Revista Ecos de Asia

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This article was written on 22 Sep 2021, and is filled under Crítica, Cultura Visual.

‘Jiletta o el caos frenético’, Tezuka entre dos aguas

“La Biblioteca Tezuka sigue creciendo” es una frase que últimamente no paramos de repetir, y cada vez es para darnos una nueva alegría. Hoy hablamos de Jiletta o el caos frenético, seguimos moviéndonos entre esos títulos menores de corte más adulto que nutren una colección que comenzó con varios clásicos asentados. El tomo sigue el diseño habitual, y sus casi cuatrocientas páginas lo convierten en uno de los volúmenes más estilizados hasta la fecha.

Y es que este perfil más adulto es una de las claves que van a articular, en líneas generales, el futuro de la Biblioteca Tezuka de Planeta Cómic, al menos el futuro más cercano. Como mencionaron en una de sus presentaciones más recientes, ahora mismo y a corto plazo es el lector adulto el que posee un mayor interés por la obra de Tezuka, por lo que seguirá siendo el camino más inmediato a seguir, aunque sin descartar nada de cara a futuro.

Jiletta o el caos frenético es una historia que vio la luz originalmente en 1971 en la revista Manga Sunday. En su momento tuvo una recepción tibia, según explica el propio Tezuka en un epílogo en el que también se habla del historial de ediciones que tiene la obra: hasta en dos ocasiones se recopiló en un único volumen, mutilada y con recortes, especialmente en la segunda parte. No obstante, la edición de la Biblioteca Tezuka, como no podía ser de otra manera, incluye la edición más fiel a su primera publicación serializada.

Jiletta o el caos frenético narra dos historias entrelazadas. La primera se centra en Kimiko Echigo, una cantante con unos kilos de más que, cuando pasa hambre, se convierte en una mujer extraordinariamente bella. Ichirô Monzen se aprovecha de esta característica para lanzarle una carrera como estrella musical. En paralelo, Monzen descubre un potente dispositivo capaz de provocar visiones y manipular las mentes de aquellos que se exponen a su influjo, Jiletta, del que rápidamente busca exprimir beneficio, tanto económico como en forma de poder.

Ambas tramas resultan interesantes y proponen reflexiones de corte social, si bien no todas han envejecido bien. Aunque Tezuka plantea al personaje de Kimiko como una crítica a las exigencias estéticas a las que se veía sometida la mujer de la época, lo cierto es que su implicación a este respecto tampoco es revolucionaria. Por la parte de Jiletta, el avance de los medios de comunicación hace que, vista desde el presente, sea una trama un tanto naif, en la que Tezuka aprovecha para incluir la que por entonces era mención crítica de rigor a los movimientos estudiantiles y obreros que estaban sacudiendo Japón y que tuvieron especial fuerza a finales de los años sesenta.

Pero quizás el mayor problema de Jiletta o el caos frenético sea la manera en la que ambas tramas dan forma a una historia unitaria. Aunque Kimiko tiene peso en la trama de Jiletta, da la sensación de que su papel está algo forzado para poder contar en una misma obra dos historias distintas que, en realidad, poco se aportan entre sí, y que tal vez hubieran tenido más potencia desarrollándolas de manera independiente.

En cualquier caso, las fantasías de corte surrealista que plantea como parte de las alucinaciones de Jiletta resultan muy sugerentes, acorde con el tono estético de la obra. En este aspecto, esta quizás sea una de las obras con un dibujo menos infantil, aunque sí conserva su estilo caricaturesco.

A pesar de ser una obra menor dentro de la bibliografía del dios del manga, sigue siendo una lectura interesante, que supera sus defectos mediante la extraordinaria capacidad narrativa de Osamu Tezuka.

avatar Carolina Plou Anadón (272 Posts)

Historiadora del Arte, japonóloga, prepara una tesis doctoral sobre fotografía japonesa. Autora del libro “Bajo los cerezos en flor. 50 películas para conocer Japón”.


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