Para la mayoría de las personas, un viaje implica mucho más que el desplazamiento geográfico de un lugar a otro. En el caso de Queen (2014, Vikas Bhal), uno de los éxitos del año en la India, nos encontramos con una entretenida y sincera trasposición del viaje físico al emocional, por medio de la que debería haber sido la luna de miel –un soñado viaje a Europa- de la joven Rani (Kangana Ranaut). Bajo esta idea –el viaje como modo de superación personal- llega este poco habitual producto de cine bollywoodiense, mucho menos poblado de música y bailes regionales de lo que suele ser habitual. La película da comienzo en Dehli, con los preparativos de la boda de Rani (Ranaut) y Vijay (Rajkummar Rao), con una secuencia en la que la familia de la novia canta sobre lo bien que se lo va a pasar en su luna de miel por Europa. Sin embargo, en los primeros minutos de la película contemplamos cómo Vijay decide echarse atrás con el matrimonio pues, tras haber vivido algún tiempo en Europa, considera que Rani es demasiado tradicional para encajar en el estilo de vida que él quiere.[1]
Para Rani, que creía haber encontrado en Vijay al amor de su vida, y que había erigido en torno a la idea del matrimonio todas sus perspectivas de futuro, la negativa de su prometido resulta un elemento desolador, que destroza de un mazazo todos sus sueños y perspectivas, incluido el de viajar a Europa por primera vez. Finalmente, Rani decidirá recuperarse de su depresión tomando la decisión de viajar sola a París y Ámsterdam –los destinos en dónde habían reservado su luna de miel-; para su familia, e incluso para la propia protagonista, esta será una decisión inaudita a la que todos se acogerán con dudas y temor.
Argumentalmente, los 146 minutos de la película se dividen en tres partes, aunque a lo largo de toda ella se intercalan diferentes flashbacks que nos permiten conocer el pasado de la pareja. En la primera, mucho más corta, seremos testigos de la decepción de la joven novia y su familia, observando todos los preparativos de la boda, y contemplando la depresión previa al viaje a Europa.
La segunda parte corresponde al viaje a París. En la ciudad del amor, Rani llegará a un idílico hotelito para recién casados, lo que no hará sino agravar el estado de shock en el que todavía se encuentra. En la capital francesa, la joven descubrirá que esta puede ser tan peligrosa y hostil como tradicionalmente se achaca, desde Occidente, a las ciudades indias. Afortunadamente, conocerá a una de las trabajadoras del hotel, que resultará ser también medio india, y compartir nombre –a medias- con el susodicho prometido. Aunque en un principio Vijayalaksmi no puede parecer más opuesta a Rani –promiscua, provocativa y madre soltera de un niño de apariencia caucásica-, la buena voluntad de ambas hará que enseguida surja una férrea amistad entre las dos. De la mano de la atractiva Vijay, Rani irá conociendo algunos privilegios que le eran negados en su ambiente social de origen, como salir de noche, tomar cerveza, o poder bailar desbocadamente sin que nadie tenga que opinar sobre ello. A pesar de que Rani no comparta el ideal de vida de su nueva amiga, el choque cultural le servirá para abrirse al mundo y ganar confianza en sí misma. Finalmente, los días de estancia en París terminan, y Rani marcha a Ámsterdam, su siguiente destino, con un paquete que entregar a una vieja amiga de Vijay –que resultará ser una prostituta del Barrio Rojo-.
La tercera parte de la película corresponde a la acción que se desarrolla en la ciudad holandesa. A pesar de su recién adquirida confianza, Rani todavía tendrá muchos baches que superar: el primero se le presentará en la misma recepción del colorido y cosmopolita albergue en el que pasará sus vacaciones, cuando descubra que no solo no ha reservado una habitación individual, sino que además le va a tocar compartirla con tres hombres de diferentes nacionalidades. A pesar de la amabilidad del japonés Taka (Jeffrey Ho), el francés Tim (Joseph Guitobh) y el ruso Oleksander (Mish Boyko) –que no alcanzan a entender que la chica esté tan asustada por dormir con ellos-, a Rani todavía le costará un tiempo comprender que no son una amenaza ni para su seguridad ni para su intimidad. Más adelante conoceremos que las continuas bromas y ganas de diversión del grupo de amigos tienen como origen superar una situación nada fácil: los jóvenes están compartiendo con Taka unas largas vacaciones, para se anime tras la pérdida de sus padres en el tsunami que asoló Japón en el invierno de 2011. No será sino a base de choques como Rani logre superar sus fronteras y diferencias con el género masculino: utilizando el chauvinismo como escudo, discutirá con el atractivo propietario de un restaurante italiano (Marco Canadea), quien –notablemente atraído por la joven, pero molesto por su altivez- reta a la joven a cocinar y vender comida india en una competición culinaria que, como era de esperar, acabarán ganando.
A lo largo de la última parte de la película, el arrepentido prometido intentará contactar con una ahora empoderada Rani, quien ignorará sus mensajes a pesar de sus sentimientos. Finalmente, Vijay llegará a presentarse en Ámsterdam en busca de la joven, quien ya no tendrá nada clara la idea del matrimonio. Así, el viaje “de novios”, resultará todo un éxito para la protagonista, quien volverá a la India no solo habiendo conocido otro continente y a un grupo de personas maravillosas, sino poseedora de una autoestima más que necesaria y sabiéndose dueña de su propio destino, transmitiendo un mensaje especialmente ejemplarizante para las varias generaciones de mujeres indias que han hecho de esta película un blockbuster tan agradecido como necesario.
A primera vista, podría parecer que Queen continúa, en cierto sentido, una larga y comercial –amén de pseudofeminista– estela literaria y cinematográfica sobre mujeres que viajan solas y que utilizan ese viaje como vía de descubrimiento y realización personal (caso de Bajo el sol de la Toscana, 2003, o de Come, Reza, Ama, 2010, por nombrar algunos de los ejemplos más célebres). Sin embargo, el espíritu de la película difiere notablemente del de las citadas comedias románticas americanas, pues en este caso, su protagonista no busca re-definirse a sí misma encontrando a un nuevo hombre, sino que advierte que por el momento debe prescindir de esos lazos –rechazando incluso a sus pretendientes- para poder ser dueña de su propia vida. A pesar de ser una película concebida como un producto de evasión y entretenimiento, predecible aunque consecuente en su argumento, la particular historia de Rani –tan opuesta a lo que estamos acostumbrados a escuchar- y su juventud, le aportan un toque de frescura que la hace diferente. Asimismo, la soberbia interpretación de Ranaut –merecedora de varios premios- sostiene su éxito comercial y académico.[2]
Si hace veinte años Alfonso Cuarón se valió de la India y de la prosa de Frances Hodgson Burnett para contarnos que todas las niñas podíamos ser princesas (y merecer ser tratadas como tal fuera cual fuera su origen),[3] la película de Vikas Bahl se sirve de la India para retomar esta idea madurada y crear una oda a la determinación personal: Rani no debe limitarse a tener un nombre de soberana,[4] sino que ella, como todas las mujeres, merece ser tratada como tal.
Para saber más:
[1] A pesar de ello, a lo largo de la película veremos flashbacks en los que Vijay reprocha a Rani ser demasiado atrevida, como cuando critica su manera de bailar.
[2] Aunque la película abrió taquilla con un éxito moderado, ha logrado obtener grandes resultados comerciales. Asimismo, ha sido abundantemente nominada y premiada en algunas de las competiciones más importantes del cine Indio, alzándose en varias ocasiones con los galardones más importantes (ha recibido varios premios a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actriz Principal, además de varios a Mejor Banda Sonora y Mejor Cinematografía.
[3] En su adaptación del popular clásico infantil de Burnett, La Princesita –que narra las miserias de la joven Sara Crew tras haber conocido el lujo y el cariño en la India-, el director mexicano ponía en boca de la protagonista las siguientes palabras, como forma de autodefensa ante los abusos de la directora Miss Minchin: “Yo soy una princesa. Lo son todas las mujeres, aunque vivan en viejos y sucios desvanes, aunque se vistan con harapos, aunque no sean hermosas, listas o jóvenes. Todas somos princesas, todas. ¿Nunca le ha dicho a usted eso su padre?”. La secuencia completa puede verse aquí.
[4] Rani es la palabra en hindi para “reina”, algo que se explica también en la película y que da un merecido título a la misma.