La editorial Quaterni en su intento por acercar Extremo Oriente al lector hispanohablante nos obsequia en esta ocasión con la reedición de El Viento de los Dioses (2014),novela escrita por César Vidal y que contó con una primera aparición en el año 2005.
El gran imperio mongol, fundado por Gengis Kan (1162-1227) a principios del siglo XIII y posteriormente ampliado y consolidado por sus descendientes, representa uno de los mayores hitos de la historia mundial. Los guerreros mongoles a lomos de sus monturas salieron victoriosos en un breve espacio de tiempo de multitud de batallas en zonas tan dispares como Siria, Polonia o Corea. La conquista de China, empezada por Gengis y terminada por su nieto Kublai Kan (1215-1294) setenta años después, supuso la guinda a su espectacular imperio. No solo se hicieron con el control del Estado más poderoso de su época, sino que supuso un enorme cambio en la idiosincrasia de este pueblo nómada. Kublai gobernó más de acuerdo con las tradiciones chinas que con las mongolas, se valía de interpretes para hacer valer sus órdenes ya que no dominaba la lengua china. Trasladó la capital a Pekín desde donde gobernaba un vasto imperio que comprendía desde el río Amarillo al Danubio.
La novela se centra en un momento significativo del reinado de Kublai. En el año 1273 el Gran Kan está a un paso de ostentar el control absoluto sobre China. Sus tropas, haciendo una inteligente combinación de la caballería mongola y de las armas de asedio chinas, se enfrentan en el Sur del país a los Song, el último de los antiguos Estados chinos que osan oponérsele. La victoria sobre los Song sería más fácil si éstos no contaran con la ayuda del soberano de Japón, quién,permitiendo el comercio por mar entre el archipiélago y las costas de China, hace que la campaña se alargue innecesariamente.
El libro nos presenta a Fan, un oficial chino experto en maquinaria de asedio quién, tras volver de las campañas victoriosas contra los Song, es asignado junto con el resto del ejército mongol a una nueva misión. El Gran Kan no tolera la osadía del emperador japonés, por lo que sus dominios serán los siguientes en añadirse a las posesiones de Kublai. Partiendo de la península Coreana, el ejército deberá alcanzar Kyûshû, la más meridional de las islas japonesas, desde donde comenzaría la conquista de todo el archipiélago. Sus bárbaros habitantes no deberían suponer un desafío serio para los mongoles, quienes han resultado victoriosos en todos los enfrentamientos hasta el momento. La labor de Fan consistirá en dirigir los asedios contra la ciudades y fortalezas que osen oponerse a los conquistadores, para una vez pacificado el territorio, desempeñar algún puesto relevante en la nueva administración.
La campaña se desarrolla según lo planeado. Tras hacerse con el control de las islas de Tsushima e Iki, el ejército invasor desembarca sin problemas en las cercanías de Hakata. Es en este punto en el que encontramos al otro protagonista de la historia, Nyogen, un samurái de comportamiento ejemplar, leal a su señor y que rige su vida bajo los preceptos del Bushido. Nyogen es uno más entre los samuráis que forman parte del ejército japonés y que tienen como cometido defender las sagradas tierras de Japón ante los extranjeros. César Vidal nos narra perfectamente los compases del desigual enfrentamiento entre los mongoles y los japoneses. Como los mongoles valiéndose de su versatilidad y haciendo uso de la pólvora, desconocida para los japoneses, están a punto de causar una aplastante derrota a los defensores. Sin embargo ocurre un acontecimiento inesperado que decantará la victoria del lado japonés, un oportuno tifón desata su furia sobre la flota invasora. En un desesperado intento por evitar que las naves se estrellen contra la costa, los oficiales mongoles ordenan el embarque de las tropas y navegar a mar abierto hasta que amaine el temporal. La maniobra resulta insuficiente, el tifón hunde la mayor parte de la flota mongola perdiéndose incontables vidas. Fan logrará sobrevivir pero será capturado por los japoneses y entregado a Nyogen en calidad de dorei, esclavo, como recompensa por su destacada actuación durante la batalla.
Llegados a esta parte de la novela se nos presenta una interesante relación entre ambos personajes. A través de los ojos de Fan se nos describirá la sociedad medieval japonesa del período Kamakura (1192-1333), las complicadas relaciones entre los diferentes estamentos, así como el austero modo de vida de los samurái, sus tradiciones y creencias. Veremos como Fan se irá ganando la consideración de su amo a través de las conversaciones que ambos mantendrán sobre distintos aspectos sobre sus culturas que, aunque cercanas geográficamente, se diferencian en numerosos aspectos. Es en esta parte en la que se nos muestra la preferencia del autor por la cultura china frente a la japonesa, la superioridad moral de Fan sobre el samurái se muestra excesiva, debido a una asombrosa revelación de la que seremos conscientes el final del libro. No debemos olvidar el papel preeminente que China ha desempeñado a lo largo de la historia de Extremo Oriente pero para ello no debemos obviar los logros de una cultura como la japonesa que destacó en numerosos aspectos.
Fan terminará por convertirse en un valioso aliado para Nyogen, hasta el punto de que sus consejos le servirán para hacer frente a la segunda invasión mongola, del del año 1281, en la que un ejército de mayores dimensiones reunido por Kublai Kan intentará de nuevo hacerse con el control de Japón. Esta segunda invasión, más cruenta y que obligó a ambos bandos a emplearse hasta las últimas consecuencias, finalizó de igual manera que el intento de 1274, un inesperado tifón arrasó la flota mongola haciendo que las extenuadas tropas japonesas se hicieran con la victoria.
Tan oportunos y decisivos fueron ambos tifones que se generó la idea de que las tormentas fueron enviadas por los propios kami, los dioses del sintoísmo, la religión nativa de Japón, por lo que recibieron el nombrede Kamikazeo “viento divino”, mito que perduró durante los siglos posteriores y que hacía hincapié en la protección divina sobre el archipiélago, cuyas últimas y dramáticas consecuencias se vivieron durante la Segunda Guerra Mundial.
El Viento de los Dioses supone un perfecto acercamiento a un momento de la historia, tanto de la China Yuan como del período Kamakura japonés, de suma importancia y de los que carecemos casi por completo de obras en castellano, por lo que es de agradecer que sea tratada por autores de novela histórica como César Vidal.