Hasta ahora, hemos publicado varios artículos en Ecos de Asia que hablaban sobre series de animación que se comenzaron a emitirse en los años ochenta y que continuaron o fueron reutilizadas por distintos canales ya en los noventa, pero hemos pasado por alto toda una retahíla de series animadas que se emitieron por primera vez en esta última década o a finales de los ochenta. Son productos que, para aquellos que contamos ahora con veinte años o más, nos ayudaron a crecer y a ver el mundo de formas distintas. Series, muchas de ellas, procedentes de Japón a las que rendiremos un homenaje en dos artículos extraordinarios sobre la animación emitida en España en esos años, en un brindis al son de la nostalgia.
Todavía hoy, años después, nos seguimos acordando del famoso “tres puntos, colega” (de la serie Chicho Terremoto, de comienzos de los ochenta pero emitida en España a partir de 1991) o continuamos tarareando la banda sonora de Digimon.
Oliver y Benji
Y de muchas otras series, como Pinky y Cerebro (emitida en la segunda mitad de los años 90), Inspector Gadget (de la segunda mitad de los ochenta) o la bastante más cursi Las tres mellizas (que contó con numerosas versiones y fue una de las grandes apuestas de TV3). Entre las de origen oriental, cuantiosas también en los años noventa, se encuentra la ya mítica Oliver y Benji, serie por la que apostó un Tele 5 en sus comienzos que le valió competir con los telediarios de mayor audiencia de TVE-1. Como destacaba Antonio Pozueco, director de producción externa de Tele 5:
“Sólo un niño puede hacer que su padre cambie de canal cuando está viendo las noticias. Hemos recibido montones de cartas y llamadas”[1]
La historia narra la vida de Oliver Atom (Tsubasa Ôzora en el original en japonés), un niño marcado por su vínculo con el balón desde que éste le salvase de un accidente siendo muy pequeño. Su talento para el fútbol es increíble, y le lleva a jugar en el FC Barcelona y representar a la selección nacional de fútbol de Japón en algo más que una buena actuación en la Copa Mundial de la FIFA. El anime, basado en un manga de Yôichi Takahashi, se caracterizaba por las jugadas imposibles de perpetrar en la realidad que realizaban los deportistas (hay quien ha buscado imitarlas en carne y hueso, lógicamente con mucha menos espectacularidad) y por la longitud del campo, totalmente imposible de medir. La banda sonora se ha convertido también en todo un clásico y todavía se puede escuchar en fiestas populares, con un tono nostálgico:
“Allá van con el balón en los pies
y ninguno los podrá detener.
El estadio vibra con la emoción
de ver jugar a los dos.
Solamente juegan para ganar,
pero siempre con deportividad
y no hay nadie mejor
para la afición…
Oliver, Benji, los magos del balón,
Benji, Oliver, sueños de campeón…”
Digimon
Lo mismo sucede, como hemos destacado ya líneas arriba, con la banda sonora de Digimon. La serie ha tenido, al igual que Oliver y Benji, numerosas versiones y continuaciones. La primera de todas fue emitida ya a finales de los años noventa, como una forma de explotar el éxito de la mascota electrónica Digimon Virtual Pet, del tipo del famoso Tamagotchi, y con la fuerza de una empresa como Bandai detrás. El creador del concepto inicial y de los diseños de los primeros personajes fue el japonés Akiyoshi Hongo. Los Digimon (nombre procedente de Digital Monsters) eran habitantes del mundo digital, tan inteligentes como los humanos y capaces de evolucionar a una forma más avanzada en determinados momentos, con la finalidad de mejorar sus habilidades o de incrementar su poder. Esta idea no sólo aportaba mucho juego para narraciones de anime sino que se ajustaba a la perfección a las posibilidades de un videojuego (avance por niveles) o a la creación de distintos juguetes que no estarían nunca completos sin todas las evoluciones de la criatura elegida. En España (como en muchos otros países occidentales), su éxito fue atronador y sólo superado por el que suscitó una fórmula muy parecida, la de Pokémon.
https://www.youtube.com/watch?v=DCdCt3vb6hY
Pokémon: hazte con todos
La más tardía de la series de anime que comentamos es aquella protagonizada por Ash Ketchum, de pueblo Paleta, cuyo opening era toda una oda a la franquicia para la que se había creado:
“Llegaré a ser el mejor
el mejor que habrá jamás
mi causa es ser entrenador
tras mi gran prueba real
viajaré a cualquier lugar, llegaré a cualquier rincón
al fin podré desentrañar
el poder que hay en Pokémon
es Pokémon: hazte con todos
es mi destino, mi misión
es Pokémon
tú eres mi amigo fiel, nos debemos de entender
es Pokémon: hazte con todos
¡sí! seremos mejor al fin
te enseño yo y tú a mí
Pokémon
hazte con todos,
hazte con todos
Pokémon”
La lógica empresarial era clara: el niño veía la serie y posteriormente pasaba a controlar su propio avatar en varias series de videojuegos que se renovaban continuamente y que exigían la interacción con otros jugadores para llegar a “hacerse con todos los Pokémon”. En ambos casos, tanto en Digimon como en Pokémon, la franquicia del entretenimiento a la que servían las series se encontraba más que clara, pero eso no les impidió consolidarse en la retina nostálgica de muchos veinteañeros, al igual que otro producto también vinculado a merchandising y videojuegos, algo posterior, Yu-Gi-Oh!. Junto a Chicho Terremoto, Detective Conan, Bobobo o Saint Seiya, enriquecieron desde Oriente el imaginario de muchos españoles, pero el análisis de estas últimas lo dejaremos para el siguiente artículo.
Notas:
[1] NIETO, Marta, “Oliver y Benji, los nuevos héroes”, en El País, Madrid: 22/05/1990. [07/10/2014]