Con mianzi hacemos referencia a un término sociológico muy enraizado en la cultura china, que hunde sus raíces en la procura de la armonía social defendida por el confucianismo. La primera referencia a este concepto la encontramos en las Memorias Históricas de Sima Qian, del siglo I, y se popularizó cuando Lu Xun (1881-1936), padre de la literatura china moderna, le dedicó una obra definiéndolo como principio rector de la mentalidad china.
En su obra, Lu Xun daba cuenta de la dificultad de los occidentales para comprender la magnitud de este término. Para el sinólogo Lucian W. Pye, mianzi es un concepto de difícil definición, orientado a las relaciones sociales y al prestigio, comúnmente traducido en el mundo occidental como “cara”. Sin embargo, esta definición fue altamente criticada por muchos otros autores al entender que el mianzi tiene un carácter abstracto e intangible que no le permite ser traducido.
Dicho esto, el mianzi, puede ser más fácilmente entendido a través de las teorías del antropólogo Edward T. Hall, que consideraba la sociedad china, igual que la japonesa y coreana, como sociedades de “alto contexto”. Estas sociedades, a diferencia de las occidentales, otorgan mucha importancia a la comunicación implícita, hasta el punto de alcanzar la relevancia del mensaje que se transmite, elementos como la distancia conversacional o el contacto visual. En este contexto surgen prácticas de gran importancia dentro de la cultura china, como actuar con cortesía o la atención a lo subliminal.
Los primeros estudios, propiamente dichos, en torno al carácter del mianzi, se encuentran en las investigaciones antropológicas de Hsien Chin Hu de 1944, que definía la construcción de la “cara” (del mianzi) como un criterio con el que evaluar la conducta y la posición social. Para Hu, la “cara” estaba compuesta por el mianzi y el lian, actuando ambos de manera inseparable. El primero hace referencia al prestigio obtenido a través de los logros vitales, el éxito y la ostentación, mientras que el segundo hace referencia a la confianza que pone la sociedad en la integridad moral de un individuo. La pérdida de estos valores morales dificultaría que un individuo continuase su vida en sociedad, desarrollándose un constante sentimiento de autocensura.
Erving Goffman desarrolló con respecto al mianzi la conocida como “teoría dramatúrgica”. Según esta teoría, el comportamiento social está dividido en el backstage, en el que se encuentra contenido el modo de ser auténtico de la persona, el aspecto íntimo; y por otro lado el frontstage, el escenario. Según Goffman, en el mianzi, los individuos actúan como actores de teatro, buscando transmitir a lo largo de su vida social una imagen convincente de sí mismos, dar la impresión de que se cumplen las normas morales con los que la sociedad podría juzgarlos (lian). Estos conceptos son extrapolables al mundo japonés en el concepto de honne, equivalente al backstage, y por otro lado tatemae y giri, que comparten características con el mianzi y lian, respectivamente. Las diferencias entre estos dos fenómenos sociales se muestran con mayor intensidad en la cultura japonesa, que presenta unos protocolos sociales y de lenguaje mucho más rígidos que la cultura china.
David Yau-Fai entiende el mianzi, de una manera semejante, como la imagen que un individuo desea proyectar de sí mismo sobre un grupo. Esta imagen está sujeta a distintas variables como la autoimagen, el rol que tenemos en una situación, nuestro grupo de referencia, el sexo, la procedencia familiar, la apariencia física, etc., y adscribe el mianzi a un estatus específico. Para Yau-Fai, el valor social de mianzi se encuentra en el manejo y desarrollo de las cualidades naturales y no naturales que se poseen, como la riqueza y la autoridad, con el fin de mantener la imagen que la sociedad considera correcta.
Otros autores, hacen hincapié en la necesidad de romper con la tendencia de equiparar el mianzi, con autoridad o estatus, al entender estos como unidireccionales, estando el mianzi, por el contrario, basado en la reciprocidad de las relaciones y la dependencia mutua. El mianzi que construimos no solo refleja nuestra imagen social, sino que se ve influenciado por el mianzi de aquellos individuos que nos son cercanos, tanto en su manera de actuar, como en la forma en que estos son tratados por otros.
La sociedad china siempre ha hecho hincapié en la “cultura de la cara”, relacionada con el deseo sociológico de mantener el nivel social, un puesto en la jerarquía o el respeto. Sin embargo, esta cultura de la cara debe mantenerse en un cierto equilibrio. Aspectos como el hincapié en la honestidad, reciprocidad y la necesidad de cumplir lo prometido tienen aspectos positivos en el comportamiento social, pero llevados al exceso corren el riesgo de caer en el formalismo de mantener una apariencia de perfección. Esta situación, en último término, puede llevar a la necesidad de comparación entre las personas, y a un excesivo encorsetamiento por parte de empresas y gobiernos.
La construcción de la cara, como hemos mencionado, es un proceso complejo de definir, pero fácilmente observable por medio de ejemplos asociados a expresiones de uso común en China. Se utilizaría la expresión gei mianzi o “dar cara” cuando al tratar con una madre o un novio, la gente elogia a su hija o a su novia. Otro ejemplo puede ser la constante lucha de los jóvenes por alcanzar buenas calificaciones o tener buenos trabajos al entender que esto es un acto de zeng mianzi, es decir, “ganar cara” para la familia. Otros ejemplos pueden ser cuando una persona que está lista para invitar a unos amigos a cenar descubre que no tiene dinero para pagar la cuenta o cuando un jefe, tras hacer una exposición, se encuentra con la oposición en voz alta de uno de sus empleados, situaciones que se transforman en diu mianzi para la persona, es decir, en “pérdida de la cara”. En relación con este último ejemplo, si al jefe, a pesar de cometer un error obvio en la exposición, nadie le señala su error en público, se puede hablar de liu mianzi o “salvar la cara”. Algunas de estas expresiones tienen gran importancia en el mundo empresarial, siendo una práctica aceptada en China que cuando un superior niega una solicitud importante a un subordinado, le acepte otra de menor envergadura como una forma de que el empleado obtenga también liu mianzi.
A través del estudio de la construcción y mantenimiento del mianzi, podemos observar cómo en una sociedad de tendencia colectivista como la china, lo colectivo influye sobre lo individual. Es este aspecto lo que dificulta nuestra asimilación de este tipo de conceptos, pues en sociedades más individualistas y de “bajo contexto” como las occidentales, entre ellas la española, no se llega a percibir el alto grado de importancia de lo subliminal, al tratarse la cultura de la “cara” de una manera más directa y explícita, poniendo énfasis en lo verbal sobre lo no verbal.
Esta diferencia de percepción se observa de manera clara en el mundo de los negocios. En las sociedades occidentales actuales, en la mayoría de los casos no damos nunca por aceptado un negocio hasta la elaboración de un contrato firmado por escrito, algo que choca con las sociedades de “alto contexto”, en las que en muchas ocasiones un simple apretón de manos adquiere la misma validez, una validez que está siendo corroborada por el mianzi. Es en este aspecto donde radica la importancia de este, al otorgarnos un grado de confiabilidad que puede dificultarnos o facilitarnos nuestras relaciones diarias en la comunidad.