Gengis Kan (1162-1227), antes de morir, dividió el Imperio Mongol entre sus cuatro hijos pero debido a que uno de ellos, Jochi (1184-1227), había fallecido, su parte quedó subdividida entre los dos hijos de este último: Batú Kan (1205-1255), quien comandaría la Horda Azul, en el Este, y Orda Kan (1204-1251), líder de la Horda Blanca, en el Oeste. Batú Kan fue capaz de subyugar el territorio de su hermano e invadir Europa Oriental y Central bajo el nombre de la Horda del Oro: Rusia, Ucrania, Polonia, Bohemia, Hungría…; mientras, el gran kan Ogodei (1186-1241) completaba la conquista de Asia.
En 1241 se estaba llevando a cabo la conquista de Viena, pero la muerte de Ogodei obligó a Batú Kan a viajar al Este para hablar acerca de la sucesión. Esta fue la principal razón por la que el mongol no logró adueñarse de Europa, pues esta se encontraba desunida y desnutrida. Pero…
¿Y si los brutales ejércitos del Imperio mongol hubiesen llegado a Roma? ¿Y si el Gran Kan de la Horda de Oro hubiese pactado un acuerdo con Federico II de Hohenstaufen? Año 1242. Los ejércitos de Occidente se reúnen para una última batalla cuyo desenlace sellará el destino del continente europeo. Dos hermanos -un caballero y un monje-, deciden partir al encuentro de los invasores mongoles con la esperanza de cambiar el curso de la Historia. Un año después, el kan Ogodei, sucesor de Gengis Kan, envía a tres emisarios de Karakórum a Palermo con el fin de negociar la paz con el emperador Federico II de Hohenstaufen, conocido como el “Estupor del Mundo”. En el largo camino a Occidente, muchos peligros acecharán a nuestros tres caballeros, y numerosas fuerzas secretas se opondrán a los planes del Gran Kan y a una alianza entre cristianos y mongoles.
Bajo esta posibilidad nos embarca la editorial catalana Ponent Mon en La Horda de Oro, historieta creada por los escritores Fred Duval y Jean-Pierre Pécau, e ilustrada por Rajko Milošević Guéra, Igor Kordey y Jean-Paul Fernández, a los que se unen Manchu, Fred Blanchard y Ugo Pinson para la elaboración de las imágenes de las cubiertas y capítulos. Todos ellos crean una ucronía histórica, al igual que ya ocurrió en ¡Tiembla Roma!, cómic de Ponent Mon creado por los mismos Fred Duval, Jean-Pierre Pécau y Fed Blanchard.
El género de la ucronía es aquel que especula sobre una realidad alternativa ficticia, pero esta parte de nuestra línea temporal. Esto es justamente lo que encontramos en La Horda de Oro, donde Ogodei no muere en 1241, ni Jochi lo hace en 1227, por lo que la Horda Azul y la Horda Blanca no existen, sino que están unidas bajo un mismo estandarte, la Horda de Oro, cuyo ejército es liderado por Batú Kan, hijo de Jochi, y el estratega Subotai Ba’atur (1176-1248), quien estaba al servicio del gran kan. Estos hechos son los que provocan, en el cómic, el saqueo de Roma de 1242 por parte de los mongoles, amenazando así a toda la cristiandad.
Tras estos acontecimientos, Europa decide reagruparse y plantar cara a los mongoles mediante un ejército, pero todas sus batallas fracasan debido a malas estrategias. Es este contexto donde el Padre Mateo y el hermano Guillermo Barbille, ambos de la Orden Fransicana, emprenden un viaje al Este a modo de embajadores antes el gran kan, teniendo que recorrer Europa y Asia hasta llegar a Karakórum, capital del Imperio Mongol, y entrevistarse con Ogodei.
Por su parte, Reinaldo Barbille, hermano mayor de Guillermo, fue convocado para batallar contra los mongoles, y en el ejército se encontrará a Alexander de Kestutis, último capitán de la Compañía Blanca, un mongol perteneciente a un clan que fue cristianizado tras ser arrasado por la Horda de Oro. ¿Podrá alguno de estos personajes hacer que el ejército mongol deje de asolar a Europa, o todos ellos fracasarán estrepitosamente y el Occidente cristiano caerá ante las manos de Asia?
No sólo se trata de una historieta interesante por el hecho de ser una ucronía histórica, algo que ya de por sí es bastante atrayente, sino que también lo es por meternos en la piel de los diferentes personajes de la trama, como el hermano Guillermo, quien tras un abrupto y belicoso inicio va comprendiendo que la solución a los problemas es la palabra, el guerrero Alexander, que al principio es presentado como un descontento del pueblo europeo pero que va evolucionando hasta luchar por su supervivencia, o algunos mongoles, como el mismísimo Ogodei, quien quiere la supervivencia de su Imperio, su esposa Toreguene, que cumple con su papel de mujer de la corte inteligente y manipuladora que es tan prolífico en la literatura asiática, o Lian, quien se encarga de proteger en las sombras la vida de la emperatriz y de las personas designadas por esta. La gran cantidad de personajes secundarios de esta obra enriquece en gran medida la historia, siendo al final todos ellos imprescindibles.
A esta increíble historia le acompaña un dibujo realizado por Rajko Milošević Guéra e Igor Kordey y coloreado por Jean-Paul Fernández, pues las ciento doce páginas se encuentran a color. Este elemento es algo fundamental en la obra, pues dota al argumento de vida propia, siendo un dibujo de estilo francés que refleja muy bien la realidad de la época, a pesar de encontraron en una ucronía. Y esto se complementa con una edición de tapa dura y gran formato (29×22 centímetros) realizada por Ponent Mon, quien sigue apostando por obras diferentes al resto de editoriales de manga y cómic españolas.
Al precio de veinticuatro euros, La Horda de Oro se vuelve imprescindible para cualquier amante de la Historia Medieval, especialmente si le gustan las ucronías. Fred Duval y Jean-Pierre Pécau hacen un trabajo excepcional, al igual que hicieron ya en ¡Tiembla Roma!, ambas historietas publicadas en español por Ponent Mon en febrero de 2019 y octubre de 2018 respectivamente; y en ambos casos nos encontramos con un dibujo excepcional que convierte estas historietas en elementos únicos del mercado español, cuya lectura y visionado es altamente recomendable.