En una entrada anterior nos ocupamos del contexto en el que surgió una de las publicaciones más influyentes de la prensa musulmana y, en general, de todo el centro de Asia en el mundo contemporáneo, la revista Molla Nasraddin. Una vez definido el contexto en el que apareció, vamos por fin a ocuparnos de sus elementos más importantes: los autores que en ella participaron y los temas recurrentes contra los que arengaron.
Ya hablamos de cómo el editor de Molla Nasraddin, Jalil Mammadguluzadeh, fue un convencido jadidista de gran importancia en la región y uno de los más fuertes defensores del uso del azerí, la lengua vernácula, como lengua de cultura, y de cómo ésta se convirtió en uno de los pilares de la publicación. Pero en su causa Mammadguluzadeh estuvo ayudado por escritores y artistas de gran talento, la mayoría de los cuales recibieron mucho mayor reconocimiento que él mismo.
Las críticas de la revista se llevaban a cabo no sólo en forma de ilustraciones, que como ya comentamos eran las más influyentes debido al analfabetismo de la población, sino también a partir de las otras secciones. En general de tema humorístico, éstas incluían folletines e historias cortas,[1] debates, anécdotas, historias satíricas, poemas y telegramas amorosos, y anuncios personales y comerciales (muchos de los cuales compartían el tono jocoso de las otras secciones). Así pues, en escritores como Alí Nazmi[2] o Sabir, recayó una parte importante del peso moral de la publicación. Tanto es así que algunos consideran a este último, el más importante de todos los colaboradores, como el verdadero responsable de la esencia de la misma.
Mirza Elekber Sabir (1862-1911) fue uno de los más importantes y atrevidos satiristas azeríes. Formado como poeta y traductor, a lo largo de su vida fue perseguido tanto por la pobreza como por las autoridades. De hecho, “Sabir” no era sino el más célebre de sus más de cincuenta pseudónimos, significando “paciencia”.
Poeta errante y superviviente nato, sus viajes por las regiones musulmanas pobres del centro de Asia y, mucho más especialmente, la Revolución Rusa de 1905, avivaron su pasión por denunciar las injusticias. Sus años de madurez han quedado asociados a su variado e intenso trabajo para Molla Nasraddin, que realizó durante los primeros años de la revista –los últimos de su vida–, en los que mediante implacables versos arremetió contra oficiales zaristas, clérigos, terratenientes y misóginos; lo que le valió no pocas represalias. A pesar de las mismas, continuó escribiendo hasta sus últimos días, y fue proclamado por muchos “el poeta del pueblo”. Su obra apareció en muchas otras revistas y periódicos contemporáneos y ha sido reeditada en varias ocasiones.
Gran parte de las ilustraciones de la revista corrieron a cargo, en un principio, de dos artistas de origen occidental afincados en la región: Schmerling y Rotter.[3]
Oskar Ivanovich Schmerling (1863-1938) nació en Tiblisi, en una familia de origen alemán, y se formaría artísticamente en San Petersburgo y Múnich. Antes de colaborar activamente –pues lo haría sin retribución económica– con Molla Nasraddin, fundó la primera Escuela de Artes del Caúcaso (1898-1902), que después se convertiría en la Escuela de Pintura y Escultura de Tblisi, de las que sería director. Además de la publicación que nos atañe, ilustraría para muchas otras revistas y libros infantiles, convirtiéndose en el máximo exponente de la ilustración georgiana. Josef Rotter sería otro caucásico de origen alemán muy activo en los primeros años de la revista.
De entre los artistas locales destacó Azim Azimzade (1880-1943), de formación autodidacta, y uno de los primeros y más influyentes artistas gráficos azeríes, que comenzó a trabajar para Molla Nasraddin en 1922.[4] Todos ellos acabaron formando una escuela de caricaturistas locales ciertamente influyente –que también participaría en la revista–, especialmente en la colindante escena artística de Tabriz, que sería muy importante en los primeros años de la nueva dinastía iraní Palahvi.
Todos estos artistas compartían protagonismo en las páginas de la revista con otros grandes personajes del ámbito ruso y caucásico, como el ya mencionado Ismail Gasprinski,[5] fundador moral del jadidismo e importante intelectual, o también como Husayn Arablisnki[6] –el más importante, comprometido y controvertido de los actores azeríes–, o incluso Leon Tolstoy.
En el próximo apartado desgranaremos todos esos importantes contenidos de la revista, que en cierta medida ya hemos anticipado.
Para saber más:
Notas:
[1] La más célebre de las historias serializadas que se incluyó en la revista fue El diario de viaje de Ibrahim Bey, o la Maldición del fanatismo, obra del azerí Zeynelabidin Maraghai (1837-1910), novela satírica en varios volúmenes que había alcanzado un enorme éxito en los años previos a la revista, y que incluso fue traducida al alemán, agotándose sus ediciones rápidamente en ciudades como Calcuta, el Cairo o Estambul.
[2] Alí Nazmi (1878-1946) también publicó en numerosas revistas satíricas de la época, especializándose en poesía humorística y haciendo a la población local el principal objeto de sus críticas, en especial en lo relativo a la superstición imperante.
[3] A pesar de estar definitivamente afincados en la región, los dos artistas no estaban completamente familiarizados con las costumbres de la población local, por lo que para un mejor conocimiento de la misma realizaron importantes viajes de investigación e inmersión a lo largo del Cáucaso y del norte de Irán. Slavs and Tatars, 2011.
[4] Aunque fue un artista y escritor polifacético, fueron la caricatura, la ilustración de libros y el cartelismo los ámbitos en los que alcanzó un mayor reconocimiento, tanto por parte del público como por las autoridades soviéticas, bajo cuyo espectro trabajó durante los años de la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de su vida, Azimzade combinó diferentes lenguajes en toda una serie de trabajos que versan especialmente en torno al costumbrismo y al realismo social, ilustrando asimismo la obra de muchos importantes escritores centroasiáticos.
[5] Ismail Gasprisnki, o Gaspirali –en su forma turca– (1851-1914), de etnia tártara, fue el primer intelectual musulmán destacado del Imperio Ruso, que, gracias a su imparable trabajo como editor, educador y político, comenzó muchas de las reformas educativas a intelectuales que harían despertar, por fin, de su letargo a las naciones del centro de Asia. Entre sus muchas propuestas para la educación, se encontraba el uso de una lengua educada “pan-túrquica”, que omitiera los extranjerismos del árabe y el persa, y que en teoría sería más sencilla a la hora de educar a la juventud túrquica. Fue el editor del célebre diario Tercüman (1883-1918), pero también creó algunos de las primeras revistas para mujeres y niños del mundo islámico.
[6] Husayn Arablinski (1881-1919) fue un importante actor azerí. Fue el primer actor dramático de la región en interpretar el papel de una mujer, pues ellas no tenían permitido subir a un escenario. Como otros actos desafiantes, además de la propia ocupación de actor, estaban el afeitarse el bigote para interpretar mejor los papeles femeninos, lo que fue considerado como un acto de travestismo, o la propia elección del apellido Arablisnki, que en realidad era el de su joven amante. Desgraciadamente, su vida acabaría en tragedia, asesinado por su propio primo. (Slavs and Tatars, 2011).