Hablar de movimientos artísticos como el Pop, el Minimalismo o el performance, es hablar de una de las artistas japonesas en activo más conocida: Yayoi Kusama. Nacida en Matsumoto el 22 de marzo de 1929, ha experimentado a lo largo de su carrera con diversas técnicas como la pintura, el collage, la escultura, performance y las instalaciones y su estilo es mundialmente conocido por la psicodelia a través de la repetición de patrones. Por decisión propia, actualmente reside en un manicomio y dibuja compulsivamente para alejar sus neurosis. Sus inicios en Nueva York fueron complicados ya que en los años sesenta le fue difícil encontrar galería y vender sus obras. Hoy en cambio, bate récords en las subastas y protagoniza escaparates y colecciones de marcas tan prestigiosas como Louis Vuitton en 2012. Para hacernos una idea de su situación dentro del panorama artístico actual, su óleo Blanco Nº 28, vendido en Christie’s en 2014, alcanzó los más de 7 millones de dólares, el mayor precio pagado por la obra de una artista viva.
Los inicios de una artista diferente
Yayoi Kusama procede de una familia de clase media alta de comerciantes de semillas. De muy joven se sintió atraída por el arte, lo que la llevó a estudiar Nihonga (pinturas de estilo propio japonés ligadas al auge del nacionalismo a finales del siglo XIX) en Kioto en 1948. Este estilo pictórico hizo que Kusama se sintiese frustrada por sus métodos tradicionales y comenzó a fijar su atención en otros estilos y movimientos artísticos que tenían que ver menos con el arte tradicional japonés y llevaban implícita la idea de libertad de expresión. Fue así como empezó a investigar sobre la vanguardia europea y americana buscando imágenes e información en libros y revistas. Experimentaba con pintura mezclada con arena y utilizaba sacos de semillas del negocio de sus padres en vez de lienzos. En este momento recurría a formas abstractas que evocaban fenómenos naturales, algo que está muy presente en la vida nipona. A mediados de los años cincuenta montará varias exhibiciones solistas de sus pinturas en Matsumoto y Tokio y, aunque había empezado a ser reconocida por gran parte de la crítica de su país, Japón empezaba a quedarse “pequeño, servil, feudal y desdeñoso con las mujeres” tal como relata ella misma en su biografía.
El salto a Estados Unidos
Kusama veía que para su producción necesitaba un mundo más amplio y libre, así que en 1957 se trasladará a Estados Unidos, primero en Seattle, en la galería Zoe Dussane y finalmente estableció su residencia en la ciudad de Nueva York seis meses después. Será aquí donde transformará radicalmente sus planteamientos pictóricos. Quizá como respuesta al expresionismo abstracto realizó los Infinity Net Paintings, donde se muestra abiertamente su proceso de creación y aparecen las redes y puntos que se convertirán en los motivos clave de su lenguaje artístico personal. En su primera exposición en Manhattan en 1958, apenas hubo asistentes, algo que choca bastante con las cifras actuales de asistentes en sus exposiciones.[1]
Cuando empiece a tener cierto reconocimiento de su producción en Estados Unidos, dará el salto técnico y cambiará la pintura por la escultura y la instalación, convirtiéndose en una de las artistas más relevantes dentro del movimiento vanguardista neoyorkino. Será entonces cuando realice las Accumulation Sculptures: esculturas que incluían elementos cotidianos donde la proliferación de las formas repetidas de los Infinity Net Paintings siguen presentes. Fueron expuestas por primera vez en una muestra colectiva junto con obras de Andy Warhol, Claes Oldenburg, George Segal y James Rosenquist en la Green Gallery de Nueva York en septiembre de 1962, siendo una de las primeras exposiciones del incipiente arte pop americano. Fue así como Kusama consiguió formar parte del panorama artístico neoyorkino, teniendo su estudio debajo del de Donald Judd, escultor minimalista.
Consciente de su posición como mujer artista asiática frente a la figura predominante del artista masculino y blanco, en 1966 creará su performance Walking Piece, documentada gracias a las diapositivas de Eikoh Hosoe. A finales de los años sesenta con el ascenso de la contracultura hippie, Kusama dinamizará el movimiento hippie llamando la atención del público con espectaculares performances ultra-vanguardistas y anti-belicistas. Así encontramos cómo en uno de estos happenings pintaba a participantes desnudos con lunares de colores brillantes recurriendo a su obsesión por los motivos hasta el infinito. Y es que en esta época también empezará a hacer collages en los que es evidente la herencia de las series Infinity Nets y Accumulation Sculptures. En estas obras recurrirá a fotografías de sitas series, pegatinas de correo aéreo y sellos postales.
El retorno a Japón
En 1973, Kusama se volvió a establecer en el país nipón, donde encontró un panorama artístico mucho más conservador que en Nueva York con respecto a sus happenings. Será entonces cuando decidirá convertirse en marchante de arte, negocio que fracasó poco después. Fue entonces cuando empezó a padecer problemas psiquiátricos y en 1977 se internó voluntariamente en un hospital, donde sigue viviendo hoy en día. Desde entonces, continúa produciendo obras de arte en diferentes medios y lanzó su carrera literaria con la publicación de varias novelas, poesía y una autobiografía. El estudio donde continúa produciendo obras desde mediados de la década de 1970 está muy cerca del hospital en Shinjuku (Tokio). Desde ese momento, ella continuó pintando, pero con pintura acrílica muy pigmentada sobre lienzo a gran escala. En las décadas de los ochenta y noventa experimentó con la expansión ilimitada del campo visual con patrones abstractos repetidos. A finales de los noventa regresará a las instalaciones a gran escala con obras como I’m Here, but Nothing, donde la habitación y todo el mobiliario que la conforma están cubiertos por puntos adhesivos fluorescentes que brillan al oscurecerse el ambiente.
La producción de Yayoi Kusama en el panorama internacional
Las pinturas orgánicas abstractas que empezó a realizar Kusama a su llegada a Nueva York pertenecientes a la serie Infinity Nets, fueron frecuentemente comparadas con el trabajo de otros artistas del momento como Jackson Pollock, Mark Rothko, y Barnett Newman. Cuando la artista marchó de Nueva York y volvió a Japón, fue una artista olvidada y su producción no fue valorada de nuevo hasta finales de las décadas de 1980 y 1990, cuando gracias a algunas retrospectivas se revivió el interés internacional por la artista nipona. Hay que destacar dentro de su producción, el éxito del pabellón japonés en la Bienal de Venecia en 1993, donde Kusama realizó un cuarto brillante lleno de esculturas de calabazas en el cual ella estuvo presente vestida con un traje de mago del mismo color que el cuarto. Kusama a continuación realizó una gran escultura de una calabaza amarilla cubierta con un patrón óptico de lunares negros como la estancia. La calabaza representaba así a la artista como su alter-ego o autorretrato.
Hoy en día podemos encontrar su producción en las colecciones de los museos más importantes del mundo como el Museo de Arte Moderno Y Contemporáneo de Nueva York, el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, el Walker Art Center en Minnesota, el Phoenix Art Museum en Arizona, el Tate Modern de Londres, el Museo Stedelijk de Ámsterdam, el Centre Pompidou en París o el Museo Nacional de Arte Moderno de Tokyo.
Su trabajo ha tenido gran presencia dentro del mundo de las subastas: los precios más altos de sus obras pertenecen a pinturas de finales de la década de 1950 y principios de 1960 y desde el 2012, su trabajo ha tenido la revalorización más importante que se conoce de una artista femenina con vida. En 2017 se encontraba en el puesto vigésimo segundo de la lista de Art Price de los artistas más vendedores de la historia, tercera en cuanto a los artistas vivos (por detrás de Ruzhuo Cui y Gerhard Richter) y líder absoluta de artistas femeninas, vivas o muertas, con 605 obras vendidas en 2017 por un precio total de más de 100 millones de dólares.
Para saber más:
KUSAMA, Y., Infinity Net: The Autobiography of Yayoi Kusama, Londres, Tate Publishing, 2013.
TATEHATA, A., Yayoi Kusama: Give Me Love, Nueva York, David Zwirner Books, 2016.
YOSHITAKE, M., Yayoi Kusama: Infinity Mirrors, Nueva York, Prestel, 2017.
VV.AA., Yayoi Kusama. Revised And Expanded Edition (Contemporary Artists), Londres, Phaidon, 2017.
[1] (Yayoi Kusama: Infinite Mirror –su exposición antológica– vendió 90.000 entradas en una tarde cuando recaló en Los Ángeles en 2017. En Washington, las colas para entrar eran de dos horas y el visitante apenas tenía 30 segundos para experimentar cada una de sus instalaciones).