En el artículo anterior se analizaron los preceptos coránicos, de la Suna y de la Sharia. En el de esta semana se hace un recorrido por las interpretaciones generales de estos textos desde dos puntos de vista, una tradicional y masculina y una nueva y femenina
La mujer árabe musulmana en la Edad Media
La mejora de la situación de la mujer árabe que se había producido en vida del profeta fue cayendo poco a poco en el olvido a medida que se sucedían las interpretaciones de los ulemas. El Corán contiene más de cinco mil aleyas, cientos de las cuales se refieren a la mujer, a su vida en el matrimonio, la familia y las relaciones sociales, pero los imanes trataron de reducir las leyes concernientes a la mujer a aquellas que afectan a su cuerpo y su sexualidad con el objetivo de restringir su existencia al hogar y apartarla de la sociedad.[1]
Concedieron a los maridos, apoyándose en hadices tales como algunos que están citados en el artículo anterior, todo tipo de derechos sobre la mujer, desde el permiso para salir de casa al cumplimiento de todos los caprichos masculinos, llevaron al extremo el uso obligatorio del velo, extendiendo lo que debía cubrir a todo el cuerpo femenino, y prohibieron cualquier tipo de relación entre hombres y mujeres más allá de aquellas con los familiares varones cercanos, padre, marido, hijos. También se limitó su acceso a puestos administrativos, políticos o jurídicos. Obligaciones y limitaciones que muchas mujeres árabes sufren hasta el día de hoy. Igual ahora que entonces los políticos compran sabios religiosos que elaboren doctrinas favorables a sus propósitos, y cualquier interpretación disidente es calificada de apostasía.[2]
La mujer empezó a permanecer cada vez más tiempo encerrada en casa, percibiéndose como lo religiosamente más perfecto el no abandonar jamás la casa del marido. La poligamia se hizo común y descontrolada, al igual que los divorcios, de manera totalmente opuesta a lo que se describe en el Corán.
Ya en época abasí, la diferencia entre mujer libre y esclava empieza a desdibujarse, de manera que se da que ciertas esclavas tienen más poder que algunas mujeres libres. Se separó a la mujer árabe, guardiana del honor y la cultura, de la mujer extranjera y esclava, cuyas actividades y educación no eran deseadas para una esposa honorable, encerrando a la mujer cada vez más, primero en su casa, y luego en sus habitaciones privadas, en el harem. Lo que en el Corán se concibió como castigo para la mujer adúltera, acabó siendo casi la vida habitual de las mujeres musulmanas.
La separación de sexos era casi absoluta desde el punto de vista físico. El velo, de uso ya obligatorio, impedía que un hombre viera cualquier parte del cuerpo de la mujer. Las casas contaban con salones de recepción distintos para los hombres y las mujeres. Al menos en algunos lugares era habitual que las mujeres saliesen para hacerse visitas mutuas para el desagrado de algunos sabios religiosos como Al-Burzuli, que consideraba estos encuentros inútiles, en los que las mujeres se dedican a hablar mal de sus maridos.[3] El mismo jurista argumenta, en cuanto a la separación física de los géneros, que se determine un día especial para los juicios en que intervengan mujeres, la construcción de cárceles para mujeres bajo control de otras mujeres respetables y propone la medida de encerrar a las mujeres en sus casas para evitar el lesbianismo, misma razón por la que se impedía a las mujeres el acceso a los baños públicos.[4]
La interpretación masculina actual
La jurisprudencia árabe actual es heredera de la medieval. Aunque algunos países han alcanzado una constitución laica y, de hecho, sus líderes autoritarios han utilizado estas, especialmente los reconocimientos de los derechos de las mujeres, para mejorar o incluso justificar su poder a los ojos occidentales, siguen siendo abundantes los países en que la ley suprema es la Sharía, la ley islámica.
Tal vez uno de los casos más llamativos, por su continua aparición en la prensa occidental, sea el de Arabia Saudí. Conocido por el petróleo y los jeques ricos, es también famoso por ser el único país del mundo en que las mujeres tenían legalmente prohibido conducir hasta este mismo año.[5] Para justificar tal prohibición (antes era una cuestión de costumbre, no religiosa o jurídica) se dictó una fatwa por parte del consejo de ulemas donde se alegaba que una mujer conduciendo podría entrar en relación con hombres no familiares por lo que se quebrantaría el código moral religioso estrictamente presente en el país.
Arabia Saudí ejerce una discriminación literal hacia las mujeres en prácticamente la totalidad de sus leyes. La mujer saudí se halla en desiguales condiciones para acceder al mercado laboral (tiene prohibidas las profesiones “peligrosas”). La poligamia es legal para el hombre, no para la mujer, y el hombre puede divorciarse de la mujer en cualquier momento, mientras que la mujer debe aportar motivos válidos para llegar al divorcio, lo que conlleva unos procedimientos que suele desconocer, por su escaso acceso a la educación. Permanecen continuamente bajo la “protección” de un tutor masculino, que vela por sus intereses, en teoría. Prácticamente no pueden hacer nada sin autorización escrita de su tutor, ni salir sin compañía familiar masculina. El maltrato físico es tolerado si la mujer es desobediente. La mujer saudí es tratada como una niña y como una posesión a lo largo de toda su vida.
Otros países árabes, como los vecinos emiratos o Qatar, tienen leyes discriminatorias similares, aunque más laxas y los regímenes islámicos suelen aplicar un código de leyes similar con algunas diferencias regionales. No puede decirse que esto incluya la totalidad del mundo árabe.
La interpretación del feminismo islámico
El feminismo islámico, por su parte, rearticula un Islam de género igualitario y socialmente justo enraizado en la idiosincrasia coránica, que no podría realizarse dentro de una sociedad patriarcal.[6] La teoría se basa en el concepto de umma de comunidad islámica, de carácter global y que incluye hombres y mujeres. Para las feministas musulmanas el término insan, significa “humanidad” y no “hombre”. La investigación e interpretación racional de los textos coránicos, de manera ajena a los postulados tradicionales impuestos por los ulemas son los puntos de partida de este feminismo.
El feminismo no es un valor exclusivo del mundo occidental, aunque es habitualmente considerado así. En realidad, los movimientos en pos de la igualdad del hombre y la mujer, o de la mejora de la condición social de la mujer se dan en distintos contextos espaciales y cronológicos.[7] El feminismo islámico no se desarrolla a partir del feminismo occidental, sino que surge por su cuenta en un espacio territorial distinto. Los objetivos son similares, pero no pasan por los mismos símbolos.
El surgimiento de los grupos políticos islamistas en el último tercio del siglo XX ha supuesto una oposición radical entre religioso y secular, tradición y novedad, oriente y occidente, con la correspondiente oposición entre Islam y feminismo en el imaginario general de las sociedades tanto islámica como occidental, que dificulta la comprensión de los posicionamientos del feminismo islámico.
Con la reinterpretación de los textos islámicos el feminismo islámico se propone alcanzar una igualdad social que promueva el acceso de las mujeres a las profesiones religiosas o la práctica religiosa en igualdad para todos los musulmanes, sin distinción de género o clase (tal y como se produce en las peregrinaciones del haj), en todas las mezquitas.
El feminismo islámico también intenta demostrar que quitarse el velo no ha acabado con las estructuras patriarcales y los roles de género tradicionales, sino que se sustituye la ideología religiosa por la ideología consumista. También denuncian la superficialidad de los derechos conseguidos en algunas dictaduras pro-occidentales, como fue la tunecina hasta el 2011.
Las nuevas tecnologías como internet han permitido poner en relación a mujeres musulmanas árabes y no árabes, orientales y occidentales, favoreciendo la transmisión de ideas, que se extienden con mayor facilidad por todas las capas sociales.
Estas diferencias entre receptoras y partícipes de ideas eclosionan en feminismos varios que tienen distintas metas y formas de reivindicación según las circunstancias espaciales y políticas. Mientras que en oriente se preocupan por una renovación de las interpretaciones coránicas en occidente se busca la identificación de sí mismas como originarias de una cultura ajena, pero integradas en su país de acogida.[8]
A pesar de las divergencias, hay una serie de rasgos que están presentes en contextos muy distintos como la necesidad de una revisión de la historia de las sociedades musulmanas y una reivindicación del derecho a interpretar las fuentes islámicas desde el punto de vista femenino, algo que les ha sido negado a las musulmanas desde el principio del Islam, salvo muy contadas excepciones. La idea de un sujeto musulmán autónomo y autóctono es central en el feminismo islámico. De ahí que sea especialmente importante la posibilidad de acceso a la educación por parte de las mujeres, como clave del desarrollo también dentro del Islam.
El discurso del feminismo islámico se constituye con una pretensión universalista, como la propia religión islámica o los derechos humanos. Ponen de manifiesto la existencia de problemas universales y la necesidad de que las soluciones tengan que ver con lo local.
El diálogo entre feministas islámicas y laicas, sean estas últimas árabes o no, es cada vez mayor, en virtud a la identificación de esos problemas universales que afectan a la mujer en tanto que ser humano discriminado más allá de etnia o religión.
Para saber más:
Badran, Margot, “Feminismo islámico en marcha”, Clepsydra, nº9, 2010, pp. 68- 84. [27/11/2017]Disponible aquí.
Carrión, Francisco, “Arabia Saudí permitirá conducir a las mujeres”, Diario El mundo, 26 de septiembre de 2017.[4/12/2017] Disponible aquí.
Marin, Manuela; “Derecho islámico medieval y fronteras de género: reflexiones sobre textos de al-Burzuli (m. 841/1438)” Clepsydra: revista de estudios de género y teoría feminista, Nº. 9, 2010, págs. 21-40 [27/11/2017] Disponible aquí.
Ramírez, Ángeles, “Libres, fuertes y mujeres: diversidad formación y prácticas de los feminismos islámicos” Feminismos en la antropología. Nuevas propuestas, Coord. Suárez, Liliana; Martín, Emma; Hernández, Rosalba, 2012, [04/12/17] Disponible aquí.
Saya Mesned Alesa, Muhammad, El estatus de la mujer en la sociedad arabo-islámica medieval entre oriente y occidente. Granada. Universidad de Granada, 2007.
Notas:
[1] Saya Mesned Alesa, Muhammad, El estatus de la mujer en la sociedad arabo-islámica medieval entre oriente y occidente. Granada. Universidad de Granada, 2007. P. 97.
[2]Saya Mesned Alesa, Muhammad; Op.Cit. P.134.
[3] Marin, Manuela; “Derecho islámico medieval y fronteras de género: reflexiones sobre textos de al-Burzuli (m. 841/1438)” Clepsydra: revista de estudios de género y teoría feminista, Nº. 9, 2010, págs. 21-40 [27/11/2017] Disponible aquí.
[4] Marin, Manuela, 2010, Op. Cit.
[5]Carrión, Francisco, “Arabia Saudí permitirá conducir a las mujeres”, Diario El mundo, 26 de septiembre de 2017.[4/12/2017] Disponible aquí.
[6] Badran, Margot, “Feminismo islámico en marcha”, Clepsydra, nº9, 2010, pp. 68- 84. [27/11/2017]Disponible aquí.
[7] Badran, Margot, 2010, Op. Cit.
[8] Ramírez, Ángeles, “Libres, fuertes y mujeres: diversidad formación y prácticas de los feminismos islámicos” Feminismos en la antropología. Nuevas propuestas, Coord. Suárez, Liliana; Martín, Emma; Hernández, Rosalba, [04/12/17]2012, Disponible aquí.