Nos encontramos ante una fantástica iniciativa por parte de la editorial Eterna Cadencia, que nos propone lecturas tan interesantes como la que nos ocupa en esta reseña, Historia de las pulgas que viajaron a la luna (y otros cuentos de ficción científica), a manos del consagrado autor japonés Kobo Abe, escritor que apenas conocemos en Occidente.
El libro se abre con un magnífico prólogo a manos de Gregory Zambrano, que nos sirve de introducción para sumergirnos en el complejo mundo de Abe. El punto más importante del mismo consiste en la explicación del concepto de “ficción científica”, un rasgo que caracteriza las obras de este autor. Cansando de lo que conocemos como ciencia ficción por sus planteamientos completamente irreales y fantásticos, Abe decide formular un nuevo género, partiendo de ese elemento ficticio que conjuga con una base científica real. Así, nos podemos encontrar con aparatos e inventos de lo más estrambóticos fundamentados en toda una serie de teorías, y tratados con realismo.
En resumidas cuentas, las historias de Abe se podrían calificar como una especie de realismo mágico que se conjuga con todo ese apartado científico en tramas inverosímiles de finales abiertos y sorprendentes.
El primer relato con el que nos encontramos es La invención de R-62, la historia de un hombre que busca acabar con su vida debido al desempleo. En el momento en el que ha tomado una decisión y se dispone a llevarla a cabo, un joven lo interrumpe ofreciéndole formar parte de una extraña empresa que busca lo que se denomina cadáveres vivos. A partir de este momento se iniciará la formación y transformación del que conoceremos como R-62.
El palo nos narra el increíble suceso del hombre que cayó de un edificio y se convirtió en palo al llegar al suelo. El dictador es uno de los relatos más breves pero igualmente interesantes, hablando de un anciano profesor que sumió en el silencio a un dictador manipulando el aire.
El método vuelve a tener como protagonista a un hombre desesperado en busca de dinero, que decide contratar un seguro en el que le pagan por determinadas pérdidas y lesiones de miembros del cuerpo. Resulta curioso como la trama se entrelaza con la historia siguiente, El valor de las orejas, sólo que en este caso los protagonistas son dos jóvenes que buscan el cobro de dinero a través del mismo seguro dañándose las orejas.
En El misionero, otro de los relatos, se presenta un nuevo tema del gusto de Abe, los marcianos. Al protagonista de esta historia se le presenta un personaje venido desde Marte con el objetivo de encontrar una especie de embajador terrestre.
El siguiente relato es el que da título a la obra, Historia de las pulgas que viajaron a la Luna, donde se nos narran las preocupaciones por parte de estos insectos por la evolución del ser humano, que les supone cada vez mayores dificultades para encontrar alimento debido a las medidas de higiene preeminentes. Total Scope/Cine perfecto es uno de los relatos que nos han parecido más originales tanto por los diálogos entre el narrador y los personajes, como por el hecho de que la trama esté dividida en dos partes atendiendo a su temática. De este modo tenemos una primera parte de ciencia ficción y otra centrada en la resolución del misterio que se plantea en primer lugar.
El resto de relatos siguen un planteamiento similar, a medio camino entre la realidad científica con pinceladas de ficción. La soga se centra en las visiones de un anciano a través de un pequeño agujero en la pared. El diablo nos habla de un pequeño geniecillo capaz de conceder tres deseos. Y, a modo de cierre, El cuarto de los niños, trata de un hombre que busca poner a prueba a sus hijos mediante una serie de simulaciones.
En resumidas cuentas, esta obra supone un compendio de relatos que destacan por su originalidad, rozando lo absurdo y extraño, introduciendo al lector en un mundo futurista, plagado de robots, marcianos o insectos que hablan.
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