Revista Ecos de Asia

“A taxi driver” (2017), las autodefensas de Kwanju y la masacre de 1980.  Segunda parte

En un artículo anterior hicimos referencia a un periodo en la historia contemporánea de Corea muy convulso, específicamente las autodefensas de Kwanju y la masacre de 1980. Motivo por el cual el séptimo arte, para nosotros, se ha convertido en una fuente válida para el estudio de la historia de este pueblo.

Partiendo de esa premisa y para darle continuidad, debemos determinar el grado de eficacia del análisis en A taxi driver como herramienta histórica para comprender la importancia de las autodefensas de Kwanju[1] y la masacre de 1980, lo mismo que la situación política represiva en Corea del Sur ejercida por Chun Duwan, puesto que:

Los medios visuales se han transformado indiscutiblemente en los principales conductores de mensajes históricos en nuestra cultura. (…) En la actualidad tienen [gran importancia] las imágenes cinematográficas en los procesos de construcción de la memoria individual y colectiva.[2]

Previamente a la construcción escrita del análisis del filme, podemos expresar que A taxi driver como objeto de estudio proporciona un nuevo lenguaje a través de las escenas y los diálogos entre los personajes, motivo por el cual  nos detenemos en la reflexión personal que nos obliga a trascender de la pasividad de un espectador y el placer de mirar una película, para ejecutar un análisis del discurso ya que:

Se ocupa de las propiedades de lo que las personas dicen o escriben con el fin de realizar actos sociales, políticos o culturales en diversos contextos locales, además de en los marcos más amplios de la estructura social y la cultura.[3]

A taxi driver puede ser entendido como objeto de construcción de la producción hablada, concienciándolos acerca de la articulación entre los contenidos y los recursos estilísticos en el interior del texto fílmico.

Dicho de otra manera, el texto fílmico puede actuar como instrumento detonante para crear una postura crítica respecto a la situación política y social en la Corea de aquella época. De tal forma que:

El análisis, (…) saca a la luz, más allá de la estructura y de la dinámica del objeto, también el qué, el cómo y el por qué hemos comprendido. El análisis es, (…) una comprensión de segundo grado, una metacomprensión.[4]

Publicidad de la película A taxi driver

Es importante señalar la actitud indiferente del grueso de la sociedad surcoreana frente a la represión del gobierno en contra de los estudiantes y que podemos ubicar en la figura del taxista (Kim Sabok) ya que, para él, las movilizaciones en contra del gobierno de Chun Duwan eran algo sin importancia y se trataba de simples estudiantes alborotadores que mataban soldados:

Unos soldados inocentes han muerto a manos de los manifestantes. No eran estudiantes sino comunistas entrenados. Hasta se han traído gánsteres de Seúl. Si quieren manifestarse, ¿por qué no lo hacen en Seúl?, así no dejan trabajar. [5]

Por otro lado, tenemos el discurso oficial que maneja el gobierno a través de los medios de comunicación. La situación en Kwanju eran disturbios provocados por un grupo de estudiantes que incitaban a la violencia. Sin embargo, estos discursos también tienen una función social

El discurso, sin embargo, tiene otra dimensión fundamental. (…) Se trata del hecho de que el discurso es, también, un fenómeno práctico, social y cultural. (…) Los usuarios del lenguaje que emplean el discurso realizan actos sociales y participan en la interacción social, típicamente en la conversación y en otras formas de diálogo. Una interacción de este tipo está, a su vez, enclavada en diversos contextos sociales y culturales, tales como reuniones informales con amigos o profesionales.[6]

Como ejemplo tenemos la visión de la prensa extranjera y las críticas hacia la política de Chun Duwan como el periodista alemán Jurgen Hinzpeter, corresponsal en Asia de la televisión pública alemana. En realidad, a lo largo de la trama, en ningún momento se menciona el nombre del presidente ya que, cuando se hace referencia a la represión, se habla de personajes radicales opositores al gobierno de Chun Duwan como lo fueron Kim Deyun, Kim Yonsam y Kim Yekiu. Así, el gobierno provocó que la sociedad coreana tuviera una visión distorsionada de lo que realmente estaba sucediendo en Kwanju.

Por su parte, en el interior de Kwanju, el discurso de la comunidad local (varios de ellos sin entender el motivo inicial del movimiento de autodefensa: la lucha por la democracia) se maneja de la siguiente manera: “ Vecinos de Kwanju, estamos en esto juntos. Expulsemos a los soldados, echémosles de aquí y protejamos nuestra ciudad.”

En contraposición a ellos, pero aún sin entender la gravedad de la situación, el taxista sigue creyendo en el discurso expuesto por el gobierno. Esta situación podemos encontrarla cuando el taxista intenta convencer a uno de los estudiantes de que deje de manifestarse: “Pierdes el tiempo en manifestaciones. ¿Acaso piensan los estudiantes que en todas partes se vive tan bien como aquí?” Ese comentario, a su vez, tiene una respuesta a modo de reclamo: “¿Qué tiene de bueno un país donde te ataca el ejército?, ¿Cómo es posible que un extranjero lo entienda mejor que usted?”

Tomando en cuenta que Sabok inicia con una actitud indiferente, rescatamos un fragmento de la película que nos permite ver dos momentos.  Primero: el cambio de actitud de Sabok frente a la situación cuando decide regresar a Kwanju, llega al hospital local, encuentra muerto al estudiante a quien había intentado convencer de que dejara las manifestaciones y su breve diálogo con otro taxista de Kwanju quien le dice: “¿Por qué ha vuelto? los soldados se lo llevaron (al estudiante) a rastras y murió por el camino. Lo dejaron tirado en un campo de arroz.”

Y segundo: el nuevo discurso del taxista donde deja su papel de espectador y decide formar parte de las autodefensas de Kwanju cuando se acerca al periodista alemán para decirle: “¿Qué hace ahí? Tiene que grabar todo esto, prometió contárselo a todo el mundo, para que lo vea la gente. Es usted periodista, grabe esto y esto, y esto también.”

La decisión de quedarse en Kwanju llevaba consigo una relación de amistad y apoyo cuando Sabok dice: “Ya me ha pagado, vamos juntos. Yo soy el taxista y usted el cliente del taxi”, a lo que el Henzpeter le responde: “De acuerdo, vamos juntos.”

Heinzpeter y Kim Sabok participando en la manifestación

Todo ello nos lleva a analizar con mayor profundidad la construcción de los diálogos, donde podemos identificar dos tipos de discurso: primero, la presencia estadounidense a lo largo de la trama mediante el idioma inglés. Si bien es cierto que en ningún momento se habla de la intervención de Estados Unidos para reprimir las autodefensas de Kwanju, y tampoco se habla de su participación en la masacre, sí la podemos ubicar en el idioma inglés que se utiliza tanto por el periodista alemán como por el propio taxista.[7]

Y en segundo lugar, el nacionalismo estudiantil tan marcado en esa época. Recordemos que el discurso constante era la reunificación del país, la democracia y una postura antiestadounidense.

Por lo que podemos notar, el análisis fílmico puede ser pensado como un recorrido parcialmente esclarecedor de la situación imperante en Corea de Sur en aquel periodo. A partir de allí, surgirán nuevos interrogantes y nuevas vías de acceso al conocimiento de la historia de la República de Corea.

Es decir, si el conocimiento obtenido está sustentado en una auténtica comprensión, ello permitirá la integración de nuevas herramientas para analizar la historia contemporánea de Corea mediante el análisis cinematográfico. Es necesario identificar en A taxi driver de qué modo son empleados determinados recursos formales (de puesta en escena, sonido, montaje) pero, en el caso del análisis fílmico para entender las autodefensas de Kwanju y la masacre de 1980, también debemos echar mano de los diálogos que contribuyen a revisar con mayor precisión el hecho histórico.

Heinzpeter y Sabok rumbo a Seúl después de Kwanju

Es decir, la lectura de la película no sólo debemos realizarla con respecto a los principios de organización del texto, sino sobre los procesos de análisis del contenido de cada cosa que los personajes dicen para recrear este periodo histórico en Kwanju a través del cine histórico que se traduce en:

Un tipo de pensamiento experimental sobre el pasado que debe ser reconocido y estudiado por los historiadores de acuerdo con un programa que logre articular el análisis de las relaciones entre el cine y la sociedad, y la manera como en las películas (…) se instituyen formas de representar, cánones narrativos y formales, que están vinculadas, al mismo tiempo, a distintas poéticas de representación surgidas en otras formas de arte, como la literatura, y en formas de representación histórica derivadas de la historia misma.[8]

En conclusión, A taxi driver como lugar de representación que conduce a reflexionar sobre la propia construcción de la Historia a través del cine, es un trabajo creativo en alguna medida, puesto que debemos encontrar una clave de lectura personal del filme que es donde comienza la actividad reflexiva. De este modo, emergerá nuestra propia visión de lo acaecido en Kwanju y las autodefensas de esa localidad mediante el lenguaje cinematográfico

Un texto fílmico presenta un sistema de representación determinado que asigna un lugar a la mirada histórica del espectador puesto que “los films nos brindan otras versiones del pasado y son considerados como memorias relevantes que reclaman ser tenidas en cuenta a la hora de reconstruir los hechos históricos.”[9]

Por tanto, A taxi driver, de manera indirecta, obliga al espectador a abandonar la pasividad para a ser partícipe activo en la producción de los principios de construcción, impulsando a abandonar su postura contemplativa a una visión que requiere de un proceso reflexivo y mayoritariamente analítico en torno a las autodefensas de Kwanju y la masacre de 1980.

Para saber más:

  • Casetti, Francesco; Di Chio, Federico, Cómo analizar un film. Barcelona, España, ediciones Paidós, 1994.
  • Zavala, Lauro, Material inflamable (Reseñas y crítica cinematográfica). México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1989.

Notas:

[1] Todas las palabras en coreano se romanizaron según la pronunciación en su idioma original.

[2] Zulema Marzorati, “El cine y la construcción de la memoria histórica”, en VI Jornada de reflexión académica en diseño y comunicación. Facultad de Diseño y comunicación, año IX, vol. 10, Universidad de Palermo, Buenos Aires, Argentina, 2008, p.42.

[3] Lauro, Zavala, Elementos del discurso cinematográfico. México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2014, p.8.

[4] Casetti, Francesco; Di Chio, Federico, Cómo analizar un film. Barcelona,  Ediciones Paidós, 1994, p. 23.

[5] Todos los diálogos utilizados a lo largo del presente artículo fueron extraídos de la película A taxi driver. La traducción fue realizada por la autora.

[6] Van Dijk, Teun (compilador), El discurso como interacción en la sociedad, Barcelona, Gedisa, 2000, p.21. Disponible aquí.

[7] Vale la pena detenernos a mencionar que quizá el discurso triunfalista que maneja Estados Unidos y el apoyo que el país otorgó a Corea durante la guerra pudo haber sido factor importante para no involucrar en A taxi driver directamente a los americanos.

[8] Goyeneche-Gómez, Edward, “Las relaciones entre cine, cultura e historia: una perspectiva de investigación audiovisual”, en Palabra Clave, vol.15, nº 3, 2012, pp. 387-414. Disponible aquí.

[9] Zulema Marzorati, op. cit., p.  44.

avatar Andrea Elena Ríos (21 Posts)

Licenciada en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha escrito varios artículos para la revista Debates por la Historia de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), México y la publicación de su tesis por el Centro de Documentacion de los Movimientos Armados (CeDeMa) en Valencia, España. Forma parte del seminario de Historia de Corea en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Su línea de investigación gira en torno a los movimientos sociales en Corea durante la ocupación japonesa (1910-1945).


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