Revista Ecos de Asia

El jardín seco japonés o karesansui

Karesansui: etimología e historia

La palabra karesansui se conforma con dos ideogramas, por un lado kare que alude a las extensiones de grava o arena blanca de los templos sintoístas y, más tarde, Zen que puede significar «marchito», «atrofiado», «reducido» o «muerto» (en relación a las plantas), y por el otro sansui (san representa a la montaña y sui al agua). La evolución del término proviene del chino shanshui (literalmente, montaña-agua) junto con una fuerte presencia taoísta de los conceptos de yin-yang, donde las montañas representan la parte masculina (permanencia, poder y aserción) y el agua la parte femenina (inestable, carente de forma y anulante).

Los jardines japoneses conocidos como karesansui o kare-sansui fueron construidos en la época Muromachi (1336-1573) a pesar de que esta técnica ya apareció anteriormente en la época Nara (710-794) y el período Heian (794-1185) como arte importado de China, aunque su uso fue más bien infrecuente y normalmente aparecía unido a algún lago (como sería el templo budista Môtsû-ji). En el período Kamakura (1185-1392), anterior a la época Muromachi, el karesansui siguió apareciendo junto a un lago, pero no como un elemento subordinado a este. La época Kamakura fue una era de inestabilidad y orden político que produjo el desplazamiento de numerosos centros económicos hacia las nuevas capitales culturales. Las luchas por las tierras y el poder sumieron al país en una profunda inquietud impulsando la necesidad de un nuevo tipo de budismo, el Budismo Zen. Kioto, sede de la Corte Imperial bajo el mandato del shogunado[1], estaba rodeada por grandes monasterios Zen. Fue en este contexto histórico donde la institución del nuevo budismo llegó a convertirse en parte del órgano oficial del shogunado.

Durante el mandato de Ashikaga Yoshimasa (1436-1490), el octavo shôgun del shogunado Ashikaga, se originó la cultura Higashiyama donde los jardines karesansui alcanzaron su máximo esplendor. La misma evolución de la sociedad hacia la doctrina Zen estuvo acompañada de la transformación de los jardines con la aparición de los ya mencionados karesansui o jardines secos. Fue en este momento cuando los valores estéticos del periodo Heian, así como fûryû (se refiere al refinamiento y la elegancia ligada al sentimiento de fugacidad), miyabi (define a la persona que es educada, refinada en gustos y que destila elegancia) y mono no aware (sentimiento de compasión acompañado de una profunda melancolía al percibir la fragilidad y la belleza de las cosas naturales y pasajeras), dieron paso a la silenciosa contemplación, observación y admiración de los jardines zen.

Jardín del templo budista Môtsû-ji.

 

Los valores estéticos del jardín zen

Según el autor Aristimuño, algunos de los ideales estéticos que los jardines zen expresan son: la «experimentación mística dada por su simbolismo» (yûgen), la «belleza ulterior del espacio vacío» (yohaku no bi), la «ligereza» (karumi), la «austeridad» (wabi) y el sentir de la «melancolía motivada por el paso del tiempo» (sabi). Por otra parte, podría decirse que el jardín seco presenta otras muchas características propias del arte zen, como la «asimetría» o «geometría no previsible» (fukinsei), la «naturalidad» (shizen), la simplicidad como expresión de «la nada» o el «Ma» (kanso), el «desapego» o «informalidad» (datsuzoku) y la «serenidad» o «paz interior» (seijaku).

Algunos de los jardines secos (o karesansui) más representativos los encontramos en el templo Tofukuji de Kioto, en el «templo del dragón tranquilo y pacífico» Ryôan-ji de Kioto o en el templo Daisen-in (Daitokuji), los tres situados en Kioto.

Karesansui del templo Tofukuji (Higashiyama, Kioto)

A la izquierda, Ryôan-ji, detalle grupos de rocas. A la derecha, Ryôan-ji, panorámica general

 

Elementos del jardín seco o karesansui

Se dice que el origen del jardín japonés está es sus piedras, es por ellas por donde bajaba la divinidad que conocemos con el nombre de Iwasakao Iiwakura. Este último nombre literalmente significa «el lugar que ocupan las rocas». Esta divinidad se venera especialmente en las rocas enormes e imponentes en las que se cree que reside un dios. Como se ha podido observar en las imágenes anteriormente expuestas, algunos de los principales elementos de este jardín son sus rocas, la arena o gravilla, el musgo, los arbustos y los árboles, dando lugar a la creación de un paisaje sencillo y naturalmente hermoso. Según Terao, la aparición de estos jardines tiene su origen en aquellos lugares donde escaseaba o directamente no había agua como, por ejemplo, en las laderas de los montes o en las colinas. Uno de los efectos más bonitos y sin duda más llamativos de los karesansui es el de la arena, imitando el suave movimiento del agua. Tal y como González comenta, las sute ishi (rocas arrojadas) son un pequeño grupo de rocas muy próximas a las grandes que generan un efecto visual de aleatoriedad dentro de un espacio totalmente ordenado. Su objetivo es captar la atención del espectador y dirigirlo hacia las rocas mayores.

 

El «Ma» en el jardín seco

El ideograma Ma (間) puede tomar múltiples significados: distancia, pausa, intervalo, interrupción, relación entre las partes, etcétera, pero los conceptos que mejor lo caracterizan son el espacio y el tiempo, también relacionado con el o el vacío japonés. El Ma se puede entender como el espíritu o el puente que conecta el vacío y su relación con el espacio y el tiempo. Por ejemplo, para un músico el Ma es el tiempo o el espacio temporal entre una nota y la otra, para un arquitecto es la representación del espacio entre una habitación y el exterior o entre una puerta y una ventana. Este no se crea a partir de las superficies que limitan el espacio, sino que nace de la percepción de quien lo vive y lo experimenta en ese momento. Es por eso que el Ma en los jardines japoneses se representa como un «lugar experimental». El arquitecto japonés Arata Isozaki (1931-) subraya que la clave para comprender el espacio que nos rodea debe de hacerse en la interpretación de la naturaleza y en su esfuerzo por dar un cuerpo visible y una forma a las divinidades que habitan en ella.

Los espacios que se crean son espacios destinados a la meditación, al silencio. El conjunto del jardín, es decir, su todo, no es casual. El jardín tiene como objetivo la búsqueda de armonía, una armonía no sólo con el espacio y el tiempo del propio jardín, sino con la del ser, es decir, con la del propio individuo. La personalidad del jardín seco o karesansui permite ser un espacio para el ser humano, para el reflejo y la observación de su yo en una especie de «microcosmos».

El «microcosmos» del que habla Eriko Terao en su trabajo El jardín japonés como microcosmos. Lo invisible en el jardín japonés (2008) representa a la perfección la idea anteriormente mencionada, es decir, la idea de que el jardín zen no está ahí para su observación, sino que ese jardín es la vía de la representación o el reflejo de lo que cada individuo tiene en su interior. La mirada es puesta hacia el interior y no hacia el exterior. En este mismo artículo, Terao comenta que estos paisajes están llenos de una fuerte presencia cosmológica budista con el principal objetivo del olvido del yo y su fusión con la naturaleza.

Kykuit, Japanese Gardens (Historic American Builgings Survey, 1933) Disponible aquí.

 

Conclusión

Los jardines zen se crearon para su contemplación, no para pasear sobre ellos. Con esta idea podríamos recuperar un poema del poeta y dramaturgo británico Alfed Tennyson (1809-1892) que aparece en el libro el Budismo Zen y Psicoanálisis (1998) del filósofo japonés Daisetsu Teitaro Suzuki (1870-1966) y Erich Fromm (1900-1980), cuya traducción al español dice así:

Flor en el muro agrietado,

te arranco de las grietas;

te tomo, con todo y raíces, en mis manos,

florecilla –pero si pudieras entender

lo que eres, con todo y tus raíces y, todo en todo,

sabría qué es Dios y qué es el hombre.[2]

 

El filósofo japonés Suzuki menciona que los occidentales, por lo general, tienden a separase de la naturaleza y que su pensamiento radica en que esta solo sirve para ser utilizada por el ser humano. Los orientales, por el contrario, se sienten unidos a la naturaleza y sienten «todos los latidos de las venas» de esta. En el poema podemos observar cómo Tennyson muestra una irremediable necesidad de arrancar y separar la flor de la tierra a la que pertenece para su posterior análisis, priorizando su propia curiosidad y dando lugar a la muerte de la flor.

Por último podríamos destacar la intencionalidad con la que fueron concebidos estos jardines. Al contrario que los jardines occidentales, que fueron creados para el deleite de las más altas clases en la mayoría de los casos —o incluso como medio para la vanagloria de algunos— el jardín seco o karesansui presenta una intención totalmente diferente. Muy acorde a su influencia budista, la finalidad del «microcosmos» creado en este tipo de jardines es la de la introspección, la serenidad, la paz interior, la simplicidad, la no alteración o modificación de la naturaleza y la iluminación.

Para saber más:

  • Aristimuño, Ignacio, “Sobre el jardín japonés y su creación en Latinoamérica”, Revista Kokoro, 2012, nº. 6, pp. 1-17.
  • González, Andrea Julia, J.A.D.E. jardín y arquitectura doméstica del este. La casa contemporánea japonesa, el refugio y el jardín, Tokio, 1991-2011, Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid, España, 2016, pp. 246-247.
  • Terao, Eriko, “El jardín japonés como microcosmos. Lo invisible en el jardín japonés”, Galicia y Japón: del sol naciente al sol poniente, 2018, pp.229-242. Disponible aquí.

Notas:

[1] «Shogunado» o Bakufu es el nombre de la dictadura militar que el régimen samurái estableció desde finales del siglo XII hasta la Restauración Meiji (1868).

[2] Poema original:

Flower in the crannied Wall,

I pluck you out of the crannies; –

hold you here, root and all, in my hand.

little flower – but if I could understand

what you are, root and all, an all in all.

I should know what God and man is.

avatar Maialen Apodaca (2 Posts)

Graduada en Psicología por la Universidad del País Vasco. Tiene el Máster en Estudios en Asia Oriental por la Universidad de Salamanca con especialización en Asia Oriental General. Ha participado como ponente en las II Jornadas Internacionales de Humanismo Eurasia con el trabajo "Breve historia de la psicología en Japón". Además de participar como jurado juvenil en el Festival de Cine de San Sebastián y de trabajar como psicóloga para una fundación de carácter social.


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