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El miedo en la ética y moralidad del siglo XXI a través del manganime de Death Note II (Cuestiones éticas) – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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El miedo en la ética y moralidad del siglo XXI a través del manganime de Death Note II (Cuestiones éticas)

Tanto la idea principal y el desarrollo de la historia del manganime Death Note[1] como su posterior repercusión y triunfo entre el público, vienen dados por un contexto social, político, económico y cultural del mundo en el que se ambienta la trama. Sin embargo, dicho contexto es exactamente la misma situación que estamos viviendo en la actualidad. Pasando por alto –dado que en publicaciones posteriores se ahondará más en este tema– el carácter sobrenatural que aportan algunos detalles del relato, los acontecimientos del guion son tratados sin perder en ningún momento el sentido de la realidad. Por lo tanto, cada uno de los variados temas comentados a continuación aportan una ayuda necesaria para comprender el sentido global de la misma como testimonio de la sociedad. En este caso, un medio artístico componente de la cultura pop como es el manga y el anime, sirve para reflejar sus ansiedades, aspiraciones y miedos.

Viñeta del primer tomo de Death Note en el que aparecen Light Yagami y Ryuk hablando.

Cualquiera que empiece a leer el manga no duda en afirmar que, en un primer momento, las motivaciones iniciales del protagonista Light pudieran resultar nobles. Su aspiración era conseguir, como fin último, un mundo en el que no existiera la criminalidad e incluso tampoco la gente perversa, es decir, una utopía. Sin embargo, la pregunta que asalta nuestra mente es la cuestión que nos acompañará durante toda la obra: ¿se considera justificable que Light haga una purga con el cuaderno por muy bueno que fuera su objetivo final? [2] Colisionan pues, en este punto, tal utopía con la ética, un concepto que varía según la cultura o el individuo, y que a la vez puede confundirse con lo políticamente correcto. De hecho, el propio Light se molesta en explicarle al shinigami y dueño del cuaderno, Ryuk, su propósito, y cuando éste le plantea: “Si haces eso, al final el único criminal con mente retorcida que quedará serás tú”,[3] él ya se le ha adelantado en la justificación de sus actos. Por un lado, Light es consciente de sus capacidades: su extremada inteligencia, su capacidad de análisis, sus formas de relacionarse con la gente, de actuar, su buena presencia, su suspicacia… y por ello se considera el único capaz de llevar a cabo tal hazaña de manera firme y sin ser detenido. Al mismo tiempo, se ve a sí mismo como un claro y fiel defensor de esa justicia que el ser humano no es capaz de hacer respetar con sus leyes, por lo que él, afortunado por haberse hecho con una herramienta capaz de dotarle de un gran poder, decide colocarse sobre los hombros tal responsabilidad considerable a la de un dios.

Imagen de portada de uno de los capítulos del manga Death Note en el que aparecen varios personajes, entre los que destacan en el centro Light Yagami, su shinigami Ryuk y con camiseta blanca su enemigo, el detective L.

Al empezar a escribir nombres de criminales para matarlos sirviéndose del poder del cuaderno, Light ya le anticipa a Ruyk que cuenta con el apoyo de mucha gente, la cual asegura que comparte su ética personal de “es justo matar a alguien que ha matado en plena consciencia de sus actos”. Además, lo hace teniendo en cuenta la forma de comportarse de las personas dentro del análisis de la sociedad global, en especial la japonesa, caracterizada por primar el colectivo sobre el individuo. El protagonista está convencido desde el principio de que sus acciones van a tener seguidores aunque sea a espaldas de lo políticamente correcto –que sería “no es justo matar a alguien que ha matado como condena”– pues, al margen de la colectividad, cada uno es libre de pensar lo que quiera, y por tanto, apoyarle en silencio. Pero lo más importante y relevante de esto es el momento histórico en el que nos encontramos. Somos contemporáneos de las posibilidades que Internet nos pone a nuestra disposición, entre ellas el anonimato para dar nuestra opinión sobre algo. Esta es la razón por la que los primeros seguidores de Kira, esa personalidad que es capaz de impartir justicia de forma divina, se manifiestan a través de la red para darle su apoyo, mostrándonos ya varias de las particularidades que caracterizan a nuestra sociedad tan habituada a un invento tan reciente como es la web. Igualmente, Kira comienza a actuar en Japón y más adelante también en EEUU, lugares donde la pena de muerte es legal en mayor o menor medida. Por lo tanto, tal reflexión sobre el método de Kira se entiende que tuviera mejor aceptación que en otros lugares del mundo civilizado, en especial si se trata de Japón, un país con un notable miedo al crimen.[4]

Por otro lado, Kira también tiene detractores, de los que hay que destacar a los líderes políticos y las fuerzas policiales a su servicio, que intentan litigarlo. Desde luego, Kira actúa fuera de la ley, ejerciendo un desorden social, creando pánico entre algunos sectores de la población, en especial la clase diligente, pues se ve ante una crisis de control sobre algo tan básico como es la condena de criminales en un Estado de derecho. Igualmente, el miedo al terrorismo, al desorden social, es otra de las constantes hasta el capítulo final. Light tiene en cuenta todo esto, y no le importa. De hecho, opta siempre por querer demostrarles que está por encima de ellos. Esta es la razón por la que escribe los nombres de los criminales sin especificar después la causa de la muerte, para que fallezcan de un ataque cardíaco, sin explicación, dotando a la defunción de un carácter místico que haga pensar a la gente en que hay alguien de gran poder detrás de tales actos. Él quiere manifestar que existe, que la gente le vea como un líder a quien seguir y apoyar tanto por su poder (lo que es capaz de hacer) como por su moral (justiciero). Así, Kira es considerado por L y sus seguidores como psicológicamente narcisista, megalómano, vanidoso, ególatra y sociópata/psicópata.[5] Sus acciones denotan aires de grandeza, aunque en lo que más hincapié hacen tanto L como sus posteriores sucesores (Near y Mello) es en que odia perder, y le gusta exhibir su superioridad, lo que conjugado le hace acabar cayendo una especie de infantilismo que acaba por pasarle factura. Y es que el principal motivo de rechazo a su sistema es que el poder de juzgar así recaiga en una única persona, que dependan tantas vidas humanas de la consideración moral y ética de un solo individuo agraciado con la potestad de ejercer este tipo de ejecuciones. De hecho, Kira acaba viéndose obligado a matar inocentes en más de una ocasión. Al final de la serie termina por asentarse la idea de que las leyes no son perfectas porque el ser humano tampoco lo es, basta con que intente mejorarlas. Precisamente es por este motivo que una persona que se quiera equiparar a Dios no será capaz de ejecutar otras mejores: el ojo por ojo no es la solución. De este modo, Death Note presenta caracteres diferentes y el cómo pueden desenvolverse en diferentes situaciones.

Como anteriormente se ha adelantado, la inteligencia de Light le permite saber manejar a las masas para que sigan a Kira. En plena época de lo digital y los mass media, los medios de comunicación son una de sus mejores armas, pues la retroalimentación y difusión que poseen hacen posible la captación extremadamente inmediata de atención, generando con ello terror a nivel internacional. Aquí es posible introducir que sus responsables, por ejemplo, los de las cadenas televisivas, llegan a sacar provecho de la situación (cuando Kira les manda un mensaje para que lo retransmitan de su parte a la población o cuando hace una ejecución en directo). Las cadenas llegan a pelearse por ser las elegidas por Kira para hacer sus demostraciones de poder o hablar continuamente del tema con debates mediáticos solo para conseguir más audiencia, demostrando la incansable sed de avaricia del ser humano. Asimismo, junto a Internet, son propensos a suscitar fanatismos, puesto que al estar al alcance de cualquiera y presentarse de manera tan directa, dan cobertura a todo aquel que esté expuesto a ellos. Todavía serán más peligrosos para aquellos que no tengan espíritu crítico y sean más fáciles de manipular, algo que resulta más preocupante en Japón, donde se han registrado gran cantidad de cultos religiosos distintos, algunos de ellos de radicalidad parecida a quienes pudieran adorar a un Kira verídico.

Curiosamente, dichos medios son también utilizados por el gobierno y las fuerzas policiales para intentar hacer frente a Kira (en muchos casos casi incapaces de ponerse de acuerdo en reuniones de la ONU o Sociedad de Naciones para intervenir) para mandar mensajes a la población o incluso al propio Kira. Es pues una crítica de la mercantilización mediática de quienes ostentan el poder, fenómeno que ocurre todos los días sin necesidad de que Death Note sea real.

No hay que olvidar añadir la presentación que hace el relato de la criminalización mediática, es decir, del tratamiento que muy habitualmente se hace de los criminales por los medios, muchas veces todavía presuntos delincuentes o incluso inocentes. En muchos casos se les expone su nombre completo y rostro al mundo, los datos más importantes de una persona –que la diferencian como individuo de un colectivo– especialmente hoy, en que la información es la mercancía más importante con la que poder traficar.[6] Death Note hace una caricatura de este hecho, ya que ambos factores (el conocer el nombre y la cara de una persona) es lo que hace capaz a otra de ejecutarla con el cuaderno.

En definitiva, Death Note es un manganime cuya trama argumental posee un esqueleto fuerte que no por aglutinar temas tan profundos como los anteriores deja de ser una buena fuente de entretenimiento, lo más importante para quien consume este tipo de productos. Y es que el arte, a lo largo de toda su historia, no ha dejado de ser el producto que mejor refleja las preocupaciones y problemas de la sociedad a la que pertenecen, por lo que una obra como Death Note es cómodamente otra magnífica demostración de tal fenómeno.

Para saber más:

  • Araki, T. Death Note (anime) en Animax, ep. 01-37, Madhouse (prod.) y Selecta Visión (distr.), Barcelona, 2008.
  • Ôba, T., Obata, T. Death Note (manga), vol. 1-12, Glénat, Barcelona, 2011.
  • Ôba, T., y Obata, T. Death Note, vol. 13: Guía de lectura, Glénat. Barcelona,       2012.
  • Esteban Fdez, Ignacio., Death Note como fábula agonística de la era de la información (Falencias del sistema de medios y degradación de la esfera pública digital). Madrid, URJC, 2015. Disponible aquí.
  • Fernández Gonzalo, Jorge., El simulacro y la ley: El anime Death Note a través de la mirada de Pierre Klossowski. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2010.

 

Notas:

[1] La primera parte de esta serie de artículos puede consultarse aquí.

[2] Fernández Gonzalo, Jorge., El simulacro y la ley: El anime Death Note a través de la mirada de Pierre Klossowski. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2010. P. 85.

[3] Death Note. Cap 1, “Renacimiento”, tomo 1 (ed. Española).

[4] Kanako, Takayama., y Yamamoto, María Verónica. “La pena de muerte en Japón”, Por la abolición universal de la pena de muerte, Muñoz Aunión, Antonio (coord.), Valencia, Tirant lo Blanch, 2010, p. 302.

[5] Esteban Fdez, Ignacio., Death Note como fábula agonística de la era de la información (Falencias del sistema de medios y degradación de la esfera pública digital). Madrid, URJC, 2015, p. 12. Disponible aquí.

[6] Ibíd, p. 18-19.

avatar Julia Rigual Mur (8 Posts)

Graduada en Historia del Arte, actualmente cursando el Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte y el título de Postgrado en Estudios Japoneses, con nivel del idioma nipón N4.


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