En este artículo continuamos la serie sobre la representación de los diferentes lugares de Asia y del Pacífico que el artista y antropólogo mexicano Miguel Covarrubias llevó a cabo para unos famosos mapas murales realizados para la Exposición Internacional de San Francisco (1939-1940), también conocida como del Golden Gate. En capítulos anteriores de la serie nos ocupamos, del contexto general de creación de los murales, de la representación del subcontinente Indio y de Ceilán, por lo que en esta ocasión continuaremos nuestro recorrido por el mapa de Asia hacia el norte, centrándonos en la representación de las culturas del Himalaya.[1] Así pues, analizaremos los códigos y ejemplos que utilizó su autor para presentar al público norteamericano los pueblos, el arte, las viviendas y transportes, la flora y la fauna, y la economía de esta región, aunque, en comparación con otras, esta fue abordada de una manera mucho menos detallada. No obstante, presentó algunas iconografías muy interesantes, bastante ligadas al imaginario colonial, pero que sabemos que fueron copiadas de recortes y reportajes de revistas como National Geographic, que todavía hoy se conservan en el archivo personal del artista, situado en la Universidad de las Américas de Puebla, en Cholula (México).[2]
LOS PUEBLOS
En el mural de Los Pueblos –el más controvertido de todos-, sobre un color de suelo que indica la mezcla de razas en este territorio, encontramos dos representaciones. Sobre la meseta tibetana aparece sentado un lama que hace girar un tambor sobre una larga varilla, para lanzar de manera automática “sus mágicas fórmulas al viento”.[3] Por otro lado, en las laderas del sur del Himalaya aparece representada una gurkha nepalí,[4] parte de “una tribu guerrera de sangre mixta caucasoide y mongoloide”.[5] Esta representación resulta muy interesante, pues, aunque los guerreros gurkhas de Nepal eran bastante populares en Occidente debido a su importante papel en el Raj británico, Covarrubias elige una representación femenina. Su iconografía corresponde a la habitual de muchas postales y fotografías de estudio que desde mediados del siglo XIX presentaban al público occidental las “Nepali ladies”, con la cabeza velada y haciendo especial énfasis en las voluminosas joyas que portaban tanto al cuello (siempre con varios y gruesos collares) como en muñecas, orejas y otras perforaciones faciales, que tan singulares resultaban. Los mismos tipos etnográficos continuaban apareciendo en la fotografía postal en la época en la que se realizaron los murales, por lo que no es extraño que alguna de ellas pudiera ser la fuente iconográfica directa para el autor; la novedad es que Covarrubias presenta a la mujer sentada, en actitud relajada, y no posando erguida como solían solicitar los estudios.
LAS MANIFESTACIONES DEL ARTE
En el mural de Las manifestaciones del arte, Covarrubias incluyó representación relativa a la región: de la misma, nos dice que se trata de una pintura lamaísta de un demonio en llamas, [6] que porta huesos humanos; aunque bastante arquetípica, seguramente fue copiada de un ejemplo real, ya fuera de alguna pintura portátil o de ejemplos escultóricos, como este de Katmandú que se aprecia en una fotografía que perteneció a la colección personal de Covarrubias.
LAS VIVIENDAS NATIVAS
En el mural Las viviendas nativas -el más genérico y parco en detalles del conjunto- Covarrubias no hizo, en esta ocasión, honor a la verdad, ya que no incluyó una casa corriente de la región, sino el imponente Potala o mal llamado Templo de Lhasa, máxima expresión de la arquitectura tibetana, y desde su construcción en el siglo XVII hasta 1959, residencia del Dalái Lama. Edificio tremendamente popular y conocido fuera de sus fronteras, seguramente, Covarrubias copió este modelo de alguna fotografía -se conservan varios ejemplos en su archivo personal-, habiendo realizado, también, un detallado boceto de la edificación.
LA ECONOMÍA, LA FAUNA Y LA FLORA Y LOS MEDIOS DE TRANSPORTE
En esta ocasión, el comentario de los tres murales merece una visión conjunta, ya que en las tres ocasiones se explica la región mediante un elemento común: el yak (Bos grunniens), un bóvido doméstico que se cría por su leche, carne, piel y para ser usado como animal de carga y medio de transporte. En el caso del mural La fauna y la flora, el Himalaya se representa con dos colores: el ocre, para semidesiertos y mezquitales, y el blanco punteado, para indicar las cumbres sin árboles de la región.[7] Para representar la región, Covarrubias utiliza dos únicos animales: el panda gigante, cuya representación reviste un gran interés porque no se generalizó hasta varias décadas más adelante[8] (aunque el artista yerra al representar su hábitat) y el polivalente yak, que figura también en el mural de La economía (pues es fuente de sustento por su leche, su carne y su lana) y en el de Los Medios de transporte.
En definitiva, podemos ver que, aunque reducidas y limitadas, Covarrubias transmitió al abundante público de la exposición un destacable número de iconografías. Mientras que las presentes en los murales de Los pueblos y Las viviendas nativas están más ligados a las iconografías coloniales, los utilizados en el resto de las obras demuestran que Covarrubias se documentó activamente sobre la región e, incluso, en el caso del panda, fueron iconográficamente pioneros.
En los próximos artículos de la serie continuaremos realizando un análisis pormenorizado de las diferentes regiones representadas en estos murales, que constituyeron una suerte de enciclopedia visual sobre Asia-Pacífico para el importante público que visitó la exposición en San Francisco.
Notas:
[1] La cordillera del Himalaya, macizo rocoso de mayor altitud del mundo, comprende una superficie que en la actualidad se divide entre varios estados (China, India, Bután y Nepal). Mientras que dos de ellos –Bután y Nepal- poseen la totalidad de su territorio en la misma cordillera, China e India mantienen aguerridos litigios por el estatus de sus territorios en su cordillera: aunque el pequeño estado indio de Sikkim es bastante Pacífico, conocidas son las reivindicaciones sobre el colosal territorio del Tíbet, ocupado por la República Popular de China y reclamado por la India como parte del estado de Arunachal Pradesh.
[2] Todas las imágenes de los murales que aquí utilizamos y reproducimos pertenecen a la colección de mapas de David Rumsey, y pueden consultarse digitalizadas con gran detalle en el siguiente sitio web.
[3] Covarrubias, Miguel. Pageant of the Pacific. San Francisco, Pacific House, 1940.
[4] Los gurkhas –también llamados gurjas y gorkhas- son un grupo étnico que habita en Nepal, de lengua –y seguramente origen- indoiranio. Originarios del Rajastán indio, durante el siglo XVI emigraron a Nepal, donde rápidamente se harían con el poder y pronto fundarían el Reino de Nepal –con capital en Katmandú y de religión hinduista-, independiente hasta el dominio británico. Tras su derrota en la Guerra Anglo-Gurkha (1814-1816), el gobierno británico decidió comenzar a contratar a sus guerreros como mercenarios debido a su belicosidad y efectividad, formando desde aquel momento una parte importante del ejército británico, y habiendo combatido en importantes guerras, como las Guerras Anglo-Sijs, la Rebelión de los Cipayos, la Primera Guerra Mundial, la Rebelión de los Bóxers o la Guerra de las Malvinas.
[5] Covarrubias, Miguel. Pageant of the Pacific, op. cit.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] El Panda Gigante no fue descubierto por Occidente hasta 1869, cuando un misionero francés se hizo con la piel de uno; sin embargo, no fue hasta 1936 que un panda vivo llegó por primera vez a los Estados Unidos; Ruth Harkess se hizo célebre por transportar, desde China, un cachorro en su abrigo, que después vendió al Brookfield Zoo de Chicago y se hizo famoso en todo el mundo gracias a la prensa. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial se perdió el interés por el comercio de animales exóticos; de hecho, no sería hasta su adopción por la República Popular de China, durante la década de 1960, como uno de los animales nacionales, cuando comenzaría la enorme popularidad del panda a nivel mundial y su verdadera puesta en peligro. Para más información, véase Nicholls, Henry. The Way of the Panda: The Curious History of China’s Political Animal. Nueva York, Profile Books, 2010.