Las producciones de época son una seña de identidad de la televisión británica, siendo tal vez las más conocidas Downton Abbey (2010-2015), Call the Midwife (2012-) o Mr. Selfridge (2013-), por citar solo algunas de las más recientes. Con un menor reconocimiento, y teniendo que competir con los avatares de la familia Crawley en la parrilla de los domingos por la noche, llegó hasta la pequeña pantalla la producción de la cadena Channel 4: Indian Summers (2015-), con un formato reducido a diez episodios por año, de una hora de duración cada uno. Ante el inminente estreno de su segunda temporada, que verá la luz el 13 de marzo de 2016, desde Ecos de Asia hemos creído conveniente hacer un somero análisis de lo que nos dejó la teleserie en su primera etapa, adelantando también los derroteros que esta podrá tomar desde ahora.
La serie, escrita por Paul Rutman y dirigida (según la ocasión) por David Moore y Anand Tucker, nos sitúa en el ocaso del Raj británico, transcurriendo su primera temporada en el verano de 1932, por lo que asistiremos al declive del Imperio Británico y el nacimiento de la India moderna, que empieza a soñar con su independencia. A los pies del Himalaya, en la localidad de Simla (más conocida hoy como popular destino turístico), encontramos las plantaciones de té del norte de la India donde se ambienta la acción, y en las que el entorno sociopolítico del momento servirá de marco a los pequeños y grandes dramas personales de los protagonistas. A lo largo de los primeros diez capítulos, asistiremos al desarrollo de las pasiones y enemistades de un selecto grupo de socialités británicas, que elige el clima más fresco de las colinas para ejercer su gobierno sobre la región durante los meses de verano, abandonando la calurosa Delhi.
De esta forma, el primer capítulo se inicia con el traslado de los miembros del Servicio Civil Indio (Indian Civil Service o ICS) hasta sus propiedades en la pequeña localidad de Simla, encabezados por Ralph Whelan (interpretado por Henry Lloyd-Hughes): secretario personal del Virrey de la India, y uno de los protagonistas de la serie. Lord Willingdon, el Virrey, es en realidad un personaje histórico, que gobernó la India entre 1931 y 1936, y cuyo mandato destacó por la obligación de hacer frente a las protestas independentistas lideradas por Mahatma Gandhi. Aunque Gandhi fue detenido en esa época, siguió siendo la cabeza visible del nacionalista Partido del Congreso durante los años que abarca la ficción televisiva. Esta línea argumental será crucial en el desarrollo de la serie, ya que algunos protagonistas como Sooni Dalal entrarán en contacto con esta corriente ideológica, participando de diversas protestas en defensa de los derechos de los autóctonos y contra el gobierno británico.
Unas pintadas sobre la imagen de la Reina Victoria, desencadenarán una persecución contra los revolucionarios de Simla. Las autoridades coloniales utilizarán entonces la amenaza de una epidemia de cólera como excusa para buscar al artífice de dicho vandalismo durante la fumigación.
La anfitriona por excelencia de los británicos llegados a Simla será Cynthia Coffin, a quien da vida la veterana actriz inglesa Julie Walters, conocida a nivel internacional por su papel de Molly Weasley en las cintas de la franquicia Harry Potter (2001-2011), o por interpretar a Rosie, la amiga pizpireta de Meryl Streep en el musical Mamma mia! (2008). Cynthia es la dueña del Royal Simla Club, un club exclusivo para blancos y en el que se reúne la minoría elitista que gobierna la India.
Este centro de reuniones y divertimentos prohíbe la entrada a los indios, en una muestra más del evidente racismo del que hacen gala la mayoría de británicos alojados en la localidad de Simla. Entre los personajes pertenecientes a esta élite política y económica de la India, encontramos gentes de lo más diverso. De ellos destaca el ya citado Ralph Whelan y su hermana Alice, que regresa a la India con su bebé, dejando atrás un misterioso pasado en Londres, así como a un marido supuestamente fallecido. Alice se crió en el subcontinente con su familia y ahora solo desea empezar de cero, aunque sus secretos y pasiones ocultas pueden poner en peligro su futura felicidad.
Entre los terratenientes encontramos al joven escocés Ian McLeod, que llega para ayudar a su tío en las plantaciones de té y deberá tempranamente sobreponerse a su inocencia y desconocimiento para enfrentarse a los retos económicos y personales que les depara la hacienda familiar, donde tratará con el socio comercial de su tío, el indio Ramu Sood, en quien se personificarán muchos de los prejuicios e injusticias raciales del Imperio Británico.
También en el plano económico destacan los visitantes norteamericanos: Eugene Mathers, de frágil salud, y su bella hermana Madeleine, que resultará una interesante pretendiente para Ralph Whelan, así como un trampolín profesional. Los secretos familiares de los Mathers acabarán derrumbándose cual castillo de naipes cuando sus verdaderos fines sean desvelados.
Más modesta es la familia Raworth, compuesta por Dougie Raworth, que dirige la escuela misionera, su mujer Sarah y su hijo Matthew. El padre de familia pasará demasiado tiempo ocupado en el trabajo, dejando a su mujer sola e induciéndola así a un aburrimiento que desembocará en un insano interés por el cotilleo. Sarah simboliza también la perfecta ama de casa, a la que sus sirvientes se refieren con el nombre de memsahib, y a los que trata con la requerida distancia, alimentada por sus fuertes prejuicios ingleses. En el fondo, el personaje de Sarah lleva a cabo el papel esperado en la época, tal y como venía reflejado en libros como el publicado por Flora Annie Steel y Grace Gardiner, The Complete Indian Housekeeper and Cook (1888), que pretendía ser una completa guía para el ama de casa anglo-india.
El ambiente exquisito del Club contrasta con la forma de vida en el centro de Simla, donde habitan los nativos, cuya principal fuente de ingresos viene de sus contactos con los británicos. Es aquí donde reside la familia Dalal, de origen parsi,[1] cuyos miembros tendrán un rol fundamental en la serie. Roshana y Darius Dalal son padres de tres hijos: el mayor, Aafrin, que trabaja para el Servicio Civil Indio; Sooni, que encarna el impulso joven y reivindicativo de un país que lucha por su independencia, y la pequeña Shamshad. La familia Dalal es parsi, una comunidad de religión zoroástrica originaria de Persia y asentada al oeste de la India. Los parsis prosperaron bajo el gobierno británico, temerosos en parte de la situación en la que podrían quedar tras la partida de sus colonizadores. Esta peculiaridad permite explotar, por un lado, el papel subordinado de algunos indios al gobierno del Raj (como es el caso de Aafrin y su trabajo), así como la difícil relación con otros grupos étnicos de la India. Este segundo aspecto se aprecia en la relación ilícita que mantiene Aafrin con una muchacha hindú, Sita, a la que su madre desprecia denominándola hidu chudail (que podríamos traducir por “bruja hindú”), instándole a buscar una buena mujer parsi.
El ambiente hasta aquí descrito es en el que se inicia la acción de la primera temporada, la cual comienza con el ferrocarril en el que viajan los occidentales hasta Simla, y que se verá retrasado por la aparición de un niño en las vías del tren. Esta presencia inesperada nos permitirá conocer algunos ritos y creencias populares de la India. El niño será pronto llevado a la escuela misionera, bajo el cuidado de Dougie Raworth y su ayudante, Leena Prasad, quienes le darán el nombre de Adam. El chiquillo, producto de una relación interracial e ilícita, habría sido envenenado por su propio pueblo al considerarlo responsable de las malas cosechas, debido al carácter maldito de su “sangre mezclada”.
El triste destino de Adam, consecuencia de la ignorancia popular, nos permite hablar de un tema crucial para el desarrollo de varias líneas argumentales, como es el de las relaciones interraciales. La pasión y el romance tienen gran peso en la serie y, en muchas ocasiones, se ven sazonados por el toque dramático que aporta lo ilícito de este tipo de relaciones: ya sea por diferencias religiosas (el caso de Aafrin y Sita) o raciales (aún más escandalosas si cabe), serán varios los amantes que vean peligrar su relación prohibida y que, por lo tanto, deban mantenerla en secreto, aportando un nuevo aliciente a sus tramas. En el fondo, gran parte de este secretismo está en relación con el ya comentado racismo imperante en el contexto histórico en el que se ambienta la producción, y que motiva toda una serie de comportamientos polarizados: entre los que muestran un enorme desprecio por sus congéneres de otras razas; en contraposición a aquellos que muestran mayor comprensión y motivan todo tipo de acercamientos (románticos o no), que se ven abocados a la clandestinidad.
Este primer capítulo, concluye con el atentado fallido contra Ralph Whelan, a manos de un misterioso personaje nativo cuyos motivos son un verdadero misterio. En este ataque resultará herido su acólito, Aafrin y, tras este poderoso cliffhanger, la temporada consistirá en una perpetua búsqueda del tesoro que persiga resolver todos los misterios planteados. Los interrogantes se van así apilando progresivamente: ¿qué esconde la aparentemente inocente Alice Whelan?, ¿cuál es el verdadero origen de Adam, el niño mestizo?, ¿conseguirá Cynthia persuadir a Ralph Whelan para que tome aquellas decisiones que pueden encumbrarle políticamente?, ¿cómo afectará el empuje revolucionario a la familia Dalal?, y ¿son meramente motivos políticos los que han provocado el atentado contra el señor Whelan? Muchas de estas cuestiones se irán resolviendo a lo largo de esta primera temporada.
Al margen de estos aspectos puramente narrativos, vinculados con la trama de la serie, Indian Summers destaca por su impecable ambientación histórica y geográfica, así como por un cuidado excepcional en la dirección artística y en el vestuario. A pesar del realismo que inspiran las mansiones señoriales y los pintorescos hogares de la población india, lo cierto es que los episodios fueron rodados en Malasia (país que, junto a Gran Bretaña, coproduce la serie). Se descartó la opción de rodar en la verdadera ciudad de Simla debido a que en ella proliferan los edificios modernos, que resultarían inapropiados históricamente, así como por el más prosaico inconveniente climatológico que supone la estación de los monzones, que sin duda hubieran interferido sobremanera en el rodaje. Por este motivo, se eligieron localizaciones en Penang Hill o George Town, que evocan magistralmente la India de los años treinta.[2]
Esto se debe también, en parte, al buen hacer del creador de la serie, Paul Rutman, y su equipo de consultores en materias históricas. Además de una extensa investigación personal, Rutman contó con el consejo de expertos como Raaja Bhasin o Alastair Bruce (quien ya participó en producciones como la mencionada Downton Abbey).
Por todo ello, Indian Summers es una serie que merece la pena recuperar, pues aúna una trama interesante, llena de misterio y pasión, con una ambientación histórica encomiable, que nos trasladará a la India colonial, con todos sus contrastes. A esto debemos sumar el impecable hacer técnico, marca de la casa de cualquier producción británica, que en este caso es más que destacable.
La segunda temporada de la serie, por lo que podemos intuir de los avances presentados hasta el momento, promete continuar la senda de su predecesora. En este caso, el personaje de Aafrin parece sufrir una progresiva metamorfosis que le llevará a abandonar su tradicional servilismo hacia los británicos, para pasar a coquetear con el bando revolucionario, inspirado por la esperanza de una India independiente. En cualquier caso, pocos son los días que restan para descubrir las nuevas sorpresas que nos deparará el futuro de estos personajes.
Avance de la segunda temporada de Indian Summers.
Para saber más:
Notas:
[1] Los parsis serían aquellos zoroástricos que llegaron en una primera oleada desde la Persia Safávida, mientras que aquellos que llegaron como resultado de las persecuciones de los siglos XIX y XX son conocimos como iranís, tal y como quedó explicado en el artículo En busca de otro Irán: “Así calló Zaratustra” (2013), de Nicolas Wild.
[2] Esta zona de Malasia, como la India, fue colonia británica durante un largo periodo. De hecho, la ciudad de George Town fue fundada en 1786 por Francis Light, un comerciante de la Compañía Británica de las Indias Orientales y, por su parte, Penang Hill se convirtió en lugar de retiro para los colonos británicos de la zona, por ser un lugar alejado del calor de otras regiones, como lo fuera Simla en la India.