanizaki consigue recrear minuciosamente la historia de un periodo tal relevante como constantemente relatado; no obstante se decanta, en vez de por el relato épico y bélico habitual, por la historia de aquellos grandes olvidados -criados y mujeres- que, como veremos, fueron en realidad algunos de los elementos centrales que llevaron a la configuración del Japón unificado.
Concebida como una novela corta, La historia de un ciego, fue publicada en 1931, dentro de lo conocido habitualmente como el segundo periodo de Tanizaki, en el cual -luego del Gran Terremoto de Kanto y su ruptura con la modernidad occidentalizante- se asentó en varias ciudades de la región de Kansai y comenzó una obsesión tradicionalista e historicista -incluso reaccionaria, según algunos- por los valores del pasado japonés. A lo largo de toda la obra de Tanizaki se perciben una serie de tópicos que también están presentes en esta obra (aunque con un tono más sereno, propio de este segundo periodo): la fascinación por lo sensorial (y la habitual inclusión de personajes ciegos), la importancia de los personajes femeninos (particularmente, de las madres), las relaciones entre amos y criados, el gusto por el refinamiento, una tendencia al erotismo -menos protagónica en esta ocasión- y un cinismo que muchas veces deriva en crueldad. No obstante, en esta ocasión, la “crueldad” de Tanizaki se limita a la del profundo y terrible drama histórico que nos relata; esta obra pertenece a una época de introspección, serenidad y delicadas visiones femeninas que culminará con una obra maestra como Las hermanas Makioka (1948).
En definitiva, La historia de un ciego se trata de una obra que gustará a los adeptos de las luchas entre samuráis, pero especialmente a aquellos que gusten de las intrigas palaciegas más que del fulgor de la batalla. Su ritmo contenido y ceremonioso, y la abrumadora ambientación histórica pueden jugar bazas en su contra como lectura fácil,[3] pero Tanizaki combina una recreación minuciosa de la vida y las costumbres un Japón todavía medieval con el relato de los sinsabores de la Dama Oichi, historia de aquella mitad femenina que fue progresivamente olvidada en la oficialidad japonesa.
Notas:
[1] No obstante, debemos advertir al lector que esta no se trata de la primera edición en castellano de la obra que protagoniza nuestra reseña, sino que esta fue una edición de la editorial Siruela (Tanizaki, Junichiro. El cuento de un hombre ciego. Madrid, Siruela, 2010). Previamente, había aparecido en castellano dentro de un compendio titulado Cuentos crueles, editado por Seix Barral (Tanizaki, Junichiro, Ángel Crespo y Pacheco J. López. Cuentos Crueles. Barcelona, Seix Barral, 1968). No obstante, la de Satori se trata de la primera traducción directa del japonés al castellano, ejecutada por Aiga Sakamoto y cuenta también con un prólogo de Fernando Sánchez Dragó.
[2] Para aquellos que no conozcan la historia de la Dama Oichi, de Azai Nagamasa o, en general, del final del periodo Sengoku, no recomendamos -y por ello, no incluimos- la consulta de la biografía de los mismos hasta la lectura del libro, pues inevitablemente derivaría en spoilers (si es que puede utilizarse este término en literatura histórica).
[3] Para solucionar este aspecto, la edición de Satori viene acompañada de un árbol genealógico, un mapa de las regiones de Japón y un glosario de términos para que el lector pueda usarlos de guía de lectura a medida que avanza la trama. No obstante, para el lector no familiarizado con este periodo de la época japonesa, podrían resulta insuficientes.