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El búho guardián de Toshima, el "susukimimizuku" – Revista Ecos de AsiaRevista Ecos de Asia
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This article was written on 04 May 2020, and is filled under Arte, Historia y Pensamiento.

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El búho guardián de Toshima, el “susukimimizuku”

El municipio de Toshima, en la megalópolis de Tokio, es ampliamente conocido por alojar el barrio de Ikebukuro, escenario de numerosos anime como Durarara!! (2010) y Tokyo ESP (2014) y sede de la cadena de distribución de merchandising más grande de Japón, Animate. En este artículo, sin embargo, vamos a explorar una de sus facetas menos conocidas, el susukimimizuku, un kyôdo gangu o juguete tradicional japonés producido en el barrio de Sôshigaya hecho con hierba susuki (miscanthus sinensis, pasto típico de Asia) que se trenza para darle forma de búho real o búho cornudo, llamado mimizuku en japonés.

Distintos tipos de susukimimizuku. El más tradicional es el de la izquierda.

El origen de este muñeco se remonta a una leyenda relacionada con Kishimojin-, también deletreado Kishibojin-, templo dedicado a Hariti, una ogra come-niños de la mitología budista que, tras ser reformada por Buda, se convirtió en patrona de los partos seguros y la crianza de los niños. Según la leyenda, una niña llamada Okume vivía felizmente con su madre en una pobre casita. Un día, la madre enfermó gravemente por trabajar demasiado y, a pesar de los cuidados de Okume, no se recuperaba. Dado que no podían comprar medicinas, Okume salió a buscar hierbas medicinales, pero allá dónde iba sólo encontraba susuki. Mientras caminaba, llegó al templo Kishimojin-, donde se encontró con una estatua de la diosa. Okume decidió hacer el hyakudomairi, un ritual tradicional para pedir deseos en los lugares de culto que se remonta al periodo Heian (794-1185/1192) en la que se va a rezar cien días seguidos al templo. En el centésimo día, se le apareció una bella mariposa que le enseñó la forma de fabricar búhos con hierba susuki, y la instó a hacer muchas de estas figuras para venderlas como amuletos en el templo. Así lo hizo, y los susukimimizuku tuvieron un gran éxito entre los fieles. Con el dinero conseguido, Okume pudo comprar medicinas y salvar a su madre, viviendo felices para siempre.

Algunas escenas clave del kamishibai (teatrillo de papel) hecho por el municipio de Toshima para contar la historia del susukimimizuku: la madre enferma (arriba izquierda), Okume busca medicinas (arriba centro), reza en el templo (arriba derecha), se le aparece la mariposa (abajo izquierda), fabrica los muñecos (abajo centro) y los vende a los peregrinos (abajo derecha).

No existe una explicación clara de por qué el amuleto debía tener forma de búho real, aunque la teoría más extendida es que existía una gran población de este tipo de animal en los frondosos bosques que crecían en la región, siendo además un animal relacionado con los dioses desde la crónica fundacional del sintoísmo escrita en el siglo VIII, el Nihon Shoki. De hecho, en la actualidad los búhos siguen siendo una constante en el municipio de Toshima, que cuenta con numerosas estatuas y souvenirs con la forma de este animal, e incluso tiene un museo dedicado a ellos, el Toshima Fukurô-Mimizuku Shiryôkan. En cualquier caso, gracias a esta leyenda, durante el periodo Edo (1603-1868) el Kishimojin- empezó a recibir una gran afluencia de peregrinos y también de excursionistas, convirtiéndose en uno de los principales destinos turísticos de la ciudad a partir de finales del siglo XVIII, cuando empezaron a relajarse las restricciones sobre los viajes nacionales impuestas por la reinante dinastía Tokugawa. Llegó a recibir tantos visitantes, que se le otorgó un permiso especial al templo por el cual se permitía que en las premisas se instalaran restaurantes y tiendas de artesanías y regalos. De hecho, la mayor presencia de turistas en el templo sería probablemente la principal razón por la que el susukimimizuku pasó de considerarse un amuleto con carga religiosa a un juguete tradicional. Así queda reflejado en el Edo Meisho Zue, un estudio topográfico de la ciudad de Edo publicado en siete volúmenes entre 1834 y 1836 compilado por el estudioso Saitô Chôshû (1737-1799) e ilustrado por el artista Nasegawa Settan (1778-1843) que recoge los lugares más emblemáticos de la ciudad y sus alrededores, incluyendo las actuales prefecturas de Kanagawa, Chiba y Saitama. Uno de los principales intereses de este documento, además, reside en sus imágenes, que no sólo incluyen reproducciones a vista de pájaro hechas sobre el terreno de los santuarios, templos y paisajes pintorescos, sino también escenas de la vida cotidiana. Concretamente, en el cuarto volumen (capítulo doce, páginas 100-104), se le dedican varias páginas a la zona de Sôshigaya, prestando especial atención al Kishimojin-, en una de cuyas ilustraciones se puede ver una tienda de regalos anunciando la venta de susukimimizuku en un benkei, nombre popular con el que se conoce las estructuras de paja de las que los vendedores ambulantes colgaban palos que sostenían varios de los productos que vendía la tienda (incluidos molinillos, mariposas…) para anunciarlos.

Páginas del Edo Meisho Zue tomadas del archivo digital de la Universidad de Waseda: ilustración del templo Kishimojin- en la página 101.

Páginas del Edo Meisho Zue tomadas del archivo digital de la Universidad de Waseda: ilustración mujeres comprando regalos en la entrada del Kishimojin- (página 103) con el susukimimizuku rodeado en rojo.

La popularidad de este kyôdo gangu, sin embargo, fue en declive con el tiempo, a punto de desaparecer en 2010 cuando Okamoto Fumi, dueño de la tienda Otowa-ya y último artesano dedicado a fabricarlos, decidió retirarse por su avanzada edad. Ante la extinción inminente de esta artesanía tradicional, a finales de ese mismo año el municipio de Toshima, en colaboración con la ciudad hermanada de Chichibu (pref. Saitama) creó una organización con el fin de preservar este arte, la Susukimimizuku Hozonkai, activa en la actualidad y responsable de organizar numerosos talleres para enseñar a gente de todas las edades a fabricar estos muñecos.

La rama de Chichibu de la organización Susukimimizuku Hozonkai reunida en 2019.

A pesar de no ser uno de los productos más difundidos de Tokio, lo cierto es que los susukimimizuku cuentan con un pequeño número de representaciones en el arte y la cultura popular niponas. Uno de los ejemplos más famosos es el ukiyo-e Sôshigaya, pintado por Utagawa Hiroshige (1797-1858) como parte de su colección de veinticuatro estampas Edo Kômei Kaitei Dukushi publicadas entre 1835 y 1842, en el que se puede apreciar a unas mujeres con sus hijos llevando uno de estos muñecos. Más tardíamente, a principios del periodo Showa (1926-1989), un benkei con susukimimizuku colgando serviría de inspiración para decorar el fusuma Kishimojin Môdemiyage Benkei-zu Fusuma, conservado en el museo Toshima Kuritsu Kyôdo Shiryôkan, que a su vez se utilizaría en 2006 como estampado para unos furoshiki (pañuelos para envolver) exclusivos del museo. Alrededor de la misma época se le atribuye al pintor de nihonga Kawai Gyokudô (1873-1957) una lámina en la que este juguete tradicional es protagonista.

Representaciones en el arte del susukimimizuku: en el ukiyo-e de Hiroshige con el juguete rodeado en rojo (arriba), en un fusuma (abajo izquierda) y en la pintura nihonga de Kawai Gyokugô (abajo derecha).

En cuanto a apariciones más recientes, podemos encontrar al susukimimizuku en varios anime: por ejemplo, en el episodio 348 de la serie Sore Ike! Anpanman (1988) aparece una versión suya ligeramente modificada, en el episodio veintiuno del anime ambientado a mediados del periodo Edo Samurai Champloo (2004) los protagonistas se encuentran con una cantante ciega que lleva un susukimimizuku colgado de su shamisen y en la tercera temporada de Yama no Susume (2018) las protagonistas visitan el templo Kishimojin- y compran algunos de estos souvenirs. Además, en 1994 la mangaka Hijiri Chiaki publicó un shôjo en cinco volúmenes titulado Susuki no Mimizuku aunque su argumento, las aventuras de una chica de instituto preparándose para los exámenes universitarios acompañada por cuatro misteriosos jóvenes, parece tener poco que ver con el juguete en cuestión, a excepción del nombre del pueblo que sirve como escenario de parte de sus peripecias, llamado Mimizuku no Sato.

Representaciones en el anime del susukimimizuku: en Sore Ike! Anpanman (arriba izquierda), en Samurai Champloo (abajo izquierda), en Yama no Susume (centor) y portada del primer volumen del manga Susuki no Mimizuku (derecha).

En este artículo hemos presentado una aproximación al juguete tradicional susukimimizuku, desde la leyenda que lo originó hasta su presencia en la sociedad actual. Por desgracia, los nuevos medios de entretenimiento digitales están poniendo en peligro la preservación de este y otros kyôdo gangu que, aunque ya han perdido sus funciones principales como amuletos y como juguetes, siguen conllevando una gran carga cultural. Explorar los kyôdo gangu típicos de una zona, incluso de las más modernas y urbanas, puede ayudarnos a descubrir nuevos aspectos de la región e incluso aportarnos ideas para comprar regalos, lo que añade una nueva dimensión a los kyôdo gangu a la vez que ayuda a preservar artesanías centenarias.

avatar Claudia Bonillo (77 Posts)

Graduada en Ingeniería Informática con mención en Computación (2016, Unizar), Diploma de Especialización en Estudios Japoneses (2017, Unizar) y Máster de Estudios Avanzados en Historia del Arte (2018, Unizar), actualmente es doctoranda del área de Asia Oriental en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza especializada en la transmisión de la historia medieval japonesa, periodo Sengoku (1467/1477-1603), a través de la cultura popular nipona (videojuegos, manga y anime). En el año 2020 ganó la Beca del Gobierno Japonés (MEXT/ Monbukagakushô) para Graduados Españoles para poder hacer una estancia de investigación en la Universidad de Kioto.


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